jueves, 26 de febrero de 2015

Thunder-verse (parte 2): El Carnaval de Dylath-Leen

Cuando Brontes abrió el ojo no sabía dónde estaba. Lo último que recordaba es haber encontrado a Zeus en una situación que en él era demasiado habitual, pero para los demás era vergonzosa, aunque al menos lo estaba haciendo en forma humanoide, no sabía por qué los griegos antiguos eran tan raritos que terminaban teniendo sexo con Zeus convertido en todo tipo de animales... incluso en forma de lluvia dorada. Se estaba preparando para lo que fuera que se avecinaba, quería que, cuando llegara, les encontrara listos, pero después del fogonazo que le hizo desaparecer de su despacho se dio cuenta de que era demasiado tarde.

El lugar donde Brontes se encontraba parecía un callejón oscuro de una ciudad. Había muy poca luminosidad, pero podía escuchar ruido de fondo, parecía algún tipo de jolgorio, pero estaba claro que eso no era Arkham, aunque estuvieran en época post-exámenes y hubiera fiestas constantes, aquello no era la ciudad que tanto conocía. Brontes fue caminando lentamente, con el martillo entre sus manos, preparado para lo que pudiera surgir de aquellos oscuros callejones cuando vio una figura sombría que se acercaba hacia él. Se puso en posición de combate, preparado para la llegada del desconocido, pero cuando éste abandonó las sombras y se lanzó sobre el cíclope, la sorpresa le impidió soltarle un sopapo.

-¡Brontes! ¡túúúú eressss mi mejor amigo! -dijo la recién aparecida figura abrazando al ciclópeo dios.

-¡Thor! ¿También estás aquí? Hueles a cerveza barata... pero muy barata.

-Y tú huelesssss a cabra quemada y no te digo nada -le respondió Thor tambaleándose ligeramente.

-Esto es muy extraño, Thor, alguien nos ha abducido, y dudo que sean los grises esos de los que tanto habla Robert Pickman ¿sabes dónde estamos?

Thor se giró para mirar a su alrededor y después se volvió hacia Brontes.

-Essssste no es el sitio donde estaba con el individuo aquél jorobado... y ssssu amigo el de la bata blanca ¿qué brujería essh esta?

-Quizás ese sonido de fiesta que oímos nos dé alguna respuesta, sígueme Thor de los Truenos.

Brontes y Thor fueron caminando por las estrechas calles de la desconocida ciudad en dirección al sonido de música y cantos que podían escuchar. Según iban caminando, Brontes pensaba que los edificios que les rodeaban le recordaban a algo, pero no conseguía dar con ello. En uno de los recodos, vieron una tremenda iluminación que venía de una de las calles y, prestos, se dirigieron allí.

Cuandos ambos dioses llegaron al final de la calle y desembocaron al lugar del que venía la luz que les guiaba, se encontraron con algo que les sorprendió sobremanera. En una amplia avenida iluminada por farolillos y antorchas, pudieron ver un desfile formado por hombres musculosos con atuendos rimbombantes y que dejaban poco a la imaginación y mujeres voluptuosas vestidas con suaves telas que también mostraban más de lo que ocultaban. Todos ellos iban danzando y bailando seguidos por un grupo de enmascarados vestidos con trajes de plumas que portaban tambores y timbales. A su alrededor, una multitud danzaba y brincaba, con síntomas claros de ebriedad, también portando máscaras y adornos. Brontes se acercó a uno y le agarró del cuello de la camisa.

-¡Rápido! Dinos dónde nos encontramos.

El individuo miró a través de la máscara al cíclope y tras parecer meditarlo le respondió con voz pastosa:

-Estás en Dylath-Leen y estamos celebrando el carnaval anual...

El único ojo de Brontes se abrió como una flor primaveral al escuchar el nombre de la ciudad. Se encontraban en Las Tierras del Sueño, alguien les había raptado del mundo de la vigilia y les había traído a esta dimensión a la que viajaban los mortales dormidos que conseguían atravesar el velo... ¡un lugar donde Nyarlathotep solía campar a sus anchas!

-Seguro que ha sido ese desgraciado... Thor, vamos a... ¿Thor?

Cuando Brontes se giró en busca del dios de los truenos, el Odinson no estaba allí. El cíclope buscó con la mirada por todas partes y, cuando dio con Thor no pudo evitar una mirada de resignación. No se puede cambiar a un dios del trueno, y es que Thor de los truenos estaba agarrado a una de las voluptuosas mujeres del desfile y estaba bailando... o más bien perreando, como hacían los mortales que se dejaban llevar por el desenfreno y lo que él llamaba la anti-música, unos deplorables ritmos que se habían puesto de moda en el mundo de la vigilia y que él no dudaba que formaban parte de algún maligno plan de Nyarlathotep.

