sábado, 30 de marzo de 2019

Los 12 desafíos de Brontes: ¡Invasión!


Camino a End Time (parte 5) #Bronteschallenge

Era una mañana convencional en Arkham. Los estudiantes acudían a las clases, los ciudadanos iban a trabajar y todo se desarrollaba con aparente normalidad. Los profundos del campamento protesta contra la contaminación oceánica se dedicaban a sus quehaceres anfibios habituales, algunos incluso hacían apuestas sobre si un pequeño grupo de sectarios lograría atrapar al cerdo cornudo que habían sacado de las Tierras del Sueño o a saber de donde. Y en ese distendido ambiente de cotidianidad, Brontes aprovechaba para ponerse al día con unas lecturas sobre ingeniería de materia exótica en la biblioteca universitaria. Llevaba unos días sin que nadie le reclamara su participación en alguno de los absurdos y extraños desafíos a los que le estaban sometiendo por culpa de Daisy Springwood, y eso le provocaba reacciones ambivalentes. Por un lado se alegraba, ya que tenía tiempo para sus tareas pendientes, pero por otro lado le resultaba extraño, ya que Arkham no escaseaba precisamente en fenómenos inusuales y polidimensionales.

Pero la ciudad no iba a decepcionarle. Así pues, mientras estaba enfrascado en su lectura, llegaron Harvey Pickman y Daisy Springwood para asignarle un nuevo desafío. Debido a que estaban en la biblioteca, tras los saludos de rigor, en voz baja, salieron del edificio para disgusto del griego, que no le apetecía dejar la lectura a medias. Una vez fuera, Harvey le explicó lo que sucedía:

-Esta vez son los RNLO, que vuelven a las andadas. Llevaban un tiempo tranquilos, y han aprovechado que los morlocks están en un congreso sobre socialismo interdimensional.

-¿Y que quieren hacer ahora? ¿Otro estúpida invasión disfrazados de manera que la gente piense que es un desfile festivo? -preguntó Brontes

-Algo así. Han reunido un grupo de minitanques, un robot gigante y un hombre serpiente degenerado para lanzar un ataque tipo blitzkrieg sobre la ciudad. En lugar de una invasión masiva quieren hacerlo de forma más “sutil” y conquistar el Ayuntamiento. Normalmente le pediría a Welcome que se ocupe, pero ya que estamos con tus pruebas, pues sería una buena forma de sumar otra más al total.

Daisy no estaba muy satisfecha con el asunto. Ella era de la opinión de que no eran reptilianos, que debían ser algún tipo de milicianos exaltados disfrazados o algo así. Y que no podían tener robots gigantes, que sería alguna maqueta. Los reptilianos eran un invento absurdo de un conspiranoico y que servían como comodín para cualquier cosa que se quisiera utilizar. Pero Harvey trataba de explicarle como era la situación:

-Los reptilianos de las teorías de la conspiración que dominan el mundo y se esconden con hologramas absurdos que todo conspiranoico logra detectar no existen. Eso es un absurdo, una fantasía que sólo tiene sentido en la mente de la gente que cree en esas cosas. Sólo se necesita un poco de sentido crítico para darse cuenta de ello. Pero los RNLO, los Reptilianos Nazis del Lado Oscuro si que existen y no tienen nada que ver con las teorías de la conspiración. Sí, son reptilianos, pero vienen de un mundo paralelo donde ellos son la especie dominante y el nazismo ha triunfado. Están empapados de todos los tópicos ocultistas y conspiranoicos relacionados con los nazis y tienen una tecnología bastante avanzada en algunos aspectos. Pero, afortunadamente, no suelen ser demasiado peligrosos y sus mandos, generalmente, tiene bastante sentido común. Por suerte, esto hace que resulten bastante inofensivos, aunque sus planes suelen ser bastante absurdos y, por alguna razón, inspirados a veces en las teorías de la conspiración sobre reptilianos.

-Insisto en que esto no puede ser, por mucho que intente convencerme.

Harvey se encogió de hombros y la dejó indignarse un rato mientras iban a coger un vehículo para acercarse al campamento RNLO. Cuando finalmente llegaron, se encontraron una escuadra de los clásicos minitanques reptilianos junto con un pelotón de infantería que acababa de llegar para actuar de refuerzo, un robot gigante reptiliano Mk II, un führer hombre serpiente degenerado y, como se habían situado junto al río, una escuadra de tropas anfibias (fácilmente reconocibles por llevar trajes de buzo de los años 30 y lanzaarpones) y una manada de sharkjellyfishes. Estos últimos eran unas criaturas mutantes, con la parte anterior del cuerpo de escualo y la posterior de medusa, de un metro de longitud y equipados con exoesqueletos mecánicos cuadrúpedos para poder moverse por tierra y así lanzar ataques anfibios. El resultado era bastante peculiar visualmente. Por suerte no habían traído unidades acorazadas Ritter, las tropas con exoesqueletos blindados.

Brontes se adelantó para hablar con los RNLO. La verdad es que no tenía muchas ganas de pelear, por lo que probó primero con la diplomacia. A fin de cuentas, aunque fueran invasores lacerto nazis tenían algunos oficiales con la cabeza bien asentada.

Tal y como era de esperar, el pequeño ejército estaba comandado por el führer hombre serpiente degenerado. Se trataba de una serpiente corpulenta, de cuatro metros de longitud con dos pares de pequeñas patitas de cuatro dedos, un bigotillo y un ridículo flequillo sobre sus ojos que le hacían parecer una parodia serpentina de Hitler. Obviamente, sólo hablaba alemán con acepto reptiliano. Afortunadamente Brontes conocía muchos idiomas y podía entenderse con el líder ofidio.

Después de una breve pero intensa conversación, el cíclope, furioso, se dio la vuelta y regresó con Harvey y Daisy.

-¿Qué sucede? -preguntó Harvey.

-Increíble… como sucedía con los altos jerarcas nazis, los RNLO suelen ser bastante supersticiosos y creen en el ocultismo y demás tonterías en lugar de hacer las cosas bien y estudiar lo sobrenatural como corresponde. Pues bien, su líder afirma totalmente convencido de que Yig se les ha aparecido y ha dicho que con ese reducido ejército podrán conquistar Arkham si lanzan un ataque relámpago sobre el Ayuntamiento y que será el comienzo de su Reich de un millar de años en este mundo.

-¿Y quien ese tal Yig? -preguntó Daisy entre mosqueada y curiosa.

-El Padre de las Serpientes, un dios de las serpientes en particular y de los reptiles en general -respondió Brontes.

-Otra estúpida superstición…

-Que va, es un tipo bastante majo, aunque puede ser algo quisquilloso con el tema de sus serpientes sagradas y sus lugares de culto. Pero es raro encontrar un dios que no lo sea.

-¿Vamos a seguir diciendo tonterías o se va a solucionar este asunto? -dijo Daisy ya más molesta que curiosa.

Brontes y Harvey compartieron una mirada y éste último le indicó que se desentendía, a fin de cuentas era uno de los trabajos de Brontes. Así pues, el griego se acercó de nuevo a parlamentar con los reptilianos en un fútil intento de hacerles cambiar de opinión. Tal y como esperaba, fue en vano, ya que estaban convencidos de estar cumpliendo un mandato de su dios. Por ello, el cíclope volvió atrás y sacó su teléfono movil. Era un teléfono peculiar, no uno que pudieras encontrar en ninguna tienda, o, al menos en ninguna tienda convencional. Y es que se trataba de uno de esos equipos que utilizaban los dioses, primigenios y otras entidades sobrenaturales. Tenía capacidades que no entraban dentro de lo habitual en el mercado de la tecnología. Y una de esas capacidades era poder realizar llamadas telefónicas entre planos de la realidad.

Tras una breve conversación telefónica, Brontes, que estaba un poco harto de las tonterías de los RNLO, se acercó de nuevo a aquel expectante grupo militar y les lanzó un ultimatum en aleman reptiliano:

-A ver, he hablado con Yig. No sabe nada de vosotros, no ha estado por Arkham desde hace tiempo ni tiene especial interés en que conquistéis la ciudad. De hecho, viene para aquí a comprobar en persona lo que está pasando. Dispersaos y regresad a vuestra base y aquí no ha pasado nada.

