viernes, 11 de noviembre de 2016

Quién robó las elecciones presidenciales

Un escalofrío recorrió la espalda a Sumannus cuando abrió la puerta de su habitación para dar comienzo al día. Suponía lo que eso quería decir. Era como un sexto sentido. No podía significar otra cosa que el pesado de Robert Pickman vigilándole, o grabándole y haciéndole fotos desenfocadas. Ya se había visto varias veces fotografiado en el blog del chalado, y siempre salía desfavorecido. Resignado para otra jornada de persecución magufa, se dirigió a la zona de administración de la residencia estudiantil, sintiendo la sombra que le seguía. Antes de que pudiera abrir la puerta y disponerse a trabajar, Robert Pickman se interpuso en su camino.

-¡Summanus! Esto es algo vergonzoso, pero... necesito tu ayuda -le dijo.

El dinosauroide se quedó perplejo. Pensaba que iba a soltarle su retahíla de conspiraciones reptilianas y cómo él iba a exponerle al público como un infiltrado.

-¿Qué pasa? ¿Has dejado las zapatillas de velcro y no sabes atarte los cordones? -le respondió Summanus con sorna.

-No. Tenemos un enemigo común. Ha llegado a mis oídos que los illuminati masones han manipulado las elecciones para conseguir sus pérfidos objetivos. Cualquiera con dos dedos de frente sabe que los illuminati masones están enfrentados a los reptilianos por el control del planeta, así que debes ayudarme a detenerlos antes de que consigan llevar a cabo su plan con éxito.

Summanus no pudo evitar lanzar un largo suspiro y alzar los ojos al techo.

-Claro... y quieres que te ayude porque soy un reptiliano -dijo Summanus.

-¡¡¡Ajá!!! Lo has admitido -exclamó Robert señalándole enfáticamente.

Summanus comenzó a escuchar esa vocecilla en su interior que le decía que le soltara un buen sopapo a Robert Pickman, pero en vez de hacerle caso (que no habría estado mal, pero la última vez que le arreó hubo consecuencias espaciotemporales), decidió seguirle el rollo un rato. Total, no tenía mucho trabajo que hacer y, quizás, así conseguía quitárselo de encima durante un tiempo.

-Bien... ¿cuales son tus fuentes? ¿Y qué leches vamos a poder hacer nosotros para detener a esos illuminati masones?

-No puedo revelarte mis fuentes -susurró Robert. -Podrías dar información a tus congéneres y estos harían caer sus blogs y canales de youtube. 

-Claro, claro... -dijo Summanus haciendo girar los ojos en el sentido de las agujas del reloj.

-Pero esas fuentes me han informado de que aquí mismo ¡en la residencia! hay un grupo de esos conspiradores. Si los capturamos y les hacemos hablar podremos destapar todo su plan y hacerles frente.

-Bien -dijo Summanus. -Illuminati masones infiltrados en la residencia. Nos hemos enfrentado a cosas peores -y en voz baja añadió -y que existen de verdad.

Mientras hablaban, delante de ellos pasaron dos individuos vestidos con túnicas rojas que iban canturreando algún tipo de rezo.

-¡Míralos! Son aquellos tipos que vinieron hace meses, cuando alguien activó el HAARP, o el Blue Beam, o lo que fuera que hicieron -dijo Robert con mirada de sospecha. -Tienen que ser ellos. Ya os advertí que eran parte de alguna conspiración, pero no me hicisteis caso. Vamos tras ellos, pérfido reptil.

Summanus volvió a sentir la necesidad de presentarle a Robert al señor Ostia Fina, pero respiró profundamente y siguió al himbestigador por las escaleras. Iba subiendo lentamente, de puntillas, intentando no hacer ningún ruido. Summanus mientras tanto, caminaba con tranquilidad.

Los dos individuos de las túnicas llegaron al piso que buscaban y siguieron por el pasillo mientras seguían canturreando. Robert se detuvo en una esquina y se dirigió a Summanus.

