sábado, 16 de marzo de 2019

Los 12 desafíos de Brontes: Día de San Patricio

Camino a End Time (parte 3) #Bronteschallenge

Mientras la ciudad se preparaba para las celebraciones del Día de San Patricio, Brontes aguardaba entre paciente e inquieto su próximo desafío. Hasta el momento las cosas no le habían salido del todo mal, aunque el número creciente de fenómenos extraños en Arkham no dejaba de ser, cuanto menos, inquietante. Aunque aún quedaban unos días para la celebración, las decoraciones para la festividad ya se podían encontrar por todos lados: banderas irlandesas, guirnaldas de tréboles, adornos en verde, etc. Incluso los profundos de Occupy Arkham habían hecho una concesión a la fiesta y se habían puesto chalecos y sombreros de copa de color verde, lo que les daba un aspecto un tanto extraño, ya que parecían ranas jorobada disfrazadas de leprechaun. Por su parte, el cíclope griego había optado por unirse también al ambiente distendido que se podía respirar en la ciudad en general y en el campus universitario en particular. Así pues,  había optado por llevar una levita verde con un trebol de tres hojas en la solapa. Eso sí, de teñirse el pelo de verde como hacían algunos ni hablar. Su cabellera roja no se la tocaba nadie.

Estaba precisamente en la recepción de La Llave y la Puerta departiendo agradablemente con Summanus cuando se produjo lo que tanto esperaba y, al mismo tiempo, pocas ganas tenía: entraron Harvey Pickman y Daisy Springwood. Claro, el espectáculo del cíclope gigantón y el delgaducho dinosauroide, ambos vestido al estilo leprechaun del Día de San Patricio no resultaba muy edificante. Pero eso era lo de menos. Daisy estaba molesta porque la situación se estaba complicando más de lo que ella esperaba. Tras los acontecimientos con los gatos y la revuelta estudiantil había logrado visionar con tranquilidad los vídeos de las cámara de seguridad del ayuntamiento y lo que vio la había dejado intranquila. Pero todavía quedaban pruebas a superar antes de demostrar que Brontes no era más que un extraño y estrafalario profesor emérito. Así pues, tras los saludos de rigor, Harvey habló para plantear el siguiente desafío:

-Bueno Brontes, parece que ha llegado el momento de tu siguiente prueba. O pruebas más bien.

-¿Y ahora que ha pasado?

-Verás, resulta que la Miskatonic ha organizado unos actos para el Día de San Patricio que incluyen la visita de una delegación irlandesa enviada por la universidad de Dublín. La cuestión es que parece que algo no ha salido como esperábamos.

-¿En concreto de qué estamos hablando?

-Para empezar, resulta que el viaje lo han organizado a través de Set Desert Tours. Ya he hablado con Set y parece no saber nada, simplemente su empresa se ocupó del asunto de la intermediación y organización y nada más, pero que hayan contado con ella ya era pista de que algo no andaba del todo bien. La cuestión es que parece ser que lo que hemos recibido no es lo que esperábamos. Es decir, en lugar de tener una delegación de profesores irlandeses para ilustrarnos sobre la historia y folclore de la isla esmeralda, tenemos un hatajo de leprechauns borrachos y alborotadores cual turista ingleses en la costa mediterránea española, un líder de grupo vestido de San Patricio que afirma ser la encarnación de Irlanda y…. a Thor.

-Espera, espera, espera… ¿Cómo que a Thor? ¿Qué demonios pinta ese loco juerguista y borracho aquí?… Vale, acabo de responderme a mí mismo. Dejame adivinar, ¿le contrataron para organizar las actividades lúdicas para el grupo?

-Pues sí, lo has acertado a la primera. Y el que se encargó de todo fue un tal Doctor Ambrose Dexter. Parece ser que Nyarlathotep no se está complicando mucho últimamente.

-¿Pero se puede saber de que hablan? -interrumpió Daisy Springwood- Ya estamos otra vez con sus absurdas referencias. Aquí lo que pasa es que un grupo de estudiantes irlandeses bajitos vestidos de forma muy folclórica están sembrando el caos porque se pasan el día borrachos. Eso es lo que hay que solucionar y dejarse de tonterías.

