viernes, 25 de noviembre de 2016

El regreso de Eye Gore

Cuando llegó a la entrada de la ciudad, vio que no había cambiado nada. En su ausencia suponía que habría sido tragada por algún vórtice espacio-temporal o alguna de esas cosas que suceden habitualmente allí, pero no, Arkham seguía igual. Cosa que, en el fondo, satisfacía a Marty Eye Gore.

Después del tiempo que había pasado siguiendo a su candidato a las elecciones, había vuelto a la ciudad con ganas de hacer de las suyas. Había conseguido evitar a sus familiares Jermyn para que no se lo llevaran otra vez a la celebración del Día de Acción de Gracias de la ciudad de los gorilas blancos. Tenía mejores planes para ese día. Marty se había dado cuenta durante su periplo por lo largo y ancho del país de que había estado perdiendo el tiempo con alguien como Vinnie West. Se había aliado a él porque suponía que era una mente criminal y un villano como diox manda, pero al final había resultado ser un mentecato que no conseguía nada. Todos sus planes habían salido desastrosamente mal, y su actuación de villano de opereta no ayudaba a que su reputación en el mundo criminal subiera precisamente. Por lo tanto, Marty no quería seguir siendo relacionado con un individuo así. Prefería ser su propio jefe. Sin un inútil como Vinnie West a su lado, conseguiría que Arkham no olvidara el acción de gracias de ese año. Su plan no tendría nada que ver con zombies ni con muertos reanimados de ningún modo. Esa era la obsesión de Vinnie West, no la suya. Él sólo quería hacerse un nombre dentro del mundo de la villanía mediante actos malvados, y esta vez estaba seguro de que lo iba a conseguir.

Mientras iba pensando en su maléfico plan, fue cruzando la ciudad, observando a la gente con una sonrisa siniestra, pero algo le sacó de su abstraimiento. Parecía que había un tumulto por algún sitio. Apenas le dio tiempo a confirmar de dónde venía el escándalo, cuando un grupo de personas pasó corriendo delante de él lanzando  alaridos, tropezándose, robando alguna cartera desvariada y realizando los típicos actos que suceden en un momento de huida frenética. Marty fue apartando a los cobardes habitantes de la ciudad y pudo ver qué es lo que les perseguía. 

Una manada de pavos de dos metros de alto, con las plumas erizadas y con tentáculos que les salían de todas partes iban avanzando, picando a todo el que se cruzaban, destruyendo el mobiliario urbano, y dejando el suelo lleno de cagarrones de pavo, de esos que lo dejan todo encharcado.

Marty se apartó de la manada de criaturas, metiéndose en un portal que encontró abierto y vio cómo pasaban dejando un rastro de destrucción y de cagadas chorreantes. Maldijo a quien fuera que había creado a aquellas aberraciones. No podían eclipsar su plan de atacar Arkham en Acción de Gracias de esa forma. Tenía que quedar evidente que quien había jodido la fiesta a la ciudad había sido él, y no ningún científico idiota que hubiera producida una mutación tan estúpida como aquella.

Marty no lo pensó ni dos veces. Tenía que acabar con aquellos pavos mutantes, así que abrió su maletín y buscó entre sus cosas el rayo desintegrador que había aprendido a fabricar en aquél curso de Villanía y Actos Maléficos (2 créditos de libre elección en la Universidad Criminal de EvilVille). Se trataba de un trasto que semejaba un rifle de alta potencia, con cables y luces que hacían que cualquiera que estuviera cerca lo mirara por el esplendor que despedía.

Marty fue avanzando hacia la manada de criaturas mutantes y lanzó un silbido que las hizo detenerse. Las aves tentaculadas se giraron hacia él y clavaron sus ojos en todas las partes blandas que quedaban a la vista, dejando claro que le iban a picar con más furia que un panal de abejas al que has estado toda la tarde dando por saco.

-¡Venga, venid a por mi, bichos feos! -exclamó.

Los pavos mutantes se lanzaron en estampida, moviendo torpemente las alas y alargando los tentáculos para poder capturar al individuo que había llamado su atención. Según fueron acercándose, Marty presionó varios botones en el arma del rayo desintegrador y apuntó con precisión. Cuando faltaban pocos metros para llegar hasta él, un rayo de color rojo estridente surgió del arma, barriendo a las criaturas, que reventaban como globos de agua, dejando sólo una nube de gas que se disipó en cuestión de segundos. En menos de un minuto, Marty Eye Gore había destruido a todos los pavos mutantes. Aquel estúpido científico, fuera quien fuese, no estropearía su plan contra Arkham. Se volvió hacia donde había dejado el maletín y volvió a guardar el arma.

Dejada atrás aquella molestia, Eye Gore se dirigió hacia su guarida, vamos, a su piso de soltero. Cuando llegó al edificio vio que todas las luces de las ventanas estaban apagadas, lo que no era buena señal. Abrió la puerta al interior del edificio con sus llaves y se encontró con algo que parecía una barricada improvisada. Fue caminando con cuidado, prestando atención a qué podía haber sucedido allí. Las luces de la escalera estaban apagadas, pero podía ver lo suficiente gracias a la luz de la calle. De repente, una puerta se abrió ante él y una persona con un bate intentó atizarle. Marty lo esquivó y agarró al individuo del cuello.

-¿Se puede saber qué está pasando aquí? -preguntó.

-El edificio está siendo atacado por una terrible enfermedad que convierte a la gente en zombies -respondió el otro.

-Infectados -dijo una voz desde el interior del domicilio.

-Pero no son zombies normales...

-Son infectados, y no zombies -insistió la voz de nuevo.

