jueves, 28 de diciembre de 2017

Weird Christmas IV: El advenimiento de Saturno (parte 2)

La Ley de Murphy es un enunciado de corte más bien fatalista y algo pesimista que se puede aplicar a todo tipo de ámbitos y trata de explicar los hechos acaecidos. Básicamente se basa en el siguiente postulado: «Si algo puede salir mal, entonces saldrá mal».

En Arkham hay una particular variante de este principio a la que se denomina «Efecto Arkham» y que se basa en la experiencia sobre la “normalidad” de la ciudad y la aplicación de la entropía en la misma, que, en ocasiones, recibe algún empujoncito por parte de Nyarlathotep o, más recientemente, de la diosa sumeria del Caos Primordial Tiamat. El enunciado es el siguiente: «Algo siempre va a salir mal de forma extraña, desconcertante y/o absurda en el momento más inesperado».

Así pues, teniendo en cuenta el Factor Arkham y la Ley de Murphy, era obvio que la visita de Saturno, el dios antes conocido como Cronos, iba a traer cola y verse aderezada por algún fenómeno poco afortunado y menos bienvenido. Y así fue que, mientras Saturno salía a las calles de Arkham (los vecinos ya estaban acostumbrados a la ocasional visita de Dagón y otras manifestaciones similares, así que tampoco le prestaban demasiada atención), desde los túneles bajo la ciudad, en concreto desde las bases del Ejército Reptiliano Nazi del Lado Oscuro, tanto la próxima a la playa como la del interior, los motores se ponían en marcha y, en breve, se iniciaría la invasión navideña de Arkham.

Dirigida por el Generalleutnant Schneider montado en su Volkswagen Kübelwagen modelo 82 de mando, escoltado por varias unidades de Einsatzgruppen montados en sus minis, la toma de la ciudad comenzó. Tras los minis, aparecieron las panzerdivision con sus minitanques y acompañados de algún Führer hombre serpiente degenerado. Desde la zona próxima a la playa, las tropas anfibias de los RNLO tomaban posiciones, acompañadas por escuadras de sharkjellyfishes con exoesqueletos adaptados para permitirles moverse fuera del agua y equipados con depósitos de agua marina y de oxígeno para poder respirar y mantenerse hidratados. Desde las afueras de la ciudad entraron un robot gigante nazi Mk II y varios escuadrones de armaduras potenciadas, exoesqueletos blindados Ritter Mk IV. Formando filas ordenadas y con un ritmo de avance implacable y perfectamente coordinado y sincronizado, la invasión de la ciudad por parte del ejercito reptiliano habría sido capaz de hacer temblar a cualquiera y de hinchar de fervor los corazones de los partidarios de la ideología de estos seres.

Pero algo extraño estaba sucediendo. Pese al aire marcial de la marcha militar y el impactante avance, la gente no parecía asustada, sino alegre y recibía a los reptilianos nazis con muestras de regocijo y aplausos. Aquello no estaba saliendo como esperaban. ¿Tanto tiempo tratando de conquistar la ciudad y fracasando estrepitosamente para que, de improviso, los recibieran con aplausos y vítores? ¿Acaso habría bastado desde un principio con hacer semejante despliegue de poder militar? ¿Y donde estaban sus archienemigos, los morlocks comunistas del Equipo Exile? Todas estas preguntas tendrían su respuesta, pero, lo primero era averiguar que había sido de los posthumanos venidos del futuro de una línea temporal alternativa en la que formaban una sociedad marxista casi utópica. Y es que, hartos de los villancicos y del consumismos capitalista, habían optado por una retirada estratégica, retirándose a Dunwich, donde habían copado los Alojamientos Turísticos La Llave y la Puerta para gran regocijo de las welclones. Así pues, por ese lado, el camino parecía expedito. Sin embargo, estaba por resolver el tema del aparente regocijo con que eran recibidos. Los Reptilianos Nazis del Lado Oscuro ya tenían claro que, tarde o temprano, deberían enfrentarse a alguno de los defensores habituales de la ciudad. Pero, por el momento, todo parecía ir bien, ¿o no? Al Generalleutnant Schneider le seguía reconcomiendo el recibimiento que les estaban dando hasta que, finalmente, cayó en la cuenta de lo que estaba pasando: Todos y cada uno de los soldados y vehículos estaban usando el camuflaje especial para operaciones de invierno, pero la modalidad “Solsticio invernal”, preparada para actuar de forma encubierta en las festividades conocidas propias de esas fechas del año. Traducido: Todos y cada uno de los soldados iban vestidos de Santa Claus y sus ayudantes elfos, y los vehículos estaban adecentados como trineos cargados con sacos llenos de regalos o a modo de árboles navideños con ruedas. Así pues, para los habitantes de Arkham lo que sucedía es que estaban viendo un desfile muy colorido con temática navideña. Pese a todo, y debido en parte al orgullo reptiliano y en parte al hecho de que los planes de los RNLO a menudo parecían sacados del guión de una mala película de serie B, Schneider optó por seguir adelante. Por lo menos, el camuflaje les ayudaba a mantener el factor sorpresa. Si ocupaban a tiempo todas las localizaciones importantes de la ciudad, podrían hacerse con el control de la misma de forma rápida, eficiente e incruenta.

La Universidad Miskatonic, junto con el Ayuntamiento, eran dos puntos importantes a controlar. Afortundamente, el Acalde Rice, acostumbrado a los peculiares acontecimientos producto del Efecto Arkham, que solían multiplicarse en fechas señaladas, había hecho instalar un sistema de seguridad de alto nivel, capaz de convertir el edificio en un bunker muy difícil de penetrar. Además, el máximo mandatario de la ciudad había hecho reunir en aquel lugar a su mujer y su amante (que se llevaban sospechosamente bien desde las navidades pasadas cuando Welcome se ocupó de reconciliarlas) y al equipo Tiamat de GodHunters de Omicron Scorpions. Cualquiera que intentara tomar el Ayuntamiento de Arkham por la fuerza lo iba a pasar bastante mal.

Pero antes de que las tropas reptilianas llegaran hasta sus puntos clave, primero debían cruzar la ciudad. Por ello, una de las columnas pasó por las inmediaciones del Arkham City Mall, donde Summanus y Brontes trataban de guiar a Saturno, antes conocido como Cronos, a través de la ciudad sin que se montara algún desastre. Así pues, cuando los primeros Reptilianos Nazis del Lado Oscuro ataviados con sus disfraces navideños giraron una esquina y se encaminaron hacia los dos dioses y el dinosauroide, quedó claro que algo iba a pasar.

Saturno, que seguía siendo un gigante, contempló sorprendido la parada militar navideña, pero Brontes y Summanus no tardaron en darse cuenta de lo que estaba pasando. En esta ocasión, les tocaba a ellos salvar la Navidad. El cíclope se alegró, a fin de cuentas, hacía tiempo que no se metía en una pelea a su altura, ni les daba una buena paliza a los RNLO. Por ello, invocó su armadura y sus armas. Así, ataviado como un hoplita heavy cuyo vestuario ha sido diseñado por H. R. Giger, con un martillo en cada mano, se preparó para entrar en acción. Summanus, por su parte, no disponía de poderes semejantes, y su arsenal personal estaba en La Llave y la Puerta. A fin de cuentas, él era el administrador y director de la residencia, no era habitual que tuviera que entrar en combate. Pero sabía de alguien que, pese a ocuparse habitualmente de tareas burocráticas, administrativas y rutinarias, no tenía reparo en meterse en una buena pelea. Bueno, a pesar de ello o a causa de ello. Así pues, sacó su teléfono móvil y llamó a El que Legisla tras el Umbral. El Primigenio legal estaría encantado de desempolvar sus armas y meterse en una reyerta con los RNLO o con quien hiciera falta. Pero, mientras tanto, tenían que tratar de no montar demasiado follón dentro de las calles de Arkham.

Saturno, sorprendido ante las acciones de sus guías en la ciudad, les interrogó al respecto. No fue fácil explicarlo de forma breve, pero lo lograron. Al dios no le resultó demasiado difícil comprender que esos sujetos escamosos con sus extrañas ropas y sus vehículos lo que querían hacer era conquistar la ciudad y establecer un reinado oscuro que, entre otras cosas, acabarían con todas las tradiciones y celebraciones conocidas, incluidas las referentes al propio Saturno. También entendió que tanto Brontes como Summanus formaban parte de los defensores de Arkham para enfrentarse a este tipo de amenazas. Por ello, ya que se había reencontrado con un viejo conocido y que aquel mundo no parecía estar tan mal, pese a los cambios que había encontrado, decidió apoyarles.

No hay que olvidar que Saturno, o Cronos como fue llamado originalmente, tenía poder sobre el tiempo, ya que este era su dominio divino. Así pues, se preparó para entrar en combate, aunque estaba algo oxidado, pues llevaba bastante sin ejercer. Por ello, y para evaluar las capacidades de sus nuevos amigos, decidió verles en acción. Brontes, que, como ya se ha comentado, llevaba tiempo sin estar en una pelea a su nivel, optó por desatarse su poder pero con precaución para causar los mínimos daños posibles. Hay que recordar que, tanto el cíclope como los demás dioses, ya sean los que forman Alfa Strike como los que van de forma independiente, no suelen liberar todo su potencial. Su tiempo como entidades superpoderosas que regían el destino de los hombres ya quedó atrás, y prefieren dedicarse a otros asuntos más productivos. Eso no quiere decir que, ocasionalmente, les guste estirarse un poco y ponerse en modo dios.

Así, fue un Brontes desatado el que se puso en el camino de la marcha militar reptiliana. Estos, al ver al musculoso coloso ante ellos, optaron por tratar de arrollarlo. Pero el cíclope, que no estaba dispuesto a dejarse atropellar, cargó contra la columna, destrozando a martillazos el primer vehículo, un mini que quedó rápidamente reducido a chatarra. Para los demás, provocó una serie de relámpagos en cadena que frieron los motores, inutilizándolos. Tras esta demostración de poder, los RNLO tuvieron que reagruparse y redirigir las columnas hacia la posición de Brontes, donde se había iniciado la batalla por Arkham. Mientras tanto, el cíclope aprovechó para acabar de reducir a chatarra los vehículos y enzarzarse en feroz contienda contra los soldados reptilianos. Bueno, eso de enzarzarse es un decir. A fin de cuentas, Brontes, incluso sin desplegar todo su poder, era un adversario bastante peligroso. En pleno modo dios, era, sencillamente, imparable contra las unidades de infantería de los reptilianos. Por ello, no necesitó demasiado tiempo para acabar con aquella columna. Sin embargo, se acercaban refuerzos a la zona, por lo que las cosas se iban a complicar bastante en las calles. Pero Saturno, que se había divertido al ver actuar a Brontes, decidió que ya era hora de demostrar para que servían sus poderes.

El dios alzó las manos y, de inmediato, detuvo el tiempo a todas las unidades reptilianas. Todas las tropas de los invasores lacerto-nazis quedaron congeladas. En realidad, lo que sucedía es que el tiempo para ellas transcurría sumamente despacio. El siguiente paso de Saturno fue sacarlas de la corriente temporal, detenerlas por completo y dejar que el tiempo siguiera su avance. No fue durante mucho tiempo. A fin de cuentas, Saturno llevaba mucho sin ejercer sus poderes y lo que quería hacer requería precisión. Pero, a fin de cuentas, la velocidad media de rotación de la tierra es de 29,8 km/s por lo que, si los mantenía estáticos y fuera del tiempo un sólo segundo, se verían desplazados a casi 30 km de distancia. Por ello, 5 segundos más tarde, los sorprendidos y aturdidos reptilianos, con el  Generalleutnant Schneider sumido en el más absoluto desconcierto, se encontraron en perfecta formación de columnas a cerca de 150 km de la ciudad. Ciertamente, tenían por delante una larga marcha para volver a las bases. Y es que el ataque podía considerarse un fracaso. No sólo los defensores habían hecho gala de unas capacidades nunca vistas hasta el momento, sino que, además, estaban ya completamente prevenidos. Por ello, reconociendo la derrota, Schneider decidió ordenar la retirada. Ya llegaría el momento de un nuevo ataque. Mientras tanto, no había más remedio que volver a las bases y evaluar los daños.

