jueves, 30 de octubre de 2014

This is Halloween I (Parte 1): Presentando a Brontes


Era el Despacho del Departamento de Ingeniería en el que los estudiantes se paraban unos instantes antes de siquiera plantearse llamar a la puerta cuando iban a entrar, el despacho que la mayoría solía evitar o pasar ante él de puntillas o corriendo si no tenían más remedio. Tan sólo los más excéntricos de los departamentos de Ingeniería, Matemáticas e Historia Antigua, los obsesionados con los más recónditos misterios de los departamentos de Física y Psicología se atrevían a encaminarse hacia ese Despacho en concreto. La sencilla placa en la puerta anunciaba:
Brontes
Profesor Emérito de Ingeniería Dimensional

Era el Despacho del que los frikis de Warhammer 40K (por puro fetichismo) llamaban el "Rey Carmesí". Hacia esa oficina, el único lugar de toda la Universidad sin teléfono (por exigencias de su ocupante), corría uno de los becarios del departamento para entregar un mensaje. En su interior no podía evitar lamentar que le hubiera tocado a él y que el puñetero profesor de Ingeniería Dimensional insistiera en no tener teléfono y que habitualmente mantuviera su ordenador portátil (ese extraño cacharro que siempre llevaba consigo) desconectado de la red Wi-Fi de la universidad. Llamó a la puerta con dos golpes secos y no tardó en dar el paso una voz profunda y rota. El becario tragó saliva, aferró el pomo de la puerta, abrió y entró. El Despacho parecía la oficina de un arqueólogo en la que se hubiera estrellado el taller de un artista abstraco con afición a la absenta y el LSD y hubiera sido redecorado por un tornado. Sin embargo, en medio del caos de papeles, planos, reliquias de la Antigua Grecia, esculturas fruto de una de las sesiones más excéntricas de Salvador Dalí y centenares de manuales y libros sobre ingeniería, historia antigua, arte, ocultismo y otras materias, parecía existir un orden subyacente y alienígena. Era como ver un grabado de M. C. Escher en pleno viaje alucinógeno, en el que, según la perspectiva todo variaba de posición y de forma y parecía tener más dimensiones de las normales. En medio de semejante caos conceptual, como un monstruo goyesco surgido del sueño de la razón, Brontes aguardaba en pie.

No era una figura insignificante. Un coloso corpulento, de más de dos metros de altura, que parecía estar construido en una escala mayor y bajo unas directivas alienígenas. Era un titán surgido de las pesadillas de la antigüedad, con brazos y piernas dotados de una poderosa musculatura y un torso como un barril que parecía formarse sobre una estructura osea ajena a lo conocido por el ser humano, como si sus costillas formaran una gruesa placa ósea bajo la densa capa de carne, nervio y gruesa piel bronceada. La mirada del único ojo de iris tornasolado situado en el centro de su rostro, sobre la nariz ancha y chata, emanaba autoridad y el saber de los eones. Este rasgo y la abundante y larga cabellera de un rojo vivo que habitualmente llevaba recogida en una trenza, le habían valido el sobrenombre de “Rey Carmesí”, que no tardaron en popularizar los frikis de Warhammer 40K. Los rumores, que eran imposibles de contener, afirmaban que llegó a la Miskatonic al regresar una expedición arqueológica de la universidad en algún lugar de Grecia, y en la que se trajo una ancestral escultura en bronce de origen desconocido que representaba un cíclope. Desde entonces, se había incorporado al cuerpo facultativo y había conseguido su propio despacho, donde pasaba la mayor parte del tiempo, además de algunas visitas a las dependencias de la Fundación Wilmarth y el Laboratorio Nuclear Pickman.