Brontes corrió en dirección al nórdico, pero de repente fue rodeado por un grupo de danzantes arlequines que daban cabriolas y se mofaban de él. El cíclope intentó zafarse de ellos, pero cuando los apartó se encontró con un tragador de fuegos que le echó una llamarada de la boca, tras lo que se fue dando saltos. Brontes empezaba a perder la paciencia cuando alguien  le disparó con un cañón de confeti que le cubrió entero y una serie de energúmenos le echaban botes de pintura de distintos colores. Alguien le puso un sombrero en la cabeza y, sin saber cómo, en su mano había aparecido un vaso de licor.

-¡¡¿Pero qué clase de locura es esta?!!

Al fin, el cíclope dio con el Odinson, que ahora estaba rodeado por un grupo de fiesteros que le incitaban a beber más del barril que el dios mantenía en sus manos y del cual tragaba y tragaba.

- ¡Bebe! ¡Bebe! ¡Bebe! ¡Bebe!

Brontes alcanzó a Thor y, de un golpe de sus fuertes brazos, le apartó el barril de las manos. Ya había perdido la paciencia.

-¡Me cago en todos los shoggoths, Thor! ¡Reacciona! Alguien nos ha raptado y tenemos que descubrir qué está pasando.

-¿Qué pasa? ¿Quieres pelea con el dios de los truenos, cíclope de pacotilla? Entonces la tendrás...

Thor fue hacia Brontes tambaleandose e intentó darle un puñetazo, pero la cantidad de alcohol en el cuerpo empezaba a hacer efectos de nuevo. Cuando intentó dirigir un derechazo en la cara de Brontes, de repente, un inmenso fogonazo le interrumpió y le hizo perder el equilibrio, por lo que cayó al suelo.

Ambos dioses giraron en dirección al lugar del fogonazo, sospechando Brontes que sería algún tipo de distracción psicotrónica a la que parecían estar acostumbrados en este carnaval, pero lo que vio le dejó claro que esto no formaba parte de los festejos. El origen del fogonazo era un poderoso hombre de rasgos atractivos sobrenatura, desnudo de cintura para arriba y que portaba una corona de brillantes llamas. Parecía flotar en el aire ante los dos dioses.

-Escuchadme -dijo el desconocido -Soy Karakal, Dios de los Grandes, señor de los rayos y la fuerza eléctrica, amo de la llama eterna que brillará hasta el final de los Tiempos. Es imperativo que me sigáis, un gran peligro nos acecha.

-¿Has sido tú quien nos ha traído aquí? -preguntó Brontes.

-Que te meto ¿eh? que te meto -decía Thor desde el suelo.

-No, ha sido otro. Alguien que debemos detener antes de que sea demasiado tarde.

-Te seguiremos, Karakal de los Grandes. Ardo en deseos en encontrar al que nos ha traído aquí y darle su merecido.

Dicho esto, Brontes recogió del suelo a Thor, que se había desmayado, y acompañó a Karakal, con la esperanza de recibir respuestas.

Y en algún oscuro lugar de Las Tierras del Sueño Oh-Katepó, dios de los truenos de la tribu de los Sakh-Sishí, fue atravesado por una poderosa y afilada hoja. Otro más había caído. Muchos más habían de caer...

miércoles, 18 de febrero de 2015

Thunder-verse (parte 1): Obertura

Un especial King in Yellow Size, más largo, más pulp, más políticamente incorrecto.


La taberna estaba inusualmente tranquila pese a lo llena que estaba. Se trataba sin duda del lugar donde servían la mejor bebida de todo Ulthar, y habitualmente esto era sinónimo de jaleo, gritos y fiesta. Pero pocos en el pueblo, con excepción de los gatos, se animaban mucho en presencia del Herrero Mentiroso, que, sentado en una mesa en torno a la cual se había formado un vacío, bebía tranquilamente una cerveza con la Cortatormentas envainada y apoyada negligentemente a su lado. Por la forma en que había dejado la espada al sentarse, nadie sospecharía que se trataba de un arma mágica tan terrible y poderosa como era. Sin embargo el dios la trataba como si fuera una espada más, sin darle demasiada importancia, pero sin separarse nunca de ella. De improviso, el reproductor MP3 que siempre llevaba consigo, se encendió sólo y en sus oídos (habitualmente llevaba siempre puesto al menos un auricular) comenzó a sonar la Marcha Imperial de Star Wars, el tema de Darth Vader, y se llevó la mano a la cara con expresión de fastidio.

