martes, 25 de agosto de 2015

La maldición que llegó de Japón (parte 2)

-¡¡¡¿Pero tú eres tonto?!!! -exclamó Brontes mientras pensaba que aquello no debía haber sido una pregunta, sino una afirmación más cierta que "el agua está mojada".

Summanus trató de tranquilizarlo, pues el cíclope estaba comenzando a convocar una tormenta sobre el edificio de la residencia, y eso probablemente les daría una mala publicidad (a nadie le gusta ver en los buscadores de hotel y residencias estudiantiles de internet, que la que regentas tiene periódicamente tormentas localizadas precisamente encima de ella, eso disuade a posibles clientes).

-Yo no tengo la culpa de que los Illuminati hayan envidado una trampa para eliminarme. De hecho, eso sólo demuestra que tengo razón -dijo Robert.

-¡Lo único que demuestra es que un paramecio tiene más seso que tú! -le respondió Brontes echándose las manos a la cabeza.

-Venga, venga, vamos a calmarnos... Sólo es una marioneta, no puede haber ido muy lejos ¿verdad? -dijo Summanus mirando a uno y otro.


Mientras esto sucedía, en la Facultad de Cocina de la Universidad de Miskatonic se mascaba una tragedia (sí, hay una facultad de cocina, en ella, científicos reputados realizan ecuaciones que buscan el sabor definitivo de la salsa barbacoa y otras deliciosas investigaciones).

Esta facultad daba cursos de verano para estudiantes que no se quedaban contentos con nueve meses de estudios y querían más. Este año en cuestión, ofertaba el curso "Física Cuántica aplicada a la realización de tortillas" [3 créditos de libre configuración], y para ello habían instalado en la cocina un acelerador de partículas portátil que la universidad había comprado unos meses antes. La verdad es que nadie sabía dónde ni a quién habían comprado un aparato como ese, pues el vulgar acelerador de partículas suele ser de tamaño Godzilla, y este era de tamaño vaca común. Como en otros casos, era más sano no hacer preguntas.

Mientras el profesor/chef explicaba a los alumnos los inextricables procedimientos para hacer una tortilla más sabrosa , la puerta del aula/cocina se abrió de repente y todos los alumnos miraron en aquella dirección. Hasta que no bajaron la vista, no vieron que allí había lo que parecía un diminuto samurai.

-Vaya, me dijeron que en esta universidad había gente rara, pero esto no me lo esperaba -dijo el profesor/chef.

El diminuto samurai entró en el aula/cocina dando largos pasos que le llevaron hasta la mesa donde descansaba el acelerador de partículas.

-Ey, ten cuidado con eso, que es muy caro -le dijo el profesor/chef.

La marioneta giró la cabeza hacia el que le había hablado y, de repente, un rápido giro hizo que la cara de samurai desapareciera y mostrara otra mucho más terrible.

-Debí quedarme en Superchef...


La puerta de la residencia se abrió de golpe, tras sonar un potente trueno, y entró Anna Pickman, con cara de "no desearías cruzarte  con ella". Estaba totalmente empapada e iba dejando un reguero de agua según caminaba hacia recepción.

-¿Dónde... está... ¡BRONTES!?

El pobre recepcionista, que aún no se había recuperado de la visión de la abominable criatura que había visto hacía unas horas, señaló con el brazo al interior del establecimiento. Anna cruzó el vestíbulo con largas zancadas de avestruz y atravesó varias puertas hasta que dio con el cíclope, vestido como Sherlock Holmes en las películas antiguas (pipa en la boca incluida), Summanus con su habitual disfraz y... ¿Robert? ¿Qué hacían estos dos juntos? Definitivamente, pasaba algo muy extraño.

-Eh... hola, Anna... veo que te has mojado con la tormenta... eh... -dijo Brontes.

-Sí, me he mojado con la tormenta. Esa que cae de la inmensa nube negra redonda que hay encima de la residencia ¡¿es que estamos en una serie de dibujos animados o qué?! Llevo un día horrible. Tengo que ir a la Miskatonic, porque por lo visto alguien ha tocado lo que no debía y ha creado una tortilla con cebolla carnívora, me cargo al bicho como puedo, y después de eso, cuando me dispongo a venir a relajarme ¡¡¡me encuentro con el chaparrón!!!

-Vaya -musitó Brontes -¿Pero la tortilla era la carnívora o la cebolla? Porque no me ha quedado claro...

-¡¡¡Me voy a cagar en...!!!

Antes de que Anna entrara en modo Supersaiyan, Summanus volvió a aparecer como voz de la razón e intentó calmar a la joven Pickman sacando de vete a saber dónde un gato que había quedado por allí desde el día en que hicieron su visita a Brontes.

-Mira qué bonito gato, Anna, cógelo, que el pobrecito está solo y va a ser mejor y más útil que intentar matar a Brontes, que va a ser bastante dificil, porque es inmortal, así que...

-¿Que es inmortal? -le interrumpió Robert -Eso quiere decir que sabe algo de los Annunaki, tengo que hacerte un montón de preguntas que...

-No es el momeeeeento -interrumpió Summanus.

El gato, y sus ronroneos, en brazos de Anna, bastaron para calmarla, y ella volvió a darse cuenta de la extraña reunión que había encontrado.

-¿Me vais a decir qué está pasando?

-En pocas palabras -dijo Brontes -. Unos amigos de japón me habían enviado una marioneta maldita para que la estudiara, pero por alguna razón cayó en manos del estulto de tu primo y éste la ha dejado suelta.

-Esa es la versión oficial, claramente manipulada por los organismos de poder -dijo Robert -. Lo que realmente ha pasado, es que los Illuminati han descubierto mi investigación de su sección infiltrada en la universidad, así que han enviado un dispositivo maléfico para silenciarme, pero antes de que pudiera estudiarlo, los villanos lo activaron.

-¡¿Ves cómo es tonto?! -dijo Brontes señalándolo con los brazos.

Anna torció el gesto y miró hacia arriba.