El führer hombre serpiente degenerado, al escuchar sus palabras, montó en cólera y ordenó a sus tropas atacar al cíclope. Brontes no se lo pensó demasiado, y, al ver como se disponían a combatir contra él hizo crujir sus nudillos y se preparó. Fue un combate bastante peculiar, intenso, aunque no demasiado duradero y bastante unidireccional. Es decir, por muy bien equipados que estuvieran los reptilianos, se enfrentaban a un dios. Y un dios que no tenía porqué aguantar tonterías. Durante la guerra de Dunwich, el equipo completo de Alfa Strike arrasó con un ejército combinado de reptilianos y tropas de Omicron Scorpions mucho más numeroso. Contaron con el apoyo de los morlocks comunistas, cierto, ya que estos querían su parte a la hora de darle una paliza a los RNLO. Pero hay que tener en cuenta que en aquel momento los dioses no tuvieron demasiados problemas y eso que los comandos de Omicron estaban preparados para enfrentarse a todo tipo de entidades sobrenaturales. Ahora, un grupo pequeño de reptilianos le quería plantar cara a un dios del trueno que no tenía porque contenerse demasiado y que sabía dirigir bien su poder.

Lo primero que hizo Brontes fue lanzar una serie de relámpagos contra las tropas de infantería y los minitanques para sembrar un poco de caos. Tras aquella primera descarga, se lanzó al combate cuerpo a cuerpo. No había llevado sus martillos, ni se había puesto su armadura, pero no lo necesitaba. Con un cañón de un minitanque improvisó una porra. No necesitaba más.

Los vehículos acorazados eran destruidos y destrozados como si estuvieran hechos de una fina lámina en lugar de gruesos blindajes, las tropas reptilianas salían volando por los fuertes golpes propinados por el griego y los relámpagos salían en todas direcciones, lo que provocó que los sharkjellyfishes optaran por la discreción y se metieran en el río para volver a la base. Las tropas anfibias no tuvieron tanta suerte, ya que también fueron brutalmente vapuleadas por Brontes. Finalmente, tras una combinación de puñetazos, patadas, llaves de lucha grecorromana y relámpagos, todo el contigente reptiliano, salvo el robot gigante, había sido apaleado hasta la inconsciencia. Brontes, con las ropas desgarradas y bastante satisfecho por el ejercicio, se encaminó hacia el robot gigante, que todavía no había entrado en acción.

Ni que decir tiene que el combate fue igualmente breve y brutal. El griego no tuvo contemplaciones y fue directo al grano, castigando duramente al enorme constructo robótico con sus relámpagos y puños hasta que acabó por caer.

Con el problema solucionado, el cíclope le indicó a Daisy que se acercara a examinar a los caídos, para que así pudiera comprobar que no eran efectos especiales, maquillaje ni disfraces, que era todo real como la vida misma. La científica, para su asombro, pudo comprobar que el griego decía la verdad. Era increíble, inconcebible, pero ante ella tenía a unos apalizados reptilianos nazis con una tecnología que, en algunos aspectos, era más avanzada.

Pero la gota que colmó el vaso llegó poco después, cuando, viajando gracias a Byakhee Express, hizo su llegada Yig. El Padre de las Serpientes era un hombre serpiente corpulento y fuerte, vestido con un sobrio y elegante traje oscuro y un tocado de plumas de estilo azteca. El recién llegado le fue presentado debidamente a Daisy Springwood, que se sorprendió por los buenos modales del dios. Pero es que todos los dioses y entidades sobrenaturales reptilianos solían ser muy corteses y hacían gala de una gran urbanidad. Claro, la científica se quedó muy sorprendida ya que poco a poco iba descubriendo una serie de hechos que escapaban a su concepción del mundo y tenía que admitir que algunas de las cosas que ella creía sandeces y supersticiones si que existían realmente.

Más tarde, ya de vuelta en la universidad, Brontes y Yig hablaron sobre lo sucedido y llegaron a la conclusión de que alguien había suplantado al Padre de las Serpientes para provocar el caos en la ciudad con el ataque reptiliano. Pensaron en Loki, pero el nórdico no tenía ningún interés particular en alterar la paz de Arkham. Fue entonces cuando, atando cabos, se dieron cuenta de que el candidato más probable sólo podía ser Nyarlathotep. ¿Qué estaría preparando el Caos Reptante en la ciudad? Porque no era la primera vez que veían su mano moviendo los hilos y, probablemente, había estado detrás de más sucesos. De momento sólo podían estar a la espera y prepararse para futuros acontecimientos.

sábado, 23 de marzo de 2019

Los 12 desafíos de Brontes: Blanca primavera

Camino a End Time (parte 4) #Bronteschallenge


Brontes había llegado a la mitad de su odisea para demostrar que era un dios de pleno derecho ante Daisy Springwood y ante cualquiera que dudara de sus capacidades. Para otros, habría bastado verle vestido cualquier día con unas pintas estrafalarias, acorde con los dudosos gustos de las deidades que pululan por Arkham, pero hay gente que es más exigente a la hora de demostraciones de poder divino. Al menos ya quedaba menos y pronto podría dejar esa tontería y seguir con su día a día, y no estar esperando un nuevo desafío. ¿Qué sería lo siguiente? ¿Matar a la hidra de Lerna? ¿Robar las yeguas de Diomedes?

La puerta de entrada de la residencia La Llave y La Puerta se abrió y entraron dos individuos cubiertos de blanco. El recepcionista reconoció en uno de ellos a Harvey Z, Pickman, y la otra parecía ser una mujer rubia cerca de la congelación, el joven les saludó jovialmente, aunque no parecían muy contentos. Brontes estaba echando un vistazo a ElderGodBook a través de su tablet en el salón de la residencia y miró a los recién llegados, que se acercaban a él.

-Buenos días, Brontes -dijo Harvey mientras se quitaba de encima la cubierta blanca con la que había venido-. Venimos con tu siguiente desafío.

-¿Os han tirado harina de camino aquí? -preguntó el cíclope.

-No, no es harina, es nieve -respondió Daisy Springwood.

-¿Nieve? Pero si acabamos de entrar en la primavera -dijo Brontes extrañado.

-Sí, y en eso radica tu siguiente desafío. Esta mañana Arkham se ha despertado con una fuerte ventisca que está helando hasta los huesos a todo el mundo. Se han avistado osos polares pescando en la ribera del Miskatonic y las temperaturas están por los suelos. Tu misión es deshacerte de este temporal tan poco común en estas fechas y devolvernos a la primavera de Nueva Inglaterra.

-Bien, bien -dijo Brontes mientras cerraba sesión en la red social de los dioses-. No es la primera vez que la ciudad se encuentra con un problema como este. Recordad ese año que, en pleno invierno, vino un elemental a liárnosla. 

-Sí, aquella vez lo solucionamos mandando al elemental a hacer una visita a Cthugha, pero esta vez no hay rastro de ninguna entidad por el estilo.

-¿De verdad vosotros os entendéis cuando habláis de esas cosas? -preguntó Daisy.

-Más nos vale, si no fuera por eso, la ciudad habría sido destruida varias veces -le respondió el cíclope levantándose-. Venga, vamos a ver qué le pasa al clima de la ciudad.

Los tres se dirigieron a la puerta de la residencia estudiantil. Una vez allí, Brontes abrió y un frío viento le golpeó la cara como un fuerte puñetazo. El viento llevaba nieve que se le metía en el ojo de forma muy molesta. El cíclope admiró el exterior y vio cómo la ciudad estaba cubierta de capas de nieve y los ciudadanos vestían como en los peores días del invierno, no como si se encontraran en los primeros días de la siguiente estación.

-¡Qué loco está el cambio cimático ¿eh?! -exclamó Brontes con una sonrisa.

-¿Te estás tomando esto a guasa? -le dijo Daisy intentando hacerse oír entre la furia del viento.

-Si el desafío sólo es una tormenta invernal sí. Soy un dios de las tormentas, el clima es para mi coser y cantar. A lo mejor, con esta demostración, te queda claro que soy un dios y nos dejamos de estas chorradas.

-De chorradas nada -dijo Harvey-. Gracias a esto de los desafíos, nos estás quitando bastante trabajo a los arreglaentuertos habituales. ¿Sabes la tranquilidad que da eso?

