viernes, 25 de noviembre de 2016

El regreso de Eye Gore

Cuando llegó a la entrada de la ciudad, vio que no había cambiado nada. En su ausencia suponía que habría sido tragada por algún vórtice espacio-temporal o alguna de esas cosas que suceden habitualmente allí, pero no, Arkham seguía igual. Cosa que, en el fondo, satisfacía a Marty Eye Gore.

Después del tiempo que había pasado siguiendo a su candidato a las elecciones, había vuelto a la ciudad con ganas de hacer de las suyas. Había conseguido evitar a sus familiares Jermyn para que no se lo llevaran otra vez a la celebración del Día de Acción de Gracias de la ciudad de los gorilas blancos. Tenía mejores planes para ese día. Marty se había dado cuenta durante su periplo por lo largo y ancho del país de que había estado perdiendo el tiempo con alguien como Vinnie West. Se había aliado a él porque suponía que era una mente criminal y un villano como diox manda, pero al final había resultado ser un mentecato que no conseguía nada. Todos sus planes habían salido desastrosamente mal, y su actuación de villano de opereta no ayudaba a que su reputación en el mundo criminal subiera precisamente. Por lo tanto, Marty no quería seguir siendo relacionado con un individuo así. Prefería ser su propio jefe. Sin un inútil como Vinnie West a su lado, conseguiría que Arkham no olvidara el acción de gracias de ese año. Su plan no tendría nada que ver con zombies ni con muertos reanimados de ningún modo. Esa era la obsesión de Vinnie West, no la suya. Él sólo quería hacerse un nombre dentro del mundo de la villanía mediante actos malvados, y esta vez estaba seguro de que lo iba a conseguir.

Mientras iba pensando en su maléfico plan, fue cruzando la ciudad, observando a la gente con una sonrisa siniestra, pero algo le sacó de su abstraimiento. Parecía que había un tumulto por algún sitio. Apenas le dio tiempo a confirmar de dónde venía el escándalo, cuando un grupo de personas pasó corriendo delante de él lanzando  alaridos, tropezándose, robando alguna cartera desvariada y realizando los típicos actos que suceden en un momento de huida frenética. Marty fue apartando a los cobardes habitantes de la ciudad y pudo ver qué es lo que les perseguía. 

Una manada de pavos de dos metros de alto, con las plumas erizadas y con tentáculos que les salían de todas partes iban avanzando, picando a todo el que se cruzaban, destruyendo el mobiliario urbano, y dejando el suelo lleno de cagarrones de pavo, de esos que lo dejan todo encharcado.

Marty se apartó de la manada de criaturas, metiéndose en un portal que encontró abierto y vio cómo pasaban dejando un rastro de destrucción y de cagadas chorreantes. Maldijo a quien fuera que había creado a aquellas aberraciones. No podían eclipsar su plan de atacar Arkham en Acción de Gracias de esa forma. Tenía que quedar evidente que quien había jodido la fiesta a la ciudad había sido él, y no ningún científico idiota que hubiera producida una mutación tan estúpida como aquella.

Marty no lo pensó ni dos veces. Tenía que acabar con aquellos pavos mutantes, así que abrió su maletín y buscó entre sus cosas el rayo desintegrador que había aprendido a fabricar en aquél curso de Villanía y Actos Maléficos (2 créditos de libre elección en la Universidad Criminal de EvilVille). Se trataba de un trasto que semejaba un rifle de alta potencia, con cables y luces que hacían que cualquiera que estuviera cerca lo mirara por el esplendor que despedía.

Marty fue avanzando hacia la manada de criaturas mutantes y lanzó un silbido que las hizo detenerse. Las aves tentaculadas se giraron hacia él y clavaron sus ojos en todas las partes blandas que quedaban a la vista, dejando claro que le iban a picar con más furia que un panal de abejas al que has estado toda la tarde dando por saco.

-¡Venga, venid a por mi, bichos feos! -exclamó.

Los pavos mutantes se lanzaron en estampida, moviendo torpemente las alas y alargando los tentáculos para poder capturar al individuo que había llamado su atención. Según fueron acercándose, Marty presionó varios botones en el arma del rayo desintegrador y apuntó con precisión. Cuando faltaban pocos metros para llegar hasta él, un rayo de color rojo estridente surgió del arma, barriendo a las criaturas, que reventaban como globos de agua, dejando sólo una nube de gas que se disipó en cuestión de segundos. En menos de un minuto, Marty Eye Gore había destruido a todos los pavos mutantes. Aquel estúpido científico, fuera quien fuese, no estropearía su plan contra Arkham. Se volvió hacia donde había dejado el maletín y volvió a guardar el arma.

Dejada atrás aquella molestia, Eye Gore se dirigió hacia su guarida, vamos, a su piso de soltero. Cuando llegó al edificio vio que todas las luces de las ventanas estaban apagadas, lo que no era buena señal. Abrió la puerta al interior del edificio con sus llaves y se encontró con algo que parecía una barricada improvisada. Fue caminando con cuidado, prestando atención a qué podía haber sucedido allí. Las luces de la escalera estaban apagadas, pero podía ver lo suficiente gracias a la luz de la calle. De repente, una puerta se abrió ante él y una persona con un bate intentó atizarle. Marty lo esquivó y agarró al individuo del cuello.

-¿Se puede saber qué está pasando aquí? -preguntó.

-El edificio está siendo atacado por una terrible enfermedad que convierte a la gente en zombies -respondió el otro.

-Infectados -dijo una voz desde el interior del domicilio.

-Pero no son zombies normales...

-Son infectados, y no zombies -insistió la voz de nuevo.

-Son zombies abogados. Si te muerden te convierten en un zombie abogado y empiezas a demandar a todos a tu alrededor mientras repartes bocados -explicó el individuo del bate.

De repente, de entre la barricada surgieron una serie de brazos que intentaban alcanzar a los que se encontraban al otro lado. se podían escuchar voces incoherentes que hablaban de demandas millonarias y de precedentes legales. Marty se acercó con toda tranquilidad a la barricada y, con agilidad, cogió uno de los brazos. Mientras el brazo intentaba soltarse, Marty pudo abrir como pudo su maletín y sacó una jeringuilla, que clavó en la carne del zombie (o infectado) abogado. Éste exclamó que le iba a demandar y cosas similares, pero Marty no le hizo ni caso. Sacó su microscopio portátil y desmontable del maletín y examinó la sangre. No le costó aislar el patógeno y, rápidamente, encontrar una cura a la enfermedad. Aquella estúpida epidemia tampoco iba a impedir que llevara a cabo su maléfico plan. Con una gran rapidez consiguió elaborar un antivirus y lo liberó en forma de gas.