Mientras tanto, en Arkham, Brontes y Summanus quedaron tremendamente sorprendidos ante los poderes de Saturno. Ciertamente era una figura a tener en cuenta, uno de los grandes dioses del pasado remoto, al nivel de Tiamat. Por suerte, no se había mostrado agresivo ni contrariado con su regreso, e incluso parecía haberse divertido al hacerse cargo de los reptilianos. Fue precisamente en ese momento cuando llegó El que Legisla tras el Umbral. Cuando le avisó Summanus estaba en su despacho de la residencia universitaria, por lo que no estaba lejos, y por ello, se presentó armado hasta los dientes, aunque con su traje habitual. Resultaba un tanto curioso verlo así, sobretodo porque había llegado tarde. Así pues, con el abogado armado y sin nada que hacer, optaron por, ya que estaban todos juntos, celebrar la saturnalia, la Navidad, el sol invictus, el Yule, o lo que fuera, total, era tiempo de festejos.

Por ello, mientras los RNLO trataban de organizarse para el regreso a las bases, las calles retornaban a la normalidad (o algo así) y dos dioses y un primigenio abogado optaban por montar su propia fiesta. Al mismo tiempo, en la habitación de Welcome en La Llave y la Puerta, la joven levantó la vista y alzó un momento la cabeza.

-¿Es cosa mía o acaba de pasar alguna cosa rara en las calles? -dijo.

La mano de Kate se posó sobre su cabeza y la empujó hacia abajo.

-Tu calla y sigue, que no quiero que me dejes a medias.

Evangeline, que tampoco iba a dejar pasar la oportunidad de hacer que su novia tuviera un orgasmo espectacular con sexo oral, bajó la cabeza y se deseó para sus adentros una feliz Navidad mientras se dedicaba a dar placer a Kate. Para ella no había nada mejor en ese momento ni mejor manera de disfrutar de las fiestas.

sábado, 23 de diciembre de 2017

Weird Christmas IV: El advenimiento de Saturno (parte 1)

Un chisporroteo y una explosión hicieron enmudecer al hilo musical del centro comercial. Ya habían sido demasiadas repeticiones de los mismos villancicos, todo el rato igual. Hasta una deidad del trueno como Brontes tenía un límite de paciencia. El no muy discreto rayo acabó con el bucle de villancicos y el cíclope respiró aliviado.

-Ya estaba harto -dijo.

-Podrías haber sido un poquito más sutil -comentó Summanus mientras miraba los altavoces echando humo.

-He sido todo lo discreto que he podido ser después de la decimonovena vez que ha sonado Jingle Bells -respondió Brontes -. Además, suficiente he tenido con el que me ha salido en el sorteo del Amigo Invisible de La Llave y La Puerta ¿El Gran y Poderoso E? ¿En serio participaba? Pero si es un sillón vacío ¡¿qué le regalo a un sillón?!

-No sé, una mantita o un forro... o un cojín -dijo Summanus intentando aguantarse la risa.

Brontes farfulló y siguió caminando entre las diversas tiendas del centro comercial que más se llenaba en esas fechas en Arkham. Efectivamente, estaba atiborrado, pero esta vez no tenía nada que ver con zombificaciones. Se trataba del consumismo habitual de las navidades. Hasta los profundos que habían ido a la ciudad por las protestas estaban haciendo compras navideñas. Aunque ellos fueran fieles seguidores de la Orden Esotérica de Dagón, las navidades se celebraban en todas partes. Los empleados de Byakhee Express se reunían en Kingsport para las fiestas, y en Las Tierras del Sueño también había celebraciones. Puede que cada uno tuviera su particular modo de celebración, pero en el fondo, todo era lo mismo. Aunque este año habría un invitado especial.

El móvil de Brontes comenzó a vibrar una y otra vez. Lo sacó del bolsillo para ver quién estaba dando tanta tabarra y se encontró con que eran notificaciones del ElderGodBook. Concretamente, notificaciones en un grupo llamado Dioses y Otros Seres Mitológicos Griegos. El origen de todo era un hilo que llevaba por nombre HA VUELTO (y no en forma de chapa). Brontes lo fue leyendo por encima mientras esquivaba compradores. Por lo visto, la mayoría de deidades griegas habían sentido una perturbación. Zeus se había escondido, y Hera aseguraba que no era con ningún ligue. Brontes no había sentido ninguna perturbación, pero esto quizá se debía a que los villancicos del hilo musical habían mantenido demasiado ocupado su odio. El hilo continuaba con algunos comentando que se dirigía a Arkham, ya que la publicidad del destino turístico divino había llegado hasta allí donde ÉL se encontraba.

-¿Qué es eso que miras con tanto interés? -preguntó Summanus.

-No sé... creo que se ha armado un jaleo y se dirige aquí -respondió el cíclope.

-Bien, se dirige aquí, menos mal, porque como aquí nunca pasa nada...

De repente, un temblor hizo bailar a todo el mundo en el centro comercial. Era como si algo enorme estuviera pasando por debajo del suelo de la ciudad. Un fuerte crujido y sonidos como rocas desintegrándose hicieron explotar algunos cristales, y el suelo del centro comercial se abrió como si alguien se hubiera llevado una porción de tierra de debajo. Todo el mundo se quedó mirando al oscuro agujero, del que salía polvo y una especie de humo, hasta que de allí surgió una mano, una mano grande, muy grande. La gente comenzó a apartarse, mientras el dueño de la mano iba saliendo del agujero. Se trataba de un humanoide de larga barba blanca del tamaño de un edificio de dos pisos. Si no fuera porque el centro comercial tenía tres, habría atravesado el tejado. Vestía lo que parecía un túnica bastante usada.

-Ho, ho, ho... oooh ough ¡cof! ¡Cof! ¡Cof! Cuanto polvo, pensaba que estaría más limpio el mundo -dijo el ser con una voz atronadora.

-¡Alguien ha agigantado a Santa Claus! -exclamó Summanus.

-¿Qué Santa Claus ni qué leches? -le dijo Brontes -. El que tienes delante es alguien más antiguo. Él estuvo aquí antes que todos nosotros, y reinó en la edad de oro olímpica... hasta que le dio por comerse a sus hijos.

-¿Me estás diciendo que es Cronos? -dijo Summanus retrocediendo lentamente.

-Disculpa, mortal de piel escamada, pero ya no respondo por ese nombre -le dijo la gigantesca figura -. Después de pasar eones encerrado por el mujeriego de mi hijo y su panda de traidores, fui descubierto por una simpática gente que no sé por qué le dio por llamarme Saturno. Eran tan majos que no les saqué del error... al menos me adoraban y me ofrecían fiestas y sacrificios, no como los ingratos de mis hijos.

-Entonces... ¿no vienes cabreado y con ganas de venganza? -preguntó Brontes.

-Oh, no, para nada. Milenios encerrado hicieron que se me pasaran las ganas de vengarme de nadie. Sólo he venido para ver cómo se celebran actualmente las festividades en mi honor, las saturnales.

Brontes y Summanus se miraron el uno al otro. Cronos creía que seguían celebrándose las saturnales. Seguramente se había perdido toda la historia desde la caída del imperio romano. Por lo tanto se había perdido todo el sincretismo de las saturnales y la fiesta del Sol Invictus con las celebraciones cristianas aderezadas con un poco de la iconografía de las festividades nórdicas. Quizás es algo que e Cronos no se tomara muy bien.

 -Poderoso Cronos... -fue a decir Brontes.

-Saturno. Ahora respondo al nombre de Saturno -le interrumpió la deidad.

-Vale... pues eso... me llamo Brontes, soy el único superviviente de mi generación de cíclopes, señor del trueno y las tormentas, y este es Summanus, un buen amigo. Quizás quiera usted que le mostremos las celebraciones actuales.

-¿Tú eres Summanus? -preguntó Cronos... eh... Saturno -En los tiempos que recibía constante adoración, también conocí a un dios con ese nombre. Si no recuerdo mal, era el dios de las tormentas nocturnas.

-Ese es otro Summanus -explicó el dinosauroide -. Si usted quiere, podemos llamarlo para que hablen de los viejos tiempos.

-Eso puede esperar, ahora quiero ver cómo los mortales celebran mi festividad.

La gigantesca deidad miró a su alrededor y se fijó en la gente cargada de bolsas y con paquetes con papel de regalo. En cuanto habían visto que no había peligro, los habitantes de Arkham habían seguido con sus fiestas navideñas.

-¿Qué hacen esos mortales, oh, Brontes de la tormenta? -preguntó Saturno.

-Están comprando regalos. Esos regalos los intercambiarán con amigos y familiares -explicó el cíclope.

-¡Oh, me alegra ver que las viejas costumbres de las saturnales no se han perdido! Intercambio de regalos... ¿también se celebrarán los banquetes?

-Comilonas de navidad... por supuesto, se celebran en familia y en cenas de empresa que acaban con la gente borracha perdida.

-¡Así me gusta! Banquetes como en los viejos tiempos. Con mucha comida, mucha bebida y embriaguez -dijo satisfecho Saturno -. Espero que también se mantenga la divertida costumbre del intercambio de papeles entre esclavos y señores.

-Eeeeeuh... hace mucho tiempo que se erradicó la esclavitud -dijo Brontes con un hilo de voz.

-¿Ya no hay intercambio de papeles? Pero si era de lo más divertido...

-Ya, pero los mortales vieron que la esclavitud era algo malo y decidieron abolirla -dijo Summanus.

-¡Bueno! Mientras lo demás siga igual no importa. Ahora dejadme ver esta famosa ciudad. Tengo entendido que el turismo divino es de lo mejor.

La gigantesca deidad fue caminando hacia las puertas del centro comercial y las atravesó. También atravesó la pared y todo lo que tenía por delante, dejando restos por todas partes.

-¿Qué hacemos ahora? -preguntó Summanus -Parece que está de muy buen humor, pero las celebraciones han cambiado mucho desde su época.

-Vayamos con él y hagamos lo posible por que no la líe. Con suerte será solo una visita más de un dios a la ciudad.

-¿Y si alguien de los habituales decide liarla?

-Esperemos que eso no pase.

                                                   *************************

En los túneles subterráneos bajo la ciudad de Arkham, unas pérfida inteligencias veían el espectáculo de la gigantesca deidad saliendo a las calles desde una pantalla. Eran un grupo de reptilianos que algunos habitantes de Arkham conocían muy bien. Los Reptilianos Nazis del Lado Oscuro, cuyos planes incluían encontrar el paso a la Tierra Hueca y, de paso, conquistar la superficie hasta que dieran con su objetivo. El que más animado miraba era el Generalleutnant Schneider, que fruncía el ceño y apretaba el ojo que mantenía su monóculo. Detrás de él, varios cargos inferiores y soldados rasos también eran testigos de las recientes novedades de Arkham.


-Essss perfecto -dijo Schneider -. Ahora que essssstán ocupadossss con la llegada de esssse gigante, esss el momento de lanzar nuessssstro ataque contra nuestros enemigosss de la sssuperficie.


-Pero, ssssseñor, la pressssencia de sssssereessss gigantesss es habitual en la ciudad ¿por qué esta es la ocasssión idónea? -preguntó un soldado reptiliano.


-Porque lasss otrassss vecesss Hermann no podía venir.


Varias voces salieron entre los soldados reptilianos.


-Sí, pobre Hermann ssssiempre que íbamosssss a realizar una invassssión le surgía algo.


-O ya había quedado y había que atrassssar el ataque.


-Oh, pero eso ya no importa -dijo Schneider con una sonrisa -. Hoy esss un día gloriossso. Es el día en que el Reich reptiliano conquissstará la ciudad de Arkham.


