sábado, 30 de marzo de 2019

Los 12 desafíos de Brontes: ¡Invasión!


Camino a End Time (parte 5) #Bronteschallenge

Era una mañana convencional en Arkham. Los estudiantes acudían a las clases, los ciudadanos iban a trabajar y todo se desarrollaba con aparente normalidad. Los profundos del campamento protesta contra la contaminación oceánica se dedicaban a sus quehaceres anfibios habituales, algunos incluso hacían apuestas sobre si un pequeño grupo de sectarios lograría atrapar al cerdo cornudo que habían sacado de las Tierras del Sueño o a saber de donde. Y en ese distendido ambiente de cotidianidad, Brontes aprovechaba para ponerse al día con unas lecturas sobre ingeniería de materia exótica en la biblioteca universitaria. Llevaba unos días sin que nadie le reclamara su participación en alguno de los absurdos y extraños desafíos a los que le estaban sometiendo por culpa de Daisy Springwood, y eso le provocaba reacciones ambivalentes. Por un lado se alegraba, ya que tenía tiempo para sus tareas pendientes, pero por otro lado le resultaba extraño, ya que Arkham no escaseaba precisamente en fenómenos inusuales y polidimensionales.

Pero la ciudad no iba a decepcionarle. Así pues, mientras estaba enfrascado en su lectura, llegaron Harvey Pickman y Daisy Springwood para asignarle un nuevo desafío. Debido a que estaban en la biblioteca, tras los saludos de rigor, en voz baja, salieron del edificio para disgusto del griego, que no le apetecía dejar la lectura a medias. Una vez fuera, Harvey le explicó lo que sucedía:

-Esta vez son los RNLO, que vuelven a las andadas. Llevaban un tiempo tranquilos, y han aprovechado que los morlocks están en un congreso sobre socialismo interdimensional.

-¿Y que quieren hacer ahora? ¿Otro estúpida invasión disfrazados de manera que la gente piense que es un desfile festivo? -preguntó Brontes

-Algo así. Han reunido un grupo de minitanques, un robot gigante y un hombre serpiente degenerado para lanzar un ataque tipo blitzkrieg sobre la ciudad. En lugar de una invasión masiva quieren hacerlo de forma más “sutil” y conquistar el Ayuntamiento. Normalmente le pediría a Welcome que se ocupe, pero ya que estamos con tus pruebas, pues sería una buena forma de sumar otra más al total.

Daisy no estaba muy satisfecha con el asunto. Ella era de la opinión de que no eran reptilianos, que debían ser algún tipo de milicianos exaltados disfrazados o algo así. Y que no podían tener robots gigantes, que sería alguna maqueta. Los reptilianos eran un invento absurdo de un conspiranoico y que servían como comodín para cualquier cosa que se quisiera utilizar. Pero Harvey trataba de explicarle como era la situación:

-Los reptilianos de las teorías de la conspiración que dominan el mundo y se esconden con hologramas absurdos que todo conspiranoico logra detectar no existen. Eso es un absurdo, una fantasía que sólo tiene sentido en la mente de la gente que cree en esas cosas. Sólo se necesita un poco de sentido crítico para darse cuenta de ello. Pero los RNLO, los Reptilianos Nazis del Lado Oscuro si que existen y no tienen nada que ver con las teorías de la conspiración. Sí, son reptilianos, pero vienen de un mundo paralelo donde ellos son la especie dominante y el nazismo ha triunfado. Están empapados de todos los tópicos ocultistas y conspiranoicos relacionados con los nazis y tienen una tecnología bastante avanzada en algunos aspectos. Pero, afortunadamente, no suelen ser demasiado peligrosos y sus mandos, generalmente, tiene bastante sentido común. Por suerte, esto hace que resulten bastante inofensivos, aunque sus planes suelen ser bastante absurdos y, por alguna razón, inspirados a veces en las teorías de la conspiración sobre reptilianos.

-Insisto en que esto no puede ser, por mucho que intente convencerme.