-Ale, ya está, solucionado, no hay zombies.

-Infectados -dijo otra vez la dichosa voz.

 Marty apartó la barricada y se encontró con un montón de tipos vestidos de traje tumbados en el suelo echando espuma por la boca. No les hizo el menor caso y fue a su casa. Una vez dentro resopló y dejó el maletín sobre el sillón más cercano. Fue a comenzar los preparativos para su plan contra Arkham cuando sonó un estruendo en la calle.

-¿Y ahora qué pasa? -dijo ya con un enfado evidente.

Se asomó por la ventana y vio una especie de nube oscura de la que parecía surgir un vórtice. Abajo había unas personas haciendo movimientos rítmicos, y no le costó mucho saber qué estaba sucediendo. Era una invocación. Bajó corriendo. No iba a permitir aquello. Si aquellos tipos invocaban a lo que fuera que estaban invocando, estropearían su plan totalmente. En unos instantes estaba en la calle y se acercó a a los oficiantes. Escuchó lo que estaban cantando. Era una invocación a Shub-Niggurath. ¡Un dios exterior! De eso nada. un suceso de esas características echaría a perder su plan totalmente. No podía evitar que esos idiotas trajeran a Arkham un avatar de La Cabra Negra precisamente ese día.

La gente de la ciudad empezaba a acercarse al lugar para ver qué estaba sucediendo. La invocación parecía estar  funcionando, pues el aire empezaba a desgarrarse y se escuchaban sonidos más allá de lo cuerdo. El avatar de la  diosa exterior estaba a punto de manifestarse, Marty debía hacer algo antes de que aquello destrozara su tan bien elaborado plan. Rápidamente comenzó a dar empujones y puñetazos a los invocantes, lo que hizo que perdieran totalmente la concentración. Con esto, el hechicero principal fue perdiendo apoyo para su invocación, por lo que empezó a convulsionar por la mayor necesidad de poder para traer a La Cabra Negra. Marty se acercó tranquilamente a él, se plantó delante, lo miró fijamente y le soltó un puñetazo en todas las narices, lo que hizo que el tipo cayera al suelo.

El vórtice del cielo comenzó a moverse y echar rayos. La invocación se había descontrolado, pero eso tampoco iba a ser un impedimento. Ningún dios exterior vendría hoy a Arkham. Marty se concentró y lanzó un hechizo que absorbió la energía mágica de todos los oficiantes y el invocador principal. Ahora tenía más poder que cualqier hechicero cercano. Con esto, realizó el hechizo de expulsión específico de esta diosa en particular. La anomalía espaciotemporal desapareció y la nube se disipó en cuestión de segundos. Ya estaba, ahora podría llevar a cabo su malvado plan contra Arkham, pero cuando fue a dirigirse a su casa se encontró con una multitud que le miraba maravillada.

-Ha detenido él solo a esos hechiceros malvados -dijo un joven.

-Sí, no ha tenido nada de miedo -dijo otro.

-Yo lo he visto antes -dijo una señora. -Se ha enfrentado contra un montón de pavos que se habían escapado de un laboratorio y estaban destruyendo la ciudad.

-Y ha salvado nuestro edificio de una plaga de zombies abogados -dijo uno de los vecinos de Marty asomándose desde su ventana.

-Que eran infectados -insistió la voz del otro.

-¡Es un héroe! -exclamó alguien.

-¡Sí, el héroe de Arkham! -gritó otro.

La gente comenzó a acercarse a él lanzando vítores.

-¿Qué? ¿Héroe? ¡No! Yo no soy un héroe -decía Marty, pero aquella multitud ya lo estaba levantando el volandas.

-¡¡¡Viva el héroe de Arkham!!! -gritaban mientras lo llevaban por la calle.

-Además es humilde, dice que no es un héroe -dijo una señora.

-Que no soy un héroe, bajadme, bajadme de aquí, dejadme en el suelo.

Pero las súplicas de Marty no sirvieron de nada. La multitud se lo llevó para celebrar la victoria de su héroe.

                                                    ********

En una calle cercana, Anna Pickman y Welcome se quedaron mirando a la multitud que vitoreaba y cantaba feliz.

-¿Qué es eso? -preguntó Anna.

-Parece que alguien ha salvado la ciudad de una gran amenaza y lo están celebrando -respondió Welcome.

-Bueno, por una vez no hemos sido nosotras. Vamos a casa, que nos espera una buena cena de acción de gracias.

Y cruzaron la calle dejando a la multitud celebrando la gran victoria involuntaria del héroe involuntario de Arkham.

miércoles, 16 de noviembre de 2016

Con noticias de Yig

Robert Pickman se sentía frustrado. Había desvelado en su blog la conspiración de los Illumanti masones para amañar el resultado electoral, al tiempo que revelaba la oscura alianza con los reptilianos para impedir que él, como buen despertado y descubridor de la verdad, no lograra dar a conocer este oscuro complot. Sin embargo, esperaba que esto no fuera más que una alianza situacional. De lo contrario, con los Illuminati masones y los reptilianos aliados, no habría manera de sacar al mundo de la matrix y abrir los ojos a la gente. Por eso, había reforzado su vigilancia en La Llave y la Puerta. Por alguna oscura razón, ambas facciones de los poderes en la sombra habían establecido allí una avanzada. Por suerte para él, podía moverse libremente por la residencia. Y gracias a eso, seguía implacable su espionaje de las dos conspiraciones. Y, pese a algunas dificultades, como la ocasión en que, al tratar de ocultarse para evitar a Summanus se dió de morros contra Welcome cuando esta salía de su habitación distraída y esto estropeó su huida (aunque acabó tirado en el suelo sobre ella, lo cual tenía su punto agradable). Pero sabía que estaba bajo la pista de algo importante. Summanus, ese reptiliano infiltrado en la residencia, estaba haciendo preparativos para algo que iba a suceder pronto. ¡¿Y si fuera una reunión de la conspiración en la propia Arkham?! ¡Tenía que descubrirlo para escribirlo en su blog!

Por su parte, Summanus había decidido ignorar a Robert, que desde las elecciones estaba más pesado que de costumbre. Sin embargo, el magufo tenía que esperar. Lo más importante era asegurarse de que todos los preparativos estaban en orden. Habia hablado con los morlocks comunistas y estos aseguraban que los reptilianos nazis no estaban muy activos. Al parecer estaban entrenándose y reaprovisionándose porque querían organizar una expedición a la selva amazónica en busca de viejos nazis o algo parecido. Por otro lado, Buhonera, la líder no oficial de las welclones (su líder oficial no dejaba de ser Welcome), le había confirmado que podía contar con Serpiente Emplumada y Reina Serpiente. Los trabajos en Dunwich iban bien y las dos welclones reptiles podían ausentarse sin problema. Pkaurodlos estaba pasando un tiempo con las clones, así que vendría con ellas desde Dunwich.

