sábado, 2 de marzo de 2019

Los 12 desafíos de Brontes: Un problema municipal

Camino a End Time (parte 1) #Bronteschallenge

La Junta que regía la Universidad Miskatonic era, en última instancia, la máxima autoridad universitaria. Sólo se reunía en situaciones muy concretas, que pudieran afectar a la estabilidad, crédito, seguridad y futuro de la institución. A fin de cuentas se trataba de un órgano creado para tratar situaciones de emergencia o sumamente graves y no se convocaba por cualquier tontería, ya que estaba compuesto por los fideicomisarios que administraban los fondos dejados por el fundador de la Miskatonic, Jeremiah Orne, en 1765 en su Última Voluntad y Testamento, así como por el rector y los decanos que representan a las diversas facultades que componen la institución educativa. Y es que el difunto había sido un próspero capitán de barco y destacado residente de Arkham. Al morir, mediante su testamento reclamaba para sí el antiguo Instituto Arkham, fundado en 1690 y que adquirió pagando todas las deudas que tenía pendientes. Uniendo los recursos ya existentes a los suyos propios, una amplia colección de libros y objetos curiosos reunidos por Orne durante sus viajes por la costa este, el Caribe y Suramérica, se obtuvo un importante fondo. Con éste se fundó un nuevo instituto con una biblioteca y un museo. Éste fue el Instituto de Artes Liberales Miskatonic. La gestión de los fondos y la creación material de lo que sería la futura universidad recayeron en dos fideicomisarios, Francis Derby y George Locksley, que fueron los primeros de una larga lista de administradores.

El motivo por el que éste órgano se había reunido había sido debido a la insistencia y presión de Daisy Springwood, que no podía tolerar que la universidad siguiera por el camino que estaba tomando. Además, estaban los distintos desastres y problemas que asediaban a la ciudad y que parecían ir incrementándose durante los últimos meses. Lo que no entendía Daisy era porque todos insistían en achacarlo a entidades sobrenaturales, alienígenas y otras criaturas surgidas de imaginaciones demasiado fértiles. Así pues, había movido hilos y presionado hasta conseguir que se convocara una reunión de la Junta para tratar el futuro de la Universidad Miskatonic, empezando por la molestia presencia de ese extraño profesor emérito de ingeniería que insistía en ir todo el día disfrazado de cíclope, ese griego, Brontes. Y es que no era serio tener a un profesor emérito que se pase todo el tiempo caracterizado de criatura mitológica, ni que fuera dando clases y seminarios sobre cosas rarísimas que hacía que sus alumnos estuvieran trasteando con aparatos cuya geometría y mecánica parecía tener algún ligero defecto o fallo que podía conducir a fenómenos catastróficos.

Pero, claro, ya que se iba a estudiar la continuidad de Brontes en la Miskatonic, a éste se le daba la oportunidad de defender su causa ante la Junta. Y, para desesperación de Daisy, lo hizo con el asesoramiento de El que Legisla tras el Umbral, que para la profesora era un nombre muy ridículo para un abogado que, para colmo de males, también era aficionado a los disfraces, por muy bueno que aseguraran que era en la Facultad de Derecho. Y ya que el procedimiento a seguir establecía que el miembro del cuerpo facultativo cuestionado tenía derecho a solicitar asesoría legal, Brontes no lo había dudado ni un instante y había pedido ayuda a El que Legisla. Sin embargo, tanto el dios griego como el primigenio abogado sabían que no iba a resultar fácil. Daisy sabía ser persuasiva y, pese al peso de la familia Pickman en la Universidad Miskatonic, los fideicomisarios y algunos decanos no veían con buenos ojos tanta presencia sobrenatural en la institución.