-¿Qué será ese cántico que recitan? ¿Algún tipo de código secreto illuminati? Sé que incluyen mensajes secretos en los crucigramas de la gaceta de Arkham.

-No lo pongo en duda -le respondió Summanus.

-Pues sigámoslos. Nos llevarán hasta LA VERDAD.

Robert continuó avanzando de puntillas y pegándose a la pared con todo el sigilo que un individuo como él podía tener. Los individuos de las túnicas no le hacían ningún caso, aunque estaba claro que le estaban escuchando seguirles. El sigilo no era el punto fuerte de Robert M. Pickman.

Los individuos con túnica llegaron hasta una de las habitaciones y tocaron. Esperaron unos segundos y alguien abrió apenas para que se le entreviera la cara.

-Uoiea -dijo uno de los individuos de las túnicas.

-Oé, oé -respondió el de dentro.

La puerta se abrió del todo y les permitió entrar.

Robert dio un salto de emoción y cogió a Summanus de los hombros.

-¡¿Lo has visto?! ¡¿Lo has visto?! -exclamó. -Eso era una contraseña. Yo tenía razón. Son ellos. Voy a destapar la conspiración para alterar las elecciones. Voy a demostrar a todo el mundo LA VERDAD, les abriré los ojos, los sacaré de la matrix. ¡Atención, borregos, la libertad llega!

-Bien ¿y cómo vas a hacer eso? -le preguntó Summanus.

-Tranquilo, tengo instrumental de última  generación que compré en la teletienda del canal Magufhistory Channel. Pondré aparatos de escucha en la puerta y podremos grabar todo lo que dicen. Y si con eso no es suficiente, tú puedes grabarlo todo con el móvil desde fuera.

Summanus se le quedó mirando unos instantes.

-¿Cómo que desde fuera?

-Desde la ventana. Entras desde la habitación de al lado, caminas por la cornisa y te asomas por la ventana. Desde allí podrás grabarlo todo.

-¡¿Y por qué no haces eso tú y yo me quedo aquí en el pasillo con tu aparatito de escucha?! -exclamó Summanus empezando a lamentar la idea de seguirle el rollo por un día a Robert.

-¡Porque eres un reptiliano! Con tus dedos puedes pegarte a las paredes. 

Summanus lanzó el enésimo suspiro del día. Claro, con sus superpoderes de reptiliano podía hacer todo eso... si no fuera porque sus dedos eran como los de cualquier otro reptil y no se pegaban a ningún sitio como si fuera una lagartija. Los dinosauroides habían evolucionado de los terópodos, pero no habría forma de explicarle todo eso a Robert. Incluso podría ser peor, podría sacarse de la manga una nueva conspiración de dinosaurios infiltrados en la sociedad para tomar el poder del mundo. Incluso podría llegar a la conclusión de que le película de Supermario Bros era un mensaje oculto para la humanidad. Decidió no discutir más con él y se dirigió a la habitación de al lado, la 217.

-¡A por ellos! -exclamó Robert mientras empezaba a manipular unos aparatos que parecían una mezcolanza de trastos viejos reensamblados para venderlos como tecnología punta.

Summanus entró en la habitación 217. Se trataba de la típica habitación estudiantil, con su espacio para el trabajo universitario, la cama y un poco de sitio para más comodidad. Saludó como si nada al fantasma, que estaba sentado en un sillón leyendo una revista, abrió la ventana y salió al exterior. Una ráfaga de viento le recibió junto con varios pájaros volando cerca del edificio. El dinosauroide salió cuidadosamente y prefirió no mirar hacia abajo, caminando con cuidado por la cornisa. De repente una gaviota se le paró delante. Summanus se le quedó mirando. La gaviota hizo lo propio. Manteniendo el equilibrio como pudo hizo aspavientos para echar al pájaro, pero esta sólo soltó un graznido. Harto, sacó su lengua y de un golpetazo lanzó disparada a la gaviota, que huyó de allí claramente ofendida. La  ventana de la habitación de al lado estaba muy cerca, sólo un par de pasos. Y de repente pasó un grupo de ratas con una pancarta manifestándose contra la proliferación de gatos. Pasaron entre las piernas del dinosauroide, que rezó a todos los dioses para que no le hicieran caer. Una vez pasó la manifestación lanzó un profundo suspiro. ¿No había otro sitio para hacer la manifestación que aquella cornisa? Esto empezaba a parecerse a un relato de Stephen King. Finalmente, Summanus llegó a la ventana de la habitación de al lado y echó un vistazo.