La puerta de la taberna se abrió de golpe, y una figura envuelta en una capa negra con capucha entró con aire marcial, o al menos lo intentó, hasta que resbaló en un charco de cerveza derramada y evitó por muy poco caer al suelo. Molestó, clamó a voz en grito:

-¡Loki! ¿Ya está todo listo? ¿Tienes la espada?

El Herrero Mentiroso bufó con desesperación, cogió la Cortatormentas, se levantó y se acercó al recién llegado.

-Sí, tengo la espada, aquí está. No hace falta que entres gritando y alborotando, que no estoy sordo. Ahora vamos para fuera y comenzaré a preparar el ritual.

Ignorando a su interlocutor, Loki, el dios nórdico del engaño, también conocido como el Herrero Mentiroso, salió de la taberna mientras la figura embozada se quedaba sin respuesta ante el descaro con que le habían respondido. Cuando logró sobreponerse, siguió a la deidad afuera, que le esperaba en medio de la plaza del pueblo. Allí, y con gesto dramático, le hizo entrega de Cortatormentas. El encapuchado extrajo la espada de su vaina y sintió el poder que emanaba de la hoja de color azul eléctrico y de los símbolos en ella grabados. Era un arma terrible, mágica e iba a ser usada con un funesto propósito. El de negro alzó la espada y clamó:

-¡Por fín! ¡Ya tengo a la Cortatormentas! ¡Se acabaron mis días de predicciones meteorológicas fallidas, se acabó hacer el ridículo por anunciar día soleados y recibir lluvias! ¡Con esta espada seré el Azote de los dioses del trueno, me convertiré en... STORMBRINGER!

-No -dijo con voz serena Loki.

-¡¿Cómo?!

-Pues eso, que no, que no puedes llamarte Stormbinger, que ya está cogido...

-¿Mago del tiempo? ¿Electro?

-Esos nombres ya están ocupados. ¿No se te ocurre nada más original?

-¡Ya sé! Seré... ¡El Señor de las Tormentas!

El nuevo “Señor de las Tormentas” selló esta declaración con una carcajada maléfica de manual, como sabía que tenía que hacer todo Señor Oscuro que se precie y Loki se dio cuenta en ese momento de que sus previsiones se habían quedado cortas. No estaba aliado con un idiota, sino con un auténtico gilipollas integral.
El Señor de las Tormentas se retiró la capucha y abrió la capa para mostrarse orgullo con su nueva espada. Era un tipo bastante anodino, no era particularmente atractivo, ni feo como el pecado. No tenía cara de hurón ni parecía especialmente astuto o cruel. De hecho era un sujeto sin carisma, de una normalidad que aburría, pero dotado de una mediocridad y mezquindad que le otorgaban una maldad propia y exclusiva del ser humano. Poseía grandes reservas de esa capacidad única de la humanidad que hacía que cualquier hijo de vecino, si se lo proponía, podía ser capaz de oprimir al prójimo con más saña que el dictador más monstruoso o el inquisidor más fanático e inventivo. Por eso, Loki, viéndolo sumido en la frustración de ser un pésimo meteorólogo incapaz de aceptar su inutilidad y celoso de sus compañeros, creyó ver en él al individuo apropiado para llevar a cabo el más asombroso, ambicioso y espectacular plan jamás cometido por un dios del engaño o bromista. Para ello, una vez forjada y consagrada la Cortatormentas, debía iniciar el ritual que le permitiría reunir a los dioses del trueno, la tempestad, la tormenta, el rayo y la electricidad, dioses climáticos cuyo poder podría ser absorbido por la espada y que convertirían al portador en el Maestro Definitivo del Clima. Pero con semejante energúmeno pseudo megalomaníaco cualquier plan, incluso uno a prueba de tontos como el que había diseñado, podía acabar siendo un fracaso.

