Era una calurosa noche de
agosto en Arkham, la medianoche había pasado de largo hacia ya
tiempo y la madrugada se encaminaba lentamente hacia las primeras
luces del alba. Era ese momento en que la oscuridad reinaba sobre
Martini Beach, que estaba desierta y tranquila, ya que los turistas y
jóvenes con ganas de fiesta ocupaban otros sectores de la ciudad
donde abundaban los locales en donde disfrutar del consumo de bebidas
alcohólicas con el acompañamiento de música a volúmen
ensordecedor. Aunque no era raro que algún turista buscara otras
opciones en la oferta nocturna de esta particular ciudad. En este
caso se trataba de una espectacular joven que se había decidido por
un baño nocturno. Pero lo que la chica quería no era solo disfrutar
del frescor del agua por la noche y la práctica exclusividad de la
playa. Cruzó la arena caminando con paso firme y una sonrisa en la
boca, feliz por poder disfrutar de la intimidad que le ofrecía la
noche, hasta que encontró un lugar próximo a la orilla donde dejar
sus cosas y extender la toalla. Una vez cumplidos los preparativos
previos, echó una atenta ojeada para asegurarse de que se encontraba
sola. Tras este requisito, pasó a despojarse del escueto bikini y,
una vez completamente desnuda, se lanzó hacia el mar con una
expresión de felicidad en su rostro.
Mientras la joven
disfrutaba del frescor del agua sobre su cuerpo y nadaba en la
soledad de la noche, llegó el momento de insertar música de tensión
(¿o acaso no lo esperábais? ¿tras tantos capítulos con la
posibilidad de recrearnos eróticamente con Welcome ibamos a esperar
a hacerlo con una completa desconocida sin nombre?). A medida que la
chica nadaba, no se percataba de que, desde el mar, una sinuosa
silueta se acercaba en silencio hacia ella. Música de tensión in
crescendo. La turista, desconocedora de lo que se aproximaba, seguía
disfrutando inconsciente de lo que le aguardaba . Música de tensión
al máximo. Cuando la misteriosa y ondulante criatura se hallaba a
menos de un metro de ella, algo surgió del agua. Era un cuello largo
y grueso, sobre el que se erguía una cabeza de ave rapaz coronada
por un halo de plumas. Los ojos del ser híbrido la miraban con
fijeza mientras la chica, aterrada, contemplaba al feroz depredador,
al monstruo, cual Nessie cualquiera, que podría devorarla entera,
pues tal era su tamaño. Entonces, el ser abrió su monstruoso pico y
habló:
-Disculpe señorita,
¿esta ciudad es Arkham?
La chica, incapaz de
ninguna otra reacción, lanzó un potente grito de terror demostrando
que sus pulmones eran tan potentes como sus abundantes pechos y salió
disparada hacia la orilla, gritando sin parar mientras nadaba a toda
velocidad.
La criatura, que medía
unos diez metros de longitud, unos 50 cm de grosor y era
serpentiforme, con cabeza de rapaz y cubierta por una mezcla de
escamas y plumas, se rascó la testa con un brazo largo y fibroso
acabado en una mano de dedos largos y delgados con garras. Se encogió
de hombros y nadó tranquilamente hacia la orilla.
Mientras, en el paseo
marítimo que bordeaba la playa, Welcome, vestida con un traje corto
de noche, paseaba acompañada por El que Legisla tras el Umbral.
Evangeline disfrutaba de alguna salida nocturna ocasional, pero había
un límite a las insinuaciones de borracho, ligón discotequero y
salidas de tono que era capaz de aguantar antes de que se le agotara
la paciencia y empezara a repartir más golpes que en una película
de artes marciales. Por eso, la chica siempre se retiraba cuando
sentía aproximarse ese momento. Aquella noche le había dado por
salir con el abogado primigenio, no por motivos sexuales, sino
simplemente como compañía. Mientras hablaban animadamente, algo que
se movía a toda velocidad y gritaba como una sirena descontrolada
surgió de la playa para pasar corriendo frente a ellos.
-¿Acabo de ver pasar
corriendo a una escultural joven desnuda chillando como una
histérica? -preguntó Welcome sorprendida.
-Sí -respondió
escuetamente el abogado, que se había quedado sin palabras.
Ambos se quedaron un
instante mirando en dirección a la exhibicionista gritona para, al
unísono, encogerse de hombros y mirar hacia la playa, intentando
averiguar que había provocado esa reacción. En ese momento, la
serpiente gigante emplumada con cabeza de ave salía del agua y se
escurría agitando todo su cuerpo como si se tratara de un perro. La
expresión del abogado cambió al reconocer al recién llegado.
Tomando a su acompañante del brazo, la invitó a seguirla para dar
la bienvenida al dios.
-Hola Pkaurodlos, ¿has
tenido un buen viaje?
-Hola, El que Legisla.
Bueno, no ha ido mal, ¿y quien es esta encantadora señorita que te
acompaña?
-Evangeline Parker, te
presento a Pkaurodlos, la serpiente emplumada, dios del trueno y la
urbanidad, adorado en su momento por Toltecas, Aztecas, Mayas, Iberos
y unos cuantos clubes de caballeros ingleses.