Al día siguiente, Brontes y El que Legisla comían sin demasiadas ganas en el EldritchBurguer molestos por el resultado de la reunión de la Junta. No había sido fácil, pero el resultado les había sorprendido incluso a ellos. El abogado había usado sus conocimientos legales referidos a los estatutos universitarios y los reglamentos que pudieran ser aplicables, pero al final todo había quedado en una especie de tablas, un empate técnico que aún quedaba por resolver. El principal problema residía en la naturaleza divina de Brontes. Ya que era un dios, ¿acaso poseía la ciudadanía estadounidense? ¿Debido a su condición se consideraba a sí mismo por encima de las leyes humanas? ¿No suponía un peligro para la Universidad Miskatonic más que una ayuda? De hecho durante los últimos cuatro años Arkham, que no tenía una historia demasiado tranquila, se había visto asaltada por una sucesiva y creciente manifestación de fenómenos extraños. Y no es que estos hubieran sido infrecuentes antes, pero desde ese momento hasta el presente, se habían incrementado progresivamente en cuanto a volumen e intensidad.

Claro, Daisy Springwood no lo veía desde esa perspectiva, y pese a sus esfuerzos por hacer entender que todo el asunto sobrenatural tenía explicaciones perfectamente naturales y científicas, no consiguió lo que deseaba. Pero sí se llegó a un punto intermedio. Daisy aseguraba que Brontes no era un dios. Sólo un profesor excéntrico y muy corpulento que tenía la manía de disfrazarse de cíclope. Así pues, la cuestión estaba en demostrar la supuesta divinidad del griego y, ya que era griego, optaron por recurrir a la mitología clásica. En concreto optaron por seguir el ejemplo del mito de Hércules. Así pues, llegaron a un acuerdo: le someterían a un total de 12 desafíos diferentes que pondrían a prueba todas sus capacidades divinas, de manera que sólo un auténtico dios podría lograr superarlas con éxito. Si Brontes fallaba en una sola de ellas estaría demostrado que no era un auténtico dios y sería expulsado de la Universidad Miskatonic.

Así pues, con este plan, al día siguiente el dios y su abogado comían mientras aguardaban a que les asignaran la primera de las tareas imposibles. Cuando habían acabado de comer sin demasiadas ganas, entró Harvey Pickman en el restaurante, acompañado de Daisy Springwood. Ambos se acercaron a ellos. Tras los saludos de rigor, Harvey entró en materia.

-He estado hablando con los de la Junta y me han asignado el papel de árbitro en las pruebas. Yo te las asignaré y corroboraré que se han ejecutado según las condiciones establecidas. Y si fuera necesario, puedo contar con cualquier experto de la Miskatonic para comprobarlo. La profesora Springwood me acompañara también porque no se fía del todo.

-¡Y así es! Me quiero asegurar de que no se hace ningún tipo de trampa con este asunto, que esta institución es muy seria y no es cuestión de que haya gente por ahí que vaya haciendo el payaso todo el día disfrazada.

Tras dejar que Daisy se desahogara un poco, Harvey pasó a explicar cual sería el primer trabajo a realizar:

-Aunque no tiene que ver con la Universidad, el primer desafío es poner orden en el Ayuntamiento. Al parecer ha habido algún tipo de sabotaje que ha dejado todo el edificio sumido en el caos. Los funcionarios están logrando devolver cada cosa a su lugar, pero van a su ritmo. Lo más importante es restaurar los sistemas informáticos con todos los archivos, resolver los problemas de contabilidad que pueda haber, y, ya puestos, ajustar el presupuesto para reducir el déficit. Y parece que el alcalde Rice ha tenido una discusión con su mujer y su amante al mismo tiempo. Si puedes, encargate de eso también, no es que cuente para el trabajo, pero ya que estás en el Ayuntamiento, aprovechas.

-¿Pero no se había encargado Welcome de que la mujer y la amante del alcalde se llevaran bien? -preguntó El que Legisla.

Sí -respondió Harvey-, y lo dejó todo solucionado en su momento. Pero es que, al parecer, el caos del Ayuntamiento ha provocado algún tipo de desacuerdo entre ellas. Y Evangeline está ahora liada con otras cosas. 

