sábado, 26 de enero de 2019

Las pseudoterapias llegan a la Universidad Miskatonic

El folio cayó delante de Seabury Q. Pickman y este alzó una ceja al leer su contenido. Se encontraba en la cafetería de la facultad, tomando un té caliente para quitarse el frío del invierno, y había estado leyendo el Arkham Advertiser para entretenerse. Tenía trabajos que corregir, pero ahora no tenía ningunas ganas de ponerse con eso. Leía un artículo sobre la próxima gala de Miss y Mister Innsmouth, que se realizaría próximamente, cuando el folio intruso se interpuso en su lectura.

Seabury alzó la vista y se encontró con una figura con brazos en jarras ante él. Se trataba de Daisy Springwood, y tenía una expresión de enfado evidente.

-¿Qué se supone que es esto? -preguntó Seabury.

-Dímelo tú -fue la respuesta de ella.

-Pues por lo que pone aquí, alguien quiere realizar una conferencia sobre curación a través de la Imposición de Manos Cuántica -leyó Seabury en el papel.

-Imposición de Manos Cuántica... ¡¿pero qué diantres es eso?! -exclamó ella.

-Pues no tengo ni idea, pero mi pensamiento científico se siente como si alguien le estuviera clavando una estaca. Además de eso ¿qué tengo que ver con esto? Te aseguro que no es cosa de Robert.

-Tranquilo, esta vez él no tiene nada que ver con este asunto. Se trata de un tal Eliphas Slyther, un charlatán que va vendiendo pseudoterapias por donde va. Parece que es un tipo bastante carismático, por lo que la gente escucha sus estupideces y le sigue a donde va con el cuento.

-No quiero parecer descortés, pero ¿qué tengo que ver yo con el tal Slyther?

-Espero que nada, pero me gustaría que me apoyaras en mi campaña para echar a este tipo de la Miskatonic. No podemos permitir que las pseudoterapias entren en una universidad tan moderna como esta. Suficiente tenemos con esa panda de la Fundación Wilmarth, que no hay forma de echarlos de aquí.

-Oh, si es por eso, tienes todo mi apoyo -dijo Seabury, y siguió con su periódico. Momentos después notó que la sombra de Daisy seguía allí, por lo que alzó la mirada otra vez.

-Tienes que ayudarme con esto. Voy a hablar inmediatamente con el decano, y no puedo ir sola.

Seabury lanzó un largo suspiro. Tenía cosas que hacer, pero no podía evitar estar del lado de Daisy. No podía dejar que entraran en la universidad esa clase de charlatanerías dañinas y peligrosas. Vale que no era tan peligroso como el Curso de Invocación del año anterior que acabó con un intento de invasión desde una dimensión donde sus habitantes tienen forma de donut, pero seguía siendo algo peligroso. Si alguien le preguntaba qué era peor, si un palurdo endogámico de Dunwich con el Necrocomicon o un idiota con carisma enseñando charlatanería, no estaba seguro de qué opción elegir.

-Bien, te acompañaré a ver al decano, pero ¿iremos sólo nosotros?

-A nadie más parece importarle, o están muy ocupados con los exámenes y trabajos. Bueno, a los de la Fundación Wilmarth no les he preguntado, prefiero dejarlos con sus tonterías.

Seabury se levantó mientras cerraba el periódico.

-Bien, detengamos a ese pérfido Eliphas Slyther.

Seabury y Daisy salieron de la cafetería y caminaron por el campus en dirección al despacho del decano. Por el camino vieron carteles de la conferencia de Slyther por todas partes, como si alguien se hubiera dedicado a forrar todas las paredes posibles.

-Mmmm antes no recuerdo que estuviera todo eso aquí -dijo Seabury.

-Ha debido de pegarlos algún seguidor de Slyther. Creen ciegamente sus tonterías -explicó Daisy.

De repente, un individuo con una mochila llena de panfletos y de folios anunciando la conferencia pasó ante ellos y le pegó a Daisy un cartel en la cara.

-¡Eh! ¡Pero bueno! -exclamó ella arrugando el papel.