-Encantado señorita, es
un placer conocer a una dama tan bella como usted -dijo mientras
tomaba la mano derecha de ella y la aproximaba a su pico para
realizar el saludo protocolario del besamanos.
-Welcome, stranger -dijo
Welcome, que pese a considerarse inmune a los halagos y el peloteo en
general, sintió como se ruborizaba ante la cortesía del dios. Tras
las presentación, el abogado tomó de nuevo la palabra:
-Bueno, es muy tarde y
mañana será otro día. Tienes reservada una habitación en La Llave
y la Puerta, será mejor que nos retiremos a descansar.
De común acuerdo, los tres se encaminaron a sus alojamientos. Al día siguiente ya tendrían la oportunidad de hablar con más tranquilidad y hacer frente a nuevos desafíos.
A media mañana el sol
castigaba duramente la ciudad con sus rayos cuando Welcome y El que
Legisla tras el Umbral se dirigían a la playa cargados con sus cosas
para pasar la mañana a las orillas del océano. Pkaurodlos, que
había sido más madrugador, les había dejado un mensaje escrito con
una perfecta caligrafía en el que les invitaba a reunirse con él en
un extremo de la playa, donde, presumiblemente, estarían más
tranquilos.
Evangeline iba ataviada
con un bikini y envuelta en un pareo, mientras que su compañero no
se había desprendido de su versión “veraniega” de su vestimenta
habitual: un traje negro con camisa blanca y corbata roja, pero con
las perneras cortas del pantalón y la chaqueta y camisa sin mangas.
Welcome, ante la curiosa apariencia de su acompañante, se alegraba
de llevar puestas las gafas de sol, que cubrían la mirada de horror
ante las ropas del abogado y las blancas y delgadas piernas y brazos
que asomaban de su indumentaria. Para completar este atentado contra
la moda, el legislador cubría su único ojo trilobulado con lo que
podría describirse como un monóculo de sol. Ciertamente, no
pasarían desapercibidos.
Al llegar a las rocas,
encontraron al dios - serpiente emplumada tomando el sol cual reptil
cualquiera. Pero, al verles llegar se irguió y les saludó con
extrema cortesía y buenos modales. Al dejar las cosas y despojarse
Welcome del pareo, no le faltaron palabra admirativas para describir
la belleza de la joven y su espléndido, voluptuoso y bien formado
cuerpo, que provocaron un nuevo sonrojo en Evangeline. Entonces,
llegó el horror. El que Legisla tras el Umbral se despojó de su
chaqueta y camisa sin mangas y su pantalón corto, luciendo un cuerpo
lechoso que un cortés mentiroso describiría como esbelto, pero que
en realidad era muy delgado. Pero lo peor era el bañador: se trataba
de un traje de baño de los años 20 acompañado de la impagable
corbata roja. Welcome hizo lo posible para aguantar la risa ante la
esperpéntica apariencia del abogado mientras Pkaurodlos
sencillamente no le daba importancia. ¿Por qué los dioses y
primigenios tenían tan mal gusto para estas cosas?
Tras dejar montado el
puesto, Welcome se dirigió al agua para nadar un poco mientras
dejaba a los dos seres sobrenaturales poniéndose al día:
-Pkaurodlos, ¿cómo es
que no te vimos en el Thunder-verse?
El dios del trueno hizo
un gesto para restarle importancia al asunto antes de responder:
-Bueno, coincidió que yo
me encontraba en Japón en un congreso de dioses reptil. Estábamos
allí todos: Ryujin, Nidhogg, Tiamat, Jormungard, Sobek, Yig, y eso
sólo por mencionar a los más destacados. Y claro, habría sido de
mala educación dejar el congreso a medias para ir a atender otras
cosas.
El abogado se encogió de
hombros. Eso lo explicaba todo. Pero entonces se oyeron gritos en el
agua y los bañistas comenzaron a salir corriendo de vuelta a la
arena mientras los salvavidas les ordenaban regresar a la orilla.
Algo estaba sucediendo. El que Legisla y Pkaurodlos se aproximaron al
agua y vieron como había aparecido un banco de aletas triangulares.
Eso sólo podía significar una cosa: tiburones. Por el tamaño de
las aletas parecía un grupo numeroso pero no de una especie
particularmente grande. En cualquier caso, había que poner fin al
peligro, y, además, unos cuantos habían acorralado a Welcome, que
se veía rodeada por varias aletas que nadaban en círculo a su
alrededor.
-¡No temáis,
Evangeline, iré a poner fin a este desgraciado incidente! -clamó
Pkaurodlos mientras se lanzaba al agua en dirección al banco de
escualos.
Por su parte, el abogado
pensaba en las posibilidades de poner demandas por la intrusión de
un grupo de tiburones en la playa más que en la seguridad de la
chica. Sabía que Welcome era capaz de convertir un tiburón en un
montón de sushi instantáneo si era necesario. Además, Pkaurodlos
estaba más dotado para el combate que él. Mientras rumiaba sobre
esto, se acercó a los bañistas que acababan de dejar las aguas y se
percató de algo muy curioso: aunque algunos habían sido atacados y
mostraban marcas de mordeduras (aunque, por suerte, no eran graves),
otros tenían las marcas propias de los tentáculos de una medusa.
