lunes, 24 de septiembre de 2018

El caso de las poses de comic americano de los '90

N’kari, molesta, se dejó caer en la silla. En ese momento no parecía la diosa africana de las tormentas y la pasión violenta, ni la directora, productora y estrella del porno de éxito que era también. En ese momento era una entidad femenina sobrenatural muy atractiva, con un cuerpo voluptuoso de color ébano molesta y necesitada de una solución. Y había acudido a quien creía que podía dársela: Harvey Z. Pickman. A su lado, sentándose con más cuidado, estaba El que Legisla tras el Umbral. El Primigenio abogado, a quien había consultado primero la diosa, había aconsejado acudir allí. El asunto que la había llevado hasta allí no tenía ningún arreglo legal a la vista y Harvey era sacerdote de Yog-Sothoth, uno de los hechiceros más poderosos de Arkham y detective especializado en asuntos sobrenaturales, paranormales, interdimensionales y paradimensionales. A fin de cuentas, en Arkham no le faltaba trabajo precisamente. Pero siempre tenía tiempo para diosa, que, además era una amiga. Y es que Harvey había acabado por trabar amistad con los componentes del equipo Alfa Strike, y el hecho de que N’kari viviera en Arkham facilitaba el mantener el contacto. Así pues, tras los saludos de rigor, Harvey fue directo al grano:

-¿Qué necesitas de mí? -preguntó.

-Poses -soltó N’kari-. El problema son las poses. Estoy harta de poses, que sólo dificultan mi trabajo.

Harvey la miró extrañado. No veía a donde quería ir la diosa. Así pues, la animo a explicarse con más detalle. La mujer le explicó como, de improviso y sin que viniera a cuenta de nada, se había encontrado que durante el rodaje de una película para adultos que ella protagonizaba además de dirigir, los actores y actrices comenzaba a adoptar poses absurdas, forzadas y poco naturales en los momentos más insospechados. Y, claro, cuando a mitad de una escena de grupo en la que ella participaba, todo el elenco empezó a posicionarse de forma extraña y a adoptar poses que acabaron con diversas luxaciones y torceduras y daños en zonas sensibles, inclusive las de la propia N’kari, la diosa decidió dejar la cosa por imposible. Tuvo que detener el rodaje y mandar a todo el mundo a casa, al hospital o a donde fuera necesario. Y, tras ducharse, vestirse y dejarlo todo en orden y preparado para retomar las filmaciones lo antes posible, fue a ver a El que Legisla y, de camino, se encontró que no era algo exclusivo de sus actores. Por la calle, la gente caminaba adoptando posturas forzadas