Brontes y Harvey intercambiaron una mirada y se encogieron de hombros al unísono. Así pues, viendo que no había otra que ponerse manos a la obra, partió en busca de Thor y el grupo de leprechauns. No debería ser muy difícil dar con ellos. A fin de cuentas sólo había que ir buscando por los pubs irlandeses y los lugares donde se congregaran los estudiantes para celebrar fiestas. Y, desde luego no tuvo que caminar mucho acompañado por Harvey y Daisy. En esos momentos, junto al EldritchBurguer se podía encontrar un grupo de sujetos vestidos con las ropas verdes típicas de los leprechaun guiados por un hombre de abundante barba y vestido de obispo con ropas teñidas de color esmeralda se dedicaban a beber, pelearse y cantar canciones tradicionales irlandesas, todo a la vez. Y, como director de orquesta, un gigantón nórdico,Thor.

La primera opción del griego, que pronto se mostró equivocada, fue tratar de dialogar con aquel grupo. Pero no había manera. De mediar con aquellos juerguistas borrachos. Estaban demasiado ebrios y con demasiadas ganas de fiesta como para asumir que estaban perpetuando un estereotipo y sembrando el desorden. Así pues, Brontes trató de hablar con Thor, pero este también estaba muy metido en la fiesta, por lo que, para ceder a las demandas de Brontes le lanzó un desafío, pero iba a ser un desafío de beber.

En el Eldritch Burguer, que no servían bebidas más fuertes que alguna cerveza, habían hecho un acopio especial de whisky irlandés para la ocasión. Y aunque el señor De la Vega, el propietario del restaurante, no era muy amigo de grandes desembolsos, en esta ocasión había transigido y se había hecho con algunas barricas importadas de este destilado. Thor se ocupó de pagarlas generosamente y que las pusieran delante del local. Se trataba en total de 4 grandes barricas de roble llenas de whisky irlandés. El desafío lo ganaría el que fuera capaz de beber más alcohol y por ello se referían a ver quien lograba beberse una de las barricas entera. En caso de empate, pasarían a la segunda barrica. A fin de cuentas, eso era todo un desafío para un dios. Planteado de esa manera, y para el asombro y espanto de Daisy, Harvey ofreció considerarlo como una más de las pruebas a las que tendría que someterse Brontes. Y es que ningún humano sería capaz de ingerir tanto alcohol de golpe y menos aún sobrevivir al intento. Para verificar que ahí no había trampa ni cartón, se espitaron las dos primeras barricas y se ofreció una cata a Daisy y Harvey para que comprobaran que se trataba de auténtico whisky irlandés. Con el beneplácito de ambos, comenzó aquel desafío alcohólico.

Tanto el griego como el nórdico fueron bastante directos y brutos, ya que ambos cogieron sus respectivos barriles, los alzaron a pulso, lo que ya requería una demostración de fuerza ya que lo hicieron sin apenas esfuerzo, y comenzaron a beber. Hay que decir en favor de ambos que desperdiciaron muy poca bebida, y que debido a su naturaleza  lograban asimilar rápidamente el enorme volumen de líquido. Ciertamente fue una tarea heroica, divina, pues cada una de las barricas contenía 225 litros de whisky. Si que tuvieron que hacer varias pausas para acudir rápidamente al aseo del restaurante a vaciar la vejiga. Y es que, como ya se ha comentado, al ser dioses su metabolismo funciona de forma muy diferente y eran capaces de asimilar esa ingente cantidad de líquido muy rápidamente, pero también implicaba que, también tenían que ir a toda velocidad a orinarla, aunque la orina fuera inflamable por su alto contenido en alcohol. Finalmente, tras aquella absurda demostración de poco sentido común, ambos lograron finalizar la primera barrica.

Ambos tenían la capacidad de beber tanto líquido de alto contenido alcohólico, pero eso no les hacía inmunes a la borrachera, por lo que ambos acabaron un tanto cocidos. Sin embargo Brontes había demostrado a ojos de su compañero nórdico su aguante y había sumado puntos en su apreciación. Al fin y al cabo, el griego solía beber nectar y vino habitualmente, bebidas que Thor consideraba para dioses blanditos. Por ello, tras dar por finalizada la primera ronda del concurso de bebidas, el dios lo dio como un empate, y felicitó al cíclope por su capacidad para beber. Éste último, afectado por el alcohol, trató de corresponder a su compañero aunque la rápida intervención de Harvey Pickman puso fin a lo que podía ser un coloquio de borrachos simpáticos. Así pues, le recordó a Brontes que aun tenía pendiente dos desafíos: ocuparse de los leprechauns y de la encarnación nacional de Irlanda, ese San Patricio vestido de verde. Pero pelear contra una horda de duendes borrachos y un obispo nacional no eran las mejores cosas que se puede hacer estando bajo los graves efectos de una intoxicación alcohólica, aunque se sea un dios.