Vestido de manera informal, con una camiseta roja con un escarabajo egipcio blanco que parecía resaltar su anatomía alienígena, unos pantalones de cuero negro y una gruesas botas con puntera metálica, Brontes examinó al becario y le interrogó con respecto al motivo de su visita, por lo que el becario, indeciso e impresionado ante el aspecto del profesor (aunque no era la primera vez que lo veía, siempre le sucedía lo mismo), le entregó vacilante la nota con el mensaje. El coloso tomó con su enorme manaza la nota y la leyó con concentración. Al comprender el mensaje y ver la firma, palideció intensamente, agradeció al becario la entrega y le indicó que se marchara, cosa que hizo sin lograr contener su alivio. Brontes, comprendiendo que debía actuar con urgencia, sacó de un armario una armadura de bronce de extraño diseño y un grueso y pesado martillo de herrero. Actuando con premura, se vistió la protección y colgó la herramienta de su cinturón, con lo que consiguió parecer un heavy embutido en una coraza de hoplita creada por H.R. Giger. Tras esto, rebuscó bajo una revuelta pila de papeles y extrajo su portatil, un extraño aparato cuya cubierta rugosa y de extraña textura, en la que se dibujaba un extraño rostro, desconcertaba al Departamento de Informática. Una vez equipado, salió a la carrera en direccióna la Residencia Universitaria La Llave y la Puerta, en cuya recepción le aguardaba Anna Pickman. La joven de pelo negro como ala de cuervo y rasgos latinos rompía la tónica con respecto a los demás miembros de la familia, de apariencia más caucásica, aunque era indiscutiblemente una de ellos y la más terrible en su ira. Incluso Brontes, con todo su poder, prefería mantener buenas relaciones con ella, causa de su prisa en prepararse y acudir a la llamada.

Anna sonrió, complacida al ver llegar al cíclope y no tardó en comunicarle el motivo de su llamada:
-Verás, es Halloween, y conociendo los antecedentes del pueblo y de la universidad, me temo que pueda suceder algo raro, y quiero decir más raro de lo habitual. Probablemente a algún estudiante se le vaya alguna broma de las manos, por lo que es mejor estar prevenidos. Necesito los planos de la reforma de la Residencia para asegurarme de que la estructura metálica de la misma no puede favorecer la ceremonia de invocación de un antiguo dios sumerio de otra dimensión, y se que tú los diseñaste, por eso te he llamado.

Brontes esbozó una mueca a medias entre una sonrisa y un gesto de preocupación. Precisamente por una metida de pata de un estudiante se encontraba él allí. Estaba convencido de que la estatuilla que utilizaron para invocarle la entregó Nyarlathotep, ¡seguro! Alguien conocido como el “Caos Reptante” aprovecharía cualquier ocasión para tocarle las narices a cualquiera con una broma pesada de ese tipo, y todo lo demás son excusas. Justo en el momento en que abría su portatil y lo encendía, se oyó un lejano grito propio de una “scream queen” de cine de terror en algún lugar de la Residencia.
-¡Maldición! Es tarde, ya ha empezado -se lamentó Brontes.

Era el momento de entrar en acción.

miércoles, 22 de octubre de 2014

Presentando a Harvey Z. Pickman


Abro la puerta de mi oficina y me encuentro cara a cara con el muñeco Ken y una Barbie con más tetas que sesera. Obviamente sonrío y les invito a pasar, ya que son mis clientes y les estaba esperando. Además, tengo ganas de cerrar de una vez mis tratos con esta pareja. Tras indicarles que tomen asiento, la pareja de oro mira con curiosidad el interior de mis dependencias. Se trata del despacho que utilizo en la Residencia, porque no quiero tener a estos dos en mi otra oficina mientras cerramos este “negocio”. Me dirijo a mi escritorio y tomo asiento tras él. De un cajón saco una carpeta y un pendrive que paso a situar sobre la mesa.

Esto me pasa por ayudar a los de la Fundación Wilmarth, ya que trabajo para ellos como asesor. Soy detective privado, especializado en temas sobrenaturales. La mayoría de mis casos son mundanos y comunes, ya que ni siquiera en Arkham podría vivir sólo de los fenómenos sobrenaturales, así que suelo aceptar estos encargos por puro tedio. Sin embargo, me encontré con algo inesperado. Aquí el chico de oro es un niño bien de Harvard, al que se la han concedido todos los caprichos, incluida la rubia tetuda, su esposa. Han heredado un caserón en Arkham con una amplia biblioteca de libros de ocultismo y necesitan una catalogación. Se enteraron de la existencia de la Fundación Wilmarth, y estos, ¿a quién van a llamar? A un servidor que no tiene nada mejor que hacer que pasarse un mes entre libros viejos de una colección creada por uno de la misma generación que el jodido viejo ogro de mi padre. De hecho, según las fotos que encontré mientras hurgaba por la casa, eran conocidos cuanto menos. Sin embargo, esto no fue lo único que descubrí, por lo que paso a exponer mis conclusiones a la parejita.