En el interior de la habitación, un grupo de individuos vestidos con túnicas rojas bailaban y cantaban delante de un trono enjoyado y pintado en vistosos colores. Summanus terminó reconociendo a aquellos tipos. Eran los adoradores de El Gran y Poderoso E, que supuestamente estaba sentado en el trono. Uno de los que bailaban dirigió su mirada a Summanus y le saludó, invitándole a entrar. El dinosauroide no vio ninguna razón para no hacerlo.

-¡Bienvenido a los ritos en honor a El Gran y Poderoso E! ¡Señor de las Vocales! -le dijo uno de los adoradores.

-Yo... no es que estuviera espiándoos ni nada, es que...

De pronto, la puerta se abrió de golpe y Robert Pickman cayó al suelo con toda la parafernalia de trastos echando humo. Se alejó rápidamente de ellos instantes antes de que explotaran.

-¡Habían saboteado mi instrumental! -exclamó Robert. Miró a los adoradores de El Gran y Poderoso E y se dispuso a soltar su típica perorata, pero uno de ellos le puso la mano sobre el hombro.

-Tranquilo, amigo, estamos aquí por lo mismo que tú. Estamos buscando a los conspiradores que han manipulado las elecciones, así que no te preocupes. Detendremos a los Illuminati antes de que instauren El Nuevo Orden Mundial.

Robert pastañeó perplejo.

-¿En serio?

-Sí, tú siéntate aquí y te ayudaremos en tu misión.

Summanus estaba estupefacto. ¿Los individuos aquellos también eran conspiranoicos? ¿Ahora tendría que soportar a toda una organización de chiflados persiguiéndole pensando que era un reptiliano? Pero antes de que pudiera seguir pensando en lo que podía estar pasando, otro de los adoradores cogió del brazo a Summanus y lo fue llevando hacia la puerta. Una vez fuera le soltó.

-Tranquilo, amigo, ya te hemos librado de ese pobre infeliz. Lo mantendremos ocupado hasta que se le pase.

-Pero... pero ¿cómo sabíais...?

-¿Cómo va a ser? El Gran y Poderoso E lo sabe todo. Buenos días.

Y cerró la puerta.

Summanus empezó a sentir que su cabeza necesitaba de una tirada de cordura, pero decidió dejar pasarlo todo y bajó las escaleras hasta recepción. Una vez allí, sintió un escalofrío por la espalda, pero no era el mismo que sentía cuando Robert le perseguía. Miró a su alrededor y se encontró con un individuo de aspecto egipcio, bien vestido, con un brillo en los ojos que le hacía ver como algo mucho más que humano.

-¡Tú! -exclamó Summanus! -Pero entonces... ¿Robert tenía razón? ¿Has manipulado las elecciones a la presidencia de los Estados Unidos?

-¿Yo? ¿Qué va? -respondió Nyarlathotep. -Sólo he venido a hacer una visita a El Que Legisla Tras El Umbral sobre unos temas legales. ¿Para qué iba a manipular las elecciones? Ganara quien ganara yo seguiría ganando.

Y dicho esto, se dirigió a la puerta de entrada de la residencia y se marchó, dejando a Summanus de pie en medio del salón de recepción, sintiendo una sombra sobre el horizonte ante las palabras del Caos Reptante. Sólo el futuro le mostraría qué significaban esas palabras.

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