sábado, 24 de junio de 2017

Los revividos de Stepford

Un cutrehomenaje a Las Esposas de Stepford de Ira Levin

El flamante presidente de la nación decía que eso del cambio climático era una tontería que se habían inventado los científicos que odiaban América, pero Vinnie West no estaba de acuerdo con esa afirmación. Primero porque él era un científico que no odiaba América. Segundo, porque el intenso calor que había hecho que se parapetara en el congelador de su carnicería no parecía darle la razón al flamante presidente.

Aunque no hiciera nada de calor, Vinnie seguiría estando allí porque era el mejor lugar donde conservar cadáveres. Y es que él seguía intentando reanimar a los muertos como hiciera su antepasado. Aunque había fracasado todas las veces anteriores, y hasta había perdido a su más fiel compañero, eso no significaba que se fuera a rendir. Un verdadero científico sigue adelante ante todo.

Había intentado todo tipo de maneras de resurrección. Todas habían sido un desastre tras otro, así que él había seguido buscando métodos de resurrección que todavía no había utilizado. Así, una noche, mientras veía la televisión, se le ocurrió algo que no había pensado antes. Estaba viendo una película titulada El Ataque de los Robots Cyborg Tecnoorgánicos y se le ocurrió que, hasta ese momento, no se le había pasado por la cabeza el uso de la tecnología robótica o cibernética a la hora de la resurrección. Era la hora de buscar algo así.

El primer paso, como casi siempre en los experimentos de Vinnie West, fue el de buscar cadáveres frescos. Bien sabía por su antepasado que siempre debían ser frescos. Par su sorpresa, tuvo un buen montón de sujetos para experimentación, pues un grupo de defensores de los NATURAL contra lo QUÍMICO habían parado en Arkham para difundir sus creencias, y habían celebrado una fiesta bebiendo veneno de varias serpientes... cosa que es totalmente natural y ellos pensaban que no les haría daño. Porque lo natural es sano y tal... Como es lógico, todos acabaron en la morgue, y allí había ido Vinnie con un microbús que había alquilado para la ocasión. Eso sí, un microbus con aire acondicionado. Se había hecho pasar por alguien que transportaba los cadáveres a otro lugar, pero su actuación había sido tan realista y creíble, que los de seguridad lo echaron a patadas, por lo que se tuvo que colar a altas horas de la noche para robar los cadáveres como buen científico loco.

El segundo paso era conseguir la tecnología cibernética que pensaba utilizar en los cadáveres. Se dedicó a buscar información sobre empresas que ofertaran ese tipo de productos. Inicialmente se interesó por Cyberdyne Sistems, una compañía que aparentaba ser de gran confianza, pero cuando vio los precios decidió reconsiderarlo. Más barata parecía la tecnología de una pequeña empresa de Connecticut que también se dedicaba a la tecnología cibernética. Operaba desde un pueblo llamado Stepford, que parecía un paraíso de la vida americana. Aquello le dio más confianza a Vinnie, lo que veía era un lugar idílico, por lo que la gente que allí trabajara serían verdaderos profesionales preocupados por sus conciudadanos.

Por lo que estudió Vinnie, la empresa de Stepford llevaba operando desde los años '70 con grandes éxitos. Miró su catálogo actual y se decidió por lo que le vendría mejor para sus objetivos.  Se trataba de unos microprocesadores que podrían ser conectados al cerebro de una persona. Después de 24h cargando en la red eléctrica, estaban operativos y hacían funcionar el cuerpo, por lo que si todo iba bien, tendría todo un  grupo de reanimados a su disposición sólo en un día. El mayor éxito de su carrera. Además, había una oferta. Si comprabas más de 10 microprocesadores, la empresa de Stepford te regalaba una esposa. Vinnie no terminó de entender esto de la esposa, por lo que declinó aceptar el regalo. Pero los microprocesadores sí los pidió.

Pasados un par de días, una furgoneta de reparto paró delante de la carnicería de Vinnie West con una caja en la que estaban todos los microprocesadores. El científico abrió la caja y fue sacando lo que había dentro. Lo primero que vio fue el manual de instrucciones, en el que aparecían varias jóvenes mujeres vestidas como en una película de los años '50 y con una radiante sonrisa en la cara. Vinnie no sabía qué tendría que ver eso con la cibernética ni con los microprocesadores, pero supuso que era la imagen de la marca. No tardó en llevar todo el equipo a su laboratorio, ahora en el interior del congelador de la carnicería, y comenzar con el trabajo. La instalación de los microprocesadores no era nada complejo. Sólo tenía que abrirles la cabeza a los sujetos, introducirles el aparato y conectarlo a varias secciones del sistema nervioso. Después de eso sólo tenía que poner a cargar durante 24h y esperar a que sus sujetos revivieran.