Les explico que la carpeta y el pendrive contienen el catálogo de libros. Está divivido en tres categorias: Categoria 1 (libros prohibidos), Categoría 2 (libros de ocultismo), Categoría 3 (sandeces, literatura barata de tienda de esoterismo). Tras esto, explico que, si tuvieran prisa por deshacerse de la colección, tanto la Universidad Miskatonic como la Fundación Wilmarth estarían interesados en adquirirla.

Les dejo unos instantes para que mediten al respecto antes de soltar la bomba:
-Por cierto, mientras realizaba este trabajo, hallé algo que no esperaba, olvidado por su fallecido pariente -noto como, pese a tratar de disimular, ambos se ponen blancos y expectantes-, se trata de un producto de sus experimentos con los libros que no sólo había sido “dejado atrás”, sino que se le habían dado nuevos usos. Se trata de una entidad negra y amorfa, cuya forma cambia y puede parecer una rana, o a veces adquirir rasgos de pulpo o calamar, se la conoce como “Servidor de los Otros Dioses”. Pero claro, ustedes no sabrán nada, ¿verdad?

Ante su incomodidad, continuo hablando:
-Verán, tras lograr comunicarme con la criatura, pude averiguar que usted, señora -señalo a la Barbie que apenas puede contener un gémido de pánico-, se dedicó a hacer uso de la criatura cual si de un vulgar juguete sexual se tratara. Si le va el porno con tentáculos es cosa suya, pero esto es pasarse...

La indignación del Ken Harvard's Edition que parece estar a punto de abroncar a su esposa, alzo la voz y les obligo a permanecer callados. Aún no he acabado.
-¡Y usted tampoco está libre de pecado! Al descubrir a la criatura y aprender la forma de controlarla a través de los escritos y diarios del fallecido, se ha dedicado a usarla como medio de transporte para lanzarse a sus conquistas y moverse sin dejar rastro. Porque se de sobra que el último mes ha habido un notable incremento de universitarias que han sufrido palizas e intentos de violación, y que si ha logrado consumar con alguna, la pobre está tan aterrada, avergonzada y asqueada que no ha querido hablar. Sí, todo eso me contó la criatura, todo eso y más que averigüé por otros medios. ¿Le duelen todavía los huevos, cabrón? ¿Se acuerda del rodillazo en las pelotas y la paliza que le metió una rubia que parecía una poquita cosa muy mona ella, pero que resultó ser experta en artes marciales? Se trata de Welcome, muy conocida en la Miskatonic y buena amiga mía, a la que pedí que hiciera un poco de trabajo de campo.

Guardo un momento de silencio antes de lanzarles golpe final. Comienzan a gritar y lanzarme todo tipo de acusaciones. Les dejo desahogarse, sus palabras me resbalan y sus amenazas son vacías. Aun no he terminado. Cuando liberan su furia y parece que vayan a marcharse, me impongo de nuevo ordenándoles callar y sigo hablando:
-Han jugado con fuego, como un niño que juega con el arma de su padre sin ser consciente de que está cargada y puede dispararse. Han utilizado de forma banal a una criatura muy poderosa y se han creído inmunes a las consecuencias de sus actos. Bien, yo he liberado a ese ser y he hecho un pacto con él. Se va a quedar por aquí, pero en esta Residencia en lugar de en su vieja casa. Tienen una semana. Una semana para resolver sus asuntos aquí o delegarlos en un representante legal. Tras ese tiempo, si tan sólo se les ocurre volver a cruzar el límite de la ciudad, si tan sólo se les ocurre intentar librarse de mí, de mi familia o hacer algo en contra de esta Residencia o la propia ciudad... El servidor estará encantado con la venganza y conocerán un destino peor que la muerte. ¡Y ahora fuera de mi despacho y de este edificio!