Harvey se encogió de hombros y la dejó indignarse un rato mientras iban a coger un vehículo para acercarse al campamento RNLO. Cuando finalmente llegaron, se encontraron una escuadra de los clásicos minitanques reptilianos junto con un pelotón de infantería que acababa de llegar para actuar de refuerzo, un robot gigante reptiliano Mk II, un führer hombre serpiente degenerado y, como se habían situado junto al río, una escuadra de tropas anfibias (fácilmente reconocibles por llevar trajes de buzo de los años 30 y lanzaarpones) y una manada de sharkjellyfishes. Estos últimos eran unas criaturas mutantes, con la parte anterior del cuerpo de escualo y la posterior de medusa, de un metro de longitud y equipados con exoesqueletos mecánicos cuadrúpedos para poder moverse por tierra y así lanzar ataques anfibios. El resultado era bastante peculiar visualmente. Por suerte no habían traído unidades acorazadas Ritter, las tropas con exoesqueletos blindados.

Brontes se adelantó para hablar con los RNLO. La verdad es que no tenía muchas ganas de pelear, por lo que probó primero con la diplomacia. A fin de cuentas, aunque fueran invasores lacerto nazis tenían algunos oficiales con la cabeza bien asentada.

Tal y como era de esperar, el pequeño ejército estaba comandado por el führer hombre serpiente degenerado. Se trataba de una serpiente corpulenta, de cuatro metros de longitud con dos pares de pequeñas patitas de cuatro dedos, un bigotillo y un ridículo flequillo sobre sus ojos que le hacían parecer una parodia serpentina de Hitler. Obviamente, sólo hablaba alemán con acepto reptiliano. Afortunadamente Brontes conocía muchos idiomas y podía entenderse con el líder ofidio.

Después de una breve pero intensa conversación, el cíclope, furioso, se dio la vuelta y regresó con Harvey y Daisy.

-¿Qué sucede? -preguntó Harvey.

-Increíble… como sucedía con los altos jerarcas nazis, los RNLO suelen ser bastante supersticiosos y creen en el ocultismo y demás tonterías en lugar de hacer las cosas bien y estudiar lo sobrenatural como corresponde. Pues bien, su líder afirma totalmente convencido de que Yig se les ha aparecido y ha dicho que con ese reducido ejército podrán conquistar Arkham si lanzan un ataque relámpago sobre el Ayuntamiento y que será el comienzo de su Reich de un millar de años en este mundo.

-¿Y quien ese tal Yig? -preguntó Daisy entre mosqueada y curiosa.

-El Padre de las Serpientes, un dios de las serpientes en particular y de los reptiles en general -respondió Brontes.

-Otra estúpida superstición…

-Que va, es un tipo bastante majo, aunque puede ser algo quisquilloso con el tema de sus serpientes sagradas y sus lugares de culto. Pero es raro encontrar un dios que no lo sea.

-¿Vamos a seguir diciendo tonterías o se va a solucionar este asunto? -dijo Daisy ya más molesta que curiosa.

Brontes y Harvey compartieron una mirada y éste último le indicó que se desentendía, a fin de cuentas era uno de los trabajos de Brontes. Así pues, el griego se acercó de nuevo a parlamentar con los reptilianos en un fútil intento de hacerles cambiar de opinión. Tal y como esperaba, fue en vano, ya que estaban convencidos de estar cumpliendo un mandato de su dios. Por ello, el cíclope volvió atrás y sacó su teléfono movil. Era un teléfono peculiar, no uno que pudieras encontrar en ninguna tienda, o, al menos en ninguna tienda convencional. Y es que se trataba de uno de esos equipos que utilizaban los dioses, primigenios y otras entidades sobrenaturales. Tenía capacidades que no entraban dentro de lo habitual en el mercado de la tecnología. Y una de esas capacidades era poder realizar llamadas telefónicas entre planos de la realidad.

Tras una breve conversación telefónica, Brontes, que estaba un poco harto de las tonterías de los RNLO, se acercó de nuevo a aquel expectante grupo militar y les lanzó un ultimatum en aleman reptiliano:

-A ver, he hablado con Yig. No sabe nada de vosotros, no ha estado por Arkham desde hace tiempo ni tiene especial interés en que conquistéis la ciudad. De hecho, viene para aquí a comprobar en persona lo que está pasando. Dispersaos y regresad a vuestra base y aquí no ha pasado nada.

