viernes, 28 de abril de 2017

Pánico en los túneles (Parte 4): La guarida de los hombres topo

-Esto es de guasa -dijo Konstantin, miembro de los morlocks comunistas, después de caer entre paredes de roca suelta hasta una nueva zona de los túneles de Arkham.

El agujero que se había abierto bajo el suelo donde él y los dos idiotas que lo acompañaban se habían escondido de la avalancha de gusanos cabreados, lo había llevado a una caverna llena de estalactitas y estalagmitas, con terreno desigual y tan sólo iluminado levemente por los hongos. Aquellos hongos que nadie sabía de dónde habían salido, pero que habían infestado todos los túneles, y ayudaban con su fosforescencia a que los habitantes del mundo subterráneo pudieran ver por dónde iban sin ayuda tecnológica. Habitantes que, por cierto, empezaban a ser demasiados. Y pensar que aquello comenzó siendo una red de túneles de gules y de contrabandistas. Ahora sólo faltaba una promotora inmobiliaria para alquilar parcelas en aquél mundo subterráneo.

Lo que tenía a su alrededor, y había hecho que de su boca surgieran esas palabras, era un grupo de criaturas del tamaño de niños grandes. Todos ellos estaban arrugados como pasas. De hecho, podrían ser descritos como pasas que han aprendido a caminar y han tomado forma antropomorfa. Eran pálidos, como buena criatura habituada a vivir en la completa oscuridad, y en sus fofos rostros había diminutos ojillos que observaban con odio al morlock y a sus acompañantes. Para alivio de Konstantin,  vestían con taparrabos, así que le aliviaban de tener que ver más de lo necesario de la anatomía de aquellas cosas. La mayoría de ellos les apuntaban con lanzas, hachas, y otras armas rudimentarias, mientras lanzaban gruñidos y enseñaban sus amarillentos dientes.

El becario y Robert Pickman se levantaron, indemnes tras la caída, y observaron lo que tenían delante.

-¿Qué es eso? ¿Tcho-Tchos subterráneos? -preguntó el becario.

-¿Qué es un choe-choe? -preguntó Robert Pickman.

-Una palabra malsonante en español -fue la respuesta de Konstantin, o su equivalente para mandarlos callar. Las criaturas eran claramente hostiles, pues no hacían más que hostigarles con sus armas y gruñirles constantemente. Konstantin no había visto a esta raza en particular hasta ahora, pero por el fétido olor que había en la caverna, y otras consideraciones relacionadas con expedicionarios morlock, tenía una idea de quienes eran aquellos tipo-pasa. Si no había suficiente con la persecución de los gusanos, ahora tenían que hacer frente a una tribu de hombres topo.

Los hombres topo que les estaban molestando con las puntas de las lanzas y los gruñidos se apartaron ante la llegada de alguien que parecía importante -entre otras cosas, porque era más alto que los demás-. Era igual de arrugado y feo que sus compañeros, pero iba vestido con más ropa, que le cubría como una túnica. Llevaba una vara o bastón de madera y fue caminando con determinación hacia el grupo que había caído de repente en su caverna.

-¿Quién osa invadir las tierras de los hombres topo? -preguntó el individuo.

-Increíble... habla en perfecto inglés -dijo el becario estupefacto.

-Pues claro que hablo en perfecto inglés, mono parlante, fui alumno de intercambio en la Universidad de Miskatonic hace décadas. respeto a los monos parlantes del exterior, siempre y cuando no se metan en el territorio de los hombres topo. Pero por lo que veo, vosotros no habéis hecho eso. Habéis destrozado el techo de nuestro palacio y habéis aparecido aquí con vuestras armas y vuestros artefactos perniciosos. La tecnología de los monos parlantes es el mal. Nosotros abogamos por lo natural y cualquier cosa que se aleje de ello es, para nosotros, una ofensa. Por lo tanto, venir aquí, sin invitación, destrozando el palacio, y cargados de tecnología malvada, es un grave insulto para nuestra sociedad. Seguro que venís con alimentos transgénicos que pretenderéis usar para menoscabar nuestra supremacía en los túneles haciendo que los comamos y enfermemos.

-Di que sí, los transgénicos son el mal -dijo Robert -¿me dejas hacerte una foto para demostrar que existes?

Antes de que pudiera sacar la cámara, varios guerreros hombres topo se acercaron gruñendo y apuntándole con las lanzas.