Brontes negó con la cabeza y dio un par de pasos al frente. El vendaval tiró con fuerza, pero el cuerpo del cíclope era demasiado grande para poder arrastrarlo. Brontes miró hacia el cielo, donde se veían unas nubes negras acordes con el tiempo invernal que tenían y comenzó a hacer su trabajo. Pequeñas descargas eléctricas le recorrían mientras comenzaba a flotar delante de la sorprendida Daisy Springwood. Si aquello eran efectos especiales, eran muy realistas.

Poco a poco, el cíclope fue elevándose hasta llegar a una gran altura, donde separó los brazos de su cuerpo y los rayos  que salían de las nubes iban hacia él como limaduras de hierro atraídas por un imán. Cerró los ojos y se concentró en hacer desaparecer aquel tiempo antinatural.

Desde tierra, los observadores vieron cómo las nubes se iban dispersando y la tormenta de nieve se iba calmando poco a poco. Al final, el cielo azul  trajo consigo el brillo del sol, que comenzó a derretir la nieve que llenaba las calles de Arkham. Una vez terminado su trabajo, Brontes volvió al suelo.

-¿Cómo... cómo...? -preguntaba Daisy estupefacta.

Brontes se acercó a ella y a Harvey con una sonrisa.

-Me ha costado un poco dispersar la tormenta... era como si no fuera de este mundo y no quisiera doblegarse a mi, pero al final lo he conseguido. No sé de dónde habrá salido, Harvey, era muy extraño.

-Bueno, lo importante es que ha desaparecido. Si hace falta, más adelante investigaremos de dónde ha salido.

De repente, un pingüino, que parecía muy enfadado se acercó hacia ellos y les lanzó una perorata de graznidos, tras lo que le lanzó un picotazo a Harvey y salió corriendo torpemente.

-Pero... ¡¿será posible?! -exclamó Harvey.

-Es imposible hacer las cosas a gusto de todos -dijo Brontes mientras miraba cómo se marchaba el pingüino.

-Bueno, dejando de lado al ave descontenta, este problema ha sido resuelto de forma rápida y efectiva -dijo Harvey-. Ahora deberíamos ponernos con...

Antes de que pudiera terminar la frase, un golpe fuerte como el trueno golpeó cerca haciéndoles brincar. Un coche,cerca de ellos, había sido aplastado por lo que parecía un inmenso garrote. Los tres alzaron la vista y vieron que el garrote, que en realidad era el tronco de un árbol, lo portaba un ser más grande que un edificio de tres pisos, de un color de piel azulado y con una cabeza horrenda parecida a un rostro humano deformado por demasiada cirugía estética. El gigante lanzó un rugido y aplastó otro coche.

-¡Anda, mira! ¡Pero si es tu siguiente reto, Brontes! -exclamó Harvey.

-¿De dónde ha salido ese tío? -preguntó el cíclope.

-Parece un gigante de hielo de Jotunheim. Habrá venido con la  tormenta, igual que los osos polares del río y el pingüino arisco de antes.

-Meh... al menos no es Ithaqua-. Al ver que Harvey se le quedaba mirando con el gesto torcido, el cíclope se explicó-. Intento ser optimista ¿vale? Un gigante de hielo ha aparecido en mitad de la ciudad y está destrozando los coches de los ciudadanos.

-Pues venga, ale, ale, demuestra que eres un dios, arréale unos buenos mamporros -le exhortó Harvey.

Brontes se fue acercando al cíclope. Él era bien grande, pero el gigante le sobrepasaba en mucho. Éste seguía con su golpeteo con el árbol, ahora a un coche, ahora a la fachada de un edificio. La gente corría de aquí para allá, aunque algunos lo estaban grabando con su móvil, arriesgándose a un golpe del monstruo.

-¡Eh, tío feo! -exclamó Brontes.

El gigante lanzó un furioso rugido que llenó a Brontes de saliva.

-¡Pero qué guarrada! Y yo que pensaba que esto sólo sucedía en las películas -decía Brontes mientras se limpiaba asqueado.

El gigante le lanzó un garrotazo, que golpeó al suelo a escasos centímetros de él haciendo que todo temblara ante el tremendo golpe. Brontes pensó en la posibilidad de derrotar al ser con unos cuantos rayos, pero no tenía ganas de traer otra tormenta a la ciudad, ya se había jugado demasiado con el clima por un día. Además, no necesitaba hacer uso de sus poderes divinos para luchar contra aquella criatura, su fuerza sobrehumana era suficiente para aquello.

-Mira, sé que estáis acostumbrados a que sea Thor el que os dé una paliza, pero el asgardiano no está hoy por la ciudad, así que tendrás que conformarte conmigo.

El gigante le soltó tal mamporro que Brontes salió disparado y atravesó el escaparate de la tienda de colchones Sweet Dreams, cayendo en uno de los productos más caros y cómodos del local.

-Oiga, si lo va a usar, tiene que comprarlo -dijo un vendedor.

-No tengo tiempo -le respondió el cíclope saliendo de la tienda mientras se quitaba de encima fragmentos del escaparate.

El gigante había vuelto a su trabajo de golpear coches con el garrote-árbol. Parecía ser algo muy divertido para él, pues estaba totalmente concentrado en esta acción y no vio a Brontes acercarse.

-¡Eh! -dijo Brontes. Y le dio un puñetazo en las partes bajas al gigante. Éste lanzó un berrido y soltó el árbol para llevarse las manos a su entrepierna herida, doblándose entre horribles dolores, momento que Brontes aprovechó para lanzar uno de los ataques más poderosos del universo. Un ataque que sólo hay que realizar como última acción ante un enemigo demasiado poderoso. La patada voladora de Chuck Norris. Este golpe, destructor de todo lo que lo sufre, hizo que la criatura, ya dolorida, cayera de espaldas. K.O. instantáneo.

Harvey se acercó tras comprobar que, efectivamente, el gigante había sido derrotado totalmente y comenzó a felicitar a Brontes.

-No puedo creer que hayas usado la patada voladura de Chuck Norris ¿dónde has aprendido esa técnica tan poderosa?

-Si te lo dijera tendría que matarte -respondió Brontes.

Harvey rompió a reír a carcajadas.

-No, en serio, tendría que matarte. Tuve que firmarlo ante notario.

Daisy Springwood se acercó también y no pudo más que admirar la realidad del gigante del tamaño de un edificio de tres pisos. Se sentía vivo -inconsciente, eso sí-. No era un efecto especial, ni un animatrónico. Era un gigante. Un gigante de verdad. Miró perpleja a Brontes, que simulaba realizar golpes de boxeo ante Harvey. ¿Sería realmente...? Pero eso era imposible. Sí, imposible.

                                                         ****************

Más allá de los muros del sueño, en lo alto de la colina más alta de la ignota Kadath, Nyarlathotep, El Caos Reptante, observaba los sucesos de Arkham. Había sido muy sencillo hacer que el frío de aquella región helada de Las Tierras del Sueño cayera sobre la ciudad de Nueva Inglaterra. Y había sido muy entretenido cómo el cíclope griego luchaba contra la magia que había llevado la ventisca a la ciudad. Mientras Brontes hacía eso, nadie prestaba atención a otras cosas que sucedían a su alrededor. Pero pronto se enterarían. Vaya si se enterarían.

sábado, 16 de marzo de 2019

Los 12 desafíos de Brontes: Día de San Patricio

Camino a End Time (parte 3) #Bronteschallenge

Mientras la ciudad se preparaba para las celebraciones del Día de San Patricio, Brontes aguardaba entre paciente e inquieto su próximo desafío. Hasta el momento las cosas no le habían salido del todo mal, aunque el número creciente de fenómenos extraños en Arkham no dejaba de ser, cuanto menos, inquietante. Aunque aún quedaban unos días para la celebración, las decoraciones para la festividad ya se podían encontrar por todos lados: banderas irlandesas, guirnaldas de tréboles, adornos en verde, etc. Incluso los profundos de Occupy Arkham habían hecho una concesión a la fiesta y se habían puesto chalecos y sombreros de copa de color verde, lo que les daba un aspecto un tanto extraño, ya que parecían ranas jorobada disfrazadas de leprechaun. Por su parte, el cíclope griego había optado por unirse también al ambiente distendido que se podía respirar en la ciudad en general y en el campus universitario en particular. Así pues,  había optado por llevar una levita verde con un trebol de tres hojas en la solapa. Eso sí, de teñirse el pelo de verde como hacían algunos ni hablar. Su cabellera roja no se la tocaba nadie.

