sábado, 9 de marzo de 2019

Los 12 desafíos de Brontes: Anarkía en la Miskatonic

 Camino a End Time (parte 2) #Bronteschallenge

Después de haber superado la primera prueba, Brontes se preparó para su siguiente desafío. Para ello, fue a comerse unas tortitas de media mañana en la cafetería de la residencia estudiantil. Puede que fuera un almuerzo algo contundente, pero para un dios, eso no era demasiado. Ya se había metido diecisiete tortitas entre pecho y espalda cuando apareció Harvey Z. Pickman acompañado de una refunfuñona Daisy Springwood.

-¿Por qué está enfadada ya, señorita Springwood? Si aún no he hecho nada... -dijo el cíclope.

-Porque de camino aquí nos hemos cruzado con unas personas que me han asegurado que el sr. Pickman es una especie de investigador de lo oculto, como si fuera Carnacki o John Silence. No me parece el árbitro más neutral para unas pruebas para demostrar que eres un dios... cosa que, por cierto, me sigue pareciendo absurdo.

-Y yo le estoy diciendo que estoy utilizando el pensamiento científico para la supervisión de las pruebas, además de que investigar lo oculto no me convierte en un magufo. He destapado más de un fraude en mi trabajo.

-Enhorabuena, supongo... -dijo Daisy.

-Bueno, a lo que íbamos. Brontes, tu próxima prueba tendrá lugar en la universidad propiamente dicha. Algo extraño está sucediendo con los gatos de la colonia del campus. Tu misión es descubrir qué sucede con ellos y deshacer el problema.

-¿Has dicho... gatos? -preguntó Brontes con un temblor en la voz.

-¿Qué pasa? ¿Un dios le tiene miedo a los gatos? -comentó con sorna la científica.

-No les tengo miedo... es alergia... además, que sé que son criaturas maléficas.

-Sr. Pickman, creo que estas pruebas no tienen sentido ¿un dios con alergias? No hay más discusión. Este individuo es una persona normal y corriente con un disfraz bastante caro y realista... pero tiene alergia a los gatos.

-No... no importa. Para demostrar mi valía me enfrentaré a esos felinos infernales. Todo sea porque termine esta charada.

El trío se dirigió al campus de la Miskatonic. El camino no era muy largo, así que fueron caminando. Pasaron por delante de una manifestación del grupo Occupy de los profundos, que les dieron unos folletos sobre su lucha por unos mares más limpios. Daisy no comprendía por qué aquellos manifestantes tenían que disfrazarse de la criatura de la laguna negra, pero si servía para luchar por un mundo más limpio, tampoco iba a quejarse.

Finalmente llegaron al campus y se encontraron con la situación. Había alumnos corriendo de aquí para allá o escondiéndose donde podían. La razón de que estuviera sucediendo esto eran unos gatos. Un buen montón de gatos. Parecían formar un ejército bien entrenado que atacaba a los que se internaban en los terrenos de la universidad.

-¡¿Veis cómo son criaturas malvadas?! -exclamó Brontes señalando el caos.

-No son criaturas malvadas, Brontes. La colonia de gatos del campus siempre ha sido una balsa de aceite. Así que ya sabes, tienes que resolver esto, sea lo que sea.

El cíclope traspasó los límites del terreno del campus, caminando lentamente, con inseguridad, mientras miraba a los grupos de felinos que habían montado hasta una catapulta y otros artilugios de guerra. En cuanto fueron conscientes de la llegada del gigantesco individuo que estaba cruzando a su territorio, un grupo se lanzó hacia él lanzando bufidos.

-Noooooo, nonononono -dijo Brontes dando saltos al ver que se le echaban encima.

Pero antes de que llegaran a él, consiguió centrarse y controlar su miedo a los felinos. Tenía que demostrar que era un dios para que no le echaran de la universidad, así que tenía que comportarse.

Los gatos cayeron sobre el cíclope bufando y arañando y éste se tiró al suelo y comenzó a rodar entre gritos.

-¿Y así es como se comporta un dios? -preguntó Daisy.

-Dale unos momentos ¿vale?

Entre los gatos que atacaban a Brontes, uno no dejaba de lanzar maullidos, como si estuviera dándole órdenes a los demás felinos. Brontes lo reconoció como alguna especie de superior de los otros, así que lo consiguió coger y lo lanzó hacia el césped. Aprovechó la confusión de los otros gatos para volver a salir del recinto de la universidad, tras lo que los gatos lo dejaron tranquilo y se dirigieron a ayudar a su líder.

-Vale. Gatos... gatos entrenados. Este es un problema para ¡Bastet!

Brontes sacó el móvil del bolsillo de su pantalón y se comunicó con la diosa gatuna. Esta se encontraba en la base de Alfa Strike en Las Tierras del Sueño. Escuchó el problema de Brontes y decidió ir en su ayuda. En breves instantes, un portal se abrió desde el mundo onírico y la diosa gata llegó a Arkham.