Acción de Gracias estaba casi a la vuelta de la esquina, aunque era pura casualidad que hubieran escogido precisamente esta semana para la reunión. Sin embargo, Summanus lo aceptaba como tal. A fin de cuentas, hacía mucho que no se reunía en persona con su dios. Todo estaba preparado, y la única molestia era Robert, pero era un mal menor que había que aguantar, ya que no había encontrado nada para quitárselo de encima durante unos días. Tan sólo esperaba que la situación no se complicara demasiado.

Cuando llegó el día acordado, se encontraron todos en uno de las salas de reuniones de la residencia, en el primer piso. Allí se encontraban Pkaurodlos, el dios de las tormentas adorado por varios pueblos precolombinos, los iberos y algunos clubes de caballeros, Summanus, un dinosauroide sacerdote de Yig y las dos welclones reptilianas: Serpiente Emplumada, una híbrido de Welcome y Pkaurodlos y Reina Serpiente, mestiza de Welcome y mujer serpiente. Era curioso ver a las dos mujeres, versiones idénticas de Evangeline "Welcome" Parker pero con piel escamosa y, en el caso de Serpiente Emplumada, un penacho de plumas a modo de pelo. Tan sólo faltaba la llegada del invitado estrella, a quien fue a buscar Summanus a la recepción tras comprobar por última vez que todo estaba en orden. Al llegar al hall, logró ver a Robert agazapado con el móvil tras una maceta. Con su pericia habitual, no sólo no estaba bien escondido, sino que llamaba mucho la atención. Además, si pretendía grabar un vídeo, había puesto el dedo encima del micrófono del teléfono. Summanus decidió ignorarlo. En ese momento, el coche de de Yig llegó. Era un sencillo utilitario que aparcó en la entrada de la Residencia. Del mismo surgió un hombre serpiente de cuerpo corpulento y el rostro de un dios azteca vestido con un sobrio traje negro. Era Yig, Padre de las serpientes, un primigenio relativamente poco conocido y no tan popular entre los sectarios como Cthulhu o Nyarlathotep. Había utilizado un hechizo para camuflar su aspecto reptiliano, por lo que parecía un fornido luchador.

Summanus, con la deferencia debida a su señor, se aproximó a él y le saludó cortesmente, pues Yig, al igual que sucede con los dioses reptil y los dragones, es sumamente cortés y educado. El hecho de que pueda ser un dios vengativo y que se la tenga jurada a Shudde M'ell no quita que pueda ser muy respetuoso con la urbanidad y los buenos modales. Por ello, dinosauroide y primigenio se encaminaron a la sala de reuniones donde aguardaban los demás. Al llegar, Yig saludó a todos los presentes y se deshizo del hechizo que alteraba su aspecto. Su verdadera apariencia, o por lo menos la que mostraba bajo esa forma, era la de un hombre serpiente particularmente fornido. Tras las presentaciones, iniciaron el motivo que les había llevado allí: Yig, que a través de ElderGodBook había estado al tanto de las actividades de Alfa Strike, estaba interesado en saber como iban las cosas por Arkham, y, de paso, quería conocer a las dos welclones reptiles. Así, se inició el encuentro sin problemas, con normalidad y ateniéndose a la urbanidad y los buenos modales propios de un club de caballeros inglés. La única nota era que Yig parecía hablar inglés con acento mexicano, pero era más una anécdota que otra cosa.

Mientras tanto, Robert, que estaba seguro de que el fornido recién llegado era algún tipo de pez gordo de la conspiración reptiliana, seguramente el artífice de la impía alianza entre Illuminati masones y reptilianos para manipular el resultado de las elecciones americanas, estaba dispuesto a desvelar la verdad. Para ello, tras ir corriendo a buscar su tablet, una cámara digital y revisar que la batería de su móvil estaba bien cargada y tenía espacio suficiente para grabar vídeos, se lanzó a la caza de los reptilianos. Tenía que encontrar la manera de colarse en la sala de reuniones y poder grabarlos. Para ello, puso en marcha el primer plan que tenía preparado.

Se hizo con un arnés de seguridad, algunas cuerdas. Lamentablemente, las habitaciones que estaban justo encima del lugar donde se habían reunido estaban ocupadas y no iba a ser fácil colarse. Por ello, subió hasta el tejado y, desde allí, lo preparó todo para descolgarse y bajar por la pared hasta la altura de la ventana apropiada y grabarlo todo. No podía ser difícil. No lo había hecho nunca, pero en las películas parecía muy fácil. Además, había encontrado un manual del despertado activo donde explicaba como hacer estas cosas. ¡Era una suerte que los que se habían liberado de la matrix compartieran entre ellos la información! Aunque claro, era raro que, al mismo tiempo que publicaban en internet todos estos datos, existieran tantas versiones diferentes de las conspiraciones. ¡Pero seguro que era cosa de los anunnaki, que metían infiltrados para que se hicieran pasar por despertados y sembrar la confusión! Para ello, y siguiendo las instrucciones que había descargado en internet, se puso el arnés, ató la cuerda, se aseguró de que la cuerda estuviera asegurada y se dispuso a deslizarse hacia abajo. Sin embargo, su plan maestro tenía un punto flaco: como Robert bien sabía, no tenía conocimientos ni práctica en hacer rappel ni montañismo ni nada que le sirviera para dominar la situación. Por ello, se hizo un lío con los mosquetones, no aseguró la cuerda y, cuando quiso darse cuenta, estaba bajando a toda velocidad para, de improviso, detenerse con un grave dolor inguinal y en las piernas. Pero claro, aquello no podía ser todo. Resulta que, al hacerse con las cuerdas, había confundido las de escalada con las de puenting, cuya elasticidad le hizo ponerse a dar botes de forma bastante ridícula. Mientras trataba de recuperar la estabilidad, logró apoyarse en la pared del edificio, con tan mala pata que, acabó por dar una patada contra la misma que le hizo dar más botes, ahora también alejándose del mismo. Como consecuencia de todo este balanceo y de los denodados intentos de Robert por recuperar el control, este acabó enredado en su propia cuerda dando botes arriba y abajo justo ante la ventana.