-Tenéis que ir a la conferencia de Slyther, es lo mááááááśs -dijo el individuo con un tono de voz similar al que tendría alguien recién levantado sin el café matutino.

-Perdona, pero ¿me puedes explicar en  qué consiste eso de la Imposición de Manos Cuántica? ¿Es que el tal Slyther tiene varios niveles de Paladín y de Físico? Porque es la única manera de que esas palabras puedan estar en la misma frase sin que sea una soberana estupidez -dijo Seabury.

-No lo entiendes, es una terapia natural, naturaaaaal, y además milenaria, la han practicado en la meseta de Leng desde tiempos inmemoriales. Eliphas Slyther es el recipiente de la sabiduría de los chamanes cuánticos.

-Ya... chamanes cuánticos de Leng ¿tú te escuchas cuando hablas? -preguntó Seabury.

El individuo miró a Seabury con una expresión que no parecía estar muy lejana de la locura.

-Tú no lo entiendes, la ciencia oficial te tiene atrapado en su red, pero Eliphas Slyther te liberará de tu cautiverio.

El individuo pegó otro cartel en la cara de Seabury y siguió su camino.

-¿Ves? ¡Están chiflados! -exclamó Daisy.

-Ya... muy cuerdo no parecía -comentó Seabury mientras se quitaba el papel de la cara. Había escuchado y leído a seguidores de las pseudoterapias anteriormente, pero algo en este le hacía sentir un escalofrío. Había algo extraño en él. Algo que no le gustaba nada.

la pareja cruzó el campus sin más incidentes y se dirigió al despacho del rector. Una vez llegaron al edificio de la rectoría, se dieron cuenta de que lo rondaba un individuo con una gabardina extragrande y un sombrero, que se escondía detrás de un periódico que no lo ocultaba para nada. A Seabury no le costó nada adivinar que se trataba de Robert.

-Robert ¿qué estás haciendo aquí? -preguntó.

El otro dio un respingo y soltó el periódico, que se desperdigó por el suelo.

-¿Cómo has sabido que era yo? Voy de incógnito.

-Sí, pues te has ocultado perfectamente -dijo Daisy intentando esconder una sonrisa.

-Robert, en serio ¿qué haces de incógnito en el edificio del rectorado? -insistió Seabury.

-Estoy aquí vigilando la llegada de un enemigo -contestó Robert-. Hay un reptiliano que está intentando alguna maldad en esta universidad.

-Ya... un reptiliano -comentó Daisy.

-Sí. Puede que tú no creas que hay reptilianos horadando en las instituciones de Arkham porque te ciega tu escepticismo, pero los que estamos despiertos lo sabemos. Se trata de Eliphas Slyther, se hace pasar por un terapeuta, pero un compañero himbestigador lo grabó en un momento en el que le falló el holograma. Tengo el vídeo que puede probarlo... en casa, en el ordenador.

-Vaya, qué casualidad que nosotros también estamos aquí por Eliphas Slyther ¿pero por qué ibas a rondar el rectorado? Él no está aquí -dijo Seabury.

-Pero está a punto de venir. Le fotografiaré con mi cámara especial comprada en la Teletienda Magufa, que es capaz de eliminar todo tipo de disfraces y mostrar al verdadero monstruo.

Robert enseñó lo que parecía una cámara de fotos a la que le habían acoplado unos hierros y otros ¿dispositivos? que parecían salidos de una película de ciencia-ficción antigua.

-Robert, te hemos dicho cantidad de veces que no compres en ese sitio...

-Siento desilusionarte, Robert, pero ese tipo no es un reptiliano, entre otras cosas, porque los reptilianos no existen. Sólo es un caradura, como los otros vendedores de pseudoterapias, de los que seguro que no te quejarás -dijo Daisy.

-¿Qué? ¡No! ¿Qué te hace creer que soy tan tonto como para creerme las chorradas de las pseudoterapias?

-Eh... -Daisy prefirió cerrar la boca.

-Shhh ¡se dirige hacia aquí! -exclamó Robert echándose al suelo como si alguien hubiera lanzado una granada.