Estaba precisamente en la recepción de La Llave y la Puerta departiendo agradablemente con Summanus cuando se produjo lo que tanto esperaba y, al mismo tiempo, pocas ganas tenía: entraron Harvey Pickman y Daisy Springwood. Claro, el espectáculo del cíclope gigantón y el delgaducho dinosauroide, ambos vestido al estilo leprechaun del Día de San Patricio no resultaba muy edificante. Pero eso era lo de menos. Daisy estaba molesta porque la situación se estaba complicando más de lo que ella esperaba. Tras los acontecimientos con los gatos y la revuelta estudiantil había logrado visionar con tranquilidad los vídeos de las cámara de seguridad del ayuntamiento y lo que vio la había dejado intranquila. Pero todavía quedaban pruebas a superar antes de demostrar que Brontes no era más que un extraño y estrafalario profesor emérito. Así pues, tras los saludos de rigor, Harvey habló para plantear el siguiente desafío:

-Bueno Brontes, parece que ha llegado el momento de tu siguiente prueba. O pruebas más bien.

-¿Y ahora que ha pasado?

-Verás, resulta que la Miskatonic ha organizado unos actos para el Día de San Patricio que incluyen la visita de una delegación irlandesa enviada por la universidad de Dublín. La cuestión es que parece que algo no ha salido como esperábamos.

-¿En concreto de qué estamos hablando?

-Para empezar, resulta que el viaje lo han organizado a través de Set Desert Tours. Ya he hablado con Set y parece no saber nada, simplemente su empresa se ocupó del asunto de la intermediación y organización y nada más, pero que hayan contado con ella ya era pista de que algo no andaba del todo bien. La cuestión es que parece ser que lo que hemos recibido no es lo que esperábamos. Es decir, en lugar de tener una delegación de profesores irlandeses para ilustrarnos sobre la historia y folclore de la isla esmeralda, tenemos un hatajo de leprechauns borrachos y alborotadores cual turista ingleses en la costa mediterránea española, un líder de grupo vestido de San Patricio que afirma ser la encarnación de Irlanda y…. a Thor.

-Espera, espera, espera… ¿Cómo que a Thor? ¿Qué demonios pinta ese loco juerguista y borracho aquí?… Vale, acabo de responderme a mí mismo. Dejame adivinar, ¿le contrataron para organizar las actividades lúdicas para el grupo?

-Pues sí, lo has acertado a la primera. Y el que se encargó de todo fue un tal Doctor Ambrose Dexter. Parece ser que Nyarlathotep no se está complicando mucho últimamente.

-¿Pero se puede saber de que hablan? -interrumpió Daisy Springwood- Ya estamos otra vez con sus absurdas referencias. Aquí lo que pasa es que un grupo de estudiantes irlandeses bajitos vestidos de forma muy folclórica están sembrando el caos porque se pasan el día borrachos. Eso es lo que hay que solucionar y dejarse de tonterías.

Brontes y Harvey intercambiaron una mirada y se encogieron de hombros al unísono. Así pues, viendo que no había otra que ponerse manos a la obra, partió en busca de Thor y el grupo de leprechauns. No debería ser muy difícil dar con ellos. A fin de cuentas sólo había que ir buscando por los pubs irlandeses y los lugares donde se congregaran los estudiantes para celebrar fiestas. Y, desde luego no tuvo que caminar mucho acompañado por Harvey y Daisy. En esos momentos, junto al EldritchBurguer se podía encontrar un grupo de sujetos vestidos con las ropas verdes típicas de los leprechaun guiados por un hombre de abundante barba y vestido de obispo con ropas teñidas de color esmeralda se dedicaban a beber, pelearse y cantar canciones tradicionales irlandesas, todo a la vez. Y, como director de orquesta, un gigantón nórdico,Thor.

La primera opción del griego, que pronto se mostró equivocada, fue tratar de dialogar con aquel grupo. Pero no había manera. De mediar con aquellos juerguistas borrachos. Estaban demasiado ebrios y con demasiadas ganas de fiesta como para asumir que estaban perpetuando un estereotipo y sembrando el desorden. Así pues, Brontes trató de hablar con Thor, pero este también estaba muy metido en la fiesta, por lo que, para ceder a las demandas de Brontes le lanzó un desafío, pero iba a ser un desafío de beber.

En el Eldritch Burguer, que no servían bebidas más fuertes que alguna cerveza, habían hecho un acopio especial de whisky irlandés para la ocasión. Y aunque el señor De la Vega, el propietario del restaurante, no era muy amigo de grandes desembolsos, en esta ocasión había transigido y se había hecho con algunas barricas importadas de este destilado. Thor se ocupó de pagarlas generosamente y que las pusieran delante del local. Se trataba en total de 4 grandes barricas de roble llenas de whisky irlandés. El desafío lo ganaría el que fuera capaz de beber más alcohol y por ello se referían a ver quien lograba beberse una de las barricas entera. En caso de empate, pasarían a la segunda barrica. A fin de cuentas, eso era todo un desafío para un dios. Planteado de esa manera, y para el asombro y espanto de Daisy, Harvey ofreció considerarlo como una más de las pruebas a las que tendría que someterse Brontes. Y es que ningún humano sería capaz de ingerir tanto alcohol de golpe y menos aún sobrevivir al intento. Para verificar que ahí no había trampa ni cartón, se espitaron las dos primeras barricas y se ofreció una cata a Daisy y Harvey para que comprobaran que se trataba de auténtico whisky irlandés. Con el beneplácito de ambos, comenzó aquel desafío alcohólico.

Tanto el griego como el nórdico fueron bastante directos y brutos, ya que ambos cogieron sus respectivos barriles, los alzaron a pulso, lo que ya requería una demostración de fuerza ya que lo hicieron sin apenas esfuerzo, y comenzaron a beber. Hay que decir en favor de ambos que desperdiciaron muy poca bebida, y que debido a su naturaleza  lograban asimilar rápidamente el enorme volumen de líquido. Ciertamente fue una tarea heroica, divina, pues cada una de las barricas contenía 225 litros de whisky. Si que tuvieron que hacer varias pausas para acudir rápidamente al aseo del restaurante a vaciar la vejiga. Y es que, como ya se ha comentado, al ser dioses su metabolismo funciona de forma muy diferente y eran capaces de asimilar esa ingente cantidad de líquido muy rápidamente, pero también implicaba que, también tenían que ir a toda velocidad a orinarla, aunque la orina fuera inflamable por su alto contenido en alcohol. Finalmente, tras aquella absurda demostración de poco sentido común, ambos lograron finalizar la primera barrica.

Ambos tenían la capacidad de beber tanto líquido de alto contenido alcohólico, pero eso no les hacía inmunes a la borrachera, por lo que ambos acabaron un tanto cocidos. Sin embargo Brontes había demostrado a ojos de su compañero nórdico su aguante y había sumado puntos en su apreciación. Al fin y al cabo, el griego solía beber nectar y vino habitualmente, bebidas que Thor consideraba para dioses blanditos. Por ello, tras dar por finalizada la primera ronda del concurso de bebidas, el dios lo dio como un empate, y felicitó al cíclope por su capacidad para beber. Éste último, afectado por el alcohol, trató de corresponder a su compañero aunque la rápida intervención de Harvey Pickman puso fin a lo que podía ser un coloquio de borrachos simpáticos. Así pues, le recordó a Brontes que aun tenía pendiente dos desafíos: ocuparse de los leprechauns y de la encarnación nacional de Irlanda, ese San Patricio vestido de verde. Pero pelear contra una horda de duendes borrachos y un obispo nacional no eran las mejores cosas que se puede hacer estando bajo los graves efectos de una intoxicación alcohólica, aunque se sea un dios.