Mientras tanto, al tiempo que Robert hacía el ridículo fuera, Summanus servía el té y aguantaba la risa al ver, a través de la ventana, las evoluciones del pesado magufo. Como Yig estaba de espaldas a la misma, no se percató de esto.  Además, el encanto y carisma de las welclones, además de su interesante físico, todo ello características heredadas de su primigenia, Welcome, las hacían muy llamativas a ojos del Padre de las serpientes.

Cuando Robert logró desenredarse, cayó al suelo, aunque la poca distancia de caída sólo le provocó algunas magulladuras. Tras el fracaso de su plan, se decidió por un plan B. De ninguna manera lograrían escapar sin que les grabara en vídeo para demostrar de forma inequívoca la presencia de los reptilianos y su conspiración. Por ello, se fue a dejar el equipo de escalada y a iniciar su segundo intento.

Media hora más tarde, una estrafalaria y desgarbada limpiadora se dirigía con los útiles de limpieza por un pasillo del primer piso del edificio de la residencia. Se encaminaba hacia la puerta de la sala de reuniones donde se encontraban Yig y los demás. No había que ser muy listo ni observador para darse cuenta de que se trataba de Robert, torpemente disfrazado de mujer, con una peluca que le quedaba bastante mal y un relleno hecho a base de trapos y papel higiénico para simular unos pechos poco convincentes. Cuando llegó hasta la puerta, se detuvo y giró la cabeza hacia un lado y otro para asegurarse que no había nadie en las cercanías que pudiera verle. Rápidamente se introdujo en la sala contigua, y sacó, camuflados en los útiles de limpieza, un micrófono con un mango telescópico y una cámara que, con un cable alargador, podía conectar a su tablet. Haciendo un montaje improvisado, logró montarlo todo. Abrió la ventana y extendió el artefacto extensible a través del espacio entre las ventanas. Aunque la postura era un tanto incómoda, ya que no había podido acabar de afinar el invento y tenía que estar con medio cuerpo fuera, la imagen y el sonido no eran malos, al menos comparados con lo habitual de los videos magufos.

Summanus, una vez más, no tardó mucho en percatarse del asunto. Se esperaba cualquier cosa de Robert y sabía que no iba a cesar fácilmente. Por eso, seguía atento a la ventana. Las salas de reuniones tenían cerraduras electrónicas y no eran fáciles de abrir. Así, al ver aparecer por la ventana el extraño montaje de micrófono y cámara con el mango telescópico, todo improvisado de cualquier manera, ató cabos. Sin molestar a Yig, se apartó un momento de la mesa en donde estaban todos sentados y, mientras se servía un té, aprovechó para enviar un mensaje por el teléfono. No tardó mucho en recibir respuesta. Sonrió de forma macabra y se acercó a la ventana. El Padre de las serpientes esta vez si que se dio cuenta de que pasaba algo raro. Interrogó al dinosauroide al respecto y el respondió con sencillez:

-Nada de importancia, un pesado que hay que quitarse de encima de vez en cuando.

Esquivando el área afectada por la cámara, abrió una ventana, cogió con ambas manos el artefacto y tiró con fuerza. Al otro lado, Robert sintió de repente el brusco movimiento y se desequilibró. Entonces, sin poder evitarlo, y aun disfrazado de limpiadora, cayó desde el primer piso para acabar estrellándose contra una masa gelatinosa, protoplásmica y amorfa que resultó ser Unglaublich, el servidor de los Otros Dioses que trabajaba en La Llave y la Puerta como cocinero jefe y realizando diversas tareas menores. El ser ameboide y multiforme se cerró sobre Robert para atraparlo, dejando sólo la cabeza a la vista. A continuación, pese a las protestas del magufo, se teleportó para, poco después, volver a reaparecer dentro de la sala de reuniones.

-Vale, ya me he librado de este pesado. Me debes una después de esto. Que tipo más pesado.

Summanus agradeció la ayuda de Unglaublich, y no pudo resistir la tentación de hacerle una pregunta:

-¿Y a dónde te lo has llevado?

En la masa negra y gelatinosa del ser se formó una boca con una sonrisa malévola antes de responder:

-Pues, ya que estaba obsesionado con reptilianos, le he llevado a donde pueda satisfacer sus ansias y, al mismo tiempo, nos deje en paz unos días.

Summanus, que no pudo evitar alegrarse por la posibilidad de librarse del pesado de Robert, aprovechó para presentar a Unglaublich a sus invitados, o por lo menos a Yig, que no conocía al ser que tan buenos servicios proporcionaba a la residencia y a los Pickman. El Padre de las serpientes, con suma educación, preguntó por la situación que había provocado la intervención de Unglaublich. Por ello, Summanus no tuvo problema en explicarle lo sucedido. Debido a su carácter vengativo, Yig supo apreciar la situación y la actuación del servidor de los Otros Dioses, por lo que, tras el breve intervalo y diálogo, pudo retirarse. Una vez resuelto el asunto de Robert, pudieron continuar la jornada con tranquilidad.

Mientras tanto, en los profundos bosques de la comarca de Dunwich, Robert huía a la carrera mientras trataba de grabar con su móvil y la tablet en una especie de cruce entre found footage y reality de supervivencia. El motivo de su loca carrera era que estaba siendo perseguido por una escuadra de minitanques de los Reptilianos Nazis del Lado Oscuro que ladraban ordenes en alemán seseado. Los alienígenas lacerto-nazis no sabían de donde había salido el pesado ese, al que conocían como el magufo de los Pickman. Pero había llegado en el momento oportuno para entrenarse en la persecución de objetivos a pie con los vehículos en entornos de terreno difícil. A fin de cuentas, Yig, Pkaurodlos, Summanus, Serpiente Emplumada y Reina Serpiente estaban satisfechos porque la jornada había salido bien. Unglaublich estaba contento porque había hecho meritos ante un primigenio y Summanus le debía una. Los RNLO estaban felices por poder continuar con su entrenamiento con el extra que les proporcionaba Robert. Y Robert, aunque a la carrera, estaba contento porque por fin estaba grabando la existencia de reptilianos y sus planes para conquistar el mundo. Lamentablemente, el enfoque era pésimo y la cámara estaba continuamente dando saltos. Pero eso ya lo descubriría más adelante. Por el momento era feliz.

viernes, 11 de noviembre de 2016

Quién robó las elecciones presidenciales

Un escalofrío recorrió la espalda a Sumannus cuando abrió la puerta de su habitación para dar comienzo al día. Suponía lo que eso quería decir. Era como un sexto sentido. No podía significar otra cosa que el pesado de Robert Pickman vigilándole, o grabándole y haciéndole fotos desenfocadas. Ya se había visto varias veces fotografiado en el blog del chalado, y siempre salía desfavorecido. Resignado para otra jornada de persecución magufa, se dirigió a la zona de administración de la residencia estudiantil, sintiendo la sombra que le seguía. Antes de que pudiera abrir la puerta y disponerse a trabajar, Robert Pickman se interpuso en su camino.