-La verdad es que no sé quién de los dos es más tonto. O tú, Brontes, por traer una marioneta maldita a un lugar como Arkham, en el que en un día normal tenemos dos invasiones extradimensionales, un asalto desde lo más profundo del mar, un científico loco inventando algo que no debía, y varias negociaciones entre criaturas que pueden provocar el apocalipsis... y eso sólo antes del almuerzo; o tú, Robert, por meter las zarpas donde no debes, manipular un objeto que no te han mandado a ti y después echarle la culpa a los illuminati.

-¡Es que han sido los illuminati! ¡Tengo pruebas! Hay un video de Youtube que...

-Bueno -dijo Anna ignorándole claramente -, nuestra misión es encontrar a esa marioneta antes de que provoque algún daño ¿dónde puede haber ido?

-Por lo que me contaron, esa marioneta buscará destruir de la peor forma a su nuevo dueño, que puedo ser yo... o Robert, así que debe estar buscando la manera más horrible de matarnos. Seguramente esté buscando el hilo musical para poner una canción de Juan Magán.

 -Nadie es tan cruel, Brontes... -le dijo Summanus con un escalofrío.

Fueron caminando hacia una puerta que llevaba a los sótanos de la residencia.

-Bueno, con todos esos datos tan claros que me habéis dado -dijo Anna -, me parece que la marioneta puede estar en cualquier parte.

Anna abrió la puerta y, al otro lado, se encontró cara a cara con la marioneta, con la cara malvada, y tras ella ¡¡¡el acelerador de partículas portátil!!!

-O, bueno... puede estar precisamente aquí.

La marioneta alzó la mano hacia el interruptor del temible aparato.

-¡No! -exclamó Summanus - Es un acelerador de partículas, si lo activa aquí, se puede liar una peor que Half-Life, y aquí no tenemos palanca ¡no tenemos palanca!

-Cálmate, Summanus, no le dará tiempo a encender el cacharro. Estando aquí yo, un dios del trueno, y Anna, la exterminadora de seres sobrenaturales, nada malo puede suceder.

De repente, la marioneta dio un salto, cogió el gato que hacía unos momentos había estado en manos de Anna, y se lo lanzó a Brontes a la cara, donde se puso a bufar y maullar furioso.

-¡Zape! ¡Zaaape! -gritaba Brontes intentando quitarse al gato, que no paraba de revolverse.

Anna fue a dar una patada voladora, pero la marioneta, con una agilidad inusitada, le lanzó varios flotadores, que vete a saber de dónde había sacado, que capturaron a la joven.

Antes de que nadie pudiera hacer nada más, la marioneta sacó una pizarra que tenía detrás del acelerador de partículas en el que ponía escrito en letras mayúscuas: DETRÁS DE TI HAY UNOS REPTILIANOS MASONES.

-¡¿Dónde?! ¡¿Dónde?! -exclamó Robert girándose y dando vueltas en busca de sus enemigos natos.

Summanus abrió la boca e intentó capturar a la marioneta con la lengua, pero esta sacó una trampa matarratas y se la puso delante. Al contacto con la lengua de Summanus, la trampa salvó y se le quedó enganchada, dejando al dinosauroide dando saltos de dolor.

Con una expresión de malignidad infinita, la marioneta volvió junto al acelerador de partículas y se dispuso a presionar el botón que lo activaría, desatando un caos imparable... cuando de repente, algo apareció por detrás, abrió la boca, y se la comió.

Pequeña T'auin masticó impertérrita la extraña comida que había capturado y tragó. Miró con curiosidad al grupo de humanos (y dinosauroide... y dios del trueno), y siguió con sus cosas.


Anna consiguió arrancarse los flotadores y quitó al gato de la cara de Brontes, que había quedado toda arañada. Después ayudó a Summanus a quitarse la trampa de la lengua y juntos se quedaron mirando a Robert, que seguía buscando a los reptilianos masones por todas partes.

-Espero que hayamos aprendido la lección de hoy -dijo Anna.

-Sí -respondió Brontes -, que pase lo que pase, siempre se solucionará todo de la forma más imprevista.

-Esa no es la lección de hoy, la lección de hoy es...

Brontes interrumpió a Anna y le pasó el brazo por el hombro, pasando el otro por el hombro de Summanus.

-Da igual cual sea la lección. Lo importante es que hemos salvado la situación y hemos solucionado el problema.

-Y tal -dijo Summanus.

Volvieron por la puerta por la que habían entrado, dejando allí a Robert buscando a los reptilianos masones.

-No importa dónde os escondáis. Os encontraré, tarde o temprano os encontraré... Bwa-hahahahaha.

miércoles, 19 de agosto de 2015

La maldición que llegó de Japón (Parte 1)


Brontes miraba con atención la pantalla de su particular ordenador portatil, con gesto concentrado y y expresión de sumo interés. Lo hacía porque, en ese momento, estaba manteniendo una conversación via teleconferencia con Raijin, quien se encontraba en ese momento en Tokyo. Era el resultado de algunos contactos previos que habían mantenido a través de mail y mensajes privador por el ElderGodBook, pero para acabar de concretar los detalles, ambos habían preferido hablar directamente del asunto, y la teleconferencia les pareció la mejor opción. En la pantalla del horrendo portatil del griego, un extraño aparato en cuya cubierta rugosa y de extraña textura se dibujaba un extraño rostro, se podía ver al oni de piel roja y rostro colmilludo que sostenía ante la camara la horrible cabeza de una marioneta de bunraku que representaba a un demonio que tenía cierto parecido con Raijin. Se trataba de una obra maestra de artesanía, un títere de mediados del siglo XIX perfectamente conservado y con un complejo mecanismo que le permite, con apenas un simple toque por parte del titiritero, cambiar su rostro demoniaco por el de un samurai, tal y como demostró el japonés a Brontes.

-Como puedes, ver, esto es una maravilla, un legado histórico, cultural y artístico del Japón. La obra del artesano es de una precisión sorprendente. Y esto es la cabeza, que representa el mayor trabajo para el creador del títere. El resto del cuerpo y las ropas también son de una gran maestría. Creo que, como ingeniero te resultaría interesante estudiarlo con más profundidad.

