Camino a End Time (parte 5) #Bronteschallenge
Era
una mañana convencional en Arkham. Los estudiantes acudían a las
clases, los ciudadanos iban a trabajar y todo se desarrollaba con
aparente normalidad. Los profundos del campamento protesta contra la
contaminación oceánica se dedicaban a sus quehaceres anfibios
habituales, algunos incluso hacían apuestas sobre si un pequeño
grupo de sectarios lograría atrapar al cerdo cornudo que habían
sacado de las Tierras del Sueño o a saber de donde. Y en ese
distendido ambiente de cotidianidad, Brontes aprovechaba para ponerse
al día con unas lecturas sobre ingeniería de materia exótica en la
biblioteca universitaria. Llevaba unos días sin que nadie le
reclamara su participación en alguno de los absurdos y extraños
desafíos a los que le estaban sometiendo por culpa de Daisy
Springwood, y eso le provocaba reacciones ambivalentes. Por un lado
se alegraba, ya que tenía tiempo para sus tareas pendientes, pero
por otro lado le resultaba extraño, ya que Arkham no escaseaba
precisamente en fenómenos inusuales y polidimensionales.
Pero
la ciudad no iba a decepcionarle. Así pues, mientras estaba
enfrascado en su lectura, llegaron Harvey Pickman y Daisy Springwood
para asignarle un nuevo desafío. Debido a que estaban en la
biblioteca, tras los saludos de rigor, en voz baja, salieron del
edificio para disgusto del griego, que no le apetecía dejar la
lectura a medias. Una vez fuera, Harvey le explicó lo que sucedía:
-Esta
vez son los RNLO, que vuelven a las andadas. Llevaban un tiempo
tranquilos, y han aprovechado que los morlocks están en un congreso
sobre socialismo interdimensional.
-¿Y
que quieren hacer ahora? ¿Otro estúpida invasión disfrazados de
manera que la gente piense que es un desfile festivo? -preguntó
Brontes
-Algo
así. Han reunido un grupo de minitanques, un robot gigante y un
hombre serpiente degenerado para lanzar un ataque tipo blitzkrieg
sobre la ciudad. En lugar de una invasión masiva quieren hacerlo de
forma más “sutil” y conquistar el Ayuntamiento. Normalmente le
pediría a Welcome que se ocupe, pero ya que estamos con tus pruebas,
pues sería una buena forma de sumar otra más al total.
Daisy
no estaba muy satisfecha con el asunto. Ella era de la opinión de
que no eran reptilianos, que debían ser algún tipo de milicianos
exaltados disfrazados o algo así. Y que no podían tener robots
gigantes, que sería alguna maqueta. Los reptilianos eran un invento
absurdo de un conspiranoico y que servían como comodín para
cualquier cosa que se quisiera utilizar. Pero Harvey trataba de
explicarle como era la situación:
-Los
reptilianos de las teorías de la conspiración que dominan el mundo
y se esconden con hologramas absurdos que todo conspiranoico logra
detectar no existen. Eso es un absurdo, una fantasía que sólo tiene
sentido en la mente de la gente que cree en esas cosas. Sólo se
necesita un poco de sentido crítico para darse cuenta de ello. Pero
los RNLO, los Reptilianos Nazis del Lado Oscuro si que existen y no
tienen nada que ver con las teorías de la conspiración. Sí, son
reptilianos, pero vienen de un mundo paralelo donde ellos son la
especie dominante y el nazismo ha triunfado. Están empapados de
todos los tópicos ocultistas y conspiranoicos relacionados con los
nazis y tienen una tecnología bastante avanzada en algunos aspectos.
Pero, afortunadamente, no suelen ser demasiado peligrosos y sus
mandos, generalmente, tiene bastante sentido común. Por suerte, esto
hace que resulten bastante inofensivos, aunque sus planes suelen ser
bastante absurdos y, por alguna razón, inspirados a veces en las
teorías de la conspiración sobre reptilianos.
-Insisto
en que esto no puede ser, por mucho que intente convencerme.