-¡Ni se te ocurra usar esos artilugios aquí! ¡Acabo de decir que los odiamos y vas, y quieres sacar uno delante de nosotros! ¡¿Es que eres idiota?!

-Sí, es un poco idiota -respondió Konstantin, hablando antes de que esos dos la liaran otra vez, como habían hecho con su reunión con el gusano Trolololo. -Nuestra presencia en su... eh... palacio... ha sido provocada por un accidente. Como accidente, que estemos aquí ha sido de forma involuntaria, por lo que agradeceríamos a los hombres topo que nos dejen salir de su territorio y volver a nuestros túneles.

El líder de la tribu observó al trío con sus pequeños ojos, sopesando qué hacer con ellos. Después de volver a ver a Robert intentando grabarlos ocultando su cámara de la manera más cutre, la furia invadió el líder de los hombres topo y, con un grito de rabia, ordenó a sus tropas que llevaran a los intrusos a los calabozos. Konstantin dejó que los llevaran. Podía acabar con ellos con varias ráfagas de su arma, pero no quería comenzar un incidente diplomático entre los tribus de hombres topo y los morlocks comunistas. Los calabozos resultaron ser unos agujeros en la roca con barrotes de madera. Al menos estaban iluminados con antorchas para que los prisioneros del exterior pudieran ver, pero esta era toda la comodidad que había en el lugar. Los hombres topo lanzaron a los intrusos dentro de una de las celdas y el líder de la tribu se dirigió a ellos.

-Os quedaréis aquí mientras decidimos qué hacer con vosotros... y agradeced que no comamos cosas como vosotros, alimentados con productos envasados, comida industrial y otras basuras, en el siglo XIX habríamos hecho una parrillada con vosotros.

Konstantin se preguntó cuantas veces podía decir la palabra vosotros dentro de un mismo discurso, mientras el líder se marchaba de allí dejando a varios guardias. Fue marcharse el líder, y sus dos acompañantes comenzaron a comentar con febril pasión lo que acababan de ver y compararlo con sus conocimientos de seres parecidos, fueran criptozoológicos o entidades relacionadas con las DCC. El morlock no sabía cuanto tiempo podía aguantar de tanta tontería, hasta que se dio cuenta de que en la celda de al lado había alguien. Se acercó a mirar y echó un vistazo. Lo que vio le hizo pensar que estaba viviendo dentro de un relato pulp. Un aventurero canoso, con bigote poblado, sombrero, y típicas ropas de explorador acompañado de una voluptuosa rubia, vestida como él, pero con menos ropa... vamos, que llevaba unos shorts, un chaleco y una camiseta que había sufrido varios desgarros en lugares sospechosos.

-Hola a los de ahí -dijo Konstantin -¿Quiénes sois? ¿Cómo habéis acabado aquí?

-Soy el profesor Arbogast, y esta es mi acompañante,  la encantadora Lady Olsen -dijo el aventurero del bigote canoso. -Nos introdujimos en unos túneles en el lejano oriente intentando encontrar una fabulosa ciudad escondida, y no sé cómo acabamos perdiéndonos por una red de túneles y nos encontramos con estas horrendas criaturas. Nos capturaron y nos dejaron aquí.

-Vale... ya está... vivo en un relato pulp -dijo Konstantin. -¿Qué va a ser lo próximo? ¿Extraterrestres en un platillo volante?

-¡¿Has dicho un platillo volante?! -exclamó Robert de repente. -¿Dónde? ¿Dónde está? ¡Tengo que grabarlo!

-¡¡¡Deja ya esa odiosa cámara!!! Cada vez que la sacas nos metes en líos -le espetó Konstantin. Su paciencia comenzaba a acabarse. -Además, aquí no hay ningún puñetero platillo volante...

Ni siquiera acabaron esas palabras de salir de la boca del morlock, y un estruendo recorrió los túneles de la mazmorra de los hombres topo. Se oían gritos y gruñidos, y los hombres topo corrían de aquí para allá. Konstantin se preguntaba qué estaba pasando hasta que vio pasar, delante de su celda, lo que parecía una nave espacial de las películas de los años '50... con ruedas... y para colmo, iba tripulada por un ser de pequeño tamaño y gran cabeza, ojos achinados y color gris. Este ser sacó un arma laser y comenzó a disparar indiscriminadamente mientras lanzaba gritos en algo que parecía alemán.

Robert estaba con los ojos como platos. Señalaba hacia el platillo volante y miraba al becario.