Los reptilianos comenzaron a movilizarse. Esas navidades, Arkham no sólo tendrían un invitado inesperado.

viernes, 15 de diciembre de 2017

Pesadilla en la cafetería de La Llave y La Puerta

Un especial en King-In-Yellow Size porque al autor se le ha ido de las manos

Las fechas navideñas hacían que, por la mañana, lo primero que le apetecía a Seabury Q. Pickman era una buena taza de chocolate caliente hecho por Unglaublich. Aquel ser ultraterreno tenía una capacidad especial a la hora de elaborar chocolate, el suyo sabía mejor que cualquier otro que hubiera probado Seabury.

Con la intención de tomar su dulce desayuno, se dirigía Seabury hacia la cafetería, pero por el camino le interceptó Summanus. A esas horas de la mañana no le apetecían líos, y menos aún sabiendo que, cuando llegara a la universidad, le esperaban unos cuantos trabajos sobre antropología realizados por alumnos que pretendían destruir la cordura de sus profesores, aunque no fuera intencionadamente.

-Buenos días, Seabury. La decoración de navidad de la residencia ya ha sido colocada. Hemos tenido que lidiar con varios habitantes de la dimensión de La Meseta del Sonido que querían servir de hilo musical navideño, pero con los últimos incidentes con hilos musicales y seres hechos de sonido, he preferido declinar la oferta.

-Una información muy interesante, Summanus pero ¿por qué me la cuentas a mi? Los asuntos de la residencia son más cosa de Anna y Harvey que mía.

-Ya, pero ellos tienen un problema en Dunwich. Alguien ha creado un muñeco de nieve que ha cobrado vida y está tirando bolas a todo el que se acerca. Cualquiera diría que eso es poca cosa, pero el dichoso las aprieta bien y hacen daño, así que tienen que acabar con él antes de que la cosa se le vaya de las manos a alguien.

-Oh, genial. Pues bien. Buen trabajo, Summanus. Sigue así -le contestó Seabury mientras sacaba su pipa del bolsillo de la chaqueta.

-¿No es muy temprano para fumar, si no es indiscreción? -preguntó el dinosauroide.

-No estoy fumando. Por las mañanas llevo la pipa sólo por costumbre.

-Vamos, que la llevas por postureo -dijo Summanus.

-No, no, querido amigo, no es algo tan trivial.

Summanus prefirió no seguir con el tema.

Cruzaron la puerta a la cafetería. Algunos huéspedes estaban desayunando en las mesas, y alguno tomaba un café bien cargado en la barra. Seabury fue directo a la barra para poder disfrutar de su deseado chocolate. Summanus se sentó a su lado. Uno de los camareros se acercó.

-Quiero una buena taza de chocolate caliente al estilo Unglaublich -dijo el profesor.

El camarero hizo una mueca.

-Lo siento, señor, pero Unglaublich está de vacaciones esta semana -contestó este.

-¡Oh, es verdad! Ha tenido que ir a una reunión de Servidores de los Otros Dioses y le hemos adelantado las vacaciones -aclaró Summanus.

-¿Eso quiere decir que no tendré su delicioso chocolate? ¡Hoy tengo que corregir trabajos que harían saltar los ojos al estudiante de artes arcanas más curtido! -se quejó Seabury.

-Venga, no será para tanto -le dijo Summanus.

-Son los alumnos de primero... no sabes los horrores que pueden surgir de algo escrito por los que se enteran menos del tema o buscan la información en sitios cuestionables. El profesor de Introducción a la Sociología del año pasado acabó peor que si hubiera leído El Rey de Amarillo.

-Quizás por cosas como esas hay gente que cree que tu universidad es una escuela de magia o algo así.

Seabury fue a contestar, pero el camarero que esperaba su pedido empezó a moverse con un baile extraño. Todo su cuerpo empezó a temblar después del bailoteo enfermizo y, después, de su boca surgió un espeso líquido oscuro que cayó sobre la barra.

-Menuda fiesta se pegaría este ayer, no he visto una vomitera peor desde la nochevieja que dio lugar al Mad Arkham -comentó Summanus.

El líquido que resbalaba por la barra comenzó a moverse y a tomar una forma tentaculada, que cogió un platillo y lo lanzó en dirección al dinosauroide.

-¡¿Pero qué leches bebió este tío anoche?! -exclamó Summanus.

De la zona de la cocina comenzaron a salir disparados platos, sartenes y cacerolas. Seabury y Summanus se agacharon ante el inesperado ataque. El dinosauroide asomó un poco la cabeza y vio que todo el equipo de cocina se encontraba en la misma situación que el camarero que tenían delante, y el extraño líquido oscuro se dedicaba a tirar todo lo que encontraba en su camino.

-Genial -dijo -, se van los que se encargan de estos líos a Dunwich y justo entonces se lía parda en la cocina de la residencia.

-¡¿Qué es eso?! -preguntó Seabury cuando fue a mirar por curiosidad y vio que todo el líquido oscuro se iba reagrupando en una espesa e informe masa.

-No creo que sea una resaca...

La masa informe lanzó una especie de alarido y comenzó a borbotear mientras con varios tentáculos destrozaba todo lo que caía cerca de ella. Ahora los camareros y cocineros estaban todos en el suelo, inconscientes.

Summanus volvió a asomar la cabeza y vio a la cosa moviéndose dejando un rastro en el suelo que cabrearía mucho a Araknek. No paraba de borbotear y golpear estanterías. Y, en un rincón, vio a uno de los trabajadores de la cocina, totalmente consciente e intentando esconderse en un armario.

-Allí hay alguien que puede darnos una respuesta a qué está pasando -dijo Summanus.

-¿Y cómo hacemos para alcanzarlo? -preguntó Seabury.

-Tendré que entrar ahí dentro, cogerlo y traerlo con nosotros.

-¿Vas a hacer eso?

-¿Prefieres ir tú, Seabury?

-¿Pero por qué tipo de chalado me tomas?

-Lo que esperaba.

Summanus dio un salto y entró en la cocina, agachado y aprovechando el sigilo de sus manos dinosauroides. Era fácil esquivar a la masa informe, ya que iba borboteando y rompiendo cosas, sólo había que ir por donde no hubiera jaleo. Llegó hasta el armario donde el pobre trabajador intentaba esconderse y, sin ningún reparo, lo sacó y se lo echó al hombro. En ese momento la masa amorfa se dio cuenta de su presencia y lanzó un alarido, tras lo que Summanus recibió una lluvia de materiales de cocina. Esquivó los que pudo y llegó hasta la barra, la cual saltó y volvió a su lugar de origen.

-Muy bien, amigo, vas a decirnos qué puñetas ha pasado aquí -preguntó el dinosauroide. Su disfraz de humano había recibido varios daños y el bigote falso se había quedado pegado a un zarcillo de la criatura amorfa.

-Lo único que sé es que, cuando hemos empezado a preparar los desayunos, hemos usado un tarro que había guardado con llave. Tenía un cartel que decía "cereales", pero dentro había una especie de arenilla oscura. Supusimos que serían cereales triturados y fuimos a cocinarlos.

-Mierda... mierda, mierda y más mierda -dijo Summanus -. El armario cerrado con llave es el de los ingredientes especiales de Unglaublich. Los guarda ahí para cuando quiere echarse un tentempié.

-Genial, y precisamente hoy está de reunión con sus coleguitas -masculló Seabury.

-No importa, llámalo por teléfono y pregunta qué diantres había en el bote de "cereales".

-¿Tú estás tonto, Summanus? ¿Cómo voy a llamarlo por teléfono si está a cientos de años luz de distancia de La Tierra?

-Su móvil es especial, como el de la mayoría de dioses, seres extradimensionales, y alienígenas que conocemos. Mediante una tecnología que haría mearse a un ingeniero humano esos teléfonos son capaces de recibir llamadas hasta desde otras dimensiones.

Seabury se encogió de hombros y sacó el móvil de su bolsillo. El tono de espera de Unglaublich era una polca que estaba empezando a sacarle de quicio, hasta que el servidor de los Otros Dioses respondió.

-¡Hola, Seabury! ¿Qué pasa? -dijo la inhumana voz que se escuchaba a través del dispositivo.

-No queríamos interrumpir tus vacaciones... -Una olla pasó casi rozando a Seabury -. Alguien en la cocina ha estado trasteando en tu armario y ha sacado algo que había en un bote que se supone que eran cereales, cuando han ido a preparar el desayuno, los "cereales" se han convertido en un engrudo negro que está destrozándolo todo.

-Ooooh ¿cómo se les ocurre abrir ese armario? ¿Y cómo lo han abierto, ya que estamos?

-¡No lo sé! ¡Eso es lo de menos! ¡Dinos qué diantres es esa cosa y cómo podemos detenerla!

-Pues se trata de café de las Híades. Está riquísimo, pero si no lo preparas con la elaboración adecuada, cobra conciencia de sí mismo, se mete dentro de criaturas inferiores para madurar, y después sale como una masa con mala leche. Es invulnerable a golpes, fuego, electricidad, denuncias de abogados o de la fiscalía, y la magia tampoco le hace nada.

-¿Me estás diciendo que esa cosa está hecha de café? -preguntó Seabury.

-Sí, café ¿por qué?

                                                             ***************

Los morlocks comunistas recibieron la llamada de los Pickman y estos pasaron el mensaje a Konstantin, que fue en busca de lo que se le había pedido. El morlock encontró lo que necesitaban sentado en un sillón viendo un episodio de Star Trek La Nueva Generación, le explicó el problema y saltó corriendo en dirección al túnel que llevaba a los sótanos de la residencia estudiantil.

                                                             ***************

La masa de café de las Hyades parecía estar cabreándose. Ya no sólo tiraba artilugios de cocina, ahora estaba lanzando camareros y cocineros, que eran atrapados por la lengua de Summanus antes de que se dieran un buen golpe. El ser no paraba de lanzar alaridos y extenderse  por toda la cocina. Ya amenazaba con salir fuera y seguir destrozando todo lo que se encontrase.

Entonces, la puerta de la cafetería se abrió de golpe, dejando ver a una morlock vestida con el uniforme de la Federación de Planetas y un sistema de respiración incorporado. Clavó su mirada en la masa amorfa y se quitó de la boca la mascarilla, con una sonrisa. No había desayunado.

La masa amorfa pasó sobre la barra y comenzó a intentar atacar a todos los que estaban parapetados allí, pero una centella saltó sobre ella. La masa comenzó a convulsionarse, y decidió retroceder, pero fuera lo que fuera lo que le estaba atacando era más rápida que ella. En cuestión de minutos, la masa se había convertido en un pequeño montón de materia negra, que acabó en una taza y, de allí, a una boca.

-Summanus, te presento a Olga Pum'Ukki. Se nutre exclusivamente de café.

El dinosauroide miraba con los ojos como platos a la morlock. Ella sola se había comido/bebido/vete a saber a toda la masa de café extraterrestre. Ahora se la veía satisfecha.

-Gracias por el desayuno, camarada Pickman -dijo la morlock

-Es... es... fascinante -dijo Summanus todavía sorprendido por lo que acababa de ver.

-Gracias a ti por acabar con esa amenaza. Ha dejado la cocina hecha unos zorros -. Dijo Seabury.

-Ahora debo volver a los túneles. Me he dejado algo a medias. Larga vida y prosperidad, camaradas Pickman.

-Que la fuerza te acom... -fue a decir Summanus, pero Seabury le dio una colleja.

-Saga galáctica equivocada -le musitó.

La morlock salió de la cocina, con un alegre silbido y volviendo a ponerse su máscara, lo que hizo que el silbido disminuyera de volumen. Parecía verdaderamente satisfecha después de meterse entre pecho y espalda la masa informe de café espacial.

-Espero que hayáis aprendido algo de todo esto -le dijo Seabury a los trabajadores de la cocina, que empezaban a despertar -. No se toca el armario de Unglaublich.

-Le aseguro, señor, que no volverá a repetirse -le dijo uno, totalmente avergonzado.

-Me alegro, porque...

La puerta de la cocina volvió a abrirse y Seabury se giró como un resorte.

-¡¡¡¿Se puede saber qué ha pasado aquí?!!! -exclamó Araknek cruzando el umbral.