Harvey
se encogió de hombros y la dejó indignarse un rato mientras iban a
coger un vehículo para acercarse al campamento RNLO. Cuando
finalmente llegaron, se encontraron una escuadra de los clásicos
minitanques reptilianos junto con un pelotón de infantería que
acababa de llegar para actuar de refuerzo, un robot gigante
reptiliano Mk II, un führer hombre serpiente degenerado y, como se
habían situado junto al río, una escuadra de tropas anfibias
(fácilmente reconocibles por llevar trajes de buzo de los años 30 y
lanzaarpones) y una manada de sharkjellyfishes. Estos últimos eran
unas criaturas mutantes, con la parte anterior del cuerpo de escualo
y la posterior de medusa, de un metro de longitud y equipados con
exoesqueletos mecánicos cuadrúpedos para poder moverse por tierra y
así lanzar ataques anfibios. El resultado era bastante peculiar
visualmente. Por suerte no habían traído unidades acorazadas
Ritter, las tropas con exoesqueletos blindados.
Brontes
se adelantó para hablar con los RNLO. La verdad es que no tenía
muchas ganas de pelear, por lo que probó primero con la diplomacia.
A fin de cuentas, aunque fueran invasores lacerto nazis tenían
algunos oficiales con la cabeza bien asentada.
Tal
y como era de esperar, el pequeño ejército estaba comandado por el
führer hombre serpiente degenerado. Se trataba de una serpiente
corpulenta, de cuatro metros de longitud con dos pares de pequeñas
patitas de cuatro dedos, un bigotillo y un ridículo flequillo sobre
sus ojos que le hacían parecer una parodia serpentina de Hitler.
Obviamente, sólo hablaba alemán con acepto reptiliano.
Afortunadamente Brontes conocía muchos idiomas y podía entenderse
con el líder ofidio.
Después
de una breve pero intensa conversación, el cíclope, furioso, se dio
la vuelta y regresó con Harvey y Daisy.
-¿Qué
sucede? -preguntó Harvey.
-Increíble…
como sucedía con los altos jerarcas nazis, los RNLO suelen ser
bastante supersticiosos y creen en el ocultismo y demás tonterías
en lugar de hacer las cosas bien y estudiar lo sobrenatural como
corresponde. Pues bien, su líder afirma totalmente convencido de que
Yig se les ha aparecido y ha dicho que con ese reducido ejército
podrán conquistar Arkham si lanzan un ataque relámpago sobre el
Ayuntamiento y que será el comienzo de su Reich de un millar de años
en este mundo.
-¿Y
quien ese tal Yig? -preguntó Daisy entre mosqueada y curiosa.
-El
Padre de las Serpientes, un dios de las serpientes en particular y de
los reptiles en general -respondió Brontes.
-Otra
estúpida superstición…
-Que
va, es un tipo bastante majo, aunque puede ser algo quisquilloso con
el tema de sus serpientes sagradas y sus lugares de culto. Pero es
raro encontrar un dios que no lo sea.
-¿Vamos
a seguir diciendo tonterías o se va a solucionar este asunto? -dijo
Daisy ya más molesta que curiosa.
Brontes
y Harvey compartieron una mirada y éste último le indicó que se
desentendía, a fin de cuentas era uno de los trabajos de Brontes.
Así pues, el griego se acercó de nuevo a parlamentar con los
reptilianos en un fútil intento de hacerles cambiar de opinión. Tal
y como esperaba, fue en vano, ya que estaban convencidos de estar
cumpliendo un mandato de su dios. Por ello, el cíclope volvió atrás
y sacó su teléfono movil. Era un teléfono peculiar, no uno que
pudieras encontrar en ninguna tienda, o, al menos en ninguna tienda
convencional. Y es que se trataba de uno de esos equipos que
utilizaban los dioses, primigenios y otras entidades sobrenaturales.
Tenía capacidades que no entraban dentro de lo habitual en el
mercado de la tecnología. Y una de esas capacidades era poder
realizar llamadas telefónicas entre planos de la realidad.
Tras
una breve conversación telefónica, Brontes, que estaba un poco
harto de las tonterías de los RNLO, se acercó de nuevo a aquel
expectante grupo militar y les lanzó un ultimatum en aleman
reptiliano:
-A
ver, he hablado con Yig. No sabe nada de vosotros, no ha estado por
Arkham desde hace tiempo ni tiene especial interés en que
conquistéis la ciudad. De hecho, viene para aquí a comprobar en
persona lo que está pasando. Dispersaos y regresad a vuestra base y
aquí no ha pasado nada.