-Desde luego -respondió el griego-, parece sumamente interesante. Me recuerda a los autómatas que fabricaba Hefestos para trabajar en su fragua. Para que luego se quejen hoy en día de las condiciones laborales y la pérdida de puestos de trabajo... En fin, a lo que íbamos, sí, me resultaría útil poder examinar la marioneta con más detalle. Como estamos en pleno verano creo que podré desplazarme a Japón sin problema. Por cierto, tenemos por aquí a Pkaurodlos. Según me dijo, ha venido directamente desde allá.

La expresión de Raijin al escuchar el nombre del dios del trueno y la urbanidad era para enmarcarla.

-No me lo recuerdes. Es un buen tipo, y encaja muy bien en la sociedad japonesa. Es como una mezcla entre un gentleman inglés y un cortesano nipón en forma de serpiente emplumada. Su cortesía y modales son siempre exquisitos... ¡No quiero verlo en una buena temporada! Quedatelo por allí, que al final acabo agobiando teniendolo por aquí... Es como tener a un lord inglés rancio viviendo en casa de unos okupas. Con Ryujin se lleva muy bien, pero yo soy de otra catadura, y al final acabo agobiado. Y Fujin ya ni te cuento.... Pero bueno, que nos desviamos del tema. Te puedo enviar por mail todo el trabajo de análisis de esta marioneta en concreto, no hay problema. La hemos estudiado a fondo, y tenemos los diseños de sus mecanismos, pero... será mejor que te la envie, así podrás tratar directamente con la marioneta.

Brontes, que ya estaba acostumbrado a las cosas raras que pasaban en Arkham, se puso suspicaz:

-¿A qué te refieres? ¿Qué sucede con esa marioneta? Raijin, no me jodas y me envies un objeto maldito sin avisar y la liemos aquí otra vez. Que ya me he visto algunas de vuestras películas de terror con maldiciones y me espero cualquier cosa. Lo único que faltaba que encima la maldición se alíe con los chiflados esos del RNLO, o, peor... que se tope con Nyarlathotep -el dios reprimió un escalofrío-, ni me imagino lo que podría hacer el cabrón ese del Caos Reptante con una maldición japonesa.

Raijin pareció dubitativo un momento antes de responder:

-Bueno, sí, si que es un objeto maldito. Lo hemos estado investigando por aquí y parece que todos los que la han tenido han muerto de formas horribles. El último que la tuvo en posesión, murió tras ver completa y del tirón una serie de unos tios que luchan vestidos con armaduras con nombres de constelaciones. Uff... cuando lo encontraron aquello daba miedo. El reproductor de DVD ya echaba humo, y la expresión de horror en su rostro, fruto de ver no se cuantas temporadas con su correspondiente relleno, todas siguiendo el mismo esquema, como un bucle infinito, era... innombrable. Lo peor es que la marioneta estaba a su lado, con la cara demoniaca y ataviada con una armadura como las de la serie esa. Que mal rollo.

-Pues vamos bien. ¿Y quieres enviar ESO a Arkham? Sería como echar gasolina al fuego.

-Tranquilo, Brontes, que está todo controlado. Mientras la marioneta está desmontada, no tiene ningún poder. Al menos eso hemos logrado averiguar. Como mucho da mal rollo, porque a veces cambia por sí misma la cara que muestra. Estamos investigando y reuniendo datos, pero parece que la maldición viene de antiguo. Suponemos que es algo relacionado con su fabricante, aunque no puedo decirte nada concreto todavía. Mientras conseguimos más información, te la mando. Te haré el envío con la marioneta desmontada, dentro de una caja llena de sellos, con talismanes y otras protecciones. Eso sí, procura que nadie la vuelva a montar o se puede liar bien.

El cíclope gruñó descontento.

-No sé que decirte, Raijin, ¿seguro que es una buena idea? Mira que aquí tenemos una universidad llena de gente capaz de pulsar un enorme botón rojo con un cartel que diga “presionar para acabar con el universo” sólo para ver que pasa. Y menos mal que el grueso de estudiantes no está por aquí ahora.

-Pues precisamente, aprovecha que ahora está la cosa más tranquila. Te envío el dossier con las especificaciones técnicas de la marioneta y todo lo que hemos averiguado al respecto. Igual, con la biblioteca que teneis allí en la universidad lograis sacar alguna cosa más en claro.

-Está bien, veremos que pasa. ¿Cómo la vas a enviar?

-Te la mandaré via Byakhee, será lo más rápido y seguro.

Una vez llegado a un acuerdo, la conversación siguió por otros cauces que no vienen al caso para esta historia. Unos días más tarde, el teléfono de la habitación de Brontes en La Llave y la Puerta sonó con un fuerte timbrazo. El cíclope lo descolgó y respondió diciendo:

-¿Sí? ... Sí, soy yo, Brontes, dime … Ok, ahora bajo.

Ataviado con un pantalón corto que dejaba ver sus musculosas piernas y la camiseta roja con el escarabajo egipcio blanco en el centro que usaba cuando no se ponía la armadura (tiene un montón de camisetas iguales, por eso siempre parece que lleva la misma), bajó rápidamente al vestíbulo de la residencia, donde le aguardaban Summanus, un recepcionista con cara de pérdida de cordura 1/1D6 y un ser de gran tamaño, alas membranosas y patas palmeadas, un byakhee, ataviado con una gorra de Byakhee Express y portando un gran cajón destinado a Brontes. El cíclope se identificó como el destinatario del paquete, y firmó en donde le indicó la criatura, para dar acuse de recibo de que el envío había sido entregado. Tras esto, el baykhee se despidió, salió por la puerta de la residencia y se aljeó volando.

-Vale, Brontes, explicame que pasa aquí y porque tengo a un recepcionista novato al borde del ataque de pánico.