-¡Summanus! Esto es algo vergonzoso, pero... necesito tu ayuda -le dijo.

El dinosauroide se quedó perplejo. Pensaba que iba a soltarle su retahíla de conspiraciones reptilianas y cómo él iba a exponerle al público como un infiltrado.

-¿Qué pasa? ¿Has dejado las zapatillas de velcro y no sabes atarte los cordones? -le respondió Summanus con sorna.

-No. Tenemos un enemigo común. Ha llegado a mis oídos que los illuminati masones han manipulado las elecciones para conseguir sus pérfidos objetivos. Cualquiera con dos dedos de frente sabe que los illuminati masones están enfrentados a los reptilianos por el control del planeta, así que debes ayudarme a detenerlos antes de que consigan llevar a cabo su plan con éxito.

Summanus no pudo evitar lanzar un largo suspiro y alzar los ojos al techo.

-Claro... y quieres que te ayude porque soy un reptiliano -dijo Summanus.

-¡¡¡Ajá!!! Lo has admitido -exclamó Robert señalándole enfáticamente.

Summanus comenzó a escuchar esa vocecilla en su interior que le decía que le soltara un buen sopapo a Robert Pickman, pero en vez de hacerle caso (que no habría estado mal, pero la última vez que le arreó hubo consecuencias espaciotemporales), decidió seguirle el rollo un rato. Total, no tenía mucho trabajo que hacer y, quizás, así conseguía quitárselo de encima durante un tiempo.

-Bien... ¿cuales son tus fuentes? ¿Y qué leches vamos a poder hacer nosotros para detener a esos illuminati masones?

-No puedo revelarte mis fuentes -susurró Robert. -Podrías dar información a tus congéneres y estos harían caer sus blogs y canales de youtube. 

-Claro, claro... -dijo Summanus haciendo girar los ojos en el sentido de las agujas del reloj.

-Pero esas fuentes me han informado de que aquí mismo ¡en la residencia! hay un grupo de esos conspiradores. Si los capturamos y les hacemos hablar podremos destapar todo su plan y hacerles frente.

-Bien -dijo Summanus. -Illuminati masones infiltrados en la residencia. Nos hemos enfrentado a cosas peores -y en voz baja añadió -y que existen de verdad.

Mientras hablaban, delante de ellos pasaron dos individuos vestidos con túnicas rojas que iban canturreando algún tipo de rezo.

-¡Míralos! Son aquellos tipos que vinieron hace meses, cuando alguien activó el HAARP, o el Blue Beam, o lo que fuera que hicieron -dijo Robert con mirada de sospecha. -Tienen que ser ellos. Ya os advertí que eran parte de alguna conspiración, pero no me hicisteis caso. Vamos tras ellos, pérfido reptil.

Summanus volvió a sentir la necesidad de presentarle a Robert al señor Ostia Fina, pero respiró profundamente y siguió al himbestigador por las escaleras. Iba subiendo lentamente, de puntillas, intentando no hacer ningún ruido. Summanus mientras tanto, caminaba con tranquilidad.

Los dos individuos de las túnicas llegaron al piso que buscaban y siguieron por el pasillo mientras seguían canturreando. Robert se detuvo en una esquina y se dirigió a Summanus.

-¿Qué será ese cántico que recitan? ¿Algún tipo de código secreto illuminati? Sé que incluyen mensajes secretos en los crucigramas de la gaceta de Arkham.

-No lo pongo en duda -le respondió Summanus.

-Pues sigámoslos. Nos llevarán hasta LA VERDAD.

Robert continuó avanzando de puntillas y pegándose a la pared con todo el sigilo que un individuo como él podía tener. Los individuos de las túnicas no le hacían ningún caso, aunque estaba claro que le estaban escuchando seguirles. El sigilo no era el punto fuerte de Robert M. Pickman.

Los individuos con túnica llegaron hasta una de las habitaciones y tocaron. Esperaron unos segundos y alguien abrió apenas para que se le entreviera la cara.

-Uoiea -dijo uno de los individuos de las túnicas.

-Oé, oé -respondió el de dentro.

La puerta se abrió del todo y les permitió entrar.

Robert dio un salto de emoción y cogió a Summanus de los hombros.

-¡¿Lo has visto?! ¡¿Lo has visto?! -exclamó. -Eso era una contraseña. Yo tenía razón. Son ellos. Voy a destapar la conspiración para alterar las elecciones. Voy a demostrar a todo el mundo LA VERDAD, les abriré los ojos, los sacaré de la matrix. ¡Atención, borregos, la libertad llega!

-Bien ¿y cómo vas a hacer eso? -le preguntó Summanus.

-Tranquilo, tengo instrumental de última  generación que compré en la teletienda del canal Magufhistory Channel. Pondré aparatos de escucha en la puerta y podremos grabar todo lo que dicen. Y si con eso no es suficiente, tú puedes grabarlo todo con el móvil desde fuera.

Summanus se le quedó mirando unos instantes.

-¿Cómo que desde fuera?

-Desde la ventana. Entras desde la habitación de al lado, caminas por la cornisa y te asomas por la ventana. Desde allí podrás grabarlo todo.

-¡¿Y por qué no haces eso tú y yo me quedo aquí en el pasillo con tu aparatito de escucha?! -exclamó Summanus empezando a lamentar la idea de seguirle el rollo por un día a Robert.

-¡Porque eres un reptiliano! Con tus dedos puedes pegarte a las paredes. 

Summanus lanzó el enésimo suspiro del día. Claro, con sus superpoderes de reptiliano podía hacer todo eso... si no fuera porque sus dedos eran como los de cualquier otro reptil y no se pegaban a ningún sitio como si fuera una lagartija. Los dinosauroides habían evolucionado de los terópodos, pero no habría forma de explicarle todo eso a Robert. Incluso podría ser peor, podría sacarse de la manga una nueva conspiración de dinosaurios infiltrados en la sociedad para tomar el poder del mundo. Incluso podría llegar a la conclusión de que le película de Supermario Bros era un mensaje oculto para la humanidad. Decidió no discutir más con él y se dirigió a la habitación de al lado, la 217.

-¡A por ellos! -exclamó Robert mientras empezaba a manipular unos aparatos que parecían una mezcolanza de trastos viejos reensamblados para venderlos como tecnología punta.