Brontes, tras tratar de pensar un poco en como solucionar el problema dio con una de esas ideas que parecen geniales a las tantas de la madrugada y con el cerebro marinado en alcohol. Por ello, usando sus poderes divinos, invocó una nube de tormenta pequeñita y se subió encima de forma un tanto tambaleante para, a continuación, largarse de allí montado sobre la misma. Harvey y Daisy se quedaron sorprendidos por lo sucedido y sin saber que hacer así que decidieron esperar para ver que pretendía hacer el cíclope borracho. Un poco más tarde, apenas pasados cinco minutos, Brontes regresó encabezando un pelotón de mujeres jóvenes que, a las órdenes del cíclope, se lanzaron a combatir a los leprechauns. Los duendes, que habían trajinado alcohol como si el mundo se acabara mañana, vieron como una pequeña horda femenina se lanzaba sobre ellos con intenciones agresivas, iniciándose así una sorprendente melé en la que las chicas no tenían reparo en jugar sucio y demostraban estar más que a la altura de los leprechauns, lo que implicaba que había algo sobrenatural en ellas. Y es que Brontes había acudido al río Miskatonic y había convocado a las ninfas del río, sus afluentes y embalses que hubiera en las proximidades. Estas eran las espíritus de las aguas, pero se les habían juntado también las ninfas de los árboles del campus y de los parques que había por la ciudad. En conjunto: un grupo de espíritus naturales cabreadas y con ganas de pelea que no iban a dejar que un puñado de duendes borrachos causaran problemas en la ciudad y que sólo responderían a la llamada de un auténtico dios y si era griego mejor.

Mientras las ninfas se ocupaban de los leprechauns (eufemismo para soberana paliza espectacular), Brontes se ocupó del San Patricio vestido de verde. Éste, por alguna razón, le dio por probar a usar el boxeo contra el griego. Pero el cíclope, aunque no era muy aficionado al combate con los puños desnudos, si que era un luchador veterano y había sido en sus tiempos bastante temido como adversario. A fin de cuentas, aunque los mitos no lo recogían así exactamente, había participado activamente en la lucha contra titanes y gigantes además de otros monstruos griegos. Por ello, el combate resultó bastante espectacular. Y es que por un lado se podía  ver a un grupo de chicas jovenes dándo una monumental paliza a unos leprechauns y por otro un cíclope corpulento y musculoso se estaba dando de golpes contra un obispo vestido de verde. Era algo que no se veía todos los días, ni siquiera en Arkham.

Cuando finalmente acabó la contienda, las ninfas aclamaron a Brontes como vencedor, pues había logrado castigar duramente a su rival. Sin embargo el cíclope no había salido indemne, pero eso era secundario. A fin de cuentas, Harvey, siendo previsor, en cuanto vio que el asunto podía acabar en violencia, avisó a Pkaurodlos para que estuviera preparado para intervenir. A fin de cuentas, aunque era un dios de la tormenta y la urbanidad, dentro de las operaciones de Alfa Strike actuaba como médico de campaña y estaba más que acostumbrado a curar a los dioses del equipo.

Por ello, cuando tras acabar todo aquel follón apareció una enorme serpiente emplumada con un equipo médico para realizar los primeros auxilios a los damnificados en el combate, Daisiy estuvo a punto de estallar por la sorpresa, la furia y el pensar que aquello era un montaje, pese a que se estaba produciendo ante sus ojos y estaba claro que aquel  extraño “dios” serpentino con tan buenos modales era real y no un efecto especial de los caros. Definitivamente todo aquel asunto era de lo más extraño que había encontrado. Y eso la dejaba totalmente perpleja. Así pues, Brontes había superado tres nuevos desafíos y Daisy tenía mucho en lo que pensar.

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