Brontes suspiró y decidió ponerse manos a la obra. Por algo había que empezar. Así pues, sacó un momento su móvil, estuvo buscando algo en él y, tras acabar sus pesquisas, se dirigió hacia la biblioteca de la universidad acompañado por Harvey, Daisy y El que Legisla. Al llegar al edificio, les pidió que esperaran fuera y entró. Unos diez minutos más tarde, salió acompañado de Kate Ashford. La joven saludó a todos y explicó el motivo de su presencia:

-Brontes ya me ha contado de que iba el asunto, así que me ha pedido ayuda para tratar con la mujer y la amante del alcalde Rice. Además, él ya va a tener bastante con lidiar con los funcionarios.

-Bueno -dijo el griego-, Kate es tan capaz como Welcome de poner paz entre dos mujeres furiosas. Es una de las personas más diplomáticas, decididas y fieras que conozco.

-¿En serio vas a meter en esto a esta estudiante? -replicó Daisy Springwood

-No la conoces enfadada ni la has visto poniendo paz en Dunwich resolviendo problemas entre las chicas de La Llave y la Puerta allí.

Dejándolo por imposible, Daisy aceptó la presencia de Kate. Una vez completado el grupo, se dirigieron juntos hacia el edificio del Ayuntamiento.

Cuando llegaron se dieron cuenta de que el caos allí era total. Los muebles habían sido desplazados y estaban en los lugares más insospechados; los papeles habían sido extraídos de las mesas, bandejas de entrada y salida y archivadores y estaban revueltos; los ordenadores habían sido cambiados de departamento, de manera que los ordenadores de tesorería estaban en tráfico y los de tráfico en urbanismo, y así con todos. Pese a los intentos de los funcionarios, aquello no lograba ponerse en orden por completo. Y es que, pese a que los empleados públicos estaban hechos para el orden, ya que cualquier trámite tenía que estar debidamente formalizado, con todos los formularios completados correctamente y todas las tasas requeridas pagadas, estaban hechos para el orden. Así pues, ante aquel caos que reinaba en el edificio los funcionarios habían colapsado. Si que habían logrado empezar a reorganizarlo todo. El problema fue cuándo hubo que empezar a mover papeles y enseres de un departamento a otro, ya que se empeñaron en hacerlo todo según los procedimientos. Así pues, tenían que rellenar las solicitudes, aprobarlas, tramitarlas en base y forma, sellarlas y, finalmente, tras un periodo de entre 7 y 15 días recibir la respuesta por correo si eran trámites de urgencia. Debido a todo esto, el ayuntamiento estaba colapsado por la fuerza legalista, ordenada y torpe llamada burocracia.

Brontes, antes de entrar, hizo algunas preguntas sobre las condiciones específicas a cumplir para dar por completado el desafío. A fin de cuentas, si había que lograr desenmarañar aquella situación iba a necesitar algo más que fuerza bruta, truenos y relámpagos. Por ello, se aseguró de poder usar todos los poderes divinos que Daisy afirmaba que no poseía. Tras confirmarle que podía hacer uso de cualquier recurso sobrenatural o divino, Brontes entró en el edificio acompañado por Kate.

La joven se encaminó al despacho del alcalde, donde éste aguardaba. Allí tendría que ocuparse de mediar entre la mujer y la amante del mismo, y tendría que usar todos sus recursos. Por su parte, el dios griego optó por empezar a usar un poco de fuerza e intimidación divina, que a las deidades siempre se les ha dado bien. Por ello, tras ponerse duro con unos cuantos funcionarios renuentes, inició un rápido y total desalojo del edificio. Tras lograr expulsar a todos los empleados públicos, invitó a Harvey, El que Legisla y Daisy a entrar para que comprobaran que no había nadie más, y los hizo pasar al cuarto de control de seguridad. Desde allí podrían hacer uso de las cámaras de seguridad instaladas en el edificio para controlar todo lo que allí pasaba.