Daisy y Seabury se giraron y vieron caminar hacia el rectorado a un individuo muy bien vestido, con una sonrisa radiante en el rostro y un pelo perfectamente peinada. Junto a él iba un grupo de personas que parecían seguirle como si se tratara del mesías.  Seabury se fijó en las miradas de sus acompañantes, parecían estar drogados o tremendamente atontados por la presencia de aquel tipo.

-¡¡¡Fuera las pseudociencias y las pseudoterapias de nuestras universidades!!! -exclamó de repente Daisy alzando un puño al aire y cerrando el paso a Eliphas Slyther.

-Disculpe, señorita, pero mi terapia por Imposición de Manos Cuántica está verificada por la medicina tradicional, que se aleja de las conspiraciones de las farmacéuticas, que sólo quieren hacer negocio -dijo con un voz meliflua que encantaba a sus seguidores.

-Aquí no vamos a aceptar tus tonterías, charlatán, esta es una universidad respetable que...

Daisy no pudo terminar su discurso porque fue atropellada por un himbestigador de incógnito que intentó tomar la mejor foto con su artefacto, que comenzó a hacer ruidos como si varias piezas se estuvieran atascando.

-¡Has inutilizado mi cámara, monstruo! -exclamó Robert mientras su aparato se hacía pedazos.

-Disculpe, amigo, pero yo no he tenido que ver nada con eso -le dijo Eliphas Slyther.

-¡No puedes esconderte de mi, reptiliano! por mucho que intentes ocultarte, mostraré la verdad al mundo ¡Les haré salir de la matrix!

Seabury no sabía si sentir vergüenza por aquella situación cuando la puerta del rectorado se abrió y salió un encargado de la limpieza con la fregona y el cubo de agua.

-¡Ajá! Ya sé cómo descubrirte... -dijo Robert. Cogió el cubo de agua del encargado de la limpieza y se lo tiró a Eliphas Slyther, que se cubrió de agua con limpiasuelos del bueno -en la Miskatonic no reparan en gastos a la hora de la limpieza.

Contra todo pronóstico para todos, Eliphas Slyther comenzó a parpadear como si fuera una televisión que perdía la transmisión y el carismático terapeuta fue sustituido por una criatura escamada y con fría mirada de reptil.

-¡¡¡Aaaarrrgh!!! ¿Cómo sabías que los fluidos de ese cubo destrozarían mi holograma? -exclamó el reptiliano que antes era Eliphas Slyther.

-Lo vi el otro día en un documental sobre unos soldados estadounidenses que se enfrentaban a un alien en una selva sudamericana -respondió Robert.

Seabury torció el gesto. De alguna manera Robert había tenido razón y Eliphas Slyther era un reptiliano. Empezaba a ser preocupante la de veces que Robert venía con una supuesta conspiración que resultaba ser cierta.

-Veeeeenga, quítate ese disfraz, amigo, no vas a engañarme con esa tontería -le espetó Daisy al reptiliano.

Los ojos del reptiliano se clavaron en los de la científica y esta se quedó congelada.

-¡Ahora me desharé de vosotros, impertinentes jovenzuelos! -exclamó el reptiliano.

-¿Qué le has hecho a Daisy? -dijo Seabury.

-Lo mismo que le he hecho a esta panda de idiotas, y lo que tengo intención de hacer con el rector de esta universidad ¡hipnotizarla! Así podré extender terapias absurdas para destruir la comunidad científica de esta ciudad y podremos atacar sin problemas ¡A por ellos, mis seguidores!

El grupo zombificado se lanzó sobre Seabury y Robert, pero cuando estuvieron a punto de caer sobre ellos, alguien saltó como un rayo y con ágiles movimientos redujo a todos los seguidores con un palo y los golpes de sus piernas. Se trataba del encargado de la limpieza.

-¡Alto ahí! ¡Soy un limpiador de nivel 20 entrenado por la mismísima Araknek y no permitiré que piséis lo fregado ni que os peleéis aquí llenándolo todo de mierda! -exclamó el encargado de la limpieza.

El reptiliano bufó de rabia. Fue a intentar el mismo truco de hipnotismo con el de la limpieza, pero un cacharro lleno de cables le cayó en la cabeza y se le enredó.