Mientras el Señor de las Tormentas alucinaba con su espada y hacía molinetes y absurdas figuras como las que haría cualquier capullo con un arma que no sabe usar, Loki se resignó y comenzó la siguiente fase de su plan: reunir a los dioses del trueno y dar inicio a la batalla definitiva: Thunder-verse. Situado en medio de la plaza de Ulthar, alzó los brazos y comenzó a declamar con voz grave y resonante en un idioma que parecía surgir de los abismos del tiempo y que recordaba a aquella vez que Abhoth se atragantó al devorar a uno de sus hijos y estuvo una semana con carraspera gorgoteante. La energía comenzó a concentrarse en torno a Loki, formando remolinos que emanaban de él y se desplazaban por el pueblo. Las nubes negras de tormenta surgieron en un cielo despejado y la tempestad se desató mientras el ritual de invocación avanzaba. En torno al dios nórdico, los habitantes de Ulthar se alejaban y se apresuraban a resguardarse en sus casas y los gatos, con mirada desdeñosa, trataban de disimular el tremendo interés que tenían en el desarrollo de los acontecimientos. En el momento cumbre del ritual, cuando Loki tenía que sellar el hechizo con las últimas palabras que lo desencadenarían, un par de gatos que se estaban persiguiendo, irrumpieron entre sus piernas y le hicieron tropezar y caer al suelo, provocando que pronunciar mal las últimas sílabas. Pero, ¿quién puede culpar a un gato? Son independientes y en sus feroces y salvajes corazoncitos urden sus propios planes cuyas motivaciones nadie conoce. Y sin embargo, habían actuado en el momento en que la invocación estaba sellada, pues los dioses se verían arrastrados por ella, pero no se había completado el ritual, por lo que su localización sería inexacta y aleatoria.

Pero por mucho que renegara el Señor de las Tormentas, ya nada se podía hacer. Loki, con el culo dolorido por la caída, se levantó y sonrió satisfecho, pues, de esta manera, el Thunder-verse sería más divertido.

Mientras tanto, en Arkham, en La Llave y La Puerta...

Un brazo surgió de debajo de la sábana y agarró con fuerza la tela, que salió disparada y chocó en la cara del nórdico que Vinnie y Eye Gore habían traído -y seguía borracho como una cuba-. El ser que había tapado la sábana se levantó y Vinnie pudo ver la gloria de su creación.

-Por las barbas de Odín, creo que he bebido demasiado... todo se ha cubierto de un velo blanco... -dijo el nórdico.
Mientras Thor se debatía en su ebriedad con la sábana que había caído de improviso sobre él, no pudo percibir las emanaciones cósmicas que le llamaban, o al menos las confundió con la irresistible necesidad de vaciar la vejiga, cosas del alcohol. De improviso, y mientras Vinnie West y su ayudante Eye Gore se debatían ante el horror de haber dado vida a un político republicano, el Odinson desapareció en una teleportación mágica.

Mientras tanto, en Arkham, en la Universidad Miskatonic...

Equipado con su coraza y su casco y con el martillo colgando de su cinturón, la colosal figura de Brontes era como la de un cíclope heavy tratando de disfrazarse de hoplita griego. Aunque esa no era la intención, seguía estando imponente, y con esta apariencia pensó que lograría mayor autoridad al hablar con Zeus. Craso error. El señor del Olimpo estaba ignorándole completamente mientras se centraba en lo que tenía entre manos. En concreto, el culo de la estudiante con la que estaba fornicando al estilo perrito.

-Zeus, esto ya es pasarse. Mira, vale que hayas venido aquí por el tema de las fluctuaciones cósmicas que nos afectan a los dioses del trueno. Vale que, como alguien que tiene una lista de amantes más larga que mi brazo, acabes follando con alguna alumna de la Miskatonic, pero... ¿me quieres decir que cojones hacéis fornicando en mi despacho?

En ese momento, ambos desaparecieron sustraídos por un imperativo cósmico de teleportación mágica, dejando a una estudiante universitaria desnuda y cachonda que tuvo que acabar masturbándose para no quedarse a medias.

Mientras tanto, en las Tierras del Sueño de África...

Era el lugar donde habitaban los dioses primitivos y salvajes de África, era donde el Dios Negro, el espíritu del continente, regía sobre los sueños, mitos y esperanzas de los pueblos que lo habitaban. Era el lugar donde dicho dios, una figura humana deforme con el aspecto de una de esas figuras de artesanía nativa africana, estaba fornicando a lo perrito con una escultural y voluptuosa diosa de piel negro azulada de cuerpo elástico y felino y lujuriosa, abundante y larga cabellera plateada como la luna cuyo físico podía inspirar el de alguna mutante africana capaz de manipular el clima. Ahora en serio, ¿en que clase de genética psicotrónica puede el ADN hacer que alguien altere la meteorología a voluntad? Dicha mujer era N'Kari, diosa africana de la tormenta, que, sometida al imperativo cósmico de la llamada originada por Loki, desapareció de improviso, dejando al Dios Negro bastante desconcertado y obligado a acabar con la función manual.

Mientras tanto, en un club alternativo de Tokyo...