Summanus entró en la habitación 217. Se trataba de la típica habitación estudiantil, con su espacio para el trabajo universitario, la cama y un poco de sitio para más comodidad. Saludó como si nada al fantasma, que estaba sentado en un sillón leyendo una revista, abrió la ventana y salió al exterior. Una ráfaga de viento le recibió junto con varios pájaros volando cerca del edificio. El dinosauroide salió cuidadosamente y prefirió no mirar hacia abajo, caminando con cuidado por la cornisa. De repente una gaviota se le paró delante. Summanus se le quedó mirando. La gaviota hizo lo propio. Manteniendo el equilibrio como pudo hizo aspavientos para echar al pájaro, pero esta sólo soltó un graznido. Harto, sacó su lengua y de un golpetazo lanzó disparada a la gaviota, que huyó de allí claramente ofendida. La  ventana de la habitación de al lado estaba muy cerca, sólo un par de pasos. Y de repente pasó un grupo de ratas con una pancarta manifestándose contra la proliferación de gatos. Pasaron entre las piernas del dinosauroide, que rezó a todos los dioses para que no le hicieran caer. Una vez pasó la manifestación lanzó un profundo suspiro. ¿No había otro sitio para hacer la manifestación que aquella cornisa? Esto empezaba a parecerse a un relato de Stephen King. Finalmente, Summanus llegó a la ventana de la habitación de al lado y echó un vistazo.

En el interior de la habitación, un grupo de individuos vestidos con túnicas rojas bailaban y cantaban delante de un trono enjoyado y pintado en vistosos colores. Summanus terminó reconociendo a aquellos tipos. Eran los adoradores de El Gran y Poderoso E, que supuestamente estaba sentado en el trono. Uno de los que bailaban dirigió su mirada a Summanus y le saludó, invitándole a entrar. El dinosauroide no vio ninguna razón para no hacerlo.

-¡Bienvenido a los ritos en honor a El Gran y Poderoso E! ¡Señor de las Vocales! -le dijo uno de los adoradores.

-Yo... no es que estuviera espiándoos ni nada, es que...

De pronto, la puerta se abrió de golpe y Robert Pickman cayó al suelo con toda la parafernalia de trastos echando humo. Se alejó rápidamente de ellos instantes antes de que explotaran.

-¡Habían saboteado mi instrumental! -exclamó Robert. Miró a los adoradores de El Gran y Poderoso E y se dispuso a soltar su típica perorata, pero uno de ellos le puso la mano sobre el hombro.

-Tranquilo, amigo, estamos aquí por lo mismo que tú. Estamos buscando a los conspiradores que han manipulado las elecciones, así que no te preocupes. Detendremos a los Illuminati antes de que instauren El Nuevo Orden Mundial.

Robert pastañeó perplejo.

-¿En serio?

-Sí, tú siéntate aquí y te ayudaremos en tu misión.

Summanus estaba estupefacto. ¿Los individuos aquellos también eran conspiranoicos? ¿Ahora tendría que soportar a toda una organización de chiflados persiguiéndole pensando que era un reptiliano? Pero antes de que pudiera seguir pensando en lo que podía estar pasando, otro de los adoradores cogió del brazo a Summanus y lo fue llevando hacia la puerta. Una vez fuera le soltó.

-Tranquilo, amigo, ya te hemos librado de ese pobre infeliz. Lo mantendremos ocupado hasta que se le pase.

-Pero... pero ¿cómo sabíais...?

-¿Cómo va a ser? El Gran y Poderoso E lo sabe todo. Buenos días.

Y cerró la puerta.

Summanus empezó a sentir que su cabeza necesitaba de una tirada de cordura, pero decidió dejar pasarlo todo y bajó las escaleras hasta recepción. Una vez allí, sintió un escalofrío por la espalda, pero no era el mismo que sentía cuando Robert le perseguía. Miró a su alrededor y se encontró con un individuo de aspecto egipcio, bien vestido, con un brillo en los ojos que le hacía ver como algo mucho más que humano.

-¡Tú! -exclamó Summanus! -Pero entonces... ¿Robert tenía razón? ¿Has manipulado las elecciones a la presidencia de los Estados Unidos?

-¿Yo? ¿Qué va? -respondió Nyarlathotep. -Sólo he venido a hacer una visita a El Que Legisla Tras El Umbral sobre unos temas legales. ¿Para qué iba a manipular las elecciones? Ganara quien ganara yo seguiría ganando.

Y dicho esto, se dirigió a la puerta de entrada de la residencia y se marchó, dejando a Summanus de pie en medio del salón de recepción, sintiendo una sombra sobre el horizonte ante las palabras del Caos Reptante. Sólo el futuro le mostraría qué significaban esas palabras.

viernes, 4 de noviembre de 2016

Alfa Strike: Despedida de soltera

Loki estaba sorprendido. Aunque NWE llevaba una temporada manteniendo un perfil bajo, el dios del engaño sabía que la multinacional seguía con sus planes de capturar dioses y seres sobrenaturales poderosos para someterlos a todo tipo de pruebas. Sin embargo, no habían vuelto a actuar de forma activa. Se habían limitado a seguir el trabajo en sus laboratorios y mantener a las tropas de Omicron Scorpions entrenándose y trabajando para otros clientes. Sin embargo, las armaduras clase "Acorazado" y "GodHunter" seguían en dique seco salvo para mantenimiento y entrenamiento. Pero esto no era lo que le había dejado sin palabras. Imaginaba que, mientras tanto, NWE seguiría trabajando en sus fábricas y laboratorios, desarrollando tecnología en base a los resultados obtenidos en sus acciones. Lo que le había sorprendido era que la información más reciente sobre una actividad que pudiera llamar su atención venía de una improbable fuente: Thor. Y no sólo eso, también resultaba una tontería como una catedral de grande. Pero podía ser una oportunidad para hacer algo de trabajo de inteligencia.

Se trataba de una despedida de soltera en la que iban a participar las GodHunters de la capitana Ashley Johnson, así como otras empleadas de la NWE, incluidas algunas otras mujeres soldado de Omicron Scorpions y algunas científicas de la sección I+D+i de esta filial. La capitana había tenido anteriores escarceos con Alfa Strike, aunque, según los datos que tenía Loki y las impresiones que se había llevado el equipo en sus encuentros con ella, era competente, inteligente y no particularmente hostil. Era una profesional, y como tal le pagaban para defender los intereses de la empresa para la que trabajaba. Además, era ella la que había organizado la despedida. Lo que no sabía es que la sala de fiestas que había contratado pertenecía Thor, era una de las que tenía y usaba en su trabajo como animador y organizador de fiestas y eventos.