Brontes, tras tratar de pensar un poco en como solucionar el problema dio con una de esas ideas que parecen geniales a las tantas de la madrugada y con el cerebro marinado en alcohol. Por ello, usando sus poderes divinos, invocó una nube de tormenta pequeñita y se subió encima de forma un tanto tambaleante para, a continuación, largarse de allí montado sobre la misma. Harvey y Daisy se quedaron sorprendidos por lo sucedido y sin saber que hacer así que decidieron esperar para ver que pretendía hacer el cíclope borracho. Un poco más tarde, apenas pasados cinco minutos, Brontes regresó encabezando un pelotón de mujeres jóvenes que, a las órdenes del cíclope, se lanzaron a combatir a los leprechauns. Los duendes, que habían trajinado alcohol como si el mundo se acabara mañana, vieron como una pequeña horda femenina se lanzaba sobre ellos con intenciones agresivas, iniciándose así una sorprendente melé en la que las chicas no tenían reparo en jugar sucio y demostraban estar más que a la altura de los leprechauns, lo que implicaba que había algo sobrenatural en ellas. Y es que Brontes había acudido al río Miskatonic y había convocado a las ninfas del río, sus afluentes y embalses que hubiera en las proximidades. Estas eran las espíritus de las aguas, pero se les habían juntado también las ninfas de los árboles del campus y de los parques que había por la ciudad. En conjunto: un grupo de espíritus naturales cabreadas y con ganas de pelea que no iban a dejar que un puñado de duendes borrachos causaran problemas en la ciudad y que sólo responderían a la llamada de un auténtico dios y si era griego mejor.

Mientras las ninfas se ocupaban de los leprechauns (eufemismo para soberana paliza espectacular), Brontes se ocupó del San Patricio vestido de verde. Éste, por alguna razón, le dio por probar a usar el boxeo contra el griego. Pero el cíclope, aunque no era muy aficionado al combate con los puños desnudos, si que era un luchador veterano y había sido en sus tiempos bastante temido como adversario. A fin de cuentas, aunque los mitos no lo recogían así exactamente, había participado activamente en la lucha contra titanes y gigantes además de otros monstruos griegos. Por ello, el combate resultó bastante espectacular. Y es que por un lado se podía  ver a un grupo de chicas jovenes dándo una monumental paliza a unos leprechauns y por otro un cíclope corpulento y musculoso se estaba dando de golpes contra un obispo vestido de verde. Era algo que no se veía todos los días, ni siquiera en Arkham.

Cuando finalmente acabó la contienda, las ninfas aclamaron a Brontes como vencedor, pues había logrado castigar duramente a su rival. Sin embargo el cíclope no había salido indemne, pero eso era secundario. A fin de cuentas, Harvey, siendo previsor, en cuanto vio que el asunto podía acabar en violencia, avisó a Pkaurodlos para que estuviera preparado para intervenir. A fin de cuentas, aunque era un dios de la tormenta y la urbanidad, dentro de las operaciones de Alfa Strike actuaba como médico de campaña y estaba más que acostumbrado a curar a los dioses del equipo.

Por ello, cuando tras acabar todo aquel follón apareció una enorme serpiente emplumada con un equipo médico para realizar los primeros auxilios a los damnificados en el combate, Daisiy estuvo a punto de estallar por la sorpresa, la furia y el pensar que aquello era un montaje, pese a que se estaba produciendo ante sus ojos y estaba claro que aquel  extraño “dios” serpentino con tan buenos modales era real y no un efecto especial de los caros. Definitivamente todo aquel asunto era de lo más extraño que había encontrado. Y eso la dejaba totalmente perpleja. Así pues, Brontes había superado tres nuevos desafíos y Daisy tenía mucho en lo que pensar.

sábado, 9 de marzo de 2019

Los 12 desafíos de Brontes: Anarkía en la Miskatonic

 Camino a End Time (parte 2) #Bronteschallenge

Después de haber superado la primera prueba, Brontes se preparó para su siguiente desafío. Para ello, fue a comerse unas tortitas de media mañana en la cafetería de la residencia estudiantil. Puede que fuera un almuerzo algo contundente, pero para un dios, eso no era demasiado. Ya se había metido diecisiete tortitas entre pecho y espalda cuando apareció Harvey Z. Pickman acompañado de una refunfuñona Daisy Springwood.

-¿Por qué está enfadada ya, señorita Springwood? Si aún no he hecho nada... -dijo el cíclope.

-Porque de camino aquí nos hemos cruzado con unas personas que me han asegurado que el sr. Pickman es una especie de investigador de lo oculto, como si fuera Carnacki o John Silence. No me parece el árbitro más neutral para unas pruebas para demostrar que eres un dios... cosa que, por cierto, me sigue pareciendo absurdo.

-Y yo le estoy diciendo que estoy utilizando el pensamiento científico para la supervisión de las pruebas, además de que investigar lo oculto no me convierte en un magufo. He destapado más de un fraude en mi trabajo.

-Enhorabuena, supongo... -dijo Daisy.

-Bueno, a lo que íbamos. Brontes, tu próxima prueba tendrá lugar en la universidad propiamente dicha. Algo extraño está sucediendo con los gatos de la colonia del campus. Tu misión es descubrir qué sucede con ellos y deshacer el problema.

-¿Has dicho... gatos? -preguntó Brontes con un temblor en la voz.

-¿Qué pasa? ¿Un dios le tiene miedo a los gatos? -comentó con sorna la científica.

-No les tengo miedo... es alergia... además, que sé que son criaturas maléficas.

-Sr. Pickman, creo que estas pruebas no tienen sentido ¿un dios con alergias? No hay más discusión. Este individuo es una persona normal y corriente con un disfraz bastante caro y realista... pero tiene alergia a los gatos.

-No... no importa. Para demostrar mi valía me enfrentaré a esos felinos infernales. Todo sea porque termine esta charada.

El trío se dirigió al campus de la Miskatonic. El camino no era muy largo, así que fueron caminando. Pasaron por delante de una manifestación del grupo Occupy de los profundos, que les dieron unos folletos sobre su lucha por unos mares más limpios. Daisy no comprendía por qué aquellos manifestantes tenían que disfrazarse de la criatura de la laguna negra, pero si servía para luchar por un mundo más limpio, tampoco iba a quejarse.

Finalmente llegaron al campus y se encontraron con la situación. Había alumnos corriendo de aquí para allá o escondiéndose donde podían. La razón de que estuviera sucediendo esto eran unos gatos. Un buen montón de gatos. Parecían formar un ejército bien entrenado que atacaba a los que se internaban en los terrenos de la universidad.

-¡¿Veis cómo son criaturas malvadas?! -exclamó Brontes señalando el caos.

-No son criaturas malvadas, Brontes. La colonia de gatos del campus siempre ha sido una balsa de aceite. Así que ya sabes, tienes que resolver esto, sea lo que sea.

El cíclope traspasó los límites del terreno del campus, caminando lentamente, con inseguridad, mientras miraba a los grupos de felinos que habían montado hasta una catapulta y otros artilugios de guerra. En cuanto fueron conscientes de la llegada del gigantesco individuo que estaba cruzando a su territorio, un grupo se lanzó hacia él lanzando bufidos.

-Noooooo, nonononono -dijo Brontes dando saltos al ver que se le echaban encima.

Pero antes de que llegaran a él, consiguió centrarse y controlar su miedo a los felinos. Tenía que demostrar que era un dios para que no le echaran de la universidad, así que tenía que comportarse.

Los gatos cayeron sobre el cíclope bufando y arañando y éste se tiró al suelo y comenzó a rodar entre gritos.

-¿Y así es como se comporta un dios? -preguntó Daisy.

-Dale unos momentos ¿vale?

Entre los gatos que atacaban a Brontes, uno no dejaba de lanzar maullidos, como si estuviera dándole órdenes a los demás felinos. Brontes lo reconoció como alguna especie de superior de los otros, así que lo consiguió coger y lo lanzó hacia el césped. Aprovechó la confusión de los otros gatos para volver a salir del recinto de la universidad, tras lo que los gatos lo dejaron tranquilo y se dirigieron a ayudar a su líder.

-Vale. Gatos... gatos entrenados. Este es un problema para ¡Bastet!

Brontes sacó el móvil del bolsillo de su pantalón y se comunicó con la diosa gatuna. Esta se encontraba en la base de Alfa Strike en Las Tierras del Sueño. Escuchó el problema de Brontes y decidió ir en su ayuda. En breves instantes, un portal se abrió desde el mundo onírico y la diosa gata llegó a Arkham.