-¡Estúpido reptiliano, la humanidad no está indefensa! ¡Los despiertos os expulsaremos! -exclamó Robert.

-Derrotado por ineptos -siseó el reptiliano, que no conseguía quitarse los cables de la cara y que se enganchaba más cuanto más se movía.

-Vuelve a tu agujero antes de que llame a los morlocks -le dijo Seabury. Puede que él no fuera un luchador, pero conocía a suficientes guerreros-. O tal vez prefieras vértelas con Delta Wave Welcome. Seguro que está por aquí y sólo tengo que llamarla.

-¡Esto no ha terminado aquí! -gritó el reptiliano mientras huía tropezándose con los cables y los tornillos que caían de lo que se suponía que era una cámara de fotos.

El reptiliano encontró una entrada al alcantarillado y se metió allí, dejando un rastro de trozos de aparato fotográfico. Seabury suspiró agradecido por que no hubiera sido tan complicado vencer al enemigo. Se volvió hacia el grupo del suelo y vio que fueron levantándose confundidos. Seguro que no sabían ni dónde estaban.

-¿Qué ha pasado? ¿Qué ha sido de Eliphas Slyther? -se preguntaba Daisy, que despertó del embrujo del reptiliano ya que estaba fuera de su alcance.

-No te preocupes, Daisy, hemos hablado muy seriamente con él y le ha quedado claro que no hay sitio para las pseudoterapias en la Universidad Miskatonic -le dijo Seabury orgulloso.

-Le hemos echado a patadas -corroboró Robert con una sonrisa.

-¡Quién me iba a decir que haría equipo con Robert Pickman para expulsar a un charlatán de las instituciones científicas!

-Cosas más raras se han visto en esta universidad -comentó Seabury.

-Bueno, ahora no podrás negar que existen los reptilianos. Has tenido uno delante -aprovechó para decir Robert.

-¡¿Qué?! Para nada, eso era un vulgar disfraz.

-¿Pero cómo iba a ser un disfraz? ¿Y su poder para hipnotizar a la gente?

-Seabury, por favor, dile a Robert que los reptilianos no existen.

-Hazla entrar en razón, Seabury, dile que era un reptiliano de verdad.

Seabury se les quedó mirando a los dos fijamente, y al final sacó su pipa del bolsillo.

-Mirad, a mi no me metáis en vuestros líos. Me voy a la facultad, que tengo mucho trabajo.

Y dicho esto, salió de allí dejándolos discutiendo todavía.

sábado, 19 de enero de 2019

Ashley Johnson y la amenaza subterránea


Enero no era el mejor mes en Arkham. El frío se adueñaba de la ciudad y la nieve era, prácticamente, una constante. Esto tenía sus ventajas y desventajas. Por un lado, los estudiantes no tenían demasiadas ganas de salir de fiesta, debido a las bajas temperaturas invernales. Pero, por otro lado, eso no impedía que las juergas universitarias cesaran o la actividad de la ciudad, en particular la asociada a la Universidad Miskatonic, decayera. Y es que los arkhamitas, cuando el frío se recrudecía, simplemente caminaban menos por la superficie y se adentraban bajo tierra. Los túneles bajo la ciudad, ese entramado de pasillos y cámaras subterráneos que algunos achacaban a los tiempos coloniales pero que en algunos tramos parecían más antiguos y más extraños, se convertían en vía de paso para universitarios y ciudadanos en general. Por supuesto, había zonas cartografiadas, iluminadas y con sistemas de ventilación para su uso, aunque la red se extendía mucho más allá, con algunas zonas colonizadas o reclamadas por colectivos como el Equipo Exile de la Unión de Tribus Socialistas Morlocks o las tropas combinadas de los Reptilianos Nazis del Lado Oscuro y los Zeta-Reticulanos Nazis. En otros lugares, particularmente en la cercanía de los cementerios, eran los gules los que dominaban. La ventaja que tenían estos caminos subterráneos es que prácticamente se extendían por toda la ciudad y algunas ramificaciones se extendían casi hasta el valle superior del río Miskatonic y la comarca de Dunwich. Por ello, había entradas habilitadas y acondicionadas para su uso y otras en lugares insospechados. Ni que decir tiene que para los universitarios con ganas de fiesta eran un lugar idóneo para montar fiestas improvisadas (o no tanto) y para moverse entre las sedes de las fraternidades o los edificios en donde se organizaran las juergas.