La puerta se cerró tras ella. Lo que sucedió después es algo que es mejor no contar.

sábado, 9 de diciembre de 2017

Más allá de las estanterías conocidas

Un especial King-in-Yellow size donde se cruzan La Llave y la Puerta y Necrópolis de la Luna Negra

La Biblioteca de la Universidad Miskatonic, la última frontera. Más allá de sus puertas, coronadas por el lema de la institución, "Ex Ignorantia Ad Sapientiam; Ex Luce Ad Tenebras" ("De la Ignorancia a la Sabiduría; de la Luz a la Oscuridad"), se recogen ejemplares únicos, raros y valiosos de tomos arcanos y prohibidos, inclusive el ignoto Necronomicon. Pero no sólo en esto reside el valor de este edificio. En su interior se hallan los tesoros bibliográficos que ayudan a los estudiantes a avanzar en sus carreras y al cuerpo de profesores a documentar sus clases y preparar sus investigaciones. Por ello, en tiempos de exámenes es uno de los lugares más populares de la universidad. También es cierto que por estas fechas hace un frío que pela y no hay ganas de tumbarse en el césped a hacer el vago ni estar por la calle más allá de lo necesario. Para eso están los túneles bajo la ciudad, que también ven incrementado su tráfico habitual. Pero, la principal ventaja de la biblioteca es que se está tranquilo y hay calefacción. Pero el conocimiento es poder, tal y como demostró Terry Prattchett con su conocida fórmula:


De esta manera, la biblioteca podía convertirse en un pasaje a otros mundos, a otras bibliotecas en el espacio y el tiempo, conectadas a través del Espacio-B. ¿Y a que viene todo esto? Por la sencilla razón de que un pequeño grupo de estudiantes había desaparecido. Se habían introducido por otros pasillos del edificio y nadie había vuelto a verlos. Así pues... ¿a quién iban a llamar?

Al día siguiente de la desaparición, tras resolver todos los trámites habituales, comprobar las cámaras de seguridad, y cerciorarse de que no habían actualizado sus estados en redes sociales, entre otros procedimientos, tanto la policía como las autoridades universitarias se declararon perplejos por la misteriosa desaparición. Por ello, tras consultar con Harvey y Anna Pickman, optaron por acudir a la superheroína oficial de Arkham: Delta Wave Welcome.

Tras recibir la llamada telefónica informándola de la situación, Evangeline “Welcome” Parker  empuñó su espada mágica, Ouroboros y la desenvainó, alzándola sobre su cabeza mientras proclamaba: “¡Yo soy Delta Wave Welcome! ¡Yo tengo el poder!”, desencadenando así la transformación. Una vez ataviada con su ropa de combate, una vestimenta y armaduras propias de una doncella guerrera vikinga, la heroína se encaminó hacia el Departamento de Ingeniería donde encontró a Brontes. El dios griego cíclope, profesor de Ingeniería Dimensional, se hallaba metido en uno de sus habituales embrollos planificando las clases para después de las vacaciones invernales. La charla fue breve y se resumía en lo siguiente: Si los estudiantes habían desaparecido en la biblioteca y esta se conocía perfectamente, era porque ya no estaban en este mundo. De alguna forma habían acabado viajando entre las esferas de la realidad y estarían en otro plano de existencia. Por ello, ya que Brontes además de ser un dios del trueno era también un experto ingeniero y se le daban bien los problemas interplanares, seguro que podía dar con alguna solución para averiguar donde demonios se habían metido los estudiantes desaparecidos. Una vez averiguada su localización, Delta Wave Welcome podía usar su espada para crear un portal hasta allí. Brontes no tuvo más que plegarse ante la lógica exhibida por la joven guerrera, y, tras equiparse con su armadura de combate y recoger su peculiar ordenador portátil y algunos aparatos que consideró podrían ser de utilidad, indicó que estaba listo para partir.

Cuando llegaron a la biblioteca, la policía, el bibliotecario jefe, algunos otros profesores y algunos miembros de la Fundación Wilmarth los estaban esperando. Estos últimos en realidad no, y les molestaba ver llegar a Delta Wave Welcome. Consideraban a la heroína como una molesta entrometida cuando se trataba de asuntos relacionados con las DCC (Deidades del Ciclo de Cthulhu) y CCC (Criaturas del Ciclo de Cthulhu) ya que sospechaban que había sido un vagabundo dimensional el que había secuestrado a los estudiantes. Y por ello, estaban tratando de conseguir el permiso para actuar. Así, utilizando sus piedras estrella y demás artefactos, darían con el culpable y lo derrotarían al estilo de la Fundación: poniéndole una bomba. Pero Welcome, que ya estaba acostumbrada a estos cazadores de monstruos venidos a menos y poco eficaces, optó por ignorarlos y entrar en el edificio seguida por Brontes.

Eran una curiosa pareja la que entró: un enorme coloso de algo más de dos metros, sumamente musculoso y robusto, de espaldas anchas como un armario ropero y cuerpo que seguía las mismas proporciones, todo ello coronado por una cabeza tocada por una abundante melena rojiza. Vestía con una armadura hoplítica que parecía diseñada por H.R. Giger, pantalones vaqueros y gruesas botas de cuero con puntera metálica. De su cintura colgaba un martillo, y llevaba una caja con varios artefactos en la mano izquierda mientras que en la derecha traía su portátil. El bibliotecario jefe les siguió y les indicó donde habían sido vistos los estudiantes por última vez. El leve olor a marihuana que detectó Welcome le indicó que, ciertamente, habían pasado estudiantes por allí, y que no estaban muy por la labor de estudiar. Pero decidió ignorar esto, ya que el bibliotecario, con la nariz congestionada por un monumental resfriado, era incapaz de oler una pluma ardiendo bajo su nariz. Así pues, mientras examinaba las estanterías en busca de alguna pista, dejó a Brontes trabajar.

Éste se dedicó a extraer diversos artefactos y montarlos sobre trípodes, calibrarlos y tomar mediciones con ellos. A fin de cuentas, si alguien era capaz de detectar una apertura interdimensional y rastrearla ese era Brontes. Bueno, también podría haber llamado a Tiamat, pero meter a la diosa del Caos en el campus universitario en plena temporada de exámenes y con las vacaciones invernales casi a la vuelta de la esquina habría sido como entregar un culto recién iniciado a Nyarlathotep: una invitación al desastre creativo. Afortunadamente la sumeria gustaba poco del frío de Nueva Inglaterra y se había retirado a otras latitudes temporalmente.

Así pues, tras una hora de aburrida exploración de las estanterías y manejos diversos de Brontes, éste último aviso a Delta Wave Welcome de que había encontrado algo. El cíclope le explicó que había encontrado indicios de una rasgadura dimensional. Al parecer, los estudiantes desaparecidos se las habían apañado para, seguramente de forma inconsciente, acceder al Espacio-B y, desde este, podrían llegar a cualquier biblioteca en toda la extensión del espacio-tiempo. Eran malas noticias, pues, al no saber cual era su destino exacto, la heroína no podía abrir un portal directamente al lugar al que habían llegado. Por ello, Brontes le explicó que lo único que podían hacer era acceder al Espacio-B (tras explicarle que era esto), y seguir su pìsta. A fin de cuentas no debería ser demasiado difícil rastrear a unos estudiantes fumados. Por ello, y a falta de un plan mejor, optaron por seguir este rumbo de acción.

Brontes, tras realizar unas consultas a través de su portátil, recogió todos sus aparejos, los dejó debidamente empaquetados y a cargo de un bibliotecario y, cogiendo a Welcome de la mano, se dirigió hacia una de las estanterías. En una situación convencional, se habrían estrellado de morros contra la misma, pero aquello tenía poco de convencional. Por ello, cuando la joven esperaba topar contra los libros, se encontró de improviso en medio de un interminable pasillo idéntico al que acababa de abandonar. Tal y como Brontes había previsto, estaban en el Espacio-B, y seguir el rastro no resultó muy difícil. Algunas colillas y libros tirados indicaban el camino seguido por los estudiantes fumados. Siguieron este rastro a través de pasillos eternos, cruces y salas de lectura. En una ocasión les pareció entrever la rojiza figura de un orangután y, poco después, encontraron los restos esqueléticos de unos desventurados que se habían perdido allí y sólo quedaban unas túnicas raídas y viejos huesos.

-Debía ser la expedición que enviaron para buscar la Sala de Lecturas perdida desde la Universidad Invisible -dijo Brontes.

-¿Y por qué solo quedan sus ropas y no hay rastro de sus botas? -preguntó Welcome, optando sabiamente por no indagar sobre el tema de la Universidad Invisible.

-Se las comieron los de la expedición que mandaron al año siguiente.

Tras este encuentro, y logrando evitar el peligro de los depredadores que acechan en el Espacio-B y de los inquietantes chistadores, suponiendo que, por puro azar, los estudiantes habían tomado caminos poco frecuentados, lograron llegar a una zona donde las estanterías eran más extrañas. Y no es que no lo fueran antes. A medida que se alejaban de la Miskatonic, los libros se volvían menos habituales y era más difícil leer sus títulos. Pero lo que habían encontrado ahora era realmente siniestro. Los estantes de madera habían dado paso a losas de piedra y mármol de aspecto lúgubre. Parecía que se habían introducido en el interior de un mausoleo muy culto. Finalmente, cuando llegaron a una intersección, al girar avanzaron unos pocos pasos antes de encontrarse fuera del Espacio-B. Aquel lugar al que emergieron parecía una inquietante combinación entre sala de lectura y tumba. Todo estaba construido en mármol, granito y piedra, con adornos metálicos y tallas realmente macabras. Parecía que Tim Burton y H.R. Giger se hubieran aliado para diseñar una biblioteca dentro de un mausoleo.

La atmósfera que se respiraba emanaba el olor a viejo del papel realmente antiguo, y el silencio era casi absoluto. La tranquilidad dominaba aquel lugar, como si estuviera completamente muerto. Delta Wave Welcome, pese a haberse encontrado en todo tipo de situaciones relacionadas con estudiantes (preferiría poder olvidar algunas, como el episodio de los estudiantes desnudos, la gelatina y el armario de las escobas), que se había enfrentado al Gran Cthulhu en persona, estaba nerviosa. Era normal, no se le podía reprochar. Aquel lugar era capaz de ponerle los pelos de punta a cualquiera. Por ello, desenvainó la espada y se preparó para la lucha. No había realmente nada amenazador, pero no por ello se sentía menos intranquila. Brontes, contagiado del estado de ánimo de su compañera, estaba también con los nervios de punta. Sin embargo, optó por no empuñar su arma, aunque mantuvo su mano cerca de la misma. Juntos, se dirigieron a la puerta que se situaba al otro extremo de la sala de lectura o tumba. Al abrirla, vieron algo que los dejó boquiabiertos: Se encontraban en medio de lo que parecía un inmenso cementerio. A primera vista no pudieron distinguir el tamaño del mismo, ya que se encontraban al nivel del suelo, pero su extensión les habría dejado sorprendidos. Se trataba de una enorme necrópolis construida en mármol y granito, con una arquitectura funeraria alienígena y macabra. Los mausoleos de diversos tamaños lo cubrían todo hasta donde podían ver, organizados por manzanas y calles y la iluminación, pues era de noche, procedía de unas esferas radiantes que colgaban a distancias regulares. Al mirar al cielo, pudieron ver estrellas desconocidas y una luna enorme y oscura, muy alejada de la esfera plateada a la que estaban acostumbrados. Ciertamente ya no estaban en Arkham.

Pero incluso en aquel extraño cementerio lograron encontrar un rastro dejado por los estudiantes desaparecidos. Parecían tener una provisión interminable de tabaco y papel de fumar, aunque la maría parecía haberse acabado durante el trayecto por el Espacio-B. Pero eso no les había impedido seguir fumando como si el mundo se acabara y dejando un rastro de papeles rechazados y colillas. Siguiéndolo se toparon finalmente con algo que les descolocó. Era muy raro que aquella necrópolis estuviera abandonada, pues demostraba un buen nivel de conservación y no parecía desatendida, pues todo estaba limpio. Pero lo que se encontraron no era lo que esperaban.