-¿Se puede saber qué estropicio es este? -preguntó la diosa.

Bastet cruzó los límites del campus y el mismo grupo de gatos fue hacia ella, pero cuando vieron de quien se trataba, se detuvieron entre titubeos. Al final, el gato que parecía dirigir el ataque se acercó a la diosa y tuvieron una conversación en el idioma de los felinos. Una vez acabado el diálogo, ella  volvió con Brontes.

-Bien. Estos no son los gatos de la colonia de la universidad, sino que son gatos de Ulthar, por eso luchan de forma organizada y como un ejército entrenado. Están aquí porque alguien ha secuestrado a sus crías. Un científico egipcio que afirmaba trabajar en la Universidad Miskatonic. Dicen que hasta que no sean devueltas sus crías, seguirán atacando el campus... y que tú puedes pasar, que no te harán nada mientras lleves este sello.

-Esto es un broche de Hello Kitty -dijo Brontes cogiendo el sello.

-Tú póntelo.

-No hay ningún científico egipcio en la universidad- dijo Brontes entre dientes.

-¿Es que conoces a todo el profesorado y a los investigadores de la Miskatonic?

-Sí, después de aquella vez que se infiltraron unos fans de Harry Potter que pensaban enseñar magia, me aseguré de conocer a todo el mundo, para evitar que volviera a pasar algo así. Así que sí, conozco a todo el mundo. Y no hay ningun egipcio trabajando en la Miskatonic... pero sí que se me ocurre alguien de aspecto egipcio que podría haber secuestrado a las crías de los gatos de Ulthar para provocar el caos.

-¿Se puede saber de qué estáis hablando? ¿Qué se supone que es un gato de Ulthar? ¿Y qué tiene que ver en todo esto una mujer disfrazada de gato? Vale que en muchas partes del mundo, en estas fechas se celebra en carnaval, pero Arkham no tiene esa tradición -dijo Daisy interrumpiendo a los dioses.

-No soy una mujer disfrazada de gato, soy la diosa egipcia de los gatos -explicó Bastet.

-Ya, y yo soy la reina de Inglaterra -respondió Daisy.

-Pues encantada -le dijo Bastet estrechándole las manos. Aprovechó el momento de confusión de Daisy para volverse hacia Brontes.

-Nyarlathotep ha vuelto a hacer una de las suyas. Como te he dicho, los gatos no te harán nada, puedes andar con libertad por el campus. Busca a sus crías y resolverás este problema.

El cíclope entró a los terrenos del campus, ahora muy seguro de lo que hacia, sabiendo que los gatos no le harían nada. El problema es que Bastet había llegado a un acuerdo con ellos para que no atacaran a Brontes, pero seguían enfrentándose a estudiantes y profesores. El cíclope comenzó a pensar dónde podría haberse metido Nyarlathotep entre todo el campus. Tenía que ser alguna facultad de ciencias, ya  que se estaba haciendo pasar por un científico. ¿Cual sería la más lógica? Una facultad donde no sería raro ver a alguien con gatos ¿biología? En el departamento de zoología tampoco sería tan extraño. Debía ser allí.

Como había supuesto, en la facultad de biología había un verdadero asedio. Allí los gatos estaban lanzando ataques con maquinaria de guerra, pero no estaban consiguiendo entrar. Cuando los gatos vieron a Brontes acercarse con el sello de Hello Kitty, no le hicieron nada, así que le dejaron hacer lo que tenía pensado. De los cielos convocó una pequeña tormenta, de la que extrajo un rayo que colpeó en las puertas de la facultad. Fue a entrar después del estallido, pero los gatos se le adelantaron. Tampoco le importó tanto, así que les siguió. Ellos sabrían dónde estaban sus crías.

Los gatos recorrieron la facultad hasta llegar a un despacho en el primer piso. Se quedaron en la puerta parados y maullaron a Brontes. El cíclope entendió que le dejaban entrar a él, algo raro en gatos de Ulthar, que preferían solucionar sus problemas ellos mismos. Quizás al ver el poder de Brontes supusieron que se bastaba y se sobraba.

El cíclope no se molestó en llamar a la puerta. Le dio una patada y esta se abrió de golpe. Al otro lado había un hombre de aspecto egipcio sentado detrás de un escritorio, de aspecto regio. En su regazo había un cesto lleno de gatitos maullantes.

-El mismísimo Nyarlathotep -dijo Brontes atravesando el umbral.

-Brontes, el último de la primera generación de cíclopes griegos.

-Supongo que no vas a enfrentarte a mi.

-Lo cierto es que no. Mi trabajo aquí ya está hecho.

El dios exterior se levantó de su sillón y dejó el cesto de gatitos sobre la mesa del escritorio, tras lo que hizo un saludo burlón a Brontes y desapareció en el aire.

-¿Qué habrá querido decir? -se preguntó el cíclope en voz alta mientras recogía el cesto.

Brontes salió al pasillo y mostró el cesto a los gatos, que comenzaron a brincar y a lanzar maullidos de victoria. Les felinos cogieron a sus crías y salieron corriendo de la facultad -excepto uno, que se encontró una pelusa y no pudo evitara quedarse un rato jugando con ella-. Cuando el cíclope salió al exterior, vio que los gatos estaban abandonando el campus, por lo que aquello se podía considerar una victoria.

Mientras Brontes estaba volviendo a las afueras de la universidad, se dio cuenta de que los alumnos que empezaban a recuperarse del ataque de los gatos no parecían estar muy contentos. De hecho, se les veía todo lo contrario a contentos. De repente, una andanada de huevos cayó sobre el cíclope. No sabía exactamente de dónde habían salido, pero parecía que los alumnos estaban muy enfadados y muy organizados. Pancartas salieron de ninguna parte y un megáfono dio voz a los que protestaban.

-¿Qué está pasando? -preguntó Brontes al llegar a la entrada del campus. Bastet ya había desaparecido. Supuso que se habría vuelto a Las Tierras del Sueño junto con los gatos.

-Pues lo normal. Después de ataques  de extraterrestres, intraterrestres, altercados con dioses varios, experimentos locos y todo lo demás, pues la gente está harta. La revuelta era cosa de tiempo -explicó Harvey-. Peeeeero no hay ningún problema, porque acabo de hablar con la junta que se encarga de tu caso y... ¡ahí tienes tu siguiente desafío! Arregla la revuelta de estudiantes.

-A eso lo llamo yo escurrir el bulto -masculló Brontes.

-Ya, pero es lo que toca -dijo Harvey con una sonrisa.

El cíclope volvió al interior del campus arrastrando los pies. Puede que a los gatos les tuviera alergia y le costara físicamente acercarse a ellos, pero ¿cómo iba él a resolver una revuelta de estudiantes? Si ni siquiera era oficialmente un profesor de la universidad. No podía hablar en nombre del rectorado ni de los decanos. Aunque lo que sí podía hacer era...

-¿Byakhee exprés? -preguntó Brontes al teléfono-. Necesito un envío urgente.

Pasados unos minutos, se había formado una manifestación delante del rectorado. La mayoría de los alumnos de la Miskatonic estaban allí coreando soflamas que reclamaban el fin del caos y las destrucciones constantes en la universidad. También había alguien que pedía un huevo duro, no se sabía de dónde había salido. De pronto, el sonido de una algarabía sonaba en el cielo. Era como si hubiera una bandada de pájaros muy grandes, como buitres, o avestruces que hubieran aprendido a volar. Los estudiantes alzaron la mirada al cielo y se encontraron con una bandada, pero no de aves, sino de criaturas  horripilantes con forma indescriptible con el logo de Byakhee Exprés. Cada una de las criaturas llevaba colgando de las barras un barril de cerveza, que fueron soltando como si se tratara de bombas. Los barriles cayeron entre los estudiantes, y al contrario de lo que podría haber pensado, no hubo heridos de ningún tipo. Lo que sí hubo fue explosiones. Explosiones de cerveza. Los barriles reventaban llenando de bebida a los estudiantes, y antes de que se dieran cuenta, había tiarros de gimnasio sin camiseta, cubiertos de cerveza y hermosuras femeninas con la camiseta mojada. Uno de los seres horrendos descendió con varios altavoces y los depositaron junto a los manifestantes, y de los aparatos comenzó a sonar música. No se sabía de dónde, comenzaron a aparecer vasos que se llenaron con la cerveza, y en cuestión de minutos, la protesta se había convertido en una fiesta universitaria.