El
führer hombre serpiente degenerado, al escuchar sus palabras, montó
en cólera y ordenó a sus tropas atacar al cíclope. Brontes no se
lo pensó demasiado, y, al ver como se disponían a combatir contra
él hizo crujir sus nudillos y se preparó. Fue un combate bastante
peculiar, intenso, aunque no demasiado duradero y bastante
unidireccional. Es decir, por muy bien equipados que estuvieran los
reptilianos, se enfrentaban a un dios. Y un dios que no tenía porqué
aguantar tonterías. Durante la guerra de Dunwich, el equipo completo
de Alfa Strike arrasó con un ejército combinado de reptilianos y
tropas de Omicron Scorpions mucho más numeroso. Contaron con el
apoyo de los morlocks comunistas, cierto, ya que estos querían su
parte a la hora de darle una paliza a los RNLO. Pero hay que tener en
cuenta que en aquel momento los dioses no tuvieron demasiados
problemas y eso que los comandos de Omicron estaban preparados para
enfrentarse a todo tipo de entidades sobrenaturales. Ahora, un grupo
pequeño de reptilianos le quería plantar cara a un dios del trueno
que no tenía porque contenerse demasiado y que sabía dirigir bien
su poder.
Lo
primero que hizo Brontes fue lanzar una serie de relámpagos contra
las tropas de infantería y los minitanques para sembrar un poco de
caos. Tras aquella primera descarga, se lanzó al combate cuerpo a
cuerpo. No había llevado sus martillos, ni se había puesto su
armadura, pero no lo necesitaba. Con un cañón de un minitanque
improvisó una porra. No necesitaba más.
Los
vehículos acorazados eran destruidos y destrozados como si
estuvieran hechos de una fina lámina en lugar de gruesos blindajes,
las tropas reptilianas salían volando por los fuertes golpes
propinados por el griego y los relámpagos salían en todas
direcciones, lo que provocó que los sharkjellyfishes optaran por la
discreción y se metieran en el río para volver a la base. Las
tropas anfibias no tuvieron tanta suerte, ya que también fueron
brutalmente vapuleadas por Brontes. Finalmente, tras una combinación
de puñetazos, patadas, llaves de lucha grecorromana y relámpagos,
todo el contigente reptiliano, salvo el robot gigante, había sido
apaleado hasta la inconsciencia. Brontes, con las ropas desgarradas y
bastante satisfecho por el ejercicio, se encaminó hacia el robot
gigante, que todavía no había entrado en acción.
Ni
que decir tiene que el combate fue igualmente breve y brutal. El
griego no tuvo contemplaciones y fue directo al grano, castigando
duramente al enorme constructo robótico con sus relámpagos y puños
hasta que acabó por caer.
Con
el problema solucionado, el cíclope le indicó a Daisy que se
acercara a examinar a los caídos, para que así pudiera comprobar
que no eran efectos especiales, maquillaje ni disfraces, que era todo
real como la vida misma. La científica, para su asombro, pudo
comprobar que el griego decía la verdad. Era increíble,
inconcebible, pero ante ella tenía a unos apalizados reptilianos
nazis con una tecnología que, en algunos aspectos, era más
avanzada.
Pero
la gota que colmó el vaso llegó poco después, cuando, viajando
gracias a Byakhee Express, hizo su llegada Yig. El Padre de las
Serpientes era un hombre serpiente corpulento y fuerte, vestido con
un sobrio y elegante traje oscuro y un tocado de plumas de estilo
azteca. El recién llegado le fue presentado debidamente a Daisy
Springwood, que se sorprendió por los buenos modales del dios. Pero
es que todos los dioses y entidades sobrenaturales reptilianos solían
ser muy corteses y hacían gala de una gran urbanidad. Claro, la
científica se quedó muy sorprendida ya que poco a poco iba
descubriendo una serie de hechos que escapaban a su concepción del
mundo y tenía que admitir que algunas de las cosas que ella creía
sandeces y supersticiones si que existían realmente.
Más
tarde, ya de vuelta en la universidad, Brontes y Yig hablaron sobre
lo sucedido y llegaron a la conclusión de que alguien había
suplantado al Padre de las Serpientes para provocar el caos en la
ciudad con el ataque reptiliano. Pensaron en Loki, pero el nórdico
no tenía ningún interés particular en alterar la paz de Arkham.
Fue entonces cuando, atando cabos, se dieron cuenta de que el
candidato más probable sólo podía ser Nyarlathotep. ¿Qué estaría
preparando el Caos Reptante en la ciudad? Porque no era la primera
vez que veían su mano moviendo los hilos y, probablemente, había
estado detrás de más sucesos. De momento sólo podían estar a la
espera y prepararse para futuros acontecimientos.