El griego hizo una mueca antes de responder:

-Es un paquete que me envía Raijin desde Japón. Sabía que me lo iba a enviar a través de un byakhee. Lo que no sabía es que estos se habían profesionalizado de esta manera ni que lo iba a dejar aquí en el vestíbulo.

Summanus le miró con cara de circunstancias durante unos instantes antes de alzar las manos y quejarse amargamente:

-Así no hay manera de gestionar una residencia... La próxima vez avisa y veré de poner a algún veterano más curtido. En fin, espero que al menos ese paquete no contenga nada que pueda alterar más de lo normal la paz aquí. Dioses... si aquí lo normal es que la paz esté perturbada. Bueno, confío en que no se organice otro follón más. Llevate el paquete y le daré al nuevo algún calmante para que se tranquilice un poco.

Brontes asintió, cogió el gran paquete y se despidió de Summanus mientras se encaminaba a su despacho. Una vez allí, abrió la caja y encontró en su interior un cofre con varios sellos y custodias. Con cuidado, lo abrió y encontró en su interior lo que esperaba: una marioneta de bunraku desmontada, con las ropas y la cara de un samurai. Con cuidado, cogió la cabeza que mostraba un rostro humano y la levantó para examinarla con detalle. Ya había recibido el dossier de Raijin, pero sentía curiosidad por estudiar en persona el objeto. De improviso, la marioneta se agitó en su mano y el rostro cambió para mostrar una cara demoníaca. Brontes, aunque ya estaba avisado de esto, se sobresaltó. Dejó de nuevo la cabeza en su sitio, encendió el ordenador y, una vez en marcha, abrió el dossier y comenzó a leer con suma concentración.

Al día siguiente había avanzado bastante con la lectura cuando se dió cuenta de que había pasado toda la mañana metido en su despacho y el hambre comenzaba a notarse. Cerró todos los documentos abiertos, apagó el ordenador, se aseguró de que la caja estaba cerrada y se fue a buscar a Summanus para ver si podían comer juntos.

Más tarde, mientras el dinosauroide y el cíclope disfrutaban de una buena comida en el restaurante de la residencia, Robert Pickman, impulsado por su instinto detectivesco (que era el equivalente a la capacidad de una ameba para apreciar el arte), se aproximaba al despacho de Brontes. Sabía que algo había pasado un día antes, y que el extraño profesor de Ingeniería Dimensional estaba metido en el asunto. Un empleado novato se había llevado un buen susto y decían que un extraño ser había aparecido en medio del vestíbulo con un cajón misterioso. ¡Y Robert Pickman iba a averiguar la verdad! ¡No dejaría que los reptilianos illuminati del Nuevo Orden Mundial utilizaran la residencia como base de operaciones para sus malvados planes de conquista! Por ello, decidió investigar el despacho del cíclope en busca de pistas. Brontes había pasado mucho tiempo allí desde el día anterior. Seguro que estaba ocultando algo, ¡era parte de la conspiración!

Mientras Robert iba pensando en exclamaciones, llegó hasta el despacho del dios griego. Brontes no solía cerrar la puerta con llave, ya que muy pocos acudían voluntariamente a su despacho, además, los objetos, diseños y documentos que había allí resultarían de poco interés a un humano. Por eso, por costumbre, olvidó echar la llave cuando se fue a comer, y Robert Pickman entró. Lo primero que llamó su atención fue una gran caja con un montón de letras extrañas y papelotes con simbolos raros pegados (¡códigos reptilianos-illuminati, seguro!). Con cuidado, y en previsión de que hubiera alguna trampa escondida para incautos, se aproximó a la misma. Al llegar hasta ella, la abrió y ojeó en su interior: tan sólo había una extraña marioneta extranjera (¡extranjera! ¡seguro que era reptiliana!) desmontada. Por alguna razón, sintió la necesidad de montarla para verla completa. Tal vez así lograría averiguar algo más. Por ello, comenzó a ensamblarla.

Una hora más tarde, Summanus decidió acompañar a Brontes a su despacho a examinar la marioneta. Habían comido bien y estaban satisfechos, por lo que iban caminando sin prisa. Pero, cuando se acercaron al despacho y vieron la puerta abierta, se alarmaron. En su interior, la caja donde se contenía la marioneta estaba abierta, y, al lado, inconsciente, estaba Robert Pickman. El títere maldito había escapado. ¿Quién sabe que horrores desataría sobre la universidad y la ciudad?

miércoles, 12 de agosto de 2015

Pkaurodlos vs Sharkjellyfish


Era una calurosa noche de agosto en Arkham, la medianoche había pasado de largo hacia ya tiempo y la madrugada se encaminaba lentamente hacia las primeras luces del alba. Era ese momento en que la oscuridad reinaba sobre Martini Beach, que estaba desierta y tranquila, ya que los turistas y jóvenes con ganas de fiesta ocupaban otros sectores de la ciudad donde abundaban los locales en donde disfrutar del consumo de bebidas alcohólicas con el acompañamiento de música a volúmen ensordecedor. Aunque no era raro que algún turista buscara otras opciones en la oferta nocturna de esta particular ciudad. En este caso se trataba de una espectacular joven que se había decidido por un baño nocturno. Pero lo que la chica quería no era solo disfrutar del frescor del agua por la noche y la práctica exclusividad de la playa. Cruzó la arena caminando con paso firme y una sonrisa en la boca, feliz por poder disfrutar de la intimidad que le ofrecía la noche, hasta que encontró un lugar próximo a la orilla donde dejar sus cosas y extender la toalla. Una vez cumplidos los preparativos previos, echó una atenta ojeada para asegurarse de que se encontraba sola. Tras este requisito, pasó a despojarse del escueto bikini y, una vez completamente desnuda, se lanzó hacia el mar con una expresión de felicidad en su rostro.