Al girar una esquina se toparon con un grupo que avanzaba hacia ellos siguiendo el camino inverso. Estaba encabezado por un sujeto ataviado con una túnica morada con capucha y fajín negro. Parecía humanoide tanto por su aspecto general como por la estructura de su cuerpo, incluso las manos que emergían bajo las mangas, envueltas en guantes de cuero negro, parecían muy humanas. Caminaba cabizbajo, como siguiendo un rastro. Tras él avanzaba un breve cortejo formado por un par de gules, un sujeto pálido con aspecto depredador que parecía un vampiro y una peculiar y alienígena figura humanoide más grande que Brontes y que parecía una armadura movida por un intrincado sistema de mecanismos internos. Al verlos, Welcome aferró con más fuerza la espada, pero el cíclope le indicó con un gesto que bajara el arma. Ya sabía donde estaban, aunque lo había sospechado desde poco antes de abandonar el Espacio-B.

El encuentro entre los dos grupos fue tenso, pues se contemplaron con suspicacia durante unos instantes. Entonces, el sujeto vestido de morado se retiró la capucha, revelando un rostro cadavérico, con la piel apergaminada y pegada al cráneo, portando una corona metálica y sencilla, poco más que un aro con un intrincado diseño grabado. Era un ser no-muerto, una pesadilla aberrante surgida de historias de ficción y hecha realidad. Se presentó como Zoltaris, Bibliotecario jefe de la Necrópolis de la Luna Negra y les interrogó sobre su procedencia y motivos para estar allí.

Brontes, confirmando así lo que pensaba, se presentó y explicó la razón que les había llevado hasta ese lugar. Estaba sorprendido y asombrado. Había oído hablar de la Necrópolis de la Luna Negra, un cementerio-biblioteca de grandes dimensiones, uno de los refugios del saber que existían en las esferas de la realidad. Aquel lugar era lo más parecido a la Enciclopedia Galáctica de Carl Sagan, pero aplicado a la totalidad de la realidad. Existían otros lugares como aquel, depositarios de conocimientos de todo tipo, eran casi legendarios, aunque cualquiera que lograra encontrar el camino hasta allí era bienvenido siempre que respetara la santidad del lugar. Eran los sancta santorum del conocimiento. Cada uno tenía su propia identidad y personalidad, su propio carácter. Y la Necrópolis estaba constituida como un inmenso cementerio regido y habitado por muertos vivientes. Y Zoltaris, su bibliotecario jefe, era un liche, un poderoso mago convertido en no-muerto.

Tras el breve intercambio de información y presentación de Brontes y Delta Wave Welcome. Zoltaris les invitó a seguirles. Mientras avanzaban por las calles de la necrópolis, les explicó que habían llegado allí hacía poco unos sujetos problemáticos que ni siquiera sabían como habían acabado en aquel lugar. Debido a que no hacían más que mencionar la Universidad Miskatonic, decidió indagar personalmente para tratar de averiguar por donde habían accedido. Había que comprobar que no hubieran causado daños y si venía alguien más tras ellos. Y es que cuando se recibía una nueva visita había que ir con sumo cuidado ya que los conocimientos que se almacenaban allí podían resultar muy peligrosos en según que manos o ser objetivo de fuerzas deseosas de destruirlos. Por ello, al encontrar a Brontes y Delta Wave Welcome vio una solución a sus problemas. Zoltaris, deseoso de librarse de los estudiantes y centrarse en otros aspectos de la gestión de la Necrópolis, optó por conducirles directamente a donde tenía a los intrusos. Estos, encerrados en una celda mausoleo, se alegraron al reconocer a Delta Wave Welcome y Brontes. La joven les interrogó brevemente y, tras comprobar que no tenían la más absoluta idea de como habían acabado allí, intercedió ante el liche para asegurar su libertad. A fin de cuentas, con Ouroboros podía abrir un portal directamente a Arkham, y los desafortunados estudiantes nunca sabrían como regresar allí. Además, tras la experiencia, seguramente se les habrían quitado las ganas de intentar explorar nuevamente el Espacio-B. Ciertamente eran unos tontos con suerte, pues esa dimensión tenía sus propios peligros y los habían evitado sin darse cuenta. Pero la próxima vez tal vez no fueran tan afortunados.

Por ello, tras examinar Zoltaris la espada de Delta Wave Welcome y comprobar que, ciertamente, estaba atada a su propietaria, decidió liberar a los prisioneros y dejarles marchar. Lo último que necesitaba era estudiantes con ganas de fiesta en aquel lugar. Una vez fuera de la celda, se echaron a los pies de la heroína, agradeciéndole el rescate. La mujer, deseosa de acabar con aquello y regresar a Arkham, le quitó importancia y le pidió a Brontes que los cogiera y se los quitara de encima. Tras realizar esto el griego, Welcome abrió un portal a la biblioteca universitaria. Les hizo cruzar y, a continuación, pasó Brontes, no sin antes despedirse cordialmente de Zoltaris. La heroína, siguiendo las instrucciones que le dio en su momento Pkaurodlos, se despidió formalmente del liche, aunque recordaría aquel lugar pues tal vez pudiera serle de utilidad en el futuro. Tras esto, atravesó el portal, cerrándolo tras su paso. Con el caso cerrado, decidió hablar con Harvey Pickman. Un hechizo de olvido sería muy útil para que los estudiantes reaparecidos no hicieran correr demasiados rumores sobre el Espacio-B y la Necrópolis de la Luna Negra. A fin de cuentas, los universitarios de la Miskatonic ya eran bastante peculiares en Arkham. Lo último que necesitaban era que tuvieran acceso a una dimensión que conectara todas las bibliotecas del espacio-tiempo y a una ciudad biblioteca atendida por no-muertos. Pero, por el momento, aquello se podía dar por finalizado.

sábado, 2 de diciembre de 2017

Invasión subliminal

Un homenaje a They Live! de John Carpenter

La puerta exterior de la residencia estudiantil La Llave y La Puerta se abrió de golpe, haciendo que el  frío de primeros de diciembre entrara en el lugar. Un individuo con abrigo, gorro de lana y bufanda entró mientras el recepcionista se quejaba del frío que había entrado. El individuo ignoró al que se quejaba y fue directo a la cafetería de la residencia, allí se  quitó el gorro y la bufanda, dejando a la vista que se trataba de Robert M. Pickman.

En una mesa cercana estaban desayunando Anna y Harvey Pickman mientras hablaban de los actos que se realizarían en la residencia por las fiestas navideñas, así como la preparación ante los eventuales sucesos paranormales que no sería de extrañar que se desataran. Ambos se giraron hacia Robert, pues había entrado claramente alterado, y ambos se temieron lo peor.

-¡Rápido, tenéis que ayudarme! ¡He descubierto una horrible conspiración contra la ciudad de Arkham! -exclamó Robert.

Harvey torció el gesto.

-Ya te lo dije el otro día. Lo que hay en la universidad es una convención de arquitectos, no una reunión de masones -le respondió.

-No es eso. Es algo posiblemente peor. Los masones están controlados por sus enfrentamientos con los Illuminati y el Club Bilderberg, pero estos han conseguido llevar a cabo su siniestro plan. ¡Tenemos que detenerlos! ¡Liberar a la gente! ¡Despertar!

-Vale, vale, calma -le interrumpió Anna -. Ahora haz el favor de empezar desde el principio.

-Bien -dijo Robert mientras daba vueltas delante de la mesa y gesticulaba dramáticamente -. Todo comenzó cuando decidí comprar las gafas con capacidad de ver auras que vendían en TeleMagufoTienda. Cuando me llegaron parecían estar rotas, porque no veía auras ni nada, y fui a devolverlas cuando se me ocurrió que, igual, podría arreglarlas. Así que me puse en modo electricista y abrí el dispositivo que tienen en el puente de la nariz, que es el que detecta las auras, claro, no íbais a creer que me iban a timar diciendo que unas simples lentes podían hacerte ver auras, que no soy tan tonto...

-Robert... al grano -interrumpió Harvey.

-Bien, yo hice unos apaños en los circuitos del aparato y las volví a probar. Seguía sin ver auras, pero descubrí algo... algo peor... algo que os helará la sangre.

-¿Y qué fue eso tan terrible? -preguntó Harvey.

-Venid conmigo a la calle y lo veréis.

-¿A la calle con el frío que hace? Normal que digas que nos helará la sangre -farfulló Harvey.

Anna reprimió una carcajada y carraspeó para disimular mientras se levantaba para seguir a Robert al exterior de la residencia. Cuando estuvieron en la calle, en la gélida atmósfera invernal, Robert sacó las gafas del bolsillo de su abrigo y se las ofreció a Harvey.

-Póntelas y mira aquel cartel -dijo.

Harvey miró al cartel. Era un anuncio de una bebida para deportistas. Se estrechó de hombros, no perdía nada por ponerse aquellas ridículas gafas. Cuando se las puso, el anuncio fue sustituido por un cartel del fondo blanco y letras negras que rezaba TONTO EL QUE LO LEA.

-Bien... muy bonito, Robert... has descubierto la broma de algún gracioso de la ciudad que ha escrito con tinta especial el chiste más viejo del mundo.

-¡¿Pero qué dices?! -exclamó Robert quitándole las gafas de un manotazo. Se las puso y miró al cartel. Se las volvió a quitar y se las pasó de nuevo a Harvey -. Mejor mira a esos otros carteles de allí. Este es la prueba de que están tan seguros de haber ganado, que se pitorrean de nosotros.

Harvey resopló y se puso las gafas de nuevo. Miró a los otros carteles, y esta vez sí que vio algo curioso. Uno decía ¡COMPRA! Otro ¡CONSUME! Un tercero ¡NO PIENSES! Un cuarto rezaba ¡OBEDECE! y el último que vio decía ¡VE A POR PAN!

-Vale... alguien ha intentado hacer una jugada de publicidad subliminal para obligar a la gente a comprar a lo loco, lo cual no me extraña, estando ya en campaña navideña, pero deberías saber algo, Robert. Los mensajes subliminales se ha probado que no funcionan. Se hicieron varios experimentos que demostraron que no afectaban para nada al que los veía.

-¿Ah, sí? Pues explícame eso -dijo Robert señalando a la calle.

De aquí para allá iba gente entrando y saliendo de tiendas con las manos llenas  con bolsas hasta arriba. Mientras Harvey intentaba sacar alguna conclusión, apareció Summanus, que venía con varias bolsas de tiendas de ropa cara, unas cajas de zapatos y un abrigo recién comprado.

-¡Chicos, tenéis que ver todo lo que me he comprado! Ropa de última moda, zapatos de todo tipo... ¡y cómo olvidarme del pan!

-¿Ves? Lo están controlando -dijo Robert señalando con los brazos hacia Summanus -. Han conseguido controlar hasta a un reptiliano. Estos tipos son peligrosos.

-Yo no soy ningún reptiliano -dijo Summanus con un bufido -. Y nadie me controla, soy libre y hago lo que me dicta mi juicio, que ahora mismo me dice que deje todas estas compras  en mi despacho y vuelva a salir a por más.

-¡¿Alguien me va a decir qué está pasando?! -exclamó Anna. Con tanto pase de gafas y con la aparición de Summanus no se estaba enterando de nada.

Harvey le dio las gafas de Robert y le invitó a ponérselas mientras señalaba a los carteles.

-¡Por todos los dioses! -dijo Anna mientras se quitaba las gafas.

-¡Os lo he dicho! ¡Alguien está controlando a los habitantes de la ciudad! ¡Alguien muy poderoso! ¡Tenemos que detenerlos! -exclamó Robert dando saltos y haciendo aspavientos.

-Mira, lo primero es que tú te vas a quedar aquí, con Summanus -le dijo Anna -. Tu misión en esta operación es vigilarlo y evitar que vuelva a salir a hacer compras como un robot. Mientras, Harvey y yo, que ya somo los desface entuertos oficiales de Arkham investigaremos lo que está pasando ¿está bien?

-Sí -respondió Robert.

