sábado, 26 de enero de 2019

Las pseudoterapias llegan a la Universidad Miskatonic

El folio cayó delante de Seabury Q. Pickman y este alzó una ceja al leer su contenido. Se encontraba en la cafetería de la facultad, tomando un té caliente para quitarse el frío del invierno, y había estado leyendo el Arkham Advertiser para entretenerse. Tenía trabajos que corregir, pero ahora no tenía ningunas ganas de ponerse con eso. Leía un artículo sobre la próxima gala de Miss y Mister Innsmouth, que se realizaría próximamente, cuando el folio intruso se interpuso en su lectura.

Seabury alzó la vista y se encontró con una figura con brazos en jarras ante él. Se trataba de Daisy Springwood, y tenía una expresión de enfado evidente.

-¿Qué se supone que es esto? -preguntó Seabury.

-Dímelo tú -fue la respuesta de ella.

-Pues por lo que pone aquí, alguien quiere realizar una conferencia sobre curación a través de la Imposición de Manos Cuántica -leyó Seabury en el papel.

-Imposición de Manos Cuántica... ¡¿pero qué diantres es eso?! -exclamó ella.

-Pues no tengo ni idea, pero mi pensamiento científico se siente como si alguien le estuviera clavando una estaca. Además de eso ¿qué tengo que ver con esto? Te aseguro que no es cosa de Robert.

-Tranquilo, esta vez él no tiene nada que ver con este asunto. Se trata de un tal Eliphas Slyther, un charlatán que va vendiendo pseudoterapias por donde va. Parece que es un tipo bastante carismático, por lo que la gente escucha sus estupideces y le sigue a donde va con el cuento.

-No quiero parecer descortés, pero ¿qué tengo que ver yo con el tal Slyther?

-Espero que nada, pero me gustaría que me apoyaras en mi campaña para echar a este tipo de la Miskatonic. No podemos permitir que las pseudoterapias entren en una universidad tan moderna como esta. Suficiente tenemos con esa panda de la Fundación Wilmarth, que no hay forma de echarlos de aquí.

-Oh, si es por eso, tienes todo mi apoyo -dijo Seabury, y siguió con su periódico. Momentos después notó que la sombra de Daisy seguía allí, por lo que alzó la mirada otra vez.

-Tienes que ayudarme con esto. Voy a hablar inmediatamente con el decano, y no puedo ir sola.

Seabury lanzó un largo suspiro. Tenía cosas que hacer, pero no podía evitar estar del lado de Daisy. No podía dejar que entraran en la universidad esa clase de charlatanerías dañinas y peligrosas. Vale que no era tan peligroso como el Curso de Invocación del año anterior que acabó con un intento de invasión desde una dimensión donde sus habitantes tienen forma de donut, pero seguía siendo algo peligroso. Si alguien le preguntaba qué era peor, si un palurdo endogámico de Dunwich con el Necrocomicon o un idiota con carisma enseñando charlatanería, no estaba seguro de qué opción elegir.

-Bien, te acompañaré a ver al decano, pero ¿iremos sólo nosotros?

-A nadie más parece importarle, o están muy ocupados con los exámenes y trabajos. Bueno, a los de la Fundación Wilmarth no les he preguntado, prefiero dejarlos con sus tonterías.

Seabury se levantó mientras cerraba el periódico.

-Bien, detengamos a ese pérfido Eliphas Slyther.

Seabury y Daisy salieron de la cafetería y caminaron por el campus en dirección al despacho del decano. Por el camino vieron carteles de la conferencia de Slyther por todas partes, como si alguien se hubiera dedicado a forrar todas las paredes posibles.

-Mmmm antes no recuerdo que estuviera todo eso aquí -dijo Seabury.

-Ha debido de pegarlos algún seguidor de Slyther. Creen ciegamente sus tonterías -explicó Daisy.

De repente, un individuo con una mochila llena de panfletos y de folios anunciando la conferencia pasó ante ellos y le pegó a Daisy un cartel en la cara.

-¡Eh! ¡Pero bueno! -exclamó ella arrugando el papel.

-Tenéis que ir a la conferencia de Slyther, es lo mááááááśs -dijo el individuo con un tono de voz similar al que tendría alguien recién levantado sin el café matutino.

-Perdona, pero ¿me puedes explicar en  qué consiste eso de la Imposición de Manos Cuántica? ¿Es que el tal Slyther tiene varios niveles de Paladín y de Físico? Porque es la única manera de que esas palabras puedan estar en la misma frase sin que sea una soberana estupidez -dijo Seabury.

-No lo entiendes, es una terapia natural, naturaaaaal, y además milenaria, la han practicado en la meseta de Leng desde tiempos inmemoriales. Eliphas Slyther es el recipiente de la sabiduría de los chamanes cuánticos.

-Ya... chamanes cuánticos de Leng ¿tú te escuchas cuando hablas? -preguntó Seabury.