Brontes volvió con Harvey y Daisy, que miraban sorprendidos la fiesta.

-¿Cómo has hecho eso? -preguntó Harvey.

-Fácil. Los estudiantes son animales de costumbres. Si hay muchos reunidos, trae alcohol y música y la fiesta será inmediata -respondió el cíclope.

-¿Y eso probará que es un dios? -dijo Daisy-. Lo que ha hecho ha sido devolverle un cesto con gatitos a una manada de gatos que alguien había entrenado y llenar de alcohol el campus.

-¿Y qué hay de la llamada a la diosa Bastet? ¿Y de la llamada a esas criaturas espeluznantes? -le preguntó Brontes.

-Seguro que hay explicación... eh... seguro.

-Bien. Pues mientras tú le buscas la explicación, yo me voy a la cafetería. Tanto jaleo me ha dado hambre.

El cíclope fue hacia la cafetería silbando tranquilamente, mientras Daisy Springwood se quedó allí mirando al infinito buscando una explicación a lo que dificilmente era explicable.

sábado, 2 de marzo de 2019

Los 12 desafíos de Brontes: Un problema municipal

Camino a End Time (parte 1) #Bronteschallenge

La Junta que regía la Universidad Miskatonic era, en última instancia, la máxima autoridad universitaria. Sólo se reunía en situaciones muy concretas, que pudieran afectar a la estabilidad, crédito, seguridad y futuro de la institución. A fin de cuentas se trataba de un órgano creado para tratar situaciones de emergencia o sumamente graves y no se convocaba por cualquier tontería, ya que estaba compuesto por los fideicomisarios que administraban los fondos dejados por el fundador de la Miskatonic, Jeremiah Orne, en 1765 en su Última Voluntad y Testamento, así como por el rector y los decanos que representan a las diversas facultades que componen la institución educativa. Y es que el difunto había sido un próspero capitán de barco y destacado residente de Arkham. Al morir, mediante su testamento reclamaba para sí el antiguo Instituto Arkham, fundado en 1690 y que adquirió pagando todas las deudas que tenía pendientes. Uniendo los recursos ya existentes a los suyos propios, una amplia colección de libros y objetos curiosos reunidos por Orne durante sus viajes por la costa este, el Caribe y Suramérica, se obtuvo un importante fondo. Con éste se fundó un nuevo instituto con una biblioteca y un museo. Éste fue el Instituto de Artes Liberales Miskatonic. La gestión de los fondos y la creación material de lo que sería la futura universidad recayeron en dos fideicomisarios, Francis Derby y George Locksley, que fueron los primeros de una larga lista de administradores.

El motivo por el que éste órgano se había reunido había sido debido a la insistencia y presión de Daisy Springwood, que no podía tolerar que la universidad siguiera por el camino que estaba tomando. Además, estaban los distintos desastres y problemas que asediaban a la ciudad y que parecían ir incrementándose durante los últimos meses. Lo que no entendía Daisy era porque todos insistían en achacarlo a entidades sobrenaturales, alienígenas y otras criaturas surgidas de imaginaciones demasiado fértiles. Así pues, había movido hilos y presionado hasta conseguir que se convocara una reunión de la Junta para tratar el futuro de la Universidad Miskatonic, empezando por la molestia presencia de ese extraño profesor emérito de ingeniería que insistía en ir todo el día disfrazado de cíclope, ese griego, Brontes. Y es que no era serio tener a un profesor emérito que se pase todo el tiempo caracterizado de criatura mitológica, ni que fuera dando clases y seminarios sobre cosas rarísimas que hacía que sus alumnos estuvieran trasteando con aparatos cuya geometría y mecánica parecía tener algún ligero defecto o fallo que podía conducir a fenómenos catastróficos.

Pero, claro, ya que se iba a estudiar la continuidad de Brontes en la Miskatonic, a éste se le daba la oportunidad de defender su causa ante la Junta. Y, para desesperación de Daisy, lo hizo con el asesoramiento de El que Legisla tras el Umbral, que para la profesora era un nombre muy ridículo para un abogado que, para colmo de males, también era aficionado a los disfraces, por muy bueno que aseguraran que era en la Facultad de Derecho. Y ya que el procedimiento a seguir establecía que el miembro del cuerpo facultativo cuestionado tenía derecho a solicitar asesoría legal, Brontes no lo había dudado ni un instante y había pedido ayuda a El que Legisla. Sin embargo, tanto el dios griego como el primigenio abogado sabían que no iba a resultar fácil. Daisy sabía ser persuasiva y, pese al peso de la familia Pickman en la Universidad Miskatonic, los fideicomisarios y algunos decanos no veían con buenos ojos tanta presencia sobrenatural en la institución.

Al día siguiente, Brontes y El que Legisla comían sin demasiadas ganas en el EldritchBurguer molestos por el resultado de la reunión de la Junta. No había sido fácil, pero el resultado les había sorprendido incluso a ellos. El abogado había usado sus conocimientos legales referidos a los estatutos universitarios y los reglamentos que pudieran ser aplicables, pero al final todo había quedado en una especie de tablas, un empate técnico que aún quedaba por resolver. El principal problema residía en la naturaleza divina de Brontes. Ya que era un dios, ¿acaso poseía la ciudadanía estadounidense? ¿Debido a su condición se consideraba a sí mismo por encima de las leyes humanas? ¿No suponía un peligro para la Universidad Miskatonic más que una ayuda? De hecho durante los últimos cuatro años Arkham, que no tenía una historia demasiado tranquila, se había visto asaltada por una sucesiva y creciente manifestación de fenómenos extraños. Y no es que estos hubieran sido infrecuentes antes, pero desde ese momento hasta el presente, se habían incrementado progresivamente en cuanto a volumen e intensidad.

Claro, Daisy Springwood no lo veía desde esa perspectiva, y pese a sus esfuerzos por hacer entender que todo el asunto sobrenatural tenía explicaciones perfectamente naturales y científicas, no consiguió lo que deseaba. Pero sí se llegó a un punto intermedio. Daisy aseguraba que Brontes no era un dios. Sólo un profesor excéntrico y muy corpulento que tenía la manía de disfrazarse de cíclope. Así pues, la cuestión estaba en demostrar la supuesta divinidad del griego y, ya que era griego, optaron por recurrir a la mitología clásica. En concreto optaron por seguir el ejemplo del mito de Hércules. Así pues, llegaron a un acuerdo: le someterían a un total de 12 desafíos diferentes que pondrían a prueba todas sus capacidades divinas, de manera que sólo un auténtico dios podría lograr superarlas con éxito. Si Brontes fallaba en una sola de ellas estaría demostrado que no era un auténtico dios y sería expulsado de la Universidad Miskatonic.

Así pues, con este plan, al día siguiente el dios y su abogado comían mientras aguardaban a que les asignaran la primera de las tareas imposibles. Cuando habían acabado de comer sin demasiadas ganas, entró Harvey Pickman en el restaurante, acompañado de Daisy Springwood. Ambos se acercaron a ellos. Tras los saludos de rigor, Harvey entró en materia.

-He estado hablando con los de la Junta y me han asignado el papel de árbitro en las pruebas. Yo te las asignaré y corroboraré que se han ejecutado según las condiciones establecidas. Y si fuera necesario, puedo contar con cualquier experto de la Miskatonic para comprobarlo. La profesora Springwood me acompañara también porque no se fía del todo.

-¡Y así es! Me quiero asegurar de que no se hace ningún tipo de trampa con este asunto, que esta institución es muy seria y no es cuestión de que haya gente por ahí que vaya haciendo el payaso todo el día disfrazada.

Tras dejar que Daisy se desahogara un poco, Harvey pasó a explicar cual sería el primer trabajo a realizar:

-Aunque no tiene que ver con la Universidad, el primer desafío es poner orden en el Ayuntamiento. Al parecer ha habido algún tipo de sabotaje que ha dejado todo el edificio sumido en el caos. Los funcionarios están logrando devolver cada cosa a su lugar, pero van a su ritmo. Lo más importante es restaurar los sistemas informáticos con todos los archivos, resolver los problemas de contabilidad que pueda haber, y, ya puestos, ajustar el presupuesto para reducir el déficit. Y parece que el alcalde Rice ha tenido una discusión con su mujer y su amante al mismo tiempo. Si puedes, encargate de eso también, no es que cuente para el trabajo, pero ya que estás en el Ayuntamiento, aprovechas.