-Pero vas a vigilar a Summanus, no a publicar todo en tu blog, ni en tu canal de Youtube, ni en ningún foro. No vas a hacer nada hasta que sepamos qué está sucediendo ¿vale?

-Que sí ¡ay, qué desconfiada!

Robert llevó a Summanus dentro de la residencia mientras el dinosauroide le enseñaba todo lo que había comprado. Una vez estuvieron dentro y Harvey y Anna se quedaron solos, pudieron hablar libremente.

-No me lo puedo creer, ya van dos veces que Robert encuentra una verdadera conspiración por pura casualidad -dijo Harvey.

-¿Pero quién estará tan interesado en que la gente compre de forma idiotizada? El incidente con la entidad del Black Friday no era como esto. Aquello era una zombificación producida por un pequeño error, pero esto es distinto, esto está orquestado.

-Alguien quiere que la gente esté comprando y comprando... quizás para evitar que vean algo que no deben.

-Pero si estamos en Arkham, aquí a la gente le da igual lo que ven o no. Ayer mismo unos seres de un plano dimensional de colores psicodélicos se manifestaron delante del ayuntamiento y la gente no les hizo ni el menor caso. Sólo hacen caso cuando las entidades se ponen violentas, si no, siguen a lo suyo.

-Pero eso lo sabemos tú y yo -dijo Harvey -. Quien esté haciendo esto no conoce la ciudad. Alguien nuevo está intentando algo. Debemos descubrir quienes son y detenerlos, que ya tenemos suficiente con los pesados de siempre.

Anna se quedó mirando durante nos instantes los carteles mientras se rascaba la barbilla.

-Yo diría que la mitad de esos carteles ayer no estaban -dijo.

-Pues acerquémonos a ellos y veamos qué empresas los han puesto. Con suerte nos pueden llevar a los conspiradores.

Anna y Harvey fueron mirando por los carteles que estaban a pie de calle, escalaron a los que estaban en postes o subieron a terrazas para ver los que estaban en lo alto de edificios. Todos habían sido puestos por la misma empresa.

-Greydudes Inc. -dijo Harvey -. Todos los carteles son de la misma empresa publicitaria.

-Mmmm igual nos lo quieren poner fácil -dijo con una sonrisa Anna. Sacó su móvil y buscó por internet la ubicación de esa empresa. También podía haber usado medios arcanos para hacerlo, pero esto era más rápido. La dirección era una nave industrial en las afueras de la ciudad. Cuando se lo dijo a Harvey lo encontró con las gafas de Robert puestas.

-Mejor prevenir...

Cruzaron la ciudad esquivando compradores y gente con barras de pan. No eran tumultos como los del incidente del Black Friday, sólo se comportaban como alguien a quien le hubiesen puesto una cuenta atrás para hacer las compras o estas se desvanecerían. Se cruzaron con algunas cosas curiosas como gules con bolsas de las tiendas más exclusivas de la ciudad y con ropas elegantes recién compradas. Estaba claro que esto no era como el incidente anterior. Aquél afectaba sólo a humanos. Pasado un buen rato de agradable paseo matutino en el frío del invierno, Anna y Harvey llegaron hasta la nave industrial de greydudes Inc., una mole de cemento normal y corriente. Anna estaba mordisqueando un trozo de pan.

-¡Oh, no! ¿Has sido afectada? -exclamó Harvey.

-No, sólo me ha entrado hambre y he entrado a la panadería esa de ahí detrás.

-Bien... pues vamos a nuestro trabajo.

De pronto, Anna le dio un puñetazo al brazo a Harvey.

-¿Y eso a qué ha  venido? -preguntó él, dolido.

-Por pensar que soy tan débil como para caer ese hechizo.

Ambos caminaron hacia la puerta del edificio y se encontraron con una puerta con un cartel que anunciaba la empresa dueña del lugar. Había un timbre y la puerta era normal y corriente. Anna llamó al timbre y, después de unos segundos de espera, la puerta se abrió, dejándoles entrar.

En el interior de la nave había un pasillo que les llevaba hasta un despacho de oficina con ventanas, desde las que veían a un señor sentado tras un escritorio. Harvey y Anna entraron y se sentaron en unas sillas que había frente a éste.

-Buenos días ¿qué les trae a nuestra empresa? -preguntó.

-Queremos saber qué demonios tramáis con esos carteles subliminales en la ciudad, maldito alien de pacotilla -dijo Harvey como si diera los buenas días.

-¿Alien? ¿Pero qué...? -fue a decir Anna, pero antes de que terminara la frase, Harvey le pasó las gafas y ella vio a través de sus lentes que lo que había sentado enfrente no era un señor normal. Se trataba de un ser cabezón, con ojos rasgados y boca pequeña, nariz casi inexistente y piel color gris. Eran esos alienígenas grises nazis que se habían aliado a los RNLO.

Harvey volvió a recibir un puñetazo en el brazo.

-Eso por no avisar de que tenemos a un alienígena delante. Que no estamos en una serie de detectives...

-¡Es imposible! ¿Cómo habéis detectado mi verdadera naturaleza? -dijo el extraterrestre.

-Tampoco es que te estés molestando en desmentirlo -le indicó Anna.

El extraterrestre pareció confundido, y después dio un golpe en la mesa con expresión de enfado.

-Bien. Sí. Estás muy enfadado, eso está claro, pero vas a decirnos qué tramáis ¿Para qué habéis llenado la ciudad de carteles con mensajes subliminales ? ¿Qué malvada operacion nazi intentáis ocultar con ello?

-¿Mensajes subliminales? -preguntó el extraterrestre -. Pero si eso está demostrado que no tiene ningún efecto. Nuestros carteles están hechos con tecnología avanzada de nuestro planeta que hace que sólo lo lea la parte instintiva de tu mente, obligándote a obedecerlo. Un plan sublime que no sé cómo habéis descubierto.

-Pura casualidad -musitó Harvey.

-Pero no estamos ocultando ninguna operación malvada nazi. Somos un grupo escindido de los grises nazis. Ellos creen que podrán vencer con armas y con violencia, cuando eso está más anticuado que las naves que usan. Nosotros somos neoliberales ultracapitalistas. Queremos que compréis, que compréis mucho. Que gastéis dinero y que este acabe en nuestras arcas. Una invasión invisible. Os controlaríamos sin que lo supierais, y sin haber disparado ni un arma.

-¿Y puedes decirme cómo eres tan  tonto como para contarnos tu plan como si un villano de James Bond te trataras? -preguntó Harvey.

-Porque me da igual que lo sepáis. Dos simples humanos ¿qué vais a hacer contra nosotros?

-Pues da la casualidad de que estos dos simples humanos son el sacerdote más poderoso de Yog-Sothoth y la mujer más peligrosa de la ciudad -le respondió Harvey.

-¿Pero la más poderosa de la ciudad no es una tal Welcome?- preguntó extrañado el extraterrestre.

-Ella es la más poderosa... sexualmente. Aquí mi compañera es la más poderosa en otros asuntos... además, no he dicho poderosa, he dicho peligrosa.

Dicho esto, los dos se levantaron. Las manos de Harvey chisporroteaban de poder y Anna había sacado su espada desmontable en cuestión de segundos. Como hacía Welcome con su propia espada, la solía llevar encima en cualquier ocasión. Aunque pudiera darles una paliza con sus habilidades arcanas, ella prefería el noble arte de repartir tollinas.

Desde el exterior del edificio se vieron destellos de luz y se escucharon explosiones. Por las ventanas salieron disparados varios extraterrestres, que intentaron huir, pero fueron interceptados por una mujer armada y cabreada.

-¿Os íbais tan pronto? Pero si no hemos acabado...

Una vez el trabajo fue terminado y la nave industrial estaba reducida a escombros, Harvey y Anna salieron de entre los restos caminando tranquilamente.

-Intentar invadir mediante capitalismo consumista una ciudad de los Estados Unidos. Estos tíos eran muy tontos -dijo Harvey.

-¿Y qué le vamos a decir a Robert? Sabes que estará esperándonos y querrá saber todo sobre la conspiración.

-Ya se nos ocurrirá algo por el camino. Lo que más miedo me da es que su porcentaje de aciertos está creciendo.

Anna se detuvo con una expresión de espanto.

-Mira, puedo con alienígenas nazis, alienígenas ultracapitalistas, alienígenas tiránicos... ¿pero Robert sabiendo que tenía razón?

-Sí. Hay cosas que el hombre... especialmente él... no debería saber -le dijo Harvey.

-Dioses... empezamos a sonar como los conspiradores de los que siempre habla. ¿Y si tiene razón más veces lo que creemos? -se preguntó Anna.

-Prefiero no saberlo...

Y fueron caminando en dirección a la residencia estudiantil sin pensar en ello, pues, como había dicho Harvey, había cosas que era mejor no saber.

jueves, 23 de noviembre de 2017

El día de los compradores vivientes

Un año más, el centro comercial Arkham City Mall celebraba por todo lo alto el Black Friday. Las promociones y ofertas se llevaban anunciando desde hacía varias semanas, y el lugar estaba a rebosar. Los más tempraneros estaban empezando a hacer las compras de Navidad, otros simplemente aprovechaban los increíbles descuentos. Algunos tan sólo aprovechaban para pasar el día y hacer algunas compras casuales. Y no había que olvidar a los que no dejaban pasar la oportunidad de comprar con descuento, aunque fuera algo que no les iba a servir para nada. Así pues, el Black Friday estaba siendo un completo éxito, alcanzando cotas de ventas muy elevadas y convirtiendo al Arkham City Mall en una meca consumista, la principal en la ciudad. Y, ese día en particular, se estaban reuniendo allí un grupo de personas que acabarían por juzgar un importante papel en los acontecimientos que se iban a desarrollar ese día.

Vinnie West llevaba una temporada bastante decaído. Ninguna de sus investigaciones para lograr reanimar a los muertos, como hizo su antepasado Herbert, había dado resultado. Por ello, incluso se había planteado volver a la carrera de medicina. Mientras tanto, lo único que le ayudaba a mantener el ánimo era el trabajo en la carnicería y alguna visita ocasional a Dunwich, pues tanto las welclones como los habitantes de la comarca del valle superior del Miskatonic generalmente lo trataban bien. Por ello, aprovechando las ofertas del Black Friday decidió probar suerte a ver si lograba animarse algo comprando. Había ido con Summanus, que había aprovechado que tenía la tarde libre para acercarse al centro comercial con Vinnie. Con el paso del tiempo, ambos habían desarrollado una especie de amistad, ya que el dinosauroide administrador de La Llave y la Puerta a menudo se tenía que ocupar de organizar la vigilancia del aprendiz fracasado de reanimador para evitar que volviera a montar algún follón. No es que fuera especialmente competente, pero, precisamente por eso, Vinnie era capaz de crear situaciones que podían escapar fácilmente del control. Por ello, optaron por ir juntos a hacer las compras.