Tras dejar a sus experimentos cargando, fue a realizar otras tareas, como hacer la compra, pasar por la Universidad Miskatonic, ver programas del corazón y meterse en foros de internet de científicos locos. Lo que fuera por hacer tiempo hasta que sus sujetos se despertaran.

Las 24h pasaron y pillaron a Vinnie dormido sentado en su sillón del laboratorio. Cuando se despertó, sintió que algo le rozaba la cara. Cuando abrió los ojos  se encontró con un plumero tras el que había un señor muy sonriente.

-Buenos días, Vinnie- dijo el individuo.

Era uno de los sujetos de su experimento. ¡¡¡Había resucitado!!! Se lo había perdido porque se había quedado dormido... un error grave... pero ¿qué estaba haciendo? Después de apartar el plumero y seguir mirándole con esa sonrisa grande y unos ojos que denotaban admiración, el revivido volvió a hablar.

-¿Quieres el desayuno, Vinnie? He hecho tortitas, huevos con bacon, tostadas...

-Espera, espera, espera... ¿qué estáis haciendo?

Vinnie se dio cuenta de que todos los sujetos del experimento habían revivido...¡y estaban limpiando el laboratorio! Iban con paños, bayetas, uno de ellos pasaba el aspirador mientras tarareaba una canción y otro estaba arreglando la ropa del propio Vinnie.

-Mira, cariño, tenías todo el laboratorio hecho polvo y no podíamos permitirlo, así que lo estamos dejando como los chorros del oro. Después realizaremos el resto de las tareas de la casa -le explicó el revivido, todavía con esa sonrisa en la cara.

-¿Las tareas de la...? ¡¿Pero qué es esta locura?! -exclamó Vinnie. Sus revividos se estaban comportando como chachas, o como amas de casa de la América de los viejos tiempos. -Dime ¿cuales son tus intereses? ¿Qué quieres de tu nueva vida?

-Quiero ser una esposa ideal, hacerte sentir como el señor de la casa, y los domingos una tarta de manzana.

-¡¡¡Nosotras también!!! -exclamaron el resto de revividos.

Vinnie estaba estupefacto. No sólo porque todos los revividos eran varones y hablaban de sí mismos en femenino, sino porque, en efecto, eran perfectas amas de casa de los viejos tiempos de América ¡¿qué clase de horror era ese?! Su objetivo era resucitar a la gente, no convertirla en mujeres de los años '50.

-¡¡¡Alto todos!!! Dejad de hacer las tareas hogareñas. Os he dado una nueva vida, podéis salir ahí fuera y hacer lo que sea. Os llevaré a la Universidad Miskatonic para mostrar mis éxitos.

-Pero nosotras no podemos ir a la universidad, sólo somos chicas -respondió uno de los revividos.

-Sí, nuestro trabajo es quedarnos en casa y cuidar de la familia.

-¡¿Pero qué familia ni qué leches?! ¡Si os quedáis todos aquí no podré demostrar mi éxito! -exclamó Vinnie.

-Nuestro trabajo es estar en casa y hacer lo que nuestros maridos nos digan -le dijo el revivido que le había ofrecido el desayuno.

-Pues yo os he pedido que vengáis conmigo a la universidad para mostrar mis éxitos -insistió Vinnnie.

-Lo siento, cariño, pero la universidad no es lugar para mujeres -le respondió uno de los revividos.

Vinnie sintió ganas de lanzar los muebles por las ventanas ¡¿Qué monstruos había creado?! Eran una especie de mujeres sumisas, estupidizadas y con el pensamiento más retrógrado que el de un republicano de un pequeño pueblo de Texas, y como sus comportamientos se regían por algún tipo de lógica robótica, no había forma de que entendieran lo que Vinnie les pedía. Seguían limpiando mientras algunos de ellos intercambiaban consejos de belleza. El experimento, aparentemente, había sido un éxito, pero a la vista quedaba que aquello era una garrafal pifiada. Él quería resucitar, revivir, no convertir a la gente en robots sumisos con la mentalidad de una mujer a la antigua. Si al menos fueran sumisos para crear un ejército o que le ayudaran a realizar experimentos... ¡¡¡Pero sólo hacían cosas de mujeres anticuadas!!! Aquello era un error. Tenía que destruirlos y volver a empezar, pero ¿cómo acabaría con ellos, que siempre le miraban con esa adoración en los ojos? El que solía destruir sus experimentos cuando salían mal era Eye Gore, pero desde que le había abandonado no sabía cómo eliminar las aberraciones como las que tenía ante él.

-Bueno ¿qué quieres desayunar? -insistió el revivido.