Fue precisamente con una juerga como comenzó todo o, al menos, salió en parte a la luz. Realmente los estudiantes no necesitaban demasiadas excusas para montar una fiesta. Y en la Universidad Miskatonic sabían como hacerlo a lo grande. Claro, que también era la única ciudad universitaria donde los alumnos podían hacerlo en compañía de profundos del campamento de protesta contra la contaminación ambiental de Ocupa Arkham o con algún gul ocasional, habitualmente algo despistado. La cuestión era que, durante una celebración en los túneles, una pareja que buscaba un sitio algo más recogido para un alivio sexual rápido se encontró con algo que no esperaba. Y es que, mientras se desfogaban apasionadamente, comenzaron a escuchar unos ruidos extraños. Obviamente, en una red de túneles enorme hay mucho eco, particularmente si no demasiado lejos hay una fiesta estudiantil. Pero estos sonaban más raros de lo habitual, y el efecto de resonancia de los túneles hacía difícil identificar el origen de los mismos. Sin hacer demasiado caso a esto continuaron a lo suyo y, tras acabar, mientras ella se subía las bragas, pasó algo que hizo que las soltara de golpe por la impresión. Una gran armadura de combate altamente tecnificada y voluminosa, con el emblema de Omicron Scorpions, apareció por un recodo. Se trataba de una armadura Acorazado de clase GodHunter, lo último en tecnología de pacificación y combate urbano de la corporación NWE, una plataforma movil acorazada y fuertemente armada preparada para combatir entidades sobrenaturales y alienígenas de gran poder. La enorme armadura encendió un par de focos en su parte frontal cegando a la pareja que se había quedado congelada en el acto de vestirse y arreglarse la ropa. Durante unos segundos se hizo el silencio. Entonces una voz surgió del coloso blindado.

-¡Maldita sea! ¡Ya decía yo que no era por este túnel! ¡Y vosotros, acabad de arreglaros y la próxima vez buscaos otro sitio para follar!

La pareja, impresionados y asustados, se acabaron de ajustar la ropa a toda prisa y salieron por piernas. La enorme armadura avanzó un poco más y se detuvo. Tras ella surgieron tres extrañas figuras: una colosal araña que sostenía una fregona de combate, una enorme tortuga galápago con cuatro damanes sobre su caparazón que sostenían un disco con una serpiente enrollada a su alrededor y un fresno bonsai sobre este y un dinosauroide. Tras comprobar que aquella no era la ruta que buscaban, o al menos no la que les llevaba a su objetivo, se detuvieron unos instantes. Para los habitantes de Arkham, los fenómenos inusuales y los personajes estrafalarios no eran nada del otro mundo. De hecho, tan sólo el hecho de que la pareja eran estudiantes con poco tiempo en la universidad había hecho que se mostraran tan confundidos y asustados (además, el hecho de que te pillen con las bragas bajadas justo después de tener sexo desmonta a cualquiera). Y es que, aunque el Equipo Tiamat de Omicron Scorpions no sacaba a menudo por la ciudad sus armaduras GodHunter, estas se habían vuelto relativamente conocidas. Así pues, para la capitana Ashley Johnson no resultaba extraño encontrarse a unos estudiantes de fiesta en los túneles. Lo que le molestaba es que o bien se habían perdido o bien la escurridiza presa que andaban buscando andaba por esa zona. Y, sinceramente, no le apetecía que se organizara una película slasher en vivo en los niveles subterráneos de la ciudad. Por ello, la mujer indicó a Summanus que sacara el plano. Tenían que verificar su posición y establecer cuales serían sus próximos movimientos. El dinosauroide se acercó y desplegó el plano que tenían de los túneles. Era uno oficial del ayuntamiento de Arkham pero lleno de moficiaciones hechas con bolígrafo o rotulador, con notas y nuevos trazados añadidos. Araknek se acercó a ellos y juntos comenzaron a estudiarlo. Tras una breve discusión, lograron ponerse de acuerdo en cual había sido la bifurcación que habían tomado mal, y es que no siempre era fácil orientarse allí abajo. Sobre todo cuando te metes por túneles no cartografiados y sólo encuentras a un gul borracho para pedirle indicaciones. Así pues, ya que parecían haber perdido la pista y que tal vez la fiesta pudiera servir para atraer a su objetivo, optaron por patrullar la zona.