Mientras la joven disfrutaba del frescor del agua sobre su cuerpo y nadaba en la soledad de la noche, llegó el momento de insertar música de tensión (¿o acaso no lo esperábais? ¿tras tantos capítulos con la posibilidad de recrearnos eróticamente con Welcome ibamos a esperar a hacerlo con una completa desconocida sin nombre?). A medida que la chica nadaba, no se percataba de que, desde el mar, una sinuosa silueta se acercaba en silencio hacia ella. Música de tensión in crescendo. La turista, desconocedora de lo que se aproximaba, seguía disfrutando inconsciente de lo que le aguardaba . Música de tensión al máximo. Cuando la misteriosa y ondulante criatura se hallaba a menos de un metro de ella, algo surgió del agua. Era un cuello largo y grueso, sobre el que se erguía una cabeza de ave rapaz coronada por un halo de plumas. Los ojos del ser híbrido la miraban con fijeza mientras la chica, aterrada, contemplaba al feroz depredador, al monstruo, cual Nessie cualquiera, que podría devorarla entera, pues tal era su tamaño. Entonces, el ser abrió su monstruoso pico y habló:

-Disculpe señorita, ¿esta ciudad es Arkham?

La chica, incapaz de ninguna otra reacción, lanzó un potente grito de terror demostrando que sus pulmones eran tan potentes como sus abundantes pechos y salió disparada hacia la orilla, gritando sin parar mientras nadaba a toda velocidad.

La criatura, que medía unos diez metros de longitud, unos 50 cm de grosor y era serpentiforme, con cabeza de rapaz y cubierta por una mezcla de escamas y plumas, se rascó la testa con un brazo largo y fibroso acabado en una mano de dedos largos y delgados con garras. Se encogió de hombros y nadó tranquilamente hacia la orilla.

Mientras, en el paseo marítimo que bordeaba la playa, Welcome, vestida con un traje corto de noche, paseaba acompañada por El que Legisla tras el Umbral. Evangeline disfrutaba de alguna salida nocturna ocasional, pero había un límite a las insinuaciones de borracho, ligón discotequero y salidas de tono que era capaz de aguantar antes de que se le agotara la paciencia y empezara a repartir más golpes que en una película de artes marciales. Por eso, la chica siempre se retiraba cuando sentía aproximarse ese momento. Aquella noche le había dado por salir con el abogado primigenio, no por motivos sexuales, sino simplemente como compañía. Mientras hablaban animadamente, algo que se movía a toda velocidad y gritaba como una sirena descontrolada surgió de la playa para pasar corriendo frente a ellos.

-¿Acabo de ver pasar corriendo a una escultural joven desnuda chillando como una histérica? -preguntó Welcome sorprendida.

-Sí -respondió escuetamente el abogado, que se había quedado sin palabras.

Ambos se quedaron un instante mirando en dirección a la exhibicionista gritona para, al unísono, encogerse de hombros y mirar hacia la playa, intentando averiguar que había provocado esa reacción. En ese momento, la serpiente gigante emplumada con cabeza de ave salía del agua y se escurría agitando todo su cuerpo como si se tratara de un perro. La expresión del abogado cambió al reconocer al recién llegado. Tomando a su acompañante del brazo, la invitó a seguirla para dar la bienvenida al dios.

-Hola Pkaurodlos, ¿has tenido un buen viaje?

-Hola, El que Legisla. Bueno, no ha ido mal, ¿y quien es esta encantadora señorita que te acompaña?

-Evangeline Parker, te presento a Pkaurodlos, la serpiente emplumada, dios del trueno y la urbanidad, adorado en su momento por Toltecas, Aztecas, Mayas, Iberos y unos cuantos clubes de caballeros ingleses.

-Encantado señorita, es un placer conocer a una dama tan bella como usted -dijo mientras tomaba la mano derecha de ella y la aproximaba a su pico para realizar el saludo protocolario del besamanos.

-Welcome, stranger -dijo Welcome, que pese a considerarse inmune a los halagos y el peloteo en general, sintió como se ruborizaba ante la cortesía del dios. Tras las presentación, el abogado tomó de nuevo la palabra:

-Bueno, es muy tarde y mañana será otro día. Tienes reservada una habitación en La Llave y la Puerta, será mejor que nos retiremos a descansar.

De común acuerdo, los tres se encaminaron a sus alojamientos. Al día siguiente ya tendrían la oportunidad de hablar con más tranquilidad y hacer frente a nuevos desafíos.

A media mañana el sol castigaba duramente la ciudad con sus rayos cuando Welcome y El que Legisla tras el Umbral se dirigían a la playa cargados con sus cosas para pasar la mañana a las orillas del océano. Pkaurodlos, que había sido más madrugador, les había dejado un mensaje escrito con una perfecta caligrafía en el que les invitaba a reunirse con él en un extremo de la playa, donde, presumiblemente, estarían más tranquilos.

Evangeline iba ataviada con un bikini y envuelta en un pareo, mientras que su compañero no se había desprendido de su versión “veraniega” de su vestimenta habitual: un traje negro con camisa blanca y corbata roja, pero con las perneras cortas del pantalón y la chaqueta y camisa sin mangas. Welcome, ante la curiosa apariencia de su acompañante, se alegraba de llevar puestas las gafas de sol, que cubrían la mirada de horror ante las ropas del abogado y las blancas y delgadas piernas y brazos que asomaban de su indumentaria. Para completar este atentado contra la moda, el legislador cubría su único ojo trilobulado con lo que podría describirse como un monóculo de sol. Ciertamente, no pasarían desapercibidos.

Al llegar a las rocas, encontraron al dios - serpiente emplumada tomando el sol cual reptil cualquiera. Pero, al verles llegar se irguió y les saludó con extrema cortesía y buenos modales. Al dejar las cosas y despojarse Welcome del pareo, no le faltaron palabra admirativas para describir la belleza de la joven y su espléndido, voluptuoso y bien formado cuerpo, que provocaron un nuevo sonrojo en Evangeline. Entonces, llegó el horror. El que Legisla tras el Umbral se despojó de su chaqueta y camisa sin mangas y su pantalón corto, luciendo un cuerpo lechoso que un cortés mentiroso describiría como esbelto, pero que en realidad era muy delgado. Pero lo peor era el bañador: se trataba de un traje de baño de los años 20 acompañado de la impagable corbata roja. Welcome hizo lo posible para aguantar la risa ante la esperpéntica apariencia del abogado mientras Pkaurodlos sencillamente no le daba importancia. ¿Por qué los dioses y primigenios tenían tan mal gusto para estas cosas?