Vinnie empezó a pensar cómo responder al error de manera que pudiera destruirlo. Si conseguía jugar con la lógica robótica, quizás consiguiera que aquellas cosas se destruyeran a si mismas sin darse cuenta. Pero lo único que querían era hacer tareas de la casa... y eso no era precisamente potencialmente destructivo. A menos que...

Vinnie le dijo al revivido que quería un desayuno con TODO, y le dejó allí preparando todo lo que aún no había cocinado. Una vez se aseguró de que todos los revividos seguían haciendo las tareas de la casa, Vinnie salió del laboratorio y se dirigió a la puerta de entrada a su carnicería. Abrió la puerta y entró una vaharada de aire caliente que derretiría las figuritas de plástico de un fan de la ciencia ficción. Teniendo en cuenta el aire que estaba entrando en la carnicería, Vinnie fue a los controles del congelador y los apagó, haciendo que la tempertura fuera subiendo poco a poco.

-Bien. Primera parte del plan hecha.

Después entró en el laboratorio y estuvo dando vueltas, como distraído, mientras el ambiente alcanzaba la temperatura del exterior -más o menos la del Sahara al mediodía-. En el momento en que sentía las gotas de sudor recorriendo su cuerpo, comenzó la segunda plarte del plan de Vinnie. Comenzó a dar saltos de aquí para allá tropezándose con cosas. Tiró todo el desayuno que había preparado el revivido cocinero.

-Oh, qué torpe... ¡ahora quiero que me lo hagas todo otra vez! -dijo Vinnie.

-Claro, querido -respondió el revivido.

Varios de los revividos habían corrido a limpiar todo lo que había tirado el científico. Momento que aprovechó Vinnie para ir a la sección de su laboratorio donde guardaba líquidos que tampoco le importaba mucho perder, así que, con torpeza exagerada, los fue tirando al suelo, llenándolo todo de cristales y de manchas.

-Uy... ¡qué sucio está todo! Como los vecinos vean cómo está la casa...

Los revividos que no estaban arreglando el estropicio del desayuno corrieron a limpiar el nuevo destrozo. Vinnie sonrió maliciosamente y siguió paseando por el laboratorio dejando caer cualquier cosa que dejara mancha o lo llenara todo de porquería. Los revividos iban intentando arreglar todos los destrozos, pero Vinnie seguía tirando cosas, y ahora ¡ups! se había enganchado la camisa en una esquina y se la había desgarrado, tendrían que arreglársela. ¡Y se había salpicado la bata con sangre de un experimento que tenía guardado! Tenían que quitar esa mancha antes de que se quedara en la bata. Después, Vinnie fue a lo que pensaba que sería la solución definitiva. Tiempo atrás había estado trabajando en experimentos alquímicos de resurrección que había aprendido de científicos del pasado como Joseph Curwen y el Barón Ferenczy. Se trataba de resucitar a sujetos que han sido reducidos a sus sales esenciales, así que se había guardado unos cuantos frascos llenos de sales esenciales de distintas personas. Sus experimentos habían terminado siendo un fracaso y los abandonó, pero los frascos seguían estando en las estanterías.

-Uy, qué calor... voy a poner el ventilador -dijo Vinnie poniendo el aparato justo delante de la estantería donde estaban los frascos de las sales esenciales. -Y ahora voy a coger esa cosa que está arriba, en lo alto de la estantería...

Vinnie empezó a subir por la estantería con torpeza, tirando frascos uno detrás del otro, haciendo que todo se esparciera de sales esenciales (o polvo y porquería, desde el punto de vista de los revividos). El ventilador encendido hacía que las sales esenciales fueran a parar a todos los rincones del laboratorio, así que, entre unas cosas, el lugar se convirtió en la suciedad personificada.

Los revividos iban y venían limpiando, arreglando, haciendo todo lo que podían. Vinnie fue paseando hasta el lugar donde se encontraba en revivido del desayuno y volvió a tirarlo todo al suelo.

-Halaaaa... hay que limpiar todo esto... y volver a hacer el desayuno.

-Limpiar... desayuno... limpiar... sucio... sucio -decía el revivido mecánicamente. Empezaba a salirle humo de las orejas.

-Y después quiero que me preparéis la comida.

La cabeza del revivido explotó. Al poco, los demás revividos le siguieron como si fuera una traca, dejándolo todo lleno de sesos y trozos de los microprocesadores. Vinnie soltó un fuerte suspiro. Al menos había acabado con los revividos... pero ahora tendría que limpiar todo el destrozo. No importaba. Lo limpiaría, lo arreglaría, y volvería a comenzar sus experimentos. Quizás siguiera con la tecnología cibernética. Los productos de Cyberdyne Sistems eran caros, pero igual eran más efectivos que los que había usado. Igual con aquellos sí que alcanzaría el éxito.

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