-Son zombies abogados. Si te muerden te convierten en un zombie abogado y empiezas a demandar a todos a tu alrededor mientras repartes bocados -explicó el individuo del bate.

De repente, de entre la barricada surgieron una serie de brazos que intentaban alcanzar a los que se encontraban al otro lado. se podían escuchar voces incoherentes que hablaban de demandas millonarias y de precedentes legales. Marty se acercó con toda tranquilidad a la barricada y, con agilidad, cogió uno de los brazos. Mientras el brazo intentaba soltarse, Marty pudo abrir como pudo su maletín y sacó una jeringuilla, que clavó en la carne del zombie (o infectado) abogado. Éste exclamó que le iba a demandar y cosas similares, pero Marty no le hizo ni caso. Sacó su microscopio portátil y desmontable del maletín y examinó la sangre. No le costó aislar el patógeno y, rápidamente, encontrar una cura a la enfermedad. Aquella estúpida epidemia tampoco iba a impedir que llevara a cabo su maléfico plan. Con una gran rapidez consiguió elaborar un antivirus y lo liberó en forma de gas.

-Ale, ya está, solucionado, no hay zombies.

-Infectados -dijo otra vez la dichosa voz.

 Marty apartó la barricada y se encontró con un montón de tipos vestidos de traje tumbados en el suelo echando espuma por la boca. No les hizo el menor caso y fue a su casa. Una vez dentro resopló y dejó el maletín sobre el sillón más cercano. Fue a comenzar los preparativos para su plan contra Arkham cuando sonó un estruendo en la calle.

-¿Y ahora qué pasa? -dijo ya con un enfado evidente.

Se asomó por la ventana y vio una especie de nube oscura de la que parecía surgir un vórtice. Abajo había unas personas haciendo movimientos rítmicos, y no le costó mucho saber qué estaba sucediendo. Era una invocación. Bajó corriendo. No iba a permitir aquello. Si aquellos tipos invocaban a lo que fuera que estaban invocando, estropearían su plan totalmente. En unos instantes estaba en la calle y se acercó a a los oficiantes. Escuchó lo que estaban cantando. Era una invocación a Shub-Niggurath. ¡Un dios exterior! De eso nada. un suceso de esas características echaría a perder su plan totalmente. No podía evitar que esos idiotas trajeran a Arkham un avatar de La Cabra Negra precisamente ese día.

La gente de la ciudad empezaba a acercarse al lugar para ver qué estaba sucediendo. La invocación parecía estar  funcionando, pues el aire empezaba a desgarrarse y se escuchaban sonidos más allá de lo cuerdo. El avatar de la  diosa exterior estaba a punto de manifestarse, Marty debía hacer algo antes de que aquello destrozara su tan bien elaborado plan. Rápidamente comenzó a dar empujones y puñetazos a los invocantes, lo que hizo que perdieran totalmente la concentración. Con esto, el hechicero principal fue perdiendo apoyo para su invocación, por lo que empezó a convulsionar por la mayor necesidad de poder para traer a La Cabra Negra. Marty se acercó tranquilamente a él, se plantó delante, lo miró fijamente y le soltó un puñetazo en todas las narices, lo que hizo que el tipo cayera al suelo.

El vórtice del cielo comenzó a moverse y echar rayos. La invocación se había descontrolado, pero eso tampoco iba a ser un impedimento. Ningún dios exterior vendría hoy a Arkham. Marty se concentró y lanzó un hechizo que absorbió la energía mágica de todos los oficiantes y el invocador principal. Ahora tenía más poder que cualqier hechicero cercano. Con esto, realizó el hechizo de expulsión específico de esta diosa en particular. La anomalía espaciotemporal desapareció y la nube se disipó en cuestión de segundos. Ya estaba, ahora podría llevar a cabo su malvado plan contra Arkham, pero cuando fue a dirigirse a su casa se encontró con una multitud que le miraba maravillada.

-Ha detenido él solo a esos hechiceros malvados -dijo un joven.

-Sí, no ha tenido nada de miedo -dijo otro.

-Yo lo he visto antes -dijo una señora. -Se ha enfrentado contra un montón de pavos que se habían escapado de un laboratorio y estaban destruyendo la ciudad.

-Y ha salvado nuestro edificio de una plaga de zombies abogados -dijo uno de los vecinos de Marty asomándose desde su ventana.

-Que eran infectados -insistió la voz del otro.

-¡Es un héroe! -exclamó alguien.

-¡Sí, el héroe de Arkham! -gritó otro.

La gente comenzó a acercarse a él lanzando vítores.

-¿Qué? ¿Héroe? ¡No! Yo no soy un héroe -decía Marty, pero aquella multitud ya lo estaba levantando el volandas.

-¡¡¡Viva el héroe de Arkham!!! -gritaban mientras lo llevaban por la calle.

-Además es humilde, dice que no es un héroe -dijo una señora.

-Que no soy un héroe, bajadme, bajadme de aquí, dejadme en el suelo.

Pero las súplicas de Marty no sirvieron de nada. La multitud se lo llevó para celebrar la victoria de su héroe.

                                                    ********

En una calle cercana, Anna Pickman y Welcome se quedaron mirando a la multitud que vitoreaba y cantaba feliz.

-¿Qué es eso? -preguntó Anna.

-Parece que alguien ha salvado la ciudad de una gran amenaza y lo están celebrando -respondió Welcome.

-Bueno, por una vez no hemos sido nosotras. Vamos a casa, que nos espera una buena cena de acción de gracias.

Y cruzaron la calle dejando a la multitud celebrando la gran victoria involuntaria del héroe involuntario de Arkham.

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