La cuestión era que, aprovechando la fiesta, podía infiltrar a algunos miembros del equipo para que trataran de averiguar algo más sobre lo que estaban haciendo los de NWE. Por ello, tras revisar quien podría estar disponible, avisó a los elegidos. En esta ocasión, Thor, aunque no era conocido por su sutileza, debería formar parte del equipo. Zeus podría hacer un buen papel, era su especialidad, aunque debería ir con cuidado y evitar a Ashley Johnson todo lo que pudiera. Por otro lado, Odín llevaba un tiempo tranquilo, no le vendría mal algo de acción. Estuvo dándole vueltas a otros nombres, pero no eran los más apropiados. A fin de cuentas, para una pequeña misión de infiltración e inteligencia no hacía falta un grupo muy grande. Por ello, se limitó a reunir a los seleccionados y transmitirles las ordenes. Loki tenía la sensación de que no iba a ser tan sencillo como parecía, pero no podía hacer otra cosa que confiar en el equipo. Dándose cuenta de lo que implicaba, se puso a rezar a los Dioses Arquetípicos para que no acabara todo en desastre.

Local de fiestas "Walhalla", Providence, Rhode Island
Walhalla era un local que se alquilaba para fiestas y celebraciones. Estaba preparado para actuaciones en vivo, completamente insonorizado y con un excelente equipo de luz, imagen y sonido. Contaba con una plantilla muy profesional, que incluía técnicos de imagen y sonido, camareros y personal de animación para cubrir todo tipo de fiestas. Era uno de los que tenía Thor y que utilizaba como fuente de ingresos y para su propia diversión. Se trataba de un local amplio, decorado con una ambientación de estilo vikingo, donde se servían las cervezas por pintas y tanques, y la bebida solía correr en abundancia. Para ocasiones como aquella, una despedida de soltera, contaba con una plantilla de profesionales que incluían bailarines exóticos de ambos sexos. Cuando actuaban en el Walhalla, tenían a su disposición disfraces de estilo vikingo para no desentonar con la ambientación.

Thor y su grupo llegaron por la parte de atrás, y entraron por la puerta de personal. Era la típica puerta anodina, una salida de emergencia metálica en medio de una pared en la que nadie se habría fijado. Una vez dentro, se encontraron en el típico entramado de pasillos con un aspecto algo descuidado, destinados a no ser vistos por el público. Eran típicamente funcionales, sin adornos superfluos. Thor, encabezando al grupo, se dirigió hacia el despacho de la directora del local, Anna Baum, una exvalquiria que, tras retirarse del servicio activo, había aceptado ese trabajo del dios de las tormentas nórdico. Por el camino, se cruzaron con uno de los bailarines exóticos, un sujeto de 1,80, moreno y con cuerpo tallado en el gimnasio y músculos aceitados. Iba tan sólo con un tanga mientras se movía a toda velocidad, como si huyera de algo. Su mirada parecía la de alguien que ha realizado un vuelo sin motor sobre el infierno. Venía desde la zona del escenario. Estaba pasando algo fuera de lo normal.

Al mismo tiempo, al otro lado del escenario, las mujeres que habían asistido a la despedida de soltera estaban cada vez más desatadas y fuera de control. Ashley Johnson estaba preocupada. Era normal que, ya que estaban de fiesta, se desmelenaran. Además, ella se había encargado de organizarlo todo, y había elegido un local con buena reutación y un buen servicio. Y había que reconocer que los bailarines que habían salido la estaban poniendo taquicárdica por su físico y la destreza que tenían para moverse. Pero aquello ya no parecía ni normal. El último había tenido que salir a escape antes de que se le arrojaran encima con intenciones cláramente sexuales. Por ello, la capitana de GodHunters se acercó a la novia, que era íntima amiga suya y tenía una larga lista de títulos y certificaciones en el campo de la química. De hecho, su trabajo en NWE era el desarrollo de intensificadores de la química corporal. Era una forma "elegante" de llamar a las drogas de combate y demás sustancias para modificar el comportamiento.

-Liz, ¿qué demonios pasa que estáis todas en celo y desatadas?

La científica la miró con los ojos algo turbios producto de la ingesta de alcohol y, a entender de Ashley, de algo más. Le sonrió bobamente y su cara comenzó a adoptar una expresión lasciva que a la soldado le hizo pensar que, como no apareciera pronto un hombre, la mujer iba a dedicarse a probar el sexo lésbico con ella.

-Ashley, no me había dado cuenta hasta ahora lo buena que estás y lo sexy que eres. La verdad es que se me ha ocurrido probar una formula que hemos desarrollado en el laboratorio. Se trata de un potente afrodisíaco que si que funciona de verdad. Lo creamos después de leer un relato de Clive Barker que hablaba sobre algo parecido -Ashley, que había leído los Libros de Sangre de ese autor, donde salía el relato "La era del deseo" al que hacía referencia su amiga, se quedó blanca-, pero es una versión más suave, no tan exagerada. Puede que hagamos ciencia loca y negra, pero no somos como aquella demente de Asenath Osborn, la que montó aquel follón en Dunwich.

En ese momento, Liz se le echó encima y la besó apasionadamente mientras comenzaba a meterle mano. Ashley, con cuidado para no hacer daño a su amiga, logró librarse de ella y salió disparada hacia la zona de personal. Tenía que avisar de lo que estaba pasando. En situaciones como esa se preguntaba que hacía trabajando para una corporación que parecía surgida de una mezcla de película de espías rancia, serie B y comic de superhéroe viejuno.

Al llegar al despacho de la directora del local, llamó a la puerta y, al recibir la invitación a pasar, se encontró el lugar un tanto abarrotado. Además de Anna Baum, una enorme germano-americana de 1.80 de altura y con el físico de una luchadora, encontró a un sujeto de 1.90, de edad madura, con un parche cubriendo un ojo y el pelo cano, vestido de gris; un gigantón de 2 metros, rubio y fornido y, finalmente, un culturista maduro de barbita rizada. Sus miradas se cruzaron y los ojos de ambos se abrieron como platos mientras decían ambos al unísono:

-¡Joder! ¡¿Qué haces tú aquí?!