El local estaba a rebosar de groupies y fans enloquecidos por el dúo estrella de la música indie en Japón, formado por un percusionista y un trompetista. No tenían vocalista ni falta que les hacía, no necesitaban a una idol medio desnuda para atraer a su público, pues su música no requería de acompañamiento vocal y su look era bastante llamativo como para resultar inconfundibles y únicos. Raijin y Fujin, los dioses nipones del trueno y el viento, ni siquiera se habían planteado caracterizarse como humanos, por lo que dos humanoides demoniacos, uno rojo y otro verde, ocupaban el escenario tocando una música que los había llevado al éxito. Durante una pausa, ambos lograron dejar el escenario para recuperar fuerzas cuando, de improviso, Raijin desapareció absorbido por el imperativo cósmico de llamada y fue teleportado mágicamente, dejando a Fujin desconcertado y pensando que demonios iba a hacer para acabar el concierto.

Mientras tanto, en la Plaza Roja de Moscú...

Perun disfrutaba de un buen puro mientras contemplaba plácidamente el Kremlin. Aquel palacio había sido el símbolo del poder en Rusia, aunque el viejo dios del trueno del panteón eslavo sabía mucho sobre poder y donde se encontraba este. Aunque los hombres construyeron una impresionante fortaleza, el poder no se hallaba sólo allí. El auténtico poder aun residía en los viejos dioses, como Perun y la bruja Baba Yaga, que, arrinconados por el cristianismo primero y por el ateísmo comunista después, aún tenían un hueco en la Madre Rusia. Mientras reflexionaba sobre esto, sintió la perturbación mágica provocada por el imperativo cósmico de llamada lanzado por Loki y, divertido, se dejó llevar por él.

Mientras tanto, en Roma...

El hombre pálido y vestido con un elegante traje negro caminaba tranquilamente por las calles de Roma, tratando de refugiarse en las sombras, donde se sentía más cómodo. Summanus, el antiguo dios etrusco de las tormentas nocturnas, había sabido moverse con los tiempos. Desde la caída de su pueblo no había logrado volver a alcanzar su antiguo esplendor, pero sabía adaptarse. En la actualidad, sus truenos y tormentas seguían marcando la noche, aunque de una forma diferente, ya que se había acabado por reciclar en artista pirotécnico y sus fuegos artificiales y petardos le habían hecho famoso. Sonreía por lo curioso del asunto cuando percibió como llegaba hasta él la llamada, un imperativo cósmico que le reclamaba para asumir un cambio de localización. Enarcó las cejas y se dejó llevar.

viernes, 13 de febrero de 2015

La balada de Frankenstein y el Dios del Trueno (parte II)

 Un tie-in de Thunder-verse

La lluvia caía a raudales por las calles de la ciudad de Arkham cuando cayó el tercer rayo de esa noche. Según el parte meteorológico, durante toda esa semana habría cielos despejados, cosa que vendría muy bien a los alumnos de la Universidad Miskatonic, pues acababan los exámenes y eso era sinónimo de parranda y fiesta. Pero estaba claro que esa noche los únicos que saldrían de fiesta serían los que tuvieran una canoa en su casa, y teniendo en cuenta que la mayoría de estudiantes se alojaban en residencias que no permitían canoas (por la ley estipulada en Arkham después de un incidente con una canoa gobernada por estudiantes borrachos que chocaron con unas criaturas marinas que terminaron denunciando a la ciudad por daños y perjuicios), todo el mundo estaba realmente enfadado. La verdad es que cosas así hacían que la gente desconfiara de los que dan los partes meteorológicos, y más de un ciudadano de la vetusta ciudad pensaba que. en alguna parte, habría un meteorólogo  cabreado por los cambios de humor atmosféricos.

En un edificio anónimo de la inundada ciudad, podían escucharse unas tremendas carcajadas. Carcajadas que habría podido oír cualquiera que pasara por la calle, pero como hemos dicho, nadie podía salir de sus casas, así que nadie se pudo enterar de lo que estaba pasando. Un drama del que ya nos hablara una dama decimonónica cuyas advertencias parece que nadie escuchó.

-¡ESTÁ VIVO! -seguía exclamando como un enloquecido Vinnie West.

Delante de sus narices, el bulto cubierto por una sábana se convulsionaba y daba pequeños saltos. Vinnie estaba deseando que la criatura se levantara para poder comprobar la maravilla que había creado con las partes de restos humanos que le había traído Eye Gore. Nadie olvidaría la visión de ese ser, ni nadie olvidaría el nombre de Vinnie West.

Un brazo surgió de debajo de la sábana y agarró con fuerza la tela,  que salió disparada y chocó en la cara del nórdico que Vinnie y Eye Gore habían traído -y seguía borracho como una cuba-. El ser que había tapado la sábana se levantó y Vinnie pudo ver la gloria de su creación.