Tras dejar montado el puesto, Welcome se dirigió al agua para nadar un poco mientras dejaba a los dos seres sobrenaturales poniéndose al día:

-Pkaurodlos, ¿cómo es que no te vimos en el Thunder-verse?

El dios del trueno hizo un gesto para restarle importancia al asunto antes de responder:

-Bueno, coincidió que yo me encontraba en Japón en un congreso de dioses reptil. Estábamos allí todos: Ryujin, Nidhogg, Tiamat, Jormungard, Sobek, Yig, y eso sólo por mencionar a los más destacados. Y claro, habría sido de mala educación dejar el congreso a medias para ir a atender otras cosas.

El abogado se encogió de hombros. Eso lo explicaba todo. Pero entonces se oyeron gritos en el agua y los bañistas comenzaron a salir corriendo de vuelta a la arena mientras los salvavidas les ordenaban regresar a la orilla. Algo estaba sucediendo. El que Legisla y Pkaurodlos se aproximaron al agua y vieron como había aparecido un banco de aletas triangulares. Eso sólo podía significar una cosa: tiburones. Por el tamaño de las aletas parecía un grupo numeroso pero no de una especie particularmente grande. En cualquier caso, había que poner fin al peligro, y, además, unos cuantos habían acorralado a Welcome, que se veía rodeada por varias aletas que nadaban en círculo a su alrededor.

-¡No temáis, Evangeline, iré a poner fin a este desgraciado incidente! -clamó Pkaurodlos mientras se lanzaba al agua en dirección al banco de escualos.

Por su parte, el abogado pensaba en las posibilidades de poner demandas por la intrusión de un grupo de tiburones en la playa más que en la seguridad de la chica. Sabía que Welcome era capaz de convertir un tiburón en un montón de sushi instantáneo si era necesario. Además, Pkaurodlos estaba más dotado para el combate que él. Mientras rumiaba sobre esto, se acercó a los bañistas que acababan de dejar las aguas y se percató de algo muy curioso: aunque algunos habían sido atacados y mostraban marcas de mordeduras (aunque, por suerte, no eran graves), otros tenían las marcas propias de los tentáculos de una medusa. ¿Qué estaba pasando allí? Nadie había avistado un banco de medusas...

Welcome, al verse rodeada de tiburones, trató de mantener la calma y no hacer movimientos bruscos. Por el momento, los escualos sólo nadaban a su alrededor, y ella no estaba herida de ningún modo. Pero no pudo evitar darse cuenta de dos cosas: la primera era que Pkaurodlos se había tirado al agua para ayudarla, cosa que no vendría mal, la segunda era que había algo raro en esos tiburones. No eran muy grandes, parecían medir un metro de longitud aproximadamente, pero dejaban un rastro extraño en el agua, como si su anatomía no fuera la característica de estos animales.

Pronto, Pkaurodlos llegó hasta los primeros peces y se lanzó a la lucha para tratar de espantarlos y salvar a la chica. Entonces, una vez que llegó hasta ellos, agarró a uno con sus garras, que eran más fuertes de lo que parecía, y lo sacó del agua, quedándose tanto Welcome como él atónitos ante lo que veían: la parte anterior del pez era la típica de un escualo, pero tras la aleta dorsal que tenía en el centro de su lomo, la anatomía era una locura. El cuerpo del tiburón se convertía en una bolsa pulsante y gelatinosa de la que surgía una melena de largos y finos tentáculos de medusa. No era un tiburón, no era una medusa, ¡era un sharkjellyfish, un tiburón-medusa!
Identificado el objetivo, tanto la serpiente emplumada como la joven unieron fuerzas. El dios del trueno (y la urbanidad), pasó por debajo del banco de sharkjellyfishes y se coló entre las piernas de la chica para emerger de manera que ella se quedara sentada sobre su espina dorsal. De esta manera, Welcome y Pkaurodlos, juntos, entablaron dura batalla contra el invasor mutante marino.

Mientras la curiosa pareja se dedicaban a la innovación en la preparación del sushi con especies mutantes, El que Legisla tras el Umbral volvió a donde habían dejado sus cosas y sacó un teléfono movil. Podría haber llamado a Roger Corman, podría haber llamado a una de esas productoras de absurdas películas de tiburones mutantes mezclados con fenómenos meteorológicos, podría haber llamado para que le trajeran una cámara de video en condiciones y haberse forrado vendiendo la filmación de una tía buena en bikini montada sobre una serpiente emplumada luchando contra una manada de tiburones-medusa. Podría haber llamado a un restaurante japones para venderles varias toneladas de sushi de escualo y medusa. Pero hizo otra llamada, una llamada que no podría haberse realizado con un móvil normal y corriente.

Unos minutos más tarde, mientras Welcome hacía el pino sobre la cabeza de Pkaurodlos y giraba sobre sí misma repartiendo patadas en la mejor imitación de los movimientos de un personaje de videojuego de lucha, el destinatario de la llamada que había realizado El que Legisla tras el Umbral apareció: cruzando el cielo a toda velocidad, un byakhee, un ser de gran tamaño, alas membranosas y patas palmeadas, capaz de transportar a un hombre, sobrevoló la playa y dejó caer sobre la chica una espada en su vaina. Cuando Evangeline la recogió, sacó el arma de la funda y sonrió torvamente: era Ouroboros, y ella ya no era Evangeline “Welcome” Parker, con ese filo en la mano era alguien diferente:

-¡Soy Delta Wave Welcome! ¡Yo tengo el poder!

Corriendo sobre la espalda de Pkaurodlos, cogió impulso y se lanzó al agua en una espectacular acrobacia. Una vez allí, y rodeada de sharkjellyfishes, cortó la realidad con la espada, abriendo una rasgadura dimensional que absorbió a los mutantes y dejó la playa nuevamente lista para sus usos recreativos. La amenaza de los tiburones-medusa había acabado, por el momento.