Zeus y Ashley habían tenido una trayectoria complicada. Cuando se conocieron, el griego la sedujo para llevársela a la cama y tratar de sonsacarle información. Después, la mujer trató de vengarse del dios por utilizarla de esa manera. Finalmente, se "reconciliaron" en Japón tras un breve duelo personal. Sin embargo, aun había tiranteces entre ellos. Los dioses, sorprendidos, vieron a una mujer recién entrada en la treintena, de 1.70 de altura, atlética. Tenía el pelo negro muy corto, de una forma más bien masculina, y sus ojos azules tenían una mirada decidida. Ashley ató cabos rápidamente. Conocía las fichas de los miembros identificados de Alfa Strike, y, tras la sorpresa inicial, no tardó en reconocerlos. Así que se le planteaba una cuestión a resolver: fuera estaban las chicas de la despedida cada vez más descontroladas y salidas por culpa del afrodisíaco experimental. Por otro lado, ahí estaban los archienemigos de la empresa para la que trabajaba. Por otro lado, estaba fuera de horario laboral, y lo primero era resolver los problemas del local. Por ello, se decantó por explicarles cual era la situación.

Ashley preveía un posible desastre si no ponían bajo control a las mujeres. Por otro lado, ante esta coyuntura, valía la pena aprovechar cualqueir ayuda que tuviera a mano, aunque fuera la de unos dioses más bien aficionados a la juerga. Aunque de Odín no se fiaba del todo, sin embargo, había que trabajar con lo que tenía a mano. Por ello, no tardó en ponerse al mando y organizar a todos.

-Vale, tenemos trabajo por delante y creo que tenemos al grupo ideal para ello, o al menos el único que hay a mano. Si no sale pronto ningún bailarín al escenario la situación puede empeorar. Y mucho. Zeus, Thor, os toca salir a la palestra y hacer lo que haga falta para mantenerlas controladas. Y quiero decir lo que haga falta. Que si tenéis que despelotaros y follarlas hasta que caigan agotadas, que así sea. Odín, tú y la señora Baum ocupaos de asegurar las salidas. No quiero que ninguna salga de aquí hasta que se le hayan pasado los efectos del afrodisíaco. Si alguna trata de dejar el local, la metéis de nuevo para adentro.

Acostumbrada a dar ordenes y dirigir a sus subordinadas, Ashley no tuvo problemas en adoptar una voz de mando que los puso a todos a cumplir sus ordenes de inmediato. Todos se encaminaron a sus respectivas posiciones y la mujer aprovechó para relajarse y respirar aliviada durante unos instantes. En ese momento, recibió una llamada al móvil. Al responder se encontró hablando directamente con Loki. No sabía como había conseguido el Herrero Mentiroso su número, y en ese momento estaba demasiado preocupada para preguntar, aunque el nórdico no dudó en aclarárselo. A fin de cuentas, era un maestro de espías y un dios del engaño.

Al teléfono, Loki le explicó a Ashley el motivo de su llamada: Tenía un mal pálpito sobre la despedida de soltera. Había probado con un hechizo de adivinación y todo indicaba que las cosas no estaban saliendo como esperaba y que Ashley era una pieza importante a tener en cuenta. Para dejar las cosas claras, y con ánimo de sentar una tregua temporal, le explicó la razón por la que había enviado allí a Thor y los demás. Esto, obviamente, hizo enfadar a la capitana, que soltó una buena ristra de improperios y maldiciones que Loki aguantó estoicamente. A fin de cuentas, lo suyo era el espionaje y la obtención de información. Cuando la mujer se calmó, le preguntó por la situación en el local. Al escuchar las explicaciones de Ashley, el líder de Alfa Strike se percató de que sus presentimientos y la adivinación no le habían engañado. Al menos no era algo difícil de arreglar. Al escuchar la solución que había adoptado la mujer, la felicitó. Era una buena táctica y a Thor y Zeus les encantarían. ¿Tirarse hasta el agotamiento a un grupo de mujeres salidas? Para ellos sería el paraíso. Por otro lado, Odín haría un buen papel con la exvalquiría para controlar los accesos. Si fuera necesario, ya lo mandarían a unirse a la orgía. Mientras tanto, Loki le avisó que iba a mandarle un paquete via Byakhee Express. y le contó un plan adicional para que ella lo pusiera en marcha. Cuando acabó de contárselo, Ashley no logró contener la risa.

Unos minutos más tarde, un byakhee de Byakhee Express, un ser de gran tamaño, alas membranosas y patas palmeadas, le entregó un paquete a la capitana. La mujer firmó la entrega y, al abrir la caja, encontró una cámara de vídeo.

Al día siguiente en el perfil de ElderGodBook de Loki apareció colgado un video que fue un éxito de reproducciones, interacciones y comentarios. En él aparecía al principio Ashley Johnson presentándose de esta manera:

-Hola, soy Ashley Johnson y lo que están a punto de ver es como dejar en ridículo a un grupo de dioses.

A partir de ahí se podía ver a Thor y Zeus ejecutando una torpe danza mientras trataban de desnudarse a toda prisa. El resultado era bastante ridículo. Sin embargo, el público femenino, hambriento y sin ataduras, no tardó en lanzarse sobre ellos, cosa que el griego recibió con una sonrisa beatífica y los brazos abiertos. En ese momento se iniciaba una tremenda y desatada orgía en la que las mujeres no tardaron en quedar desnudas y dedicarse con frenesí al intercambio sexual. En ese momento se producía un fundido a negro y un texto que decía: 30 minutos más tarde... A continuación, la orgía se mantenía, aun con bastante intensidad. Un nuevo fundido a negro y otro texto: 1 hora más tarde... las insaciables mujeres parecen inagotables, y Odín se une a la orgía. Fundido a negro y un último texto: 2 horas más tarde... Finalmente las féminas han caído rendidas y los tres dioses, agotados por el esfuerzo masivo, se apilan uno sobre otro desnudos y sin fuerzas, clamando por hielo para sus miembros irritados. Sentada tirunfante sobre ellos, como un cazador sobre sus trofeos, Ashley Johnson sonreía a la cámara.

-Y así -decía- es como se puede derrotar a los dioses de Alfa Strike con un grupo de mujeres excitadas con un afrodisíaco producto de la ciencia loca.

Y así finalizaba el vídeo. Los comentarios no tenían desperdicio. Zeus y Thor eran conocidos por su lubricidad y su afición desmedida al sexo, en particular el griego con su larguísima lista de amantes. Odín también había tenido sus escarceos y sus intrigas amorosas. De hecho, eran dioses que se jactaban de su potencia sexual y de sus heroicas hazañas. Y, con la ayuda de Loki, Ashley Johnson les había proporcionado un pequeño baño de humildad. No hace falta decir que, durante las siguientes semanas no se dejaron ver mucho por ElderGodBook ni por otros lugares en donde se reunían los dioses. Tal vez la próxima vez serían más cuidadosos con sus alardes y a ir con más cuidado con la astuta y directa capitana Johnson.