-Por las barbas de Odín, creo que he bebido demasiado... todo se ha cubierto de un velo blanco... -dijo el nórdico.

El ser que Vinnie tenía ante sus ojos era una maravilla de fuertes y lustrosos músculos, con un cuerpo atlético, digno de los más altos estándares de belleza de la escultura griega y un rostro angelical. Había creado al hombre perfecto. El ser miró a su alrededor y abrió la boca dubitativo ¡pretendía hablar!

-Yo... yo... ¡voy a bajar los impuestos!

-¡¿QUÉÉÉÉ?! -exclamaron al unísono Vinnie y Eye Gore.

El ser se plantó en una postura curva, como si pretendiera hablar ante un gran público.

-Este país está perdiendo el norte, pero si me elegís, volveré a traer la grandeza. Vota el cambio, vota la opción que devolverá la dignidad a los americanos...

-Eye Gore ¿qué hemos hecho? ¡¿Qué hemos hecho?! Es... es un político... hemos creado un monstruo ¡un monstruo! Debimos quedarnos con nuestros experimentos con zombies y pavos reanimados, esto es algo que va más allá de la peor maldad...

-No lo vi venir -le respondió Eye Gore atemorizado -pensaba que sería un cerebro digno, pero no...

-Elegid la opción del cambio y haré que América sea de los verdaderos americanos -seguía exclamando el ser ante una cámara invisible que sólo él podía ver -Se acabará el país obsceno en el que la inmigración pulula como hordas descontroladas, los homosexuales (por Dios Bendito) se besan en público y pueden casarse, y los ateos se ríen del buen nombre de Jesús...

-¡Es peor de lo que me temía! -exclamó Vinnie -Hemos creado...  un político republicano... que el universo me perdone por haber desatado este horror...

-Tranquilo, Vinnie, no todo está perdido, tenemos algo que puede detener al monstruo. Recuerda a nuestro insigne invitado.

Eye Gore señaló al bulto que correteaba de aquí para allá cubierto por la sábana.

-¡Odinson! -exclamó Eye Gore -Esta horrible criatura está impidiendo que vengas las jovencitas que te prometimos, acaba con ella y podrás disfrutar de sus encantos.

El bulto cubierto por la sábana se detuvo de repente y se giró.

-¡¿Dónde?! ¡¿Dónde está el monstruo? ¡El dios de los truenos convocará al poderoso rayo que acabará con él y...

Repentinamente la sábana cayó al suelo, pero el nórdico no estaba allí ¡había desaparecido!

-Esta es la peor pesadilla -susurró Vinnie, cuando se giraron hacia el ser que habían credo. Vieron cómo este se dirigía, con postura digna, hacia el exterior del edificio. Cuando abrió la puerta, haciendo que un montón de agua entrara en la sala, Vinnie y Eye Gore intentaron detenerlo... en vano.

-Tranquilos, votantes, he de esparcir la buena nueva por todo el país, pero no os preocupéis... Volveré.

Y así partió caminando entre la lluvia. Vinnie y Eye Gore se miraron el uno al otro y contemplaron horrorizados al ser que se marchaba.

-¿Qué clase de horror hemos soltado al mundo? -preguntó Eye Gore.

-Eso sólo el tiempo lo dirá -le respondió Vinnie.

La tormenta estaba abandonando la ciudad de Arkham y las nubes se marchaban. Pero en algún otro lugar, otra tormenta estaba a pundo de desatarse.

miércoles, 4 de febrero de 2015

Cortatormentas: Consagración

Camino a Thunder-verse (parte 4)

El Herrero Mentiroso había regresado a Ulthar. Cabalgando sobre su destrero negro, feroz y poderoso corcel, había regresado al punto donde había comenzado todo. Traía consigo, enfundada en su vaina, la terrible espada cuya forja y ensamblaje le había conducido de vuelta a Ulthar, en donde hay una antigua ley según la cual no se puede dañar a los gatos. Y los felinos recibieron con desdeñosa expresión al nórdico, pero no pudieron evitar la curiosidad por saber que había hecho regresar al dios de nuevo a su pueblo.

Cuando llegó hasta el Templo de los Dioses Antiguos, donde Atal, el sumo sacerdote le esperaba, aterrorizado en grado sumo. Cuando el nórdico descabalgó, Atal trató de detenerle, pero el Herrero Mentiroso le apartó sin apenas molestarse en mirarle, pues tenía un trabajo que hacer. Mientras el clérigo lloraba y se lamentaba por lo que estaba sucediendo, pero nada podía hacer, tan sólo ser un espectador pasivo y un testigo involuntario de lo que estaba por venir. Mientras, el Herrero Mentiroso subió a lo más alto de la más alta torre del templo, contemplando la negra tempestad que rápidamente se formaba sobre Ulthar. Karakal no estaba complacido con el artesano nórdico. El dios de la tormenta de las Tierras del Sueño mostraba de esa forma su furia contra el blasfemo que había forjado la terrible espada. Pero el Herrero Mentiroso sonreía ante esa muestra de cólera divina.