Una vez allí instalados, Brontes procedió. Desde los monitores pudieron ver como el griego hacía una serie de aspavientos y gestos exagerados, tras lo cual se dedicó unos minutos a esperar. Al mismo tiempo, Kate estaba hablando tranquilamente con el alcalde Rice que parecía explicarle cual era la situación.

Cinco minutos más tarde, una serie de figuras que parecían estar hechas de nubes y viento que poco a poco se fueron condensado y tomando forma. El que Legisla tras el Umbral los identificó como anemoi, dioses griegos del viento. No eran los cuatro principales, Bóreas, Notos, Céfiro y Euros, si no deidades menores, que, a fin de cuentas, Brontes, como divinidad del trueno, podía llamar a su lado como ayudantes. De esta manera, con el cíclope como líder, el equipo ventoso comenzó a organizar y trasladar todo el mobiliario, los enseres y documentos para reorganizarlo todo.

Mientras tanto, Daisy se había distraído viendo a Kate en acción. Tras la charla con el alcalde, había pasado a una habitación que estaba preparada como alojamiento para situaciones de urgencia o para invitados en el propio edificio, y que Rice usaba a menudo como picadero para acostarse con su amante. Allí estaban las dos mujeres, bastante molestas la una con la otra.

El alcalde Rice no era corrupto, resultaba bastante honesto para las medidas de los políticos, y hacía un buen trabajo en la ciudad. Incluso tenía una mujer con la que se llevaba bien y era una madura muy atractiva. Pero aún así no había evitado echarse una amante más joven y muy bella. Al principio había conseguido mantenerlas separadas, pero finalmente el encuentro entre ambas fue explosivo. Pero en aquel primer encuentro, Welcome actuó como mediadora y consiguió que se llevaran muy bien. En esta ocasión, con una nueva disputa entre ambas, le tocaba a a la novia de Evangeline tomar las riendas. Y la alumna era aventajada y poco tenía ya que aprender de su maestra. Así pues, Daisy vio como la joven iba hablando con una y otra tratando de calmar los ánimos. Y todo parecía ir bien, de hecho, tras un buen rato de charla, parecían empezar a llevarse muy bien las tres. Momento en que Katherine le dio un intenso, largo y apasionado beso en la boca a la mujer del alcalde. A continuación fue la amante la que probó la maestría de la chica con los besos.

Y mientras Daisy se quedaba asombrada de las capacidades de Kate, primero diplomáticas y, más tarde, sexuales, Brontes y los anemoi seguían con su trabajo de forma rápida y eficaz. Así pues, algo más de veinte minutos después, el griego se presentaba en la sala de control para informar que había acabado. Los dioses menores del viento ya se habían retirado y el cíclope descubrió complacido que su plan con Kate había funcionado perfectamente. El tema de las mujeres del alcalde estaba resuelto.

-Bueno -comentó Brontes-, ya he acabado todo. Y veo que a las mujeres le va bien. Si queréis supervisar el trabajo, adelante. Conociendo a Kate, calculo que acabará dentro de 4 orgasmos, se nota que lo está disfrutando.

En cualquier otra persona eso habría sonado raro. Pero los conocidos de Welcome y Kate se habían acostumbrado a esa peculiar manera de medir el tiempo. Debido a la curiosa naturaleza de la relación abierta de noviazgo entre las dos jovenes, Welcome tan sólo lamentaría no haber estado presente para poder ayudar a Kate con el asunto, pero ya aprovecharían el tiempo libre para disfrutar juntas.

Por otro lado, al revisar el ayuntamiento, Daisy tuvo que reconocer que aquello estaba cumplido. No se lo explicaba, era imposible que se hubiera hecho todo tan rápido, pero ya tendría tiempo para revisar las grabaciones de seguridad. Mientras tanto, el primer desafío estaba completado.

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