Esta vez decidieron poner en cabeza a Pequeña T'Auin, la tortuga, ya que parecía orientarse bastante bien allí abajo. Tal vez fuera porque al ser un animal procedente de las Tierras del Sueño estaba más acostumbrada a geografías poco definidas o que podían alterarse sin previo aviso. Por ello, parecía ser la más apropiada para abrir el camino, al menos en ese tramo que era menos peligroso. Y es que los túneles y pasadizos aumentaban progresivamente su peligrosidad y rareza en función de lo lejos que estuvieran de las zonas cartografiadas y acondicionadas para su uso. Así pues, en las zonas más inseguras era Ashley la que abría camino, ya que podía hacer frente a cualquier amenaza que se encontraran, aunque estas consistieran en un cthonian mormón adolescente que insistía en venderles su extraña y psicotrónica versión del Libro de Mormón según el cual, Jesús se apareció por tercera y última vez a los cthonians del Medio Oeste americano; una orgía de kobolds con dos mujeres shide y el gusano trololó.

Afortunadamente, las zonas más transitadas y acondicionadas de los túneles eran más seguras, por ello, aparte de algún vendedor de seguros perdido, los ocasionales estudiantes que iban de una fiesta a otra y alguna que otra pareja más que se vio en un coitus interruptus ante la repentina aparición del grupo (no hay nada que corte más el deseo sexual que encontrarte de golpe con una armadura de combate, un dinosauroide, una araña gigante y una tortuga galápago del mundo), no parecía haber rastro alguno de su objetivo.

Una hora más tarde, dieron por fin con lo que andaban buscando: Se trataba de una masa traslúcida y gelatinosa que ocupaba por completo el túnel. En su interior se veían algunos restos de basura que se podía encontrar habitualmente en los túneles, particularmente después de las fiestas universitarias. Sin embargo aquella masa no estaba quieta. Se movía despacio, sin prisas, lentamente, pero parecía no detenerse ante nada. El hecho de que bloqueara el túnel por completo dificultaba un poco sus acciones. A esto había que añadir que se dirigía directamente hacia una fiesta de estudiantes. Por ello, optaron por adelantarlo por otro túnel y plantarle cara de frente para así destruirlo antes de que llegara a su objetivo o, en el peor de los casos, distraerlo y llevarlo por otro camino.

Con el plano y el conocimiento que tenían de aquella zona no les resultó dificil adelantar a la criatura. El ser, un cubo gelatinoso invocado por Marty Eye Gore para sembrar el caos esa noche, sabiendo que los túneles estaban llenos de fiestas de universitarios, era particularmente lento, pero su aspecto traslúcido podía ayudar a pasar desapercibido en los túneles más oscuros. Afortunadamente, el plan había sido descubierto por las arañas que merodeaban por los niveles subterráneos de Arkham, que se lo comunicaron a Araknek. Ésta aviso a Summanus y juntos decidieron ponerse manos a la obra y buscar la forma de frustrar los planes de Marty. Pequeña T'auin, que se aburría, decidió unirse a ellos. Además, la tortuga, con su penetrante mirada, era capaz de intimidar a los estudiantes más borrachos y decididos. Y, si se resistían, podía lanzar su cabeza como un proyectil para dar un fuerte golpe en el estómago o morder con saña la zona inguinal, lo que dejaba a los hombres bastante controlados. Esto les había resultado de utilidad durante la primera parte de su viaje, mientras buscaban los rastros de Marty en las zonas más utilizadas antes de adentrarse en los caminos menos explorados y usados. Pero, teniendo en cuenta que no sabían a que se enfrentaban exactamente, decidieron contar con algo de músculo de apoyo. Lamentablemente, no parecía haber nadie disponible, hasta que se les ocurrió llamar a Ashley Johnson. Ésta, que se esperaba una noche aburrida en su casa, aceptó encantada. Al menos entraría en acción, ya que estaba algo oxidada y bastante aburrida. Así pues, tras una larga búsqueda en la que Marty Eye Gore parecía haberse escondido hábilmente, lograron dar con el rastro del cubo gelatinoso y, tras perderse un par de veces y dar unas cuantas vueltas poco afortunadas, finalmente se disponían al enfrentamiento final.