La fiebre consumista había invadido la ciudad y el aparcamiento del Arkham City Mall estaba a rebosar y los ciudadanos se dirigían hacia el centro comercial cual hordas de saqueadores. Por ello, la policía había tenido que montar un dispositivo especial para evitar que la influencia de las ofertas y las ansias de compras convirtieran al aluvión de gente en una turba desatada. Ciertamente no era algo habitual. Para esas fechas era normal el que los arkhamitas se dirigieran al centro comercial a hacer sus compras, pero este año era algo que superaba todas las expectativas. Se dirigían hacia aquel lugar con un ímpetu desenfrenado. Y es que, el ansia consumista se había disparado hasta tal punto que el alcalde de la ciudad había tenido que contratar a las fuerzas de seguridad de Omicron Scorpions. Así, ataviadas con uniformes negros y las insignias de la compañía y placas de policía de Arkham que las identificaba como partes de las fuerzas de seguridad urbanas de forma temporal, se encontraban las seis mujeres que conformaban el Equipo Tiamat del cuerpo de GodHunters: La capitana Ashley Johnson, la teniente Helen Hicks, la sargento Emily Apone, la cabo Akane Ozaki, y las soldados Sarah Gorman y María Vasquez. Junto con ellas, había varios soldados de apoyo de Omicron Scorpions, todos bajo las ordenes de Ashley. Se los veía un tanto agobiados, pues la gente se movía como una auténtica horda consumista, y no resultaba fácil de manejar. Por ello, Vinnie y Summanus optaron por aguardar a que la marea humana pasara.
Un poco más tarde, cuando el flujo de personas se había reducido y progresivamente se detenía, el dinosauroide se acercó a hablar con Ashley Johnson. La mujer parecía llevar bien el asunto, aunque el tráfico de personas ese día estaba siendo increíble. Por ello, agradeció el descanso que le proporcionaba el hecho de que por fin el caudal humano se detuviera. Al ver acercarse a Summanus y Vinnie los saludó alegremente, sobretodo por la novedad que suponían. Así, aprovechando el descanso, se dedicó a hablar un rato con ellos. Estuvieron compartiendo impresiones sobre ese particular Black Friday. Era habitual que la gente aprovechara ese día para comprar, pero lo de ese año seguía sin ser normal ni siquiera para los estándares de normalidad de Arkham. No es que hubiera acudido toda la ciudad al centro comercial, pero si que había ido muchísima gente. Hasta tal punto que el sitio debía estar lleno. Pero, lo más curioso y peculiar era que, hasta ese momento, eran muy pocos los que habían salido. La gente que iba a hacer las compras aprovechaba para comer en alguno de los restaurantes o, incluso, para ir al cine y ver una película en una de las salas de proyección del centro. Había quien pasaba el día allí, como el que va de excursión. Pero ese Black Friday no era normal. Salían muy pocos en relación con toda la gente que entraba, y los que lo hacían aparecían aturdidos, como si no fueran completamente conscientes de donde estaban y que hacían. Por ello, conociendo los antecedentes de Arkham, podía estar sucediendo cualquier cosa. Ashley estaba preocupada, y tan sólo esperaba que la situación no se descontrolara demasiado.
 
Mientras aguardaban fuera, algo sucedió que, por otro lado, no resultó tan inesperado. Las puertas del centro comercial se abrieron de par en par y comenzó a escucharse un aberrante sonido surgido del hilo musical de aquel lugar. Era una música extraña, desconcertante, anómala, que parecía tener un efecto hipnótico sobre la mente humana, pues Vinnie West los policías, los soldados de Omicron Scorpions y el Equipo Tiamat se quedaron poco a poco rígidos y con la mirada perdida. Tan sólo Summanus, que era un dinosauroide y no un humano, se mostró inmune a la cacofónica melodía. Entonces, a medida que se iban sumergiendo en el trance inducido por ese extraño sonido, comenzaron a farfullar primero y articular claramente una palabra como si se tratara de un mantra: ¡Compras! ¡Compras! ¡Compras! Poco a poco comenzaron a dirigirse hacia el interior del Arkham City Mall, mientras algunos de los que estaban en su interior salían llevando consigo aparatos de sonido en los que se reproducía en bucle la misma sintonía que, por repetitiva y alienígena, sometía al cerebro humano a un estado de zombificación compradora compulsiva. Mientras esto sucedía, un nuevo elemento se incorporó a la ecuación. Un individuo de piel negra, lampiño, con un ojo trilobulado y ataviado con chaqueta se aproximó satisfecho al lugar. Era El que Comenta en la Oscuridad, avatar de Nyarlathotep que enloquece con sus retransmisiones deportivas y las apuestas.

Al verlo llegar, Summanus no dudó ni por un instante que este avatar del Caos Reptante era el que estaba detrás de todo el asunto y así se lo hizo saber. Sin embargo, el oscuro comentarista negó su culpabilidad. Él no había sido responsable directo ni indirecto de lo sucedido. Lo que había ocurrido es que, realizando una investigación sobre hilos musicales alienantes para inducir a la gente al consumismo, los musicólogos que trabajaban para los directivos del Arkham City Mall, que, casualmente formaban parte del equipo académico de la Miskatonic, habían dado con una variante de la música de las esferas que acosó a un anciano violinista llamado Erich Zann. Estos ritmos y tonos, debidamente modulados, podían convertir el cerebro humano en gelatina bamboleante consumista. Claro, los primeros afectados fueron los propios musicólogos, aunque ellos se habían convertido en pacientes cero y, al mismo tiempo, avatares de esa melodía alienígena y ultradimensional, por lo que estaban tratando de someter a la mayor cantidad de gente posible a su dominio.

Esto, que parecía una soberana tontería digna de una mala película de serie B, se estaba convirtiendo, poco a poco, en un plan maestro que tenía abducido a una parte de la población de la ciudad. Y, si no lo detenían, iba a seguir aumentando su influencia. Pero, ¿cómo combatir este efecto zombificador? El que Comenta, que estaba extrañamente comunicativo, le explicó que, sin duda, la melodía, pues la sintonía parecía ser una especie de entidad musical alienígena ultradimensional primigenia viviente, trataría de defenderse a través de sus zombificados esclavos. Por ello, no le recomendaba intentar entrar con intenciones hostiles en el centro comercial. Summanus, que tenía en cuenta los consejos del Caos Reptante, pero que, aun así, no se fiaba demasiado de la locuacidad y sinceridad de éste, trató de realizar una tentativa.

Se encaminó hacia el Arkham City Mall y, tras lograr traspasar sus puertas, se vio inmerso en la multitud de compradores zombis que lo llenaban. No le fue fácil abrirse paso, pero, tras recorrer los primeros metros, y tras localizar a Ashley Johnson y Vinnie West, se vio identificado como un extraño, inmune a los efectos alienantes del hilo musical. Todos los presentes se giraron poco a poco hacia él y comenzaron a señalarle mientras entonaban un amenazador grito. Summanus, viéndose en peligro, optó por salir corriendo, no sin antes aferrar al aprendiz de reanimador y a la capitana de Omicron Scorpions y tratar de sacarlos por la fuerza. No le resultó fácil, pero, finalmente, tras un arduo tira y afloja, logró abrirse paso con ellos hasta la salida. Si lograba averiguar como liberarlos del efecto zombificador, podría tratar de solucionar el problema del centro comercial.

Fuera, divertido, aguardaba El que Comenta en la Oscuridad. Le había resultado entretenido ver la actuación del dinosauroide. Además, ahora se mostraría más receptivo, sobretodo si le ayudaba a resolver el problema de eliminar la influencia ajena. Así pues, se acercó a Summanus y le explicó que, para hacerlos volver a la normalidad, lo ideal era provocarles una fuerte impresión. Y ya que estaba colaborador, le entregó unos filtros para los oídos que ayudarían a un humano a librarse del efecto pernicioso de la música.. Con Vinnie fue fácil, ya que una potente bofetada que acabó con el enclenque aprendiz de reanimador en el suelo le hizo despertar de inmediato, con un interesante efecto secundario: Tras el golpe, Vinnie se había despertado con su personalidad alternativa, que era intrínsecamente malvada y que, además, tenía auténticos poderes necrománticos. La había adquirido al verse bañado en la leche de Shub-Niggurath poco después de la batalla de Dunwich. Fue un incidente que pasó desapercibido para todos, incluso para el propio Vinnie, que desconocía la existencia de esta otra personalidad que sólo aparecía cuando se daba algún golpe fuerte en la cabeza. Además, al no ser completamente humana, se demostró inmune la influencia del hilo musical. Por otro lado quedaba el asunto de Ashley Johnson. Un golpe similar podría funcionar, pero la mujer era más dura que Vinnie. Así pues, decidió probar otra opción: el estilo princesa Disney. Le puso los filtros en los oídos y, esperando que saliera bien, le dio a la mujer un interesante, peculiar, profundo e intenso beso con lengua que, obviamente, acabó por funcionar. Claro, Cuando Ashley se encontró besada no se lo tomó demasiado bien, hasta que le pudieron explicar lo sucedido. Aun así, echó de menos tener a mano unos caramelos de menta para refrescarse la boca. La larga lengua de Summanus le había dejado un regusto amargo además de la sensación de que le había entrado hasta el esófago.

Con el equipo ya preparado, faltaba por averiguar que podían hacer para derrotar al hilo musical y salvar a los atrapados por el mismo. Y aquí fue cuando al dinosauroide una idea que podía resultar genial: ya que los zombis del centro comercial estaban dominados por una inteligencia ajena, sometidos a una influencia que los dominaba, el Vinnie oscuro con sus poderes podría tratar de enfrentarse a esta y obtener el dominio de las hordas de compradores compulsivos. Si salía bien, podía usarlos para atacar el equipo de sonido del centro comercial, con Ashley vigilándolo para que no se saliera del plan. Mientras tanto, Summanus se encargaría de destrozar los aparatos que habían sacado del lugar para llevar la música por la ciudad. El que Susurra, una vez más extrañamente colaborador, le dio al dinosauroide un audiometro que le permitiría localizar las fuentes de sonido alienígena, mientras que le comentó en susurros a Ashley lo que había que hacer para detener a Vinnie una vez completado el plan. Así se inició la operación para salvar a Arkham de la fiebre zombi consumista de ese Black Friday.
Mientras Summanus recorría las calles cazando aparatos de sonido, Vinnie oscuro concentró todos sus poderes para combatir a la influencia de la entidad musical alienígena ultradimensional primigenia viviente. Fue un tremendo duelo de voluntades al que Ashley Johnson asistió preparada para actuar si algo saliera mal. No sabía que podía salir mal o que podría hacer en ese caso, pero estaba preparada. A fin de cuentas, había recibido entrenamiento militar de fuerzas especiales, había combatido seres primigenios y sobrenaturales e incluso había ridiculizado a algunos dioses de Alfa Strike en un asunto relacionado con una despedida de soltera.

Afortunadamente, Vinnie oscuro logró imponerse y dominar a las masas de zombis compradores compulsivos. Usándolos como herramientas, los hizo encaminarse hasta el cuarto de control del sonido, donde destrozaron todo lo habido y por haber. A continuación, se dirigieron hacia el departamento de Administración, donde, encerrados en el despacho del director del centro comercial, los ejecutivos y musicólogos se habían atrincherado ante la perdida de control de sus masas zombificadas. Y, allí, hicieron lo que había que hacer. Con todas las influencias musicales anómalas destruidas, los afectados cayeron de golpe en un repentino desvanecimiento. Y sí, fueron liberados de todas las influencias ya que, cuando Vinnie oscuro informó de que toda reproducción de la música había sido detenida dentro del centro comercial, Ashley lo dejó inconsciente de un bien dirigido golpe. Así, media hora más tarde, algo confusos, los compradores del Arkham City Mall comenzaron a dejar el centro comercial y volver a sus respectivos hogares. No sabían que había pasado o porque, de repente, no tenían más ganas de comprar de forma compulsiva. Pero, sabiamente, optaron por dejarlo como uno de esos episodios difícilmente explicables que, por alguna razón, no parecía haber acabado mal. Las fuerzas de seguridad participaron también de esta retirada colectiva y Ashley se llevó a sus mujeres y a los soldados de refuerzo de regreso a la sede de Omicron Scorpions en Arkham. Tenía mucho que pensar y un informe que redactar, aunque alteraría la intervención de Vinnie West. Su lado oscuro podía ser demasiado peligroso si caía en manos de la NWE.

Más tarde, El que Comenta en la Oscuridad se regodeaba al ver las audiencias y los índices de las apuestas. No lo había provocado él, pero siempre estaba al tanto de cualquier cosa que pudiera aprovechar para sembrar el caos y la locura mediante los acontecimientos deportivos o en aquellos en los que se pudiera apostar. Todo había salido perfecto.

sábado, 18 de noviembre de 2017

Cómo Zeus aprendió que NO es NO

7:00 de la mañana. Evangeline "Welcome" Parker se levanta de un salto de la cama al escuchar el despertador, se tropieza con una zapatilla y el pelo le cae encima de los ojos. Se dirige hacia el baño para desahogar lo que se ha acumulado durante toda la noche, cuando la puerta de su cuarto suena. Las ganas de ir al baño son imperiosas, pero alguien llama. Habrá que aguantarse un poco. Se acerca a la puerta y abre.