La pareja, indignada y furiosa no tiene más remedio que largarse. No me gusta hacer estas cosas, pues es jugar con algo muy peligroso que no comprendemos. Pero no estoy dispuesto a que se use de forma tan irresponsable por parte de individuos tan incapaces.

domingo, 19 de octubre de 2014

Presentando a Robert M. Pickman

Ya era el quinto individuo sospechoso que entraba en la habitación 217  de la residencia de estudiantes La Llave y la Puerta. Robert M. Pickman había estado atento a movimientos extraños toda la tarde, después de comprobar con su detector de alteraciones psicosospechosas (comprado tras ver un anuncio en televisión a altas horas de la madrugada presentado por una rubia tetuda y un señor con bigote que parecía que pretendía resquebrajarse la cara con su sonrisa y arrimaba la mano cada vez más al cuerpo de la rubia. Por cierto, de regalo venía con una escobilla eléctrica para el water, toda una ganga por sólo 150 dolares más gastos de envío, oiga), que algo no andaba bien en la residencia en la que acababa de comenzar a trabajar.

En sus estancia en Londres ya tuvo una situación parecida en el edificio donde tenía el piso de alquiler en el que vivía mientras investigaba la presencia de astronautas del espacio exterior en las civilizaciones antiguas. Vio cómo una serie de personas llegaba de forma sospechosa al piso de al lado, el del individuo trajeado que siempre hablaba por el teléfono móvil e iba por ahí con gafas de sol todo el día. Claramente estaba pasando algo y decidió investigar, saliendo por la ventana y manteniendo el equilibrio por la cornisa hasta llegar a la ventana de al lado. Y lo que vio le hizo dar un brinco que casi le hace caer al vacío. Todos estaban vestidos de forma excéntrica  y parecían estar adorando una especie de caja azul con forma de cabina de la policía de los años '60 que habían puesto en algo que parecía un pastel (pero que claramente no lo era, seguramente sería algún tipo de alimento misterioso que no tardaron en devorar). Robert se convenció de que era una secta malvada formada por ricos empresarios (¡¡¡vestían con traje y hablaban por el móvil!!!) que pretendía manipular a la humanidad con siniestros propósitos desconocidos. Informó de todo ello en su blog, pero no sirvió de nada. Nadie le creyó, e incluso se rieron de él, mencionando nosequé serie de la BBC. Claramente, la secta había hecho muy bien su trabajo, desinformando a la población. 

Ahora nadie le detendría a la hora de desvelar el secreto de los sospechosos individuos que habían entrado en la 217. Esta vez venía armado con una cámara de vídeo insertada en sus gafas (esto no lo compró en la teletienda) y se infiltraría entre ellos, pues había escuchado la contraseña para entrar en el cubil secreto de estos conspiradores, SEMPER EBRIUS.

Robert llegó hasta la puerta de la 217, más tenso que LePen en un vagó de metro lleno de miembros de los Panteras Negras y dio varios toquecitos con su mano izquierda mientras pensaba "¿Serán Illuminati? ¿Habrán conseguido infiltrarse aquí también? ¿O serán reptilianos?". Él ya sospechaba de la presencia de un reptiliano en la residencia, pero aún no estaba seguro.

La puerta se abrió y asomó la cabeza de un individuo con los ojos enrojecidos. Tras él podía verse el humo de lo que podía ser un cigarrillo muy cargado. Miró fijamente a Robert como si fuera la primera vez que veía a un ser humano.

-Semper Ebrius -dijo Robert.

El otro abrió una sonrisa en su rostro, e invitándole con su mano, le dijo:

-Pasa.

Por fin había conseguido infiltrarse...

(...)

Al día siguiente, lo encontraron en el contenedor de basura junto a la residencia. Llevaba la corbata de su traje atada a la frente, manchas sin identificar por toda su ropa y tenía un dolor de cabeza tan grande como si tuviese veinte naves nodrizas chocando contra las paredes de su cráneo. Sus gafas habían desaparecido y habían sido reemplazadas por un antifaz color rosa fosforito.