Una ventaja de las armaduras GodHunter, que se había incorporado también a las versiones menores de estas, las Acorazado, era que disponían de módulos de armamento intercambiables. De esta forma se podían adaptar a las necesidades de la misión. Habitualmente, las GodHunters contaban con armamento cuerpo a cuerpo encantado, ametralladoras pesadas u otra arma pesada para enfrentarse a enemigos de talla XXXXXL, en esta ocasión Ashley había optado por una espada y un lanzallamas con un gran depósito de combustible que cargaba a la espalda de la armadura. Así pues, estaba lo mejor preparada posible para fuera lo que fuera lo que hubiera preparado Marty. Y es que en los túneles el lanzallamas podría resultar muy efectivo.

Cuando dieron la vuelta en la esquina, se encontraron a una decena de metros de su adversario. El cubo gelatinoso se movía a paso lento, sin prisa, y lo único bueno que tenía era que estaba dejando los túneles bastante limpios a su paso. Sin embargo, se dirigía directamente hacia una fiesta de estudiantes donde podía sembrar el caos y tal vez matar a algunos. Y no se lo podían permitir. Por ello, teniendo en cuenta que aquella criatura no parecía demasiado vulnerable a cualquier ataque físico, ya que se trataba de un enorme montón de gelatina viviente, Ashley optó por usar el lanzallamas. Esto, que a priori parecía una buena idea, no dejaba de tener sus inconvenientes. Y es que, aunque el fuego empezó a quemar aquella cosa sacada de un manual de monstruos de Dungeons & Dragons, destruyéndola de forma bastante efectiva, había un poco afortunado efecto secundario: además del humo producido por la combustión que producía el chorro de llamas, el cubo gelatinoso era, principalmente, ácido. Aunque la membrana exterior contenía la acidez interior que era lo que disolvía y digería lo que fagocitaba el ser, una vez esta cobertura se deshacía por las llamas, el contenido de pH 1 quedaba expuesto. Por suerte quemaba muy bien, pero también producía un humo bastante espeso y tóxico.

Como ya se ha comentado, los túneles, al menos la parte acondicionada de los mismos, contaba con un buen sistema de ventilación. Y gracias a esto, buena parte del humo fue aspirada hacia el exterior, pero eso no impedía que los túneles comenzaran a llenarse de ese humo ácido, por lo que, mientras Ashley seguía quemando el cubo para destruir todo rastro del mismo, Araknek, Pequeña T'auin y Summanus tuvieron que salir corriendo hacia la fiesta más cercana para advertirles y hacerles desalojar los túneles.

La capitana de GodHunters no sabía como lo habían logrado sus compañeros, pues estaba concentrada en su trabajo, pero los gritos que se oían de fondo resultaban bastante explícitos. Así pues, la combinación de espeso humo y la repentina aparición de una araña gigante y una tortuga, seguidos por Summanus, había logrado su objetivo: que la fiesta se trasladara rápidamente a una nueva ubicación en otro lugar.
Más tarde, cuando el humo ya se disipaba y no quedaba rastro alguno de la criatura, el equipo se reunió de nuevo. Por el momento habían logrado contener una nueva amenaza contra la paz de la ciudad. Pero no habían logrado dar con Marty Eye Gore, lo que suponía un problema. Aunque ya habían tenido bastante acción por esa noche y el villano no volvería a actuar pronto, ya que tendría que preparar un nuevo plan malvado. Por ello, tras comprobar que todo había acabado relativamente bien, salieron a la superficie y se despidieron para ir a descansar. Una vez más, Arkham había sido salvada de una terrible amenaza.