Llevando los auriculares a sus oídos, conectó el reproductor MP3 y dejó que la música decidiese su siguiente movimiento, como había hecho a cada paso. Las primeras notas de Holly Thunderforce de Rhapsody of Fire comenzaron a sonar. Todo iba tal y como esperaba, mejor aún. En lo más alto de la más alta torre, con la lluvia atacando Ulthar como un ejército, con los relámpagos iluminando la noche y los truenos ensordeciendo a quien se arriesgara a salir de su refugio, el Herrero Mentiroso contempló la manifestación de furia divina de Karakal que tan rápido había surgido. El nórdico sonreía, pues el arrogante dios de las Tierras del Sueño estaba siguiendo el plan trazado, actuando como se esperaba de él. El Herrero Mentiroso desenvainó a Cortatormentas y la alzó desafiante. La espada, forjada en un metal gris y mate, con una empuñadura tallada en el cuerno de un gnoph-keh y cuya vaina era de la piel de un shantak, se alzó desafiante, orgullosa, contra el cielo tempestuoso. Ante semejante atrevimiento, y como debe suceder cuando en una tormenta eléctrica se alza una vara metálica, un rayo la golpeó vengador. Sin embargo, cuando la luz del relámpago se apagó y las chispas dejaron de saltar, el Herrero Mentiroso seguía alzándose orgulloso con el arma erguida. Pero la espada había cambiado. Ya no era gris mate, sino azul eléctrico, con pequeñas descargas que parecían recorrerla, dibujando símbolos en su hoja que no parecían pertenecer a ningún sistema o civilización conocida por el hombre. El Herrero Mentiroso, orgulloso de su trabajo, clamó a los cielos:

-¡He aquí a Cortatormentas! ¡Castigo de la tempestad, señora del relámpago!

Empuñó el arma con las dos manos y la blandió en un movimiento desafiante, cortando el aire y, al mismo tiempo, una fisura se abría en las nubes. El Herrero Mentiroso volvió a cortar y una nueva apertura se formó en la tempestad. Cortatormentas, su nombre no podía ser más acertado, forjada para cortar las tormentas, para hendir el poder de los dioses del trueno. El Herrero Mentiroso, tras destruir la furia climática de Karakal, bajó de la torre y rió. Su trabajo se había completado. No tardaría en llegar el momento del Thunder-verse.

lunes, 2 de febrero de 2015

La balada de Frankenstein y el Dios del Trueno (parte I)


Un tie-in de Thunder-verse

Era un plan genial, no había ninguna razón para pensar que podía salir algo mal. O al menos eso era lo que no hacía más que decirse constantemente, como si fuera un mantra o un disco editado en los años '20 y reproducido cientos de veces, el enigmático doctor (aunque nadie sabe de dónde ha sacado exactamente el título, algunos hablan de un curso online impartido por un tal Doctor Nick Riviera) Vinnie West, aprendiz de médico y resucitador de los fenecidos en sus ratos libres (los suyos, no los de los fenecidos).

Harto de intentar conseguir tal hazaña con los métodos de su conocido y no lo suficientemente respetado antepasado Herbert West, Vinnie decidió intentarlo de otra forma. Contactó con una empresa llamada Umbrella Inc. y negoció para conseguir uno de sus productos, pero cuando le llegó el paquete, aquello eran paraguas, tan sólo inútiles paraguas. No podía entenderlo, él conocía esa empresa de unos libros de divulgación de un tal S. D. Perry y sabía que se dedicaban a la resurreción de los muertos. Claramente no querían compartir sus logros, ellos se lo perdían. Después del fracaso con Umbrella Inc., Vinnie intentó despertar cadáveres con otros métodos científicos como soltarles guantazos con la esperanza de que se levantaran cabreados y le devolvieran la paliza, o con el método basado en la Ley Universal de No Hay Huevos (que, básicamente, dice que si a alguien le dices que no hay huevos a hacer algo, esta persona se siente, invariablemente, obligada a realizar tal acción), pero por mucho que le gritaba a los muertos que no había huevos a resucitar, estos no le hacían ningún caso. Rendido, Vinnie estuvo a punto de abandonar, hasta que conoció a la persona que le devolvió la esperanza.