-¿Se puede saber qué estropicio es este? -preguntó la diosa.

Bastet cruzó los límites del campus y el mismo grupo de gatos fue hacia ella, pero cuando vieron de quien se trataba, se detuvieron entre titubeos. Al final, el gato que parecía dirigir el ataque se acercó a la diosa y tuvieron una conversación en el idioma de los felinos. Una vez acabado el diálogo, ella  volvió con Brontes.

-Bien. Estos no son los gatos de la colonia de la universidad, sino que son gatos de Ulthar, por eso luchan de forma organizada y como un ejército entrenado. Están aquí porque alguien ha secuestrado a sus crías. Un científico egipcio que afirmaba trabajar en la Universidad Miskatonic. Dicen que hasta que no sean devueltas sus crías, seguirán atacando el campus... y que tú puedes pasar, que no te harán nada mientras lleves este sello.

-Esto es un broche de Hello Kitty -dijo Brontes cogiendo el sello.

-Tú póntelo.

-No hay ningún científico egipcio en la universidad- dijo Brontes entre dientes.

-¿Es que conoces a todo el profesorado y a los investigadores de la Miskatonic?

-Sí, después de aquella vez que se infiltraron unos fans de Harry Potter que pensaban enseñar magia, me aseguré de conocer a todo el mundo, para evitar que volviera a pasar algo así. Así que sí, conozco a todo el mundo. Y no hay ningun egipcio trabajando en la Miskatonic... pero sí que se me ocurre alguien de aspecto egipcio que podría haber secuestrado a las crías de los gatos de Ulthar para provocar el caos.

-¿Se puede saber de qué estáis hablando? ¿Qué se supone que es un gato de Ulthar? ¿Y qué tiene que ver en todo esto una mujer disfrazada de gato? Vale que en muchas partes del mundo, en estas fechas se celebra en carnaval, pero Arkham no tiene esa tradición -dijo Daisy interrumpiendo a los dioses.

-No soy una mujer disfrazada de gato, soy la diosa egipcia de los gatos -explicó Bastet.

-Ya, y yo soy la reina de Inglaterra -respondió Daisy.

-Pues encantada -le dijo Bastet estrechándole las manos. Aprovechó el momento de confusión de Daisy para volverse hacia Brontes.

-Nyarlathotep ha vuelto a hacer una de las suyas. Como te he dicho, los gatos no te harán nada, puedes andar con libertad por el campus. Busca a sus crías y resolverás este problema.

El cíclope entró a los terrenos del campus, ahora muy seguro de lo que hacia, sabiendo que los gatos no le harían nada. El problema es que Bastet había llegado a un acuerdo con ellos para que no atacaran a Brontes, pero seguían enfrentándose a estudiantes y profesores. El cíclope comenzó a pensar dónde podría haberse metido Nyarlathotep entre todo el campus. Tenía que ser alguna facultad de ciencias, ya  que se estaba haciendo pasar por un científico. ¿Cual sería la más lógica? Una facultad donde no sería raro ver a alguien con gatos ¿biología? En el departamento de zoología tampoco sería tan extraño. Debía ser allí.

Como había supuesto, en la facultad de biología había un verdadero asedio. Allí los gatos estaban lanzando ataques con maquinaria de guerra, pero no estaban consiguiendo entrar. Cuando los gatos vieron a Brontes acercarse con el sello de Hello Kitty, no le hicieron nada, así que le dejaron hacer lo que tenía pensado. De los cielos convocó una pequeña tormenta, de la que extrajo un rayo que colpeó en las puertas de la facultad. Fue a entrar después del estallido, pero los gatos se le adelantaron. Tampoco le importó tanto, así que les siguió. Ellos sabrían dónde estaban sus crías.

Los gatos recorrieron la facultad hasta llegar a un despacho en el primer piso. Se quedaron en la puerta parados y maullaron a Brontes. El cíclope entendió que le dejaban entrar a él, algo raro en gatos de Ulthar, que preferían solucionar sus problemas ellos mismos. Quizás al ver el poder de Brontes supusieron que se bastaba y se sobraba.

El cíclope no se molestó en llamar a la puerta. Le dio una patada y esta se abrió de golpe. Al otro lado había un hombre de aspecto egipcio sentado detrás de un escritorio, de aspecto regio. En su regazo había un cesto lleno de gatitos maullantes.

-El mismísimo Nyarlathotep -dijo Brontes atravesando el umbral.

-Brontes, el último de la primera generación de cíclopes griegos.

-Supongo que no vas a enfrentarte a mi.

-Lo cierto es que no. Mi trabajo aquí ya está hecho.

El dios exterior se levantó de su sillón y dejó el cesto de gatitos sobre la mesa del escritorio, tras lo que hizo un saludo burlón a Brontes y desapareció en el aire.