El individuo miró a Seabury con una expresión que no parecía estar muy lejana de la locura.

-Tú no lo entiendes, la ciencia oficial te tiene atrapado en su red, pero Eliphas Slyther te liberará de tu cautiverio.

El individuo pegó otro cartel en la cara de Seabury y siguió su camino.

-¿Ves? ¡Están chiflados! -exclamó Daisy.

-Ya... muy cuerdo no parecía -comentó Seabury mientras se quitaba el papel de la cara. Había escuchado y leído a seguidores de las pseudoterapias anteriormente, pero algo en este le hacía sentir un escalofrío. Había algo extraño en él. Algo que no le gustaba nada.

la pareja cruzó el campus sin más incidentes y se dirigió al despacho del rector. Una vez llegaron al edificio de la rectoría, se dieron cuenta de que lo rondaba un individuo con una gabardina extragrande y un sombrero, que se escondía detrás de un periódico que no lo ocultaba para nada. A Seabury no le costó nada adivinar que se trataba de Robert.

-Robert ¿qué estás haciendo aquí? -preguntó.

El otro dio un respingo y soltó el periódico, que se desperdigó por el suelo.

-¿Cómo has sabido que era yo? Voy de incógnito.

-Sí, pues te has ocultado perfectamente -dijo Daisy intentando esconder una sonrisa.

-Robert, en serio ¿qué haces de incógnito en el edificio del rectorado? -insistió Seabury.

-Estoy aquí vigilando la llegada de un enemigo -contestó Robert-. Hay un reptiliano que está intentando alguna maldad en esta universidad.

-Ya... un reptiliano -comentó Daisy.

-Sí. Puede que tú no creas que hay reptilianos horadando en las instituciones de Arkham porque te ciega tu escepticismo, pero los que estamos despiertos lo sabemos. Se trata de Eliphas Slyther, se hace pasar por un terapeuta, pero un compañero himbestigador lo grabó en un momento en el que le falló el holograma. Tengo el vídeo que puede probarlo... en casa, en el ordenador.

-Vaya, qué casualidad que nosotros también estamos aquí por Eliphas Slyther ¿pero por qué ibas a rondar el rectorado? Él no está aquí -dijo Seabury.

-Pero está a punto de venir. Le fotografiaré con mi cámara especial comprada en la Teletienda Magufa, que es capaz de eliminar todo tipo de disfraces y mostrar al verdadero monstruo.

Robert enseñó lo que parecía una cámara de fotos a la que le habían acoplado unos hierros y otros ¿dispositivos? que parecían salidos de una película de ciencia-ficción antigua.

-Robert, te hemos dicho cantidad de veces que no compres en ese sitio...

-Siento desilusionarte, Robert, pero ese tipo no es un reptiliano, entre otras cosas, porque los reptilianos no existen. Sólo es un caradura, como los otros vendedores de pseudoterapias, de los que seguro que no te quejarás -dijo Daisy.

-¿Qué? ¡No! ¿Qué te hace creer que soy tan tonto como para creerme las chorradas de las pseudoterapias?

-Eh... -Daisy prefirió cerrar la boca.

-Shhh ¡se dirige hacia aquí! -exclamó Robert echándose al suelo como si alguien hubiera lanzado una granada.

Daisy y Seabury se giraron y vieron caminar hacia el rectorado a un individuo muy bien vestido, con una sonrisa radiante en el rostro y un pelo perfectamente peinada. Junto a él iba un grupo de personas que parecían seguirle como si se tratara del mesías.  Seabury se fijó en las miradas de sus acompañantes, parecían estar drogados o tremendamente atontados por la presencia de aquel tipo.

-¡¡¡Fuera las pseudociencias y las pseudoterapias de nuestras universidades!!! -exclamó de repente Daisy alzando un puño al aire y cerrando el paso a Eliphas Slyther.

-Disculpe, señorita, pero mi terapia por Imposición de Manos Cuántica está verificada por la medicina tradicional, que se aleja de las conspiraciones de las farmacéuticas, que sólo quieren hacer negocio -dijo con un voz meliflua que encantaba a sus seguidores.

-Aquí no vamos a aceptar tus tonterías, charlatán, esta es una universidad respetable que...

Daisy no pudo terminar su discurso porque fue atropellada por un himbestigador de incógnito que intentó tomar la mejor foto con su artefacto, que comenzó a hacer ruidos como si varias piezas se estuvieran atascando.

-¡Has inutilizado mi cámara, monstruo! -exclamó Robert mientras su aparato se hacía pedazos.

-Disculpe, amigo, pero yo no he tenido que ver nada con eso -le dijo Eliphas Slyther.

-¡No puedes esconderte de mi, reptiliano! por mucho que intentes ocultarte, mostraré la verdad al mundo ¡Les haré salir de la matrix!

Seabury no sabía si sentir vergüenza por aquella situación cuando la puerta del rectorado se abrió y salió un encargado de la limpieza con la fregona y el cubo de agua.