Poco después, otra vez en la arena y ya recuperándose del combate, El que Legisla hizo la pregunta que rondaba su mente:

-Welcome, ¿qué has hecho con los peces mutantes esos?

La chica le miró inexpresiva unos instantes, sonrió de forma macabra y dijo con gran regocijo:

-Los he enviado a donde no podrán molestar de nuevo, al menos en una larga temporada, y de paso les he hecho un favor a los morlocks.

El abogado se quedo pensativo unos segundos, hasta que comprendió a que se refería la chica y no tardó en comenzar a reírse ante la genialidad de Welcome.

Mientras, en algún lugar de los túneles bajo la ciudad de Arkham, una manada de sharkjellyfishes y una pequeña inundación arrasaban, para horror de sus ocupantes, un cuartel secundario del Glorioso Ejército de los Reptilianos Nazis del Lado Oscuro. Welcome conocía su localización gracias a los trabajos de inteligencia del Equipo Exile de la Unión de Tribus Socialistas Morlocks.

martes, 11 de agosto de 2015

La Llave y la Puerta y el Generador de nombres superhéroicos


Recientemente apareció en La Llave y la Puerta una nueva fase de un personaje ya conocido, Evangeline "Welcome" Parker. Tras los sucesos de Thunder-verse, iniciamos un primer contacto entre Welcome y Loki, quien tuvo un papel importante en la saga de los dioses del trueno. En Little Welcome in Slumberland, no sólo se homenajeó la obra de Windsor McCay, sino que sirvió para realizar un primer contacto entre estos dos curiosos personajes: el dios del engaño y la estudiante de psicología. De esta forma, se cruzaron sus caminos, con un divertido resultado. Pero los hados habían destinado que volvieran a encontrarse. Tras un cameo en El Regreso de los Yithianos, la semilla estaba sembrada: ¿Y si Welcome recibía su propia espada encantada de manos del Herrero Mentiroso? Por ello, y llevando a la práctica una vieja idea (¿qué pasaría si alguien soltara en la comarca de Dunwich un gugo?), surgió Gugodzilla, historia en la que hace su primera aparición Delta Wave Welcome, una superheroina con una espada mágica de color negro mate recorrida longitudinalmente por el grabado de una larguísima serpiente que se muerde la cola retorciéndose sobre sí misma como una cinta de Moebius. También aparece un retoño oscuro de Shub-Niggurath haciendo autoestop, pero eso es un caso aparte. Este curioso personaje, la primera superheroina epico decadente entre dunsaniana y lovecraftiana, no es otra que Evangeline "Welcome" Parker, cuyo origen se desvelaría después en Origen Secreto: Delta Wave Welcome.
Al revelar el origen de sus poderes, Welcome relata como Loki le presentó un generador de nombres superheróicos para que decidiera el nombre de su identidad como heroína cósmica. Por ello, Necrópolis de la Luna Negra y La Llave y la Puerta se complacen en presentar, para su uso y disfrute, el Generador de nombres superheróicos diseñado por Loki, el Herrero Mentiroso. Este permite no sólo crear identidades para superhéroes, sino también para super grupos y agencias relacionadas con los mismos, ya sea para juegos de rol (como Triumphant), comics u otro tipo de usos, literarios o no.

Generador de nombres superhéroicos (para su descarga desde Dropbox).


miércoles, 5 de agosto de 2015

La vendetta de los gatos

Brontes iba caminando por las calles de Arkham, con un aire alegre, disfrutando de la brisa nocturna... sin saber que estaba siendo vigilado. De un callejón cercano surgía el brillo de dos pequeños ojos amarillentos que seguían al cíclope al pasar cerca, y una vez giró en una esquina, una sombra salió disparada detrás de él.

Al cíclope no terminaba de gustarle el verano. Sí, le gustaba ir a la playa, pero no le gustaba nada el calor, y menos el tremendo calor que se había instalado en Arkham desde que sucedió aquél extraño incidente en la universidad hacía unas semanas. Nadie se responsabilizaba por la tremenda explosión, los escombros y la locura que había recorrido a los alumnos de los cursos de verano, pero eso era normal. En la Miskatonic casi nadie se responsabilizaba de las consecuencias de encuentros extradimensionales, invocaciones a lo que no se debe, y similares. Normalmente, lo que hacía todo el mundo era mirar para otro lado y seguir con sus cosas. En fin, nadie se había responsabilizado de aquél incidente, así que no tenía a quién echarle las culpas por el horroroso calor. Lo único que podía hacer era aprovechar la brisa que venía de la costa para dar un paseo nocturno, como si de un escritor bohemio de los años '20 se tratara.

El cíclope no se dirigía a ningún sitio en concreto, sólo daba vueltas de aquí para allá, contemplando la vida nocturna de la ciudad. Parejas paseando cogidos del brazo, familias tomando algo en la terraza de un bar, señores paseando a su perro, personajes de Arthur Machen yéndose de juerga hasta altas horas de la noche... lo normal en verano. Hasta que se dio cuenta de algo que no era tan normal. Por el rabillo del ojo vio varias sombras que se movían subrepticiamente. Eran sombras de tamaño pequeño, ágiles, que desaparecían en cuanto él se daba cuenta de su presencia.

Brontes se detuvo y miró hacia atrás abiertamente. Allí no había nada. Pero de un callejón adyacente salió una bola de pelo rodando. Volvió a sentir las miradas inquisidoras a su espalda y se giró con velocidad, pero éstas habían desaparecido.

-¿Estoy teniendo un momento Robert Pickman o realmente alguien me está siguiendo? -se preguntó el voz alta.