-¿Qué habrá querido decir? -se preguntó el cíclope en voz alta mientras recogía el cesto.

Brontes salió al pasillo y mostró el cesto a los gatos, que comenzaron a brincar y a lanzar maullidos de victoria. Les felinos cogieron a sus crías y salieron corriendo de la facultad -excepto uno, que se encontró una pelusa y no pudo evitara quedarse un rato jugando con ella-. Cuando el cíclope salió al exterior, vio que los gatos estaban abandonando el campus, por lo que aquello se podía considerar una victoria.

Mientras Brontes estaba volviendo a las afueras de la universidad, se dio cuenta de que los alumnos que empezaban a recuperarse del ataque de los gatos no parecían estar muy contentos. De hecho, se les veía todo lo contrario a contentos. De repente, una andanada de huevos cayó sobre el cíclope. No sabía exactamente de dónde habían salido, pero parecía que los alumnos estaban muy enfadados y muy organizados. Pancartas salieron de ninguna parte y un megáfono dio voz a los que protestaban.

-¿Qué está pasando? -preguntó Brontes al llegar a la entrada del campus. Bastet ya había desaparecido. Supuso que se habría vuelto a Las Tierras del Sueño junto con los gatos.

-Pues lo normal. Después de ataques  de extraterrestres, intraterrestres, altercados con dioses varios, experimentos locos y todo lo demás, pues la gente está harta. La revuelta era cosa de tiempo -explicó Harvey-. Peeeeero no hay ningún problema, porque acabo de hablar con la junta que se encarga de tu caso y... ¡ahí tienes tu siguiente desafío! Arregla la revuelta de estudiantes.

-A eso lo llamo yo escurrir el bulto -masculló Brontes.

-Ya, pero es lo que toca -dijo Harvey con una sonrisa.

El cíclope volvió al interior del campus arrastrando los pies. Puede que a los gatos les tuviera alergia y le costara físicamente acercarse a ellos, pero ¿cómo iba él a resolver una revuelta de estudiantes? Si ni siquiera era oficialmente un profesor de la universidad. No podía hablar en nombre del rectorado ni de los decanos. Aunque lo que sí podía hacer era...

-¿Byakhee exprés? -preguntó Brontes al teléfono-. Necesito un envío urgente.

Pasados unos minutos, se había formado una manifestación delante del rectorado. La mayoría de los alumnos de la Miskatonic estaban allí coreando soflamas que reclamaban el fin del caos y las destrucciones constantes en la universidad. También había alguien que pedía un huevo duro, no se sabía de dónde había salido. De pronto, el sonido de una algarabía sonaba en el cielo. Era como si hubiera una bandada de pájaros muy grandes, como buitres, o avestruces que hubieran aprendido a volar. Los estudiantes alzaron la mirada al cielo y se encontraron con una bandada, pero no de aves, sino de criaturas  horripilantes con forma indescriptible con el logo de Byakhee Exprés. Cada una de las criaturas llevaba colgando de las barras un barril de cerveza, que fueron soltando como si se tratara de bombas. Los barriles cayeron entre los estudiantes, y al contrario de lo que podría haber pensado, no hubo heridos de ningún tipo. Lo que sí hubo fue explosiones. Explosiones de cerveza. Los barriles reventaban llenando de bebida a los estudiantes, y antes de que se dieran cuenta, había tiarros de gimnasio sin camiseta, cubiertos de cerveza y hermosuras femeninas con la camiseta mojada. Uno de los seres horrendos descendió con varios altavoces y los depositaron junto a los manifestantes, y de los aparatos comenzó a sonar música. No se sabía de dónde, comenzaron a aparecer vasos que se llenaron con la cerveza, y en cuestión de minutos, la protesta se había convertido en una fiesta universitaria.

Brontes volvió con Harvey y Daisy, que miraban sorprendidos la fiesta.

-¿Cómo has hecho eso? -preguntó Harvey.

-Fácil. Los estudiantes son animales de costumbres. Si hay muchos reunidos, trae alcohol y música y la fiesta será inmediata -respondió el cíclope.

-¿Y eso probará que es un dios? -dijo Daisy-. Lo que ha hecho ha sido devolverle un cesto con gatitos a una manada de gatos que alguien había entrenado y llenar de alcohol el campus.

-¿Y qué hay de la llamada a la diosa Bastet? ¿Y de la llamada a esas criaturas espeluznantes? -le preguntó Brontes.

-Seguro que hay explicación... eh... seguro.

-Bien. Pues mientras tú le buscas la explicación, yo me voy a la cafetería. Tanto jaleo me ha dado hambre.

El cíclope fue hacia la cafetería silbando tranquilamente, mientras Daisy Springwood se quedó allí mirando al infinito buscando una explicación a lo que dificilmente era explicable.

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