Al otro lado del umbral puede ver a una joven vestida con ropa interior de encaje y mirada lujuriosa. Una joven idéntica a su novia.

-Hola, pichoncito ¿nos echamos uno rápido antes de ir al trabajo? -dice la visitante.

Welcome se le queda mirando, con el ceño fruncido, durante unos instantes, hasta que decide responder.

-Zeus, esto es muy vergonzoso... para los dos.

-¿Yo, Zeus? Pero si soy Kate...

-Primero, Kate no viste como una esclava del Club del Fuego Infernal. Segundo, Kate no usa palabras como "pichoncito". Tercero, Kate está en Dunwich trabajando en los alojamientos  rurales... y cuarto, y más importante, el único dios que conozco que se transforma en otras cosas para acostarse con alguien es Zeus.

La joven de la ropa interior sexy sufre una metamorfosis y se convierte en un hombretón de barba blanca, vestido escasamente.

-Venga, no puedes culparme por intentarlo.

-Pero estoy en mi derecho de decir: No, gracias.

Welcome cierra la puerta dejando fuera al dios griego.

-¡No puedes hacerle esto al poderoso Zeus! -exclama.

-Anda que no -responde Welcome entrando al baño.

7:30 de la mañana. Evangeline "Welcome" Parker sale de su cuarto y baja corriendo las escaleras, saluda a Summanus con la mano y una sonrisa en la cara, y sale al exterior de la residencia estudiantil. Se dirige al Eldritchburguer, pues tiene trabajo en el turno de mañana. Como no ha querido perder tiempo desayunando, va comiéndose un trozo de pastel que le ha pasado Unglaublich y un café bien cargado en vaso de papel. A medio camino de su lugar de trabajo se encuentra con un grupo de gente gritando y corriendo, señal inequívoca de que alguien ha hecho algo que no debía en Arkham. Mira en la dirección de la que vienen los asustados ciudadanos y ve una especie de oruga gigante de colores chillones que va soltando algo parecido a lágrimas de sus diez ojos. El problema es que sus lágrimas son un poco corrosivas... y venenosas... y huelen muy mal. Cerca de la criatura hay un individuo con una máscara antigas haciendo aspavientos. Cuando Welcome se acerca, puede oír lo que dice.

-Me dijeron que no se haría más grande que una mano -dice el individuo mientras da saltos sin saber qué hacer.

-¿Quién te dijo eso? -pregunta Welcome tapándose la nariz con un pañuelo para evitar el pestazo.

-Un gigante que invoco en ocasiones para comerciar con él.

-¿Y cuanto crees que mide el gigante ese? -pregunta Welcome.

-Pues yo diría que unos diez metros de altura... eh... mierda...

-En efecto... mierda -le dice Welcome.

La joven, afortunadamente, siempre está preparada para actuar como superheroína y saca su poderosa espada, se acerca al gusano que no para de llorar y, con un tajo en el aire, abre un portal entre dimensiones. La criatura no parece ser agresiva, de hecho, parece que necesita que alguien le consuele, así que va acompañándola mientras le dice "ale ale, ale ale" hasta que cruza el portal. El portal se cierra y la ¿amenaza? se acaba. De repente, suenan unos truenos y comienza a llover... un líquido de color dorado.

-Veeeeenga ¿en serio? ¿No podías ser más típico? -dice Welcome.

La lluvia deja de caer del cielo y el charco que se ha producido, justo delante de Welcome, se convierte en un hombre  fornido y barbudo.

-¡¿Qué?! Una vez me funcionó -dice Zeus con una sonrisa.

-Pues conmigo no.

-Pero ¿por qué no? Soy poderoso, musculoso, soy el rey del Olimpo, he salido en muchas películas...

-Porque no -le responde Welcome ya empezando a cabrearse -. Anda y ve a hacer algo útil en vez de intentar ligar conmigo.

-Prefiero insistir, querida -dice el dios griego con una voz sensual.

Welcome lanza un profundo suspiro y vuelve a sacar la espada, pega un tajo en el espacio tiempo y cruza a través de él, dejando a Zeus delante del tipo de la máscara antigás.

-Pues a mi me pareces muy atractivo -dice.

-Anda ya -responde Zeus.

10:00 de la mañana. Evangeline "Welcome" Parker lleva unas horas sirviendo comida en su trabajo. De repente entra una legión de profundos, que por razones de civismo han decidido vestirse con túnicas. Bueno, por civismo y porque en esas fechas en Massachusetts ya hace frío. Son los profundos que están protestando por el abuso de los mares y los vertidos tóxicos, y están muy hambrientos. Todos los trabajadores del restaurante de comida rápida se ven sobrepasados por los pedidos, y algunos profundos empiezan a perder la paciencia. Welcome decide hacer uso de su gracia natural para convencerlos de que hagan un flashmob mientras se preparan los pedidos, y el resto de los clientes aplauden cuando acaba la actuación. Todos los platos de los profundos están preparados. Todos pueden comer tranquilos. Welcome suspira aliviada.

La joven se dirige a la zona de empleados para echar un trago de agua cuando, inesperadamente, se encuentra con un hermoso cisne que mueve las alas con gracia.

-Hooooolaaaa,  soy un atractivo cisne que está hambriento, hambriento de amor ¿no hay por aquí ninguna jovencita que quiera darle amor a este cisne? -dice la criatura.

-¿Un cisne? ¡¿Un cisne?! ¡¡¡¿De verdad crees que me voy a tirar a un cisne?!!!

El cisne sufre una transformación y se convierte en un hombre fornido y de barba blanca.

-Eh, en los tiempos de la Grecia Antigua la gente se liaba con toda clase de animales y monstruos... eso explica, entre otras cosas, por qué todo estaba lleno de horrores que algún héroe tenía que matar... pero eso no importa. La cuestión es que lo hacían ¿por qué no retomar las viejas costumbres?

-Porque no me atraen los cisnes sexualmente ¿te sirve como razón para no acostarme con un anátido que realmente es un dios disfrazado y que hoy anda especialmente salido y pesado?

-Pero si sólo será un ratito, no perderás nada de tiempo.

-Ven un momento -le dice Welcome.

La joven lleva al dios a restaurante, donde los profundos están devorando sus platos ávidos de pescado con las ricas salsas y los acompañamientos habituales del EldritchBurguer. Welcome se para en el centro del local y se aclara la garganta.

-¡Eh! ¡Este tío ha tirado el aceite de freír por el desagüe! -exclama Welcome.

Los profundos se levantan al unísono y miran con rabia hacia Zeus, que niega con la cabeza e intenta responder con una sonrisa. Los profundos se lanzan sobre Zeus. Welcome vuelve a su puesto de trabajo mientras el dios griego tiene que hacer frente a una horda de profundos cabreados.

18:00 de la tarde. Evangeline "Welcome" Parker cruza un portal que le lleva hasta la base de Alfa Strike en Las Tierras del Sueño. Allí se encuentra con Loki sentado en el equivalente de una butaca en aquellos territorios fantásticos. Ella saluda alegremente. Él no parece estar divirtiéndose.

-¿Qué haces hoy aquí? -pregunta el dios nórdico.

-Pkaurodlos está en un simposio de buenos modales para dioses rabiosos, así que me ha pedido que le ayude con las plantas de su jardín. Me ha dicho que tengo que pasarlas de las macetas viejas a las nuevas.

-¿Te refieres a las mandrágoras? -pregunta Loki levantándose de la butaca y acompañando a Welcome al jardín del dios serpentiforme.

-Sí, no sé si tendrás algo para evitar lo de los gritos desgarradores cada vez que se les cambia de maceta. Odio que las mandrágoras de Las Tierras del Sueño hayan adquirido las capacidades legendarias que se les atribuye.

-Échale la culpa a los soñadores que influyen en Las Tierras del Sueño. Aun así, no te preocupes por eso. Son plantas de Pkaurodlos.

Welcome y el dios nórdico llegan al jardín de Pkaurodlos. Allí ven un montón de macetas colocadas muy elegantemente. Welcome coge los macetas nuevas y se acerca varias mandrágoras. Comienza a sacar de la tierra a las plantas, las cuales se retuercen, hasta que ven a la joven.

-Hola, buenas tardes -dice una de las mandrágoras.

-¿Qué tal? -dice otra.

Welcome se queda perpleja.

-Te lo he dicho -comenta Loki sentándose junto a Welcome -. Las plantas de Pkaurodlos están bien educadas y no gritan ni enloquecen a nadie cuando las cambias de maceta.

-Bufff... algo agradable. Llevo todo el día quitándome a Zeus de encima. No sé si es época de celo en el territorio olímpico. Vaya donde vaya, aparece convertido en algo e intentando llevarme al catre.

Loki se queda mirando fijamente a la joven.

-¿De verdad no sabes cual es el punto débil de Zeus? No te preocupes, yo me ocupo de eso.

El dios nórdico da un salto y sale del jardín de Pkaurodlos mientras Welcome continúa pasando plantas de una maceta a otra. Pasa un largo rato de tranquilidad, cuando de pronto aparece alguien caminando con pasos decididos. Welcome alza la cabeza y se encuentra con el hombre más bello y atractivo que ha visto en su vida. Es la culminación de la belleza masculina desde el punto de vista de la joven.

-Hola, Evangeline, soy el hombre de tus sueños, y ya que estás aquí, podemos hacer realidad todas tus fantasías -dice el hombre con la voz más sensual y erótica que ha oído ella jamás.

-Por un momento me lo he creído... -le responde Welcome -. Igual, si no fuera hoy, habría caído en la tentación. ¡¡¡Pero llevas todo el santo día dando por saco!!!

El hombre perfecto sufre una transformación que lo convierte en un fornido barbudo.

-¡¿Pero cómo has sabido que era yo?! -exclama Zeus.

-Acabo de decirlo ¡¡¡llevas todo el día siguiéndome e intentándome seducirme!!!

-¡¡¡¡¡¿QUÉ ES LO QUE ESTOY OYENDO?!!!!!

Welcome se gira en la dirección de la potente voz. Su dueña es una majestuosa mujer  de tremenda y resplandeciente belleza, que se mueve con armonía, pero que parece muy muy cabreada.

-¿Quién...? -va a preguntar Welcome.

-Soy Hera, reina del Olimpo, y este de aquí es el picaflores de mi marido, que otra vez está intentando ligarse a una mortal. Ya me tiene harta, ni me molesto en transformarlas en cosas horribles o castigar a su descendencia. ¡¡¡Ahora desato mi ira sobre mi marido!!!

-Pe... pero si no ligaba con ella. Sólo la estaba ayudando con... lo que fuera que hacía aquí. -dice Zeus con nerviosismo.

-Pues ahora te vas a enterar. Te vas a venir conmigo y vas a aprender lo que pasa cuando vas por ahí tirando los trastos a todo lo que se mueve sin aceptar un no por respuesta.

La diosa helénica coge del fuerte brazo a su marido, que intenta zafarse, y se lo lleva a rastras mientras este pide ayuda a Loki, que está entrando desenfadado en el jardín. Los dioses griegos desaparecen por un portal, dejando a Loki y a Welcome a solas.

-No me lo digas... ahora te debo una por la ayuda -dice la joven.

-¿Ayuda? Pero si no he hecho esto para ayudarte. Me estaba aburriendo y preferí ver a dónde conducía esto.

Welcome resopla agradecida. Parece que Zeus dejara de molestarla... al menos durante un tiempo.

21:00 de la noche. Evangeline "Welcome" Parker está cenando copiosamente en la cocina de La Llave y La Puerta mientras hace compañía a Unglaublich, que está limpiando los trastos de cocina. Ha sido un día muy largo y fatigoso, pero ahora puede relajarse, con la seguridad de que no saldrá ninguna cosa extraña del sitio menos esperado para ofrecerle sexo. Tampoco ha sido un mal día. Todo ha ayudado a que alguien aprenda una valiosa lección... bueno, dos. La primera es que NO es NO. La segunda es que no hay que tocarle los ovarios a Hera.