Decidió seguir caminando, con la intención de disimular que no sucedía nada, pero cuanto más caminaba, más crecía la sensación de sentirse seguido, y cuando miraba de reojo, las sombras desaparecían. Fue apretando el paso, andando más deprisa para ver si las podía dejar atrás, pero esto no era suficiente. Sentía que cada vez había más sombras siguiéndole, y cada vez eran más atrevidas, pues se acercaban más. No importaba las giros y requiebros que hiciera el cíclope por las calles de Arkham, las sombras no se le quitaban de encima. Hasta que, andando como alguien que llega tarde pero quiere mantener las apariencias, giró por una calle que no conocía y se encontró cara a cara con quienes le perseguían.

¡Gatos! ¡Gatos por todas partes! Estaban sobre los coches, en las aceras, en los balcones, de todos los colores y sabores, machos y hembras, mirándole fijamente mientras alguno se acicalaba o se restregaba con la pared. En el centro de la calle había un gatazo gordo que le dirigió una mirada de gangster. 

-Miau -dijo el gatazo.

Entonces fue cuando Brontes salió corriendo. Cruzó varias calles sin mirar siquiera por dónde iba, haciendo que algún taxista se asomara por la ventanilla y alzara el puño, corriendo sin mirar atrás. Su objetivo era llegar cuanto antes a la residencia La Llave y La Puerta, meterse en la cama y hacer como que todo aquello no había sucedido. Cualquiera podría decirle que era un cobarde, que siendo un dios podría lanzarles un rayo a aquellos montones de pelo con patas, pero es que Brontes tenía un secreto... era alérgico a los gatos.

Cuando llegó a la puerta de la residencia, respiró aliviado y se detuvo a respirar. Al fin había llegado, y parecía que no le habían seguido. Cuando abrió la puerta y se dispuso a entrar, se encontró con una horrible visión que le hizo saltar los ojos.

¡Gatos! ¡Gatos por todas partes! Ocupaban todo el salón recibidor, aunque principalmente se arremolinaban alrededor del sofá en el que, una contentísima Welcome, no hacía más que darles caricias y mimos. La joven miró con ilusión a Brontes. Las caras de los gatos eran de tremenda felicidad.

-¡Hola Brontes! ¿Has visto qué gatos tan monos?

 Los gatos miraron de reojo a Brontes con una expresión de malignidad.

-¿Monos? ¡No! Son criaturas infernales.

-¿Pero cómo van a ser criaturas infernales? Mira qué mono este.

La joven estiró los brazos y le acercó un gato anaranjado, que al sentirse cerca del cíclope empezó a bufar como un descosido.

-¡Son monstruosos! -exclamó Brontes saliendo corriendo hacia las escaleras mientras movía las brazos en alto como un histérico.

Brontes subió hasta el piso en que se encontraba su habitación en un tiempo record. Sacó las llaves del bolsillo del pantalón y abrió apresuradamente, tras lo que entró sin encender siquiera las luces.

Y en el interior de su cuarto había docenas de ojillos brillantes amarillentos. Brontes encendió la luz y se encontró con los dueños de esos ojos. Una multitud de gatos, el gatazo de antes era uno de ellos. Este se acercó lentamente, bamboleando su cuerpo y se alzó sobre las patas traseras.

-Hola Brontes, señor del trueno -dijo el gatazo en la lengua de los gatos (traducida para mejor entendimiento del lector) -. Te preguntarás qué hacemos aquí y por qué te hemos estado siguiendo toda la noche.

-Pues sí -respondió Brontes pegándose a la puerta.

-Por lo que supongo que habrás olvidado lo que sucedió hace unos meses ¿no tienes ni idea? Cuando tú y tus amigos estuvisteis en la ciudad de Ulthar en Las Tierras del Sueño...

-Ah... aquello -dijo Brontes girando los ojos hacia todos los lados.

-Sí... aquello. Y alguien tiene que pagar por... aquello. 

-Pero no fue para tanto. Tan sólo destrozamos unos cuantos edificios e hicimos que algunos gatos salieran disparados, pero vosotros tenéis siete vidas ¿no? ¿no?

-Sí, pero alguien tiene que pagar.

El gatazo volvió a ponerse en cuatro patas y fue avanzando lentamente. Los demás gatos se fueron acercando también. Brontes se echó las manos a la cara y se tapó los ojos, y cuando sintió sus peludos cuerpos sintió un profundo deseo de gritar.

                                                     ........................

Summanus iba por el pasillo de la tercera planta de la residencia La Llave y La Puerta silbando tranquilamente mientras llevaba en la mano una bandeja cubierta. Alguien había hecho un pedido desde la suite presidencial (no terminaba de entender por qué había una suite presidencial en una residencia de estudiantes, pero bueno), y había pedido expresamente que fuera él quien lo llevara. Además el pedido era bastante extraño, pero él estaba acostumbrado a cosas extravagantes, si no, no viviría en Arkham.

Cuando llegó hasta la suite presidencial dio varios toques en la puerta, y una voz fina, como de dibujo animado, le dijo que entrara.

Lo que vio al cruzar la puerta le hizo sentir varias cosas. Una de ellas era ganas de descacharrarse de risa. La suite presidencial estaba llena de rascadores de gatos, columpios, madejas de lana y ratones de juguete. En el centro estaba la cama presidencial, en la que había un montón de gatos acompañados de Brontes... Brontes vestido de sirvienta, con cofia y todo, que miraba a Summanus con una expresión que decía "sácame de aquí" mientras acariciaba a un tremendo gatazo que ronroneaba con satisfacción.

-Su pedido, señores -dijo Summanus aguantándose la risa como podía.

-Déjelo sobre la cama -dijo el gatazo con una sonrisa que mostraba sus dientecitos.

Summanus dejó la bandeja y retiró la tapa. Comida de lata para gatos y un surtido de pescado. 

Summanus hizo un saludo al gatazo y salió de la habitación como un buen sirviente de hotel, pero una vez estuvo fuera y cerró la puerta, soltó una tremenda carcajada que pudo escucharse por toda la residencia. Y siguió riéndose durante todo el día, y toda la noche, hasta que se preguntó cuanto tiempo estaría riéndose y cuanto tardaría en olvidar aquella hilarante visión.