El führer hombre serpiente degenerado, al escuchar sus palabras, montó en cólera y ordenó a sus tropas atacar al cíclope. Brontes no se lo pensó demasiado, y, al ver como se disponían a combatir contra él hizo crujir sus nudillos y se preparó. Fue un combate bastante peculiar, intenso, aunque no demasiado duradero y bastante unidireccional. Es decir, por muy bien equipados que estuvieran los reptilianos, se enfrentaban a un dios. Y un dios que no tenía porqué aguantar tonterías. Durante la guerra de Dunwich, el equipo completo de Alfa Strike arrasó con un ejército combinado de reptilianos y tropas de Omicron Scorpions mucho más numeroso. Contaron con el apoyo de los morlocks comunistas, cierto, ya que estos querían su parte a la hora de darle una paliza a los RNLO. Pero hay que tener en cuenta que en aquel momento los dioses no tuvieron demasiados problemas y eso que los comandos de Omicron estaban preparados para enfrentarse a todo tipo de entidades sobrenaturales. Ahora, un grupo pequeño de reptilianos le quería plantar cara a un dios del trueno que no tenía porque contenerse demasiado y que sabía dirigir bien su poder.

Lo primero que hizo Brontes fue lanzar una serie de relámpagos contra las tropas de infantería y los minitanques para sembrar un poco de caos. Tras aquella primera descarga, se lanzó al combate cuerpo a cuerpo. No había llevado sus martillos, ni se había puesto su armadura, pero no lo necesitaba. Con un cañón de un minitanque improvisó una porra. No necesitaba más.

Los vehículos acorazados eran destruidos y destrozados como si estuvieran hechos de una fina lámina en lugar de gruesos blindajes, las tropas reptilianas salían volando por los fuertes golpes propinados por el griego y los relámpagos salían en todas direcciones, lo que provocó que los sharkjellyfishes optaran por la discreción y se metieran en el río para volver a la base. Las tropas anfibias no tuvieron tanta suerte, ya que también fueron brutalmente vapuleadas por Brontes. Finalmente, tras una combinación de puñetazos, patadas, llaves de lucha grecorromana y relámpagos, todo el contigente reptiliano, salvo el robot gigante, había sido apaleado hasta la inconsciencia. Brontes, con las ropas desgarradas y bastante satisfecho por el ejercicio, se encaminó hacia el robot gigante, que todavía no había entrado en acción.

Ni que decir tiene que el combate fue igualmente breve y brutal. El griego no tuvo contemplaciones y fue directo al grano, castigando duramente al enorme constructo robótico con sus relámpagos y puños hasta que acabó por caer.

Con el problema solucionado, el cíclope le indicó a Daisy que se acercara a examinar a los caídos, para que así pudiera comprobar que no eran efectos especiales, maquillaje ni disfraces, que era todo real como la vida misma. La científica, para su asombro, pudo comprobar que el griego decía la verdad. Era increíble, inconcebible, pero ante ella tenía a unos apalizados reptilianos nazis con una tecnología que, en algunos aspectos, era más avanzada.

Pero la gota que colmó el vaso llegó poco después, cuando, viajando gracias a Byakhee Express, hizo su llegada Yig. El Padre de las Serpientes era un hombre serpiente corpulento y fuerte, vestido con un sobrio y elegante traje oscuro y un tocado de plumas de estilo azteca. El recién llegado le fue presentado debidamente a Daisy Springwood, que se sorprendió por los buenos modales del dios. Pero es que todos los dioses y entidades sobrenaturales reptilianos solían ser muy corteses y hacían gala de una gran urbanidad. Claro, la científica se quedó muy sorprendida ya que poco a poco iba descubriendo una serie de hechos que escapaban a su concepción del mundo y tenía que admitir que algunas de las cosas que ella creía sandeces y supersticiones si que existían realmente.

Más tarde, ya de vuelta en la universidad, Brontes y Yig hablaron sobre lo sucedido y llegaron a la conclusión de que alguien había suplantado al Padre de las Serpientes para provocar el caos en la ciudad con el ataque reptiliano. Pensaron en Loki, pero el nórdico no tenía ningún interés particular en alterar la paz de Arkham. Fue entonces cuando, atando cabos, se dieron cuenta de que el candidato más probable sólo podía ser Nyarlathotep. ¿Qué estaría preparando el Caos Reptante en la ciudad? Porque no era la primera vez que veían su mano moviendo los hilos y, probablemente, había estado detrás de más sucesos. De momento sólo podían estar a la espera y prepararse para futuros acontecimientos.

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