¿Qué estaba pasando allí? Nadie había avistado un banco de
medusas...
Welcome, al verse rodeada
de tiburones, trató de mantener la calma y no hacer movimientos
bruscos. Por el momento, los escualos sólo nadaban a su alrededor, y
ella no estaba herida de ningún modo. Pero no pudo evitar darse
cuenta de dos cosas: la primera era que Pkaurodlos se había tirado
al agua para ayudarla, cosa que no vendría mal, la segunda era que
había algo raro en esos tiburones. No eran muy grandes, parecían
medir un metro de longitud aproximadamente, pero dejaban un rastro
extraño en el agua, como si su anatomía no fuera la característica
de estos animales.
Pronto, Pkaurodlos llegó
hasta los primeros peces y se lanzó a la lucha para tratar de
espantarlos y salvar a la chica. Entonces, una vez que llegó hasta
ellos, agarró a uno con sus garras, que eran más fuertes de lo que
parecía, y lo sacó del agua, quedándose tanto Welcome como él
atónitos ante lo que veían: la parte anterior del pez era la típica
de un escualo, pero tras la aleta dorsal que tenía en el centro de
su lomo, la anatomía era una locura. El cuerpo del tiburón se
convertía en una bolsa pulsante y gelatinosa de la que surgía una
melena de largos y finos tentáculos de medusa. No era un tiburón,
no era una medusa, ¡era un sharkjellyfish, un tiburón-medusa!
Identificado el objetivo,
tanto la serpiente emplumada como la joven unieron fuerzas. El dios
del trueno (y la urbanidad), pasó por debajo del banco de
sharkjellyfishes y se coló entre las piernas de la chica para
emerger de manera que ella se quedara sentada sobre su espina dorsal.
De esta manera, Welcome y Pkaurodlos, juntos, entablaron dura batalla
contra el invasor mutante marino.
Mientras la curiosa pareja se dedicaban a la innovación en la preparación del sushi con especies mutantes, El que Legisla tras el Umbral volvió a donde habían dejado sus cosas y sacó un teléfono movil. Podría haber llamado a Roger Corman, podría haber llamado a una de esas productoras de absurdas películas de tiburones mutantes mezclados con fenómenos meteorológicos, podría haber llamado para que le trajeran una cámara de video en condiciones y haberse forrado vendiendo la filmación de una tía buena en bikini montada sobre una serpiente emplumada luchando contra una manada de tiburones-medusa. Podría haber llamado a un restaurante japones para venderles varias toneladas de sushi de escualo y medusa. Pero hizo otra llamada, una llamada que no podría haberse realizado con un móvil normal y corriente.
Unos minutos más tarde,
mientras Welcome hacía el pino sobre la cabeza de Pkaurodlos y
giraba sobre sí misma repartiendo patadas en la mejor imitación de
los movimientos de un personaje de videojuego de lucha, el
destinatario de la llamada que había realizado El que Legisla tras
el Umbral apareció: cruzando el cielo a toda velocidad, un byakhee,
un ser de gran tamaño, alas membranosas y patas palmeadas, capaz de
transportar a un hombre, sobrevoló la playa y dejó caer sobre la
chica una espada en su vaina. Cuando Evangeline la recogió, sacó el
arma de la funda y sonrió torvamente: era Ouroboros, y ella ya no
era Evangeline “Welcome” Parker, con ese filo en la mano era
alguien diferente:
-¡Soy Delta Wave
Welcome! ¡Yo tengo el poder!
Corriendo sobre la
espalda de Pkaurodlos, cogió impulso y se lanzó al agua en una
espectacular acrobacia. Una vez allí, y rodeada de sharkjellyfishes,
cortó la realidad con la espada, abriendo una rasgadura dimensional
que absorbió a los mutantes y dejó la playa nuevamente lista para
sus usos recreativos. La amenaza de los tiburones-medusa había
acabado, por el momento.
Poco después, otra vez
en la arena y ya recuperándose del combate, El que Legisla hizo la
pregunta que rondaba su mente:
-Welcome, ¿qué has
hecho con los peces mutantes esos?
La chica le miró
inexpresiva unos instantes, sonrió de forma macabra y dijo con gran
regocijo:
-Los he enviado a donde
no podrán molestar de nuevo, al menos en una larga temporada, y de
paso les he hecho un favor a los morlocks.
El abogado se quedo
pensativo unos segundos, hasta que comprendió a que se refería la
chica y no tardó en comenzar a reírse ante la genialidad de Welcome.
Mientras, en algún lugar
de los túneles bajo la ciudad de Arkham, una manada de
sharkjellyfishes y una pequeña inundación arrasaban, para horror de
sus ocupantes, un cuartel secundario del Glorioso Ejército de los
Reptilianos Nazis del Lado Oscuro. Welcome conocía su localización
gracias a los trabajos de inteligencia del Equipo Exile de la Unión
de Tribus Socialistas Morlocks.
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