Marty Eye Gore, estudiante de la universidad Miskatonic, sabía de las investigaciones de Vinnie, y fue hasta él con una nueva idea. Sabía que podía devolverse la vida a un cadáver reciente mediante la electricidad gracias a las investigaciones de un doctor del siglo XIX que acabó sin poder demostrar ante sus iguales su descubrimiento debido a dios sabe qué razones. Marty también se había fijado en un tipo que llevaba unos días rondando los bares de Arkham, un tipo que, después de unas cuantas cervezas, afirmaba poder convocar los rayos. No hizo falta explicar mucho más a Vinnie para que éste supiera cual era su nuevo objetivo.

-¿Entonces por dónde me has dicho que se iba a la fraternidad de las bellas mujeres? -preguntó el robusto nórdico.

-Por aquí, señor Odinson, usted confíe en mi, conozco el camino -le respondió Eye Gore guiando al incauto hacia el laboratorio secreto de Vinnie West (oculto por un cartel en el que se leía Carnicería West...).

-¿Y me has dicho que allí hay cerveza?

-Mucha, muchíííísima cerveza, y jóvenes universitarias necesitadas de amor y de fuertes músculos como los suyos.

-¡Por Odin que esas jóvenes damas no tendrán que esperar más por la llegada de su salvador!

Eye Gore miró a un lado y a otro, como si alguien fuera a verle a esas horas de la noche entrando en una carnicería (lo cual despertaría sospechas), y al no ver moros en la costa, dio varios golpes en la puerta. Esta se abrió mostrando a Vinnie West vestido para la ocasión, con su bata de médico y unas gafas de protección que evitarían que la luz provocada por la electricidad le dañara los ojos.

-Pasad, rápido -les dijo, claramente nervioso.

Eye Gore entró seguido del nórdico que, desconcertado, miraba a su alrededor. Aquello no parecía una residencia de jóvenes damas, todo estaba iluminado por unos focos que apuntaban a una mesa que estaba en el centro de la sala a la que habían entrado, donde había algo cubierto por una sábana. De lo que había debajo de la sábana salían una serie de cables que terminaban en un extraño aparato, y de este volvían a salir unos cables que subían por la pared. No había jovencitas, y empezaba a dudar que hubiera cerveza.

-¡¡Pequeño rufián, me has engañado!! -gritó el nórdico -Como no vea un barril de cerveza ahora mismo aquí, y un par de jovencitas necesitadas de amor, conocerás mi ira...

-Tranquilo, señor Odinson, por eso no hay problema -le dijo Eye Gore con una sonrisa. Se dirigió hacia una puerta que había al fondo de la sala y el nórdico le siguió con la mirada. Un momento después, Eye gore volvió con una carretilla en la que traía un bidón de cerveza -. Primero la cerveza... después las jovencitas.

Una gigantesca sonrisa apareció en el rostro del nórdico, que se lanzó sobre el bidón. Varios minutos después, éste estaba tirado por el suelo, completamente vacío, y el nórdico estaba sentado en el suelo y cantando a voz en grito algo en noruego... o sueco, o vete a saber. Eye Gore y Vinnie West lo miraban con una sonrisa complacida. Todo iba sobre ruedas.

-Ahora, señor Odinson, nos gustaría que nos deleitara con un rayo -le sugirió Eye Gore.

-Uffff... ahora mismo no tengo ganas -farfulló el nórdico.

-Pero nos gustaría ver un rayo.

-Y a mi me gustaría echarme una siessssta.

Vinnie y Eye Gore se miraron de reojo. Parecía que no estaba por la labor.

-No te preocupes, déjame a mi, hay un método científico que solucionará esto -dijo Vinnie. Se acercó al nórdico y le gritó: -¡No hay huevos a provocar un rayo!

-¿Que no hay huevos? ¡¿Que no hay huevos?! ¡¡¡¡¿QUE NO HAY HUEVOS?!!!!

El nórdico se levantó y gritó alzando el puño. En los cielos de Arkham se pudo escuchar un tremendo trueno y un poderoso rayo cayó... justamente en el pararrayos que había en lo alto del edificio, el cual estaba enganchado a un aparaatito, del que surgían unos cables que bajaban y bajaban...

La energía eléctrica llegó hasta la máquina que había en el laboratorio, y esta la redirigió hacia lo que había debajo de la sábana, que empezó a tambalearse y a dar saltos como un pez fuera del agua. Vinnie West, al ver esto, empezó a reirse y después a carcajearse.

-¡ESTA VIVO! ¡ESTA VIVOOOOOOO!

Y la tormenta se desató sobre Arkham.