-¡Un OVNI! ¡UN OVNI! ¡Y ESTÁ TRIPULADO POR UN GRIS! -Su excitación era tanta que era capaz de arrancar los barrotes de madera con sus manos desnudas, pero, por supuesto, no hizo esto, sino que sacó su cámara y comenzó a grabar como un loco.

-¿Quienes son estos tipos? -se preguntó Konstantin después de la sorpresa inicial. Sus armas eran claramente superiores a las de los hombres topo, y él no podía permitir aquella masacre gratuita, por lo que sacó su fusil y disparó contra el alien gris que tenía enfrente. Con esto salvó la vida de un hombre topo, que se le quedó mirando. -Tú, abre la celda y os ayudaré con estos invasores.

El hombre topo no dudó y abrió la celda, dejando libre al grupo. Konstantin fue inmediatamente hacia el platillo volante con ruedas y lo observó detenidamente, pero los sonidos de los disparos láser le llamaron la atención más allá de las mazmorras. Salió corriendo, dejando atrás a Robert y al becario, que estaban estudiando y grabando el cadáver del gris y su nave, y se encontró con la dantesca escena de los aliens disparando a los miembros de la tribu de hombres topo, que no tenían forma de defenderse. Con su fusil en una mano y el arma lanzarrayos del gris en la otra comenzó a disparar a los invasores mientras lanzaba tacos en ruso.  Los grises respondieron a los disparos del morlock, pero era tal la rabia de éste, que superaba con creces a las defensas alien, cosa que hizo subir la moral de los hombres topo, que contraatacaron con piedras y armas arrojadizas, haciendo que los invasores huyeran por el túnel por el que habían aparecido.

Konstantin miró a su alrededor. Había muchas bajas entre los hombres topo, y había fuego ardiendo por todas partes, pero la tribu celebraba su victoria contra los invasores con regocijo. El líder de los hombre topo se acercó al morlock y lo miró con claro respeto.

-Nos has sido de gran ayuda en este horrible ataque, mono parlante, por lo que te perdonaremos a ti y a tus acompañantes -dijo el líder de los hombres topo.

-He hecho lo que debía hacer -fue la respuesta de Konstantin.

El líder de la tribu y un pequeño grupo de soldados acompañó al morlock a las mazmorras, donde Robert se estaba haciendo fotos con el gris y saludaba alegremente al becario. Cuando se dieron cuenta de que volvía el morlock, dejaron el cadáver del alien en el suelo y se plantaron como si no estuvieran haciendo nada.

-Los hombres topo, con benevolencia, han decidido perdonarnos y dejarnos marchar... así que guardad las puñeteras cámaras, no grabéis más y salgamos de aquí. -dijo Konstantin.

-Pero... pero son grises ¡Grises! ¡Sabía que vivían entre nosotros! ¡Reptilianos y grises! Voy a tener más visitas en mi blog que aquél que subía fotos de famosas desnudas. Todo el mundo va a conocer la verdad. Nadie ocultará esto ¡nadie!

-Vale, no lo ocultará nadie y blablabla, pero eso o harás cuando salgamos de los túneles. Ahora dejemos el territorio de los hombres topo.

-Oiga... oiga -dijo una voz desde la celda de al lado. El profesor Arbogast sacaba la mano entre los barrotes. -Por favor, sáquennos de aquí. Les ayudaremos contra esos extraterrestres.

Konstantin miró al líder de la tribu.

-Lleváoslos. Total, no sabíamos qué hacer con ellos.

La celda se abrió y el profesor Arbogast salió seguido de Lady Olsen, que se enganchó con una estalactita y desgarró un poco más su camiseta, que ya estaba a punto de dejar todo al descubierto.

-Uy... qué descuido -dijo poniendo una O en sus labios mientras los tapaba con la mano.

Konstantin dio un arma de los aliens al profesor Arbogast y a LadY Olsen -a Robert y al becario no... esos mejor que fueran con su cámara y sus piedrecitas de estrellas-. El morlock se despidió del líder de la tribu de hombres topo y le prometió que vengaría aquel ataque por parte de invasores tecnológicos. Según iba dejando atrás el territorio de los hombres topo, seguido de su nuevo grupo, se iba preguntando quienes serían aquellos aliens. Hablaban en algo parecido al alemán y aquello era un ataque claramente genocida. Nunca había visto ni oído hablar de estos. Eran nuevos en los túneles, y por el manifiesto comunista que iba a descubrir quienes eran y a qué habían venido.

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