-¡Ajá! Ya sé cómo descubrirte... -dijo Robert. Cogió el cubo de agua del encargado de la limpieza y se lo tiró a Eliphas Slyther, que se cubrió de agua con limpiasuelos del bueno -en la Miskatonic no reparan en gastos a la hora de la limpieza.

Contra todo pronóstico para todos, Eliphas Slyther comenzó a parpadear como si fuera una televisión que perdía la transmisión y el carismático terapeuta fue sustituido por una criatura escamada y con fría mirada de reptil.

-¡¡¡Aaaarrrgh!!! ¿Cómo sabías que los fluidos de ese cubo destrozarían mi holograma? -exclamó el reptiliano que antes era Eliphas Slyther.

-Lo vi el otro día en un documental sobre unos soldados estadounidenses que se enfrentaban a un alien en una selva sudamericana -respondió Robert.

Seabury torció el gesto. De alguna manera Robert había tenido razón y Eliphas Slyther era un reptiliano. Empezaba a ser preocupante la de veces que Robert venía con una supuesta conspiración que resultaba ser cierta.

-Veeeeenga, quítate ese disfraz, amigo, no vas a engañarme con esa tontería -le espetó Daisy al reptiliano.

Los ojos del reptiliano se clavaron en los de la científica y esta se quedó congelada.

-¡Ahora me desharé de vosotros, impertinentes jovenzuelos! -exclamó el reptiliano.

-¿Qué le has hecho a Daisy? -dijo Seabury.

-Lo mismo que le he hecho a esta panda de idiotas, y lo que tengo intención de hacer con el rector de esta universidad ¡hipnotizarla! Así podré extender terapias absurdas para destruir la comunidad científica de esta ciudad y podremos atacar sin problemas ¡A por ellos, mis seguidores!

El grupo zombificado se lanzó sobre Seabury y Robert, pero cuando estuvieron a punto de caer sobre ellos, alguien saltó como un rayo y con ágiles movimientos redujo a todos los seguidores con un palo y los golpes de sus piernas. Se trataba del encargado de la limpieza.

-¡Alto ahí! ¡Soy un limpiador de nivel 20 entrenado por la mismísima Araknek y no permitiré que piséis lo fregado ni que os peleéis aquí llenándolo todo de mierda! -exclamó el encargado de la limpieza.

El reptiliano bufó de rabia. Fue a intentar el mismo truco de hipnotismo con el de la limpieza, pero un cacharro lleno de cables le cayó en la cabeza y se le enredó.

-¡Estúpido reptiliano, la humanidad no está indefensa! ¡Los despiertos os expulsaremos! -exclamó Robert.

-Derrotado por ineptos -siseó el reptiliano, que no conseguía quitarse los cables de la cara y que se enganchaba más cuanto más se movía.

-Vuelve a tu agujero antes de que llame a los morlocks -le dijo Seabury. Puede que él no fuera un luchador, pero conocía a suficientes guerreros-. O tal vez prefieras vértelas con Delta Wave Welcome. Seguro que está por aquí y sólo tengo que llamarla.

-¡Esto no ha terminado aquí! -gritó el reptiliano mientras huía tropezándose con los cables y los tornillos que caían de lo que se suponía que era una cámara de fotos.

El reptiliano encontró una entrada al alcantarillado y se metió allí, dejando un rastro de trozos de aparato fotográfico. Seabury suspiró agradecido por que no hubiera sido tan complicado vencer al enemigo. Se volvió hacia el grupo del suelo y vio que fueron levantándose confundidos. Seguro que no sabían ni dónde estaban.

-¿Qué ha pasado? ¿Qué ha sido de Eliphas Slyther? -se preguntaba Daisy, que despertó del embrujo del reptiliano ya que estaba fuera de su alcance.

-No te preocupes, Daisy, hemos hablado muy seriamente con él y le ha quedado claro que no hay sitio para las pseudoterapias en la Universidad Miskatonic -le dijo Seabury orgulloso.

-Le hemos echado a patadas -corroboró Robert con una sonrisa.

-¡Quién me iba a decir que haría equipo con Robert Pickman para expulsar a un charlatán de las instituciones científicas!

-Cosas más raras se han visto en esta universidad -comentó Seabury.

-Bueno, ahora no podrás negar que existen los reptilianos. Has tenido uno delante -aprovechó para decir Robert.

-¡¿Qué?! Para nada, eso era un vulgar disfraz.

-¿Pero cómo iba a ser un disfraz? ¿Y su poder para hipnotizar a la gente?

-Seabury, por favor, dile a Robert que los reptilianos no existen.

-Hazla entrar en razón, Seabury, dile que era un reptiliano de verdad.

Seabury se les quedó mirando a los dos fijamente, y al final sacó su pipa del bolsillo.

-Mirad, a mi no me metáis en vuestros líos. Me voy a la facultad, que tengo mucho trabajo.

Y dicho esto, salió de allí dejándolos discutiendo todavía.

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