-¿Pero no se había encargado Welcome de que la mujer y la amante del alcalde se llevaran bien? -preguntó El que Legisla.

Sí -respondió Harvey-, y lo dejó todo solucionado en su momento. Pero es que, al parecer, el caos del Ayuntamiento ha provocado algún tipo de desacuerdo entre ellas. Y Evangeline está ahora liada con otras cosas. 

Brontes suspiró y decidió ponerse manos a la obra. Por algo había que empezar. Así pues, sacó un momento su móvil, estuvo buscando algo en él y, tras acabar sus pesquisas, se dirigió hacia la biblioteca de la universidad acompañado por Harvey, Daisy y El que Legisla. Al llegar al edificio, les pidió que esperaran fuera y entró. Unos diez minutos más tarde, salió acompañado de Kate Ashford. La joven saludó a todos y explicó el motivo de su presencia:

-Brontes ya me ha contado de que iba el asunto, así que me ha pedido ayuda para tratar con la mujer y la amante del alcalde Rice. Además, él ya va a tener bastante con lidiar con los funcionarios.

-Bueno -dijo el griego-, Kate es tan capaz como Welcome de poner paz entre dos mujeres furiosas. Es una de las personas más diplomáticas, decididas y fieras que conozco.

-¿En serio vas a meter en esto a esta estudiante? -replicó Daisy Springwood

-No la conoces enfadada ni la has visto poniendo paz en Dunwich resolviendo problemas entre las chicas de La Llave y la Puerta allí.

Dejándolo por imposible, Daisy aceptó la presencia de Kate. Una vez completado el grupo, se dirigieron juntos hacia el edificio del Ayuntamiento.

Cuando llegaron se dieron cuenta de que el caos allí era total. Los muebles habían sido desplazados y estaban en los lugares más insospechados; los papeles habían sido extraídos de las mesas, bandejas de entrada y salida y archivadores y estaban revueltos; los ordenadores habían sido cambiados de departamento, de manera que los ordenadores de tesorería estaban en tráfico y los de tráfico en urbanismo, y así con todos. Pese a los intentos de los funcionarios, aquello no lograba ponerse en orden por completo. Y es que, pese a que los empleados públicos estaban hechos para el orden, ya que cualquier trámite tenía que estar debidamente formalizado, con todos los formularios completados correctamente y todas las tasas requeridas pagadas, estaban hechos para el orden. Así pues, ante aquel caos que reinaba en el edificio los funcionarios habían colapsado. Si que habían logrado empezar a reorganizarlo todo. El problema fue cuándo hubo que empezar a mover papeles y enseres de un departamento a otro, ya que se empeñaron en hacerlo todo según los procedimientos. Así pues, tenían que rellenar las solicitudes, aprobarlas, tramitarlas en base y forma, sellarlas y, finalmente, tras un periodo de entre 7 y 15 días recibir la respuesta por correo si eran trámites de urgencia. Debido a todo esto, el ayuntamiento estaba colapsado por la fuerza legalista, ordenada y torpe llamada burocracia.

Brontes, antes de entrar, hizo algunas preguntas sobre las condiciones específicas a cumplir para dar por completado el desafío. A fin de cuentas, si había que lograr desenmarañar aquella situación iba a necesitar algo más que fuerza bruta, truenos y relámpagos. Por ello, se aseguró de poder usar todos los poderes divinos que Daisy afirmaba que no poseía. Tras confirmarle que podía hacer uso de cualquier recurso sobrenatural o divino, Brontes entró en el edificio acompañado por Kate.

La joven se encaminó al despacho del alcalde, donde éste aguardaba. Allí tendría que ocuparse de mediar entre la mujer y la amante del mismo, y tendría que usar todos sus recursos. Por su parte, el dios griego optó por empezar a usar un poco de fuerza e intimidación divina, que a las deidades siempre se les ha dado bien. Por ello, tras ponerse duro con unos cuantos funcionarios renuentes, inició un rápido y total desalojo del edificio. Tras lograr expulsar a todos los empleados públicos, invitó a Harvey, El que Legisla y Daisy a entrar para que comprobaran que no había nadie más, y los hizo pasar al cuarto de control de seguridad. Desde allí podrían hacer uso de las cámaras de seguridad instaladas en el edificio para controlar todo lo que allí pasaba.

Una vez allí instalados, Brontes procedió. Desde los monitores pudieron ver como el griego hacía una serie de aspavientos y gestos exagerados, tras lo cual se dedicó unos minutos a esperar. Al mismo tiempo, Kate estaba hablando tranquilamente con el alcalde Rice que parecía explicarle cual era la situación.

Cinco minutos más tarde, una serie de figuras que parecían estar hechas de nubes y viento que poco a poco se fueron condensado y tomando forma. El que Legisla tras el Umbral los identificó como anemoi, dioses griegos del viento. No eran los cuatro principales, Bóreas, Notos, Céfiro y Euros, si no deidades menores, que, a fin de cuentas, Brontes, como divinidad del trueno, podía llamar a su lado como ayudantes. De esta manera, con el cíclope como líder, el equipo ventoso comenzó a organizar y trasladar todo el mobiliario, los enseres y documentos para reorganizarlo todo.

Mientras tanto, Daisy se había distraído viendo a Kate en acción. Tras la charla con el alcalde, había pasado a una habitación que estaba preparada como alojamiento para situaciones de urgencia o para invitados en el propio edificio, y que Rice usaba a menudo como picadero para acostarse con su amante. Allí estaban las dos mujeres, bastante molestas la una con la otra.

El alcalde Rice no era corrupto, resultaba bastante honesto para las medidas de los políticos, y hacía un buen trabajo en la ciudad. Incluso tenía una mujer con la que se llevaba bien y era una madura muy atractiva. Pero aún así no había evitado echarse una amante más joven y muy bella. Al principio había conseguido mantenerlas separadas, pero finalmente el encuentro entre ambas fue explosivo. Pero en aquel primer encuentro, Welcome actuó como mediadora y consiguió que se llevaran muy bien. En esta ocasión, con una nueva disputa entre ambas, le tocaba a a la novia de Evangeline tomar las riendas. Y la alumna era aventajada y poco tenía ya que aprender de su maestra. Así pues, Daisy vio como la joven iba hablando con una y otra tratando de calmar los ánimos. Y todo parecía ir bien, de hecho, tras un buen rato de charla, parecían empezar a llevarse muy bien las tres. Momento en que Katherine le dio un intenso, largo y apasionado beso en la boca a la mujer del alcalde. A continuación fue la amante la que probó la maestría de la chica con los besos.

Y mientras Daisy se quedaba asombrada de las capacidades de Kate, primero diplomáticas y, más tarde, sexuales, Brontes y los anemoi seguían con su trabajo de forma rápida y eficaz. Así pues, algo más de veinte minutos después, el griego se presentaba en la sala de control para informar que había acabado. Los dioses menores del viento ya se habían retirado y el cíclope descubrió complacido que su plan con Kate había funcionado perfectamente. El tema de las mujeres del alcalde estaba resuelto.

-Bueno -comentó Brontes-, ya he acabado todo. Y veo que a las mujeres le va bien. Si queréis supervisar el trabajo, adelante. Conociendo a Kate, calculo que acabará dentro de 4 orgasmos, se nota que lo está disfrutando.

En cualquier otra persona eso habría sonado raro. Pero los conocidos de Welcome y Kate se habían acostumbrado a esa peculiar manera de medir el tiempo. Debido a la curiosa naturaleza de la relación abierta de noviazgo entre las dos jovenes, Welcome tan sólo lamentaría no haber estado presente para poder ayudar a Kate con el asunto, pero ya aprovecharían el tiempo libre para disfrutar juntas.

Por otro lado, al revisar el ayuntamiento, Daisy tuvo que reconocer que aquello estaba cumplido. No se lo explicaba, era imposible que se hubiera hecho todo tan rápido, pero ya tendría tiempo para revisar las grabaciones de seguridad. Mientras tanto, el primer desafío estaba completado.