Cuando le preguntaron cómo había acabado allí, relató lo poco que podía recordar de su escalofriante experiencia. Dentro de la 217, todos estaban vestidos a la manera de senadores romanos y se movían en espasmódicos giros al ritmo de una música infernal. En el centro de la habitación había un largo tubo de cristal acabado en un óvalo, que parecía estar lleno de humo. Los miembros de la misteriosa secta, inhalaban del tubo y después reían como si al hacerlo pudieran ver más allá del mundo material. También tenían un extraño cilindro metálico con un grifo, del que bebían como si acabaran de salir de un desierto. Y lo más terrorífico es que tenían ¡¡¡un cerdo!!! Robert apenas pudo asimilar todo esto antes de que le hicieran inhalar el extraño humo y beber del grifo del cilindro. A partir de ahí todo eran flashes. Se veía danzando, corriendo desnudo por las calles de Arkham, montando al cerdo mientras éste salía disparado de la Miskatonic y él gritaba "Hi-yo Silver ¡¡ARRRE!!.

El extraño grupo, que también parecía ser una secta, lo había narcotizado con el veneno que había en ese misterioso humo, pero él había conseguido una victoria. Había entrado en la secta, y conseguiría descubrir sus siniestras intenciones y divulgarlas al mundo. Costase lo que costase.

jueves, 9 de octubre de 2014

Año Uno: Abre la Residencia


Arkham, Massachusetts
Otoño, 2014

Había transcurrido una año desde la muerte del anciano patriarca Pickman, sus descendientes creían haberse librado por fin del viejo ogro. Sin embargo, este les tenía preparada una inesperada sorpresa: durante los últimos años de su vida había dedicado su cuantiosa fortuna a restaurar y reformar una manzana de edificios en forma de U en torno a un patio en las proximidades de la Universidad Miskatonic para abrir una residencia universitaria de la familia Pickman: La Llave y la Puerta.
Los abogados de la familia no tuvieron problema en contactar con los descendientes del viejo, Harvey y Seabury, pues residían en la propia Arkham. Harvey era un conocido investigador paranormal licenciado en criminología y psicología, especializado en parapsicología y ocultismo. Seabury, por su parte había conseguido una plaza de profesor en el Departamento de Antropología, con especialidad en culturas africanas. Sin embargo, estos no eran los únicos descendientes vivos, ya que restaban sus sobrinos, Anna y Robert, hijos de su hermano desaparecido en las junglas del sudeste asiático. Estos dos resultaron más difíciles de localizar, ya que Anna, una parapsicóloga y medium de madre latina, residía en México D.F., mientras que su hermano Robert, un licenciado en historia antigua por la Universidad de Miskatonic, vivía en Londres, ampliando sus estudios sobre presencias alienígenas en el lejano pasado del continente Europeo.
Una vez reunidos todos los descendientes se procedió a la lectura del testamento con sus draconianas condiciones: deberían hacerse cargo de la Residencia Universitaria Pickman "La Llave y la Puerta", así como mantener en su puesto al personal que había designado el viejo patriarca. De lo contrario, la residencia se vendería y el dinero iría destinado a una serie de Fundaciones y ONG's designadas en el propio testamento. Ante esta situación, los cuatro Pickman optaron por hacer de tripas corazón y hacerse cargo de la administración del inmueble. Lo que no esperaban era la oscura y terrible naturaleza de los empleados que debían mantener: Summanus, el mayordomo y administrador era un extraño y hermético hombre lagarto, un siniestro sacerdote del Padre de las serpientes, Yig; Araknek, una monstruosa araña de dos metros, progenie de la terrible y oscura Atlach-Nacha de la Meseta de Leng, encargada del mantenimiento del edificio; y Brontes, el ajeno y ancestral dios primigenio griego invocado por accidente por unos descuidados estudiantes de posgrado y que intervino en el diseño de los planos de la renovación de la Residencia.
Finalmente, tras recibir una abultada cantidad de solicitudes y culminar todos los preparativos, con el comienzo del curso académico en la Universidad Miskatonic, la Residencia "La Llave y la Puerta" abre sus puertas