viernes, 24 de marzo de 2017

Días de ocio en la dimensión púrpura

Lo primero que hizo que se dieran cuenta de que algo extraño estaba pasando fue la entrada, a primeras horas de la mañana, de los dos yithianos que estaban de Erasmus en Arkham. Estos estaban comentando animadamente sus impresiones del amanecer, pero lo que decían era más raro de lo normal.

-Me ha parecido muy curioso el color purpúreo del cielo ¿será normal en esta época del año en este periodo temporal? -preguntó uno de ellos.

-Creo que más bien deberías decir morado. El púrpura es una decoloración del rojo -respondió el otro yithiano.

-Eso es en una época anterior, hace varios siglos. En este período temporal el púrpura es un color cercano al morado -aclaró el primer yithiano que había hablado.

Esto lo decían mientras entraban en la cafetería de la residencia estudiantil La Llave y La Puerta. Allí estaba Harvey Pickman desayunando tranquilamente, hasta que escuchó estos comentarios. No, no era normal que el cielo fuera ni púrpura ni morado. Ni en ésta época del año ni en este período temporal. De hecho, creía que no era normal en ningún período temporal, al menos anterior al actual. Soltó un bufido y se bebió de un trago el café que, hasta ese momento, había estado bebiendo en cortos sorbidos. Se levantó de la silla y se acercó todo lo calmado que pudo a la entrada de la residencia y se asomó a la ventana. 

El cielo era totalmente distinto a lo que había visto nunca. En efecto, un color entre el púrpura y el morado dominaba la atmósfera, y una multitud de danzantes nubes reflejaban este color. Entre las nubes podían verse rastros del cielo más allá, del color citado. En ese cielo se veía un firmamento que no era el habitual en el planeta Tierra.

Harvey lanzó un fuerte suspiro preguntándose qué diantres había pasado. No había visto algo así nunca. Podía significar cualquier cosa. Desde una alteración dimensional leve, al fin de todo lo conocido. Decidió llamar a la experta en estos temas más cercana. Que en estos momentos estaría en su habitación.

Anna Pickman abrió la puerta ante la insistencia de las llamadas. Empezaba a ser habitual que, cuando pasaba algo sobrenatural, fueran a llamarla a ella a golpes, así que supuso que había sucedido algo. ¿Se trataría de un ataque? ¿Alguna invasión? ¿Un idiota habría invocado a algo? Ya se estaba hartando de tanto idiota invocando cosas. Vale que su trabajo a veces era enfrentarse a invocaciones, pero podían hacerlo a otras horas de la mañana... o después de comer.

-¿Qué pasa, Harvey? -preguntó al abrir la puerta.

-No tengo ni idea, será mejor que vengas a verlo.

Ambos bajaron las escaleras mientras ella iba cerrando la bata que se había puesto apenas. Debajo llevaba un pijama que no tenía ninguna intención de que viera todo el mundo. Alcanzaron la entrada a la residencia y ella, sin pensar, abrió la puerta y echó un  vistazo afuera. Lo que vio la dejó pasmada. Del cielo purpúreo bajaban zarcillos de neblina, y juraría que por allí había cosas volando. Fijó la vista y, en efecto, allí había cosas volando. Eran unos seres ligeramente similares a medusas que daban vueltas entre las nubes. Uno de ellos pareció darse cuenta de que estaban siendo observados y descendió con unos movimientos armoniosos hasta la entrada de la residencia. Anna se preparó ante un posible ataque, pero el ser sólo se quedó allí flotando y, de su interior surgió una voz, con un fuerte acento inglés.

-Buenos días, señorita, espero que tenga un agradable día.

Después de decir esto, volvió con el resto de sus compañeros que avanzaban entre las nieblas y las nubes bajas.

-Harvey... ¿una medusa con acento británico acaba de desearme buenos días? -preguntó Anna, todavía estupefacta.

-Eh... creo que sí.

-Vale... no estamos en La Tierra ¡¿dónde diantres estamos y qué está pasando?!

-Vale que el cielo es extraño y todo eso, pero ¿cómo no vamos a estar en La Tierra? Si estuviéramos en otro sitio, la atmósfera, la gravedad y otras tantas cosas sería diferentes, y no lo son. -le dijo Harvey.

-Bueno... quizás sigamos en La Tierra, pero no en el plano normal. Siento fuerzas psíquicas que no son habituales. Quizás hemos dado un salto a un plano dimensional diferente. Con suerte, el salto no ha sido total, si no, no podríamos respirar y quizás las leyes espacio-temporales no serían normales. -durante unos instantes permaneció en silencio y con los ojos cerrados. Murmuró una serie de palabras ininteligibles  y volvió a abrir los ojos. -Vale... sea lo que sea, no es un evento global. Sólo ha sucedido en Arkham.

-Así que alguien, o algo, ha trasladado toda la ciudad a otra dimensión -dijo Harvey.

-Sí... y cuando lo encuentre va a recibir de lo lindo.

-No creo que haya sido uno de los habituales lanzando uno de sus ataques villanescos idiotas. Algo me dice que esto ha sido una cagada de alguien -dijo Harvey.

Varias medusas pasaron deseando los buenos días y siguieron su camino.

-Lo peor es que estamos bajos de efectivos. Welcome y todo el equipo de Alfa Strike están fuera de la ciudad, Brontes incluído. -dijo Anna. -Vamos a tener que solucionar este jaleo nosotros solos.

-Solos no... El Que Legisla está en su despacho. Se ha quedado toda la noche trabajando en un pleito entre una secta de Shub-Niggurath y una empresa que quiere construir un centro comercial en su lugar de culto. La ayuda de un primigenio puede que nos sirva para salir de este embrollo.

Mientras hablaban, pasó entre ellos Seabury Pickman, claramente apresurado.

-Hola, chicos, tengo algo de prisa. Esta mañana en la universidad... -de repente vio el exterior del edificio. Una medusa voladora se acercó a él y le deseó los buenos días. Seabury parpadeó varias veces y se dio la vuelta. -Bah, seguro que han cancelado las clases.

Sacó la pipa de su bolsillo y se dirigió tranquilamente a la cafetería.

-Al menos alguien se lo toma con filosofía -comentó Anna.

Cerraron la puerta y se dirigieron al despacho de El Que Legisla Tras El Umbral, notando su presencia, pues tenía ligeras alteraciones en el aire por el pasillo que daba a su despacho. Efectos secundarios de tener a un primigenio en el edificio de manera indefinida. Llamaron a la puerta, y esta se abrió sin la intervención física de nadie. En su interior, el imponente dios estaba detrás de un escritorio lleno de papeles y varios libros de Derecho Aplicado en Asuntos Más Allá de lo Humano. El ser alzó la cabeza e invitó a los Pickman a entrar. Después de tomar asiento, le contaron todo lo que habían visto desde que los Yithianos habían entrado desde la calle.

-Durante unos momentos estaba dudando, pero la presencia de las medusas británicas me ha dejado claro dónde estamos. Se trata de La Dimensión Púrpura. Por alguna razón, el único contacto con nuestro plano dimensional es la emisión de la BBC desde los años '50, así que los habitantes inteligentes de este plano se han autoproclamado miembros del Imperio Británico.

-Pero si no existe el imperio británico desde... -fue a decir Harvey.

-Intenta explicarle eso a ellos -respondió El Que Legisla.

-La pertenencia de esas medusas a la corona británica o no es lo de menos. Lo que necesitamos saber es cómo volver a nuestra dimensión... y si es posible saber cómo hemos acabado aquí -dijo Anna.

-El origen de este asunto no va a ser difícil de dilucidar. Noté el salto dimensional en el momento en que sucedió, pero estaba demasiado ocupado con este juicio como para darle importancia -comentó El Que Legisla. -He sentido la procedencia del hechizo que ha ocasionado esto, os mandaré la dirección a vuestro móvil. Os acompañaría a meterle canguele al causante de esto, pero me gustaría acabar este trabajo cuanto antes.

-Oh, sin problemas, sin problemas -dijo Harvey sacando su móvil y echando un vistazo a la dirección. -Nos has quitado un montón de trabajo.


Minutos después, tras haber cruzado varias calles de la ciudad, por las que paseaba la gente admirando la extraña atmósfera y respondiendo con educación a los saludos de las medusas británicas, Harvey y Anna llegaron a la pequeña casa donde se había llevado a cabo el hechizo que los había mandado a aquella dimensión.

-Qué poca originalidad a la hora de ponerle nombre a esta dimensión -comentó Harvey.

-Entre Dimensión Púrpura y un montón de consonantes  que me harían escupir al interlocutor, prefiero lo primero -respondió Anna, dando una patada a la puerta de la casa, que se abrió de golpe.

Era una casa pequeña, de un sólo piso, y un pobre individuo estaba en el salón leyendo un libro. Éste dio un salto cuando la puerta chocó contra la pared y los Pickman entraron sin pedir permiso ni nada parecido.

-Muy bien, amigo, dame ese libro antes de que sigas haciendo daño -dijo Harvey.

-¿Eh? ¿Pero cómo voy a hacer daño con este libro? Si sólo es...

-Ya, ya, ya, siempre lo mismo "pero si esto es inofensivo" "sólo son experimentos, blablablaaa" -decía Anna mientras le arrebataba el volumen al hombre, pero cuando miró la portada, se quedó patidifusa. -Pero ¿qué coñ...? ¡¡¡Es un libro de relatos de Brian Danforth!!!

-Sí, eso es lo que iba a decir -dijo el hombre. -Llevo toda la noche leyendo uno de sus relatos largos y no me he dado cuenta de que se hacía de día.

-¿En ese relato hay un hechizo para saltar a la Dimensión  Púrpura? -preguntó Harvey, todavía sorprendido porque un hechizo escrito por aquél escritor hubiera acertado.

-No. En el relato se habla de un hechizo para convertir en oro todo lo que se toca, y como broma, se me ha ocurrido pronunciarlo en voz alta. Pero no hay nada sobre una dimensión púrpura, en serio.

Anna y Harvey se miraron incrédulos. Era increíble. De alguna manera, el hechizo que se había inventado aquel autor que solía malinterpretar todo lo relacionado con Los Mitos, era exactamente igual a las palabras que servían para saltar a la dimensión púrpura. Si hasta este momento, aquél tipo era un peligro para la reputación de algunas de las criaturas no humanas que convivían con los seres humanos, ahora sus relatos eran un peligro potencial.

-Un consejo -dijo Anna devolviéndole el libro. -No vuelvas a leer en voz alta hechizos de ningún libro. Aunque sean de este tontaina.

Ambos Pickman salieron de casa del hombre y se quedaron indecisos mirando el espectáculo de una Arkham llena de gente hablando animadamente con las medusas británicas. Los habitantes de la ciudad estaban llevando de una forma muy normal todo aquello. Quizás por la costumbre. De hecho, los Yithianos también estaban intercambiando impresiones con varias medusas británicas.

-¿Se te ocurre alguna forma de volver a nuestra dimensión? -preguntó Anna.

-Pero si no tengo ni idea de cómo hemos llegado aquí. El "hechizo" de Brian Danforth ha funcionado de pura casualidad y era para otra cosa. Aunque... quizás, si hablamos con esas medusas, nos ayuden. Ellas viven aquí, sabrán cómo hacernos volver a casa.

Harvey se acercó a una de las medusas que había estado hablando con un ciudadano de Arkham y le llamó la atención.

-Oye, amigo, mira... venimos del lugar desde el que se emiten esas series que os gustan tanto.

-¿Sois los que hacen Peaky Blinders y Los Tudor? -preguntó la medusa con su fuerte acento.

-Eh... no... pero venimos del mismo lugar, y nos ayudaría mucho saber cómo volver allí.

-Pero estamos disfrutando mucho de la compañía de los habitantes de esta ciudad. Son gente muy simpática -fue la respuesta de la medusa.

-Lo entiendo, esto es una novedad para vosotros... pero alguien notará el tremendo agujero en el lugar en el que solía estar nuestra ciudad, y no gustaría volver allí antes de que alguien se dé cuenta.

La medusa pareció meditar durante unos instantes.

-Sí, sería una tremenda descortesía para los habitantes de las localidades vecinas... hablaré con los expertos para ayudaros.

La medusa voló hacia las alturas y se unió a un grupo que daba vueltas entre las nubes bajas. Parecieron estar tomando la cuestión durante un buen rato, y después la medusa volvió a bajar a donde estaba Harvey.

-Ya está arreglado. Después de la hora del té, estará todo arreglado. Mientras tanto, podéis disfrutar de nuestra compañía.

Y, así, Harvey y Anna tuvieron que esperar hasta la hora del té. Aunque más bien, tuvieron que esperar a que pasara la hora del té, pues esta era sagrada para las medusas británicas. Afortunadamente, les invitaron a ellos y a los Yithianos a un té bastante sabroso, acompañado por unas pastitas, como es la costumbre. Una vez acabado el té, un grupo de medusas se juntaron y comenzaron a vibrar como si alguien las estuviera zarandeando violentamente. Mientras esto sucedía, el color purpúreo, las nubes bajas, la neblina y las medusas comenzaron a desdibujarse.

-Encantados de haberles conocido, nobles habitantes de las colonias británicas en América -dijo una de las medusas segundos antes de desaparecer.

Y, un segundo después, todo volvía a ser normal en los cielos de la ciudad. no había neblina, ni nubes bajas que reflejaran ningún color púrpura. Las medusas habían desaparecido. Todo era como solía ser habitual en esas fechas en aquella región de los Estados Unidos.

-Una especie bastante interesante -comentó uno de los Yithianos. -Deberíamos plantearnos un intercambio con ellos.

-Estoy de acuerdo. -dijo el otro.

-Un saludo, señores Pickman -dijo el primero antes de que ambos se marcharan para realizar sus acciones en la ciudad.

-Bueno, algo hemos sacado de esta situación. Hemos hecho amigos, hemos merendado con los habitantes de otra dimensión y los Yithianos de Erasmus han descubieron una nueva inteligencia con la intercambiar conocimientos -dijo Harvey satisfecho.

-Pareces muy tranquilo sabiendo que un puñetero libro de Brian Danforth es el que ha ocasionado todo esto. ¿Cómo podemos saber que otro de los galimatías que se inventa como hechizos no tendrá consecuencias si alguien lo lee en voz alta?

-Sinceramente, Anna... ¿a quien se le ocurre leer un hechizo de un libro de relatos de ficción en voz alta? Y si pasa, pues bueno... ya nos ocuparemos de ello.

-Piensa lo que quieras, pero yo ahora mismo siento un escalofrío sabiendo la cantidad de libros que vendió ese energúmeno.

Y con esa terrible idea en la cabeza, volvieron a la residencia. Quizás nadie fuera tan tonto de leer en voz alta un hechizo de Brian Danforth. Pero en el mundo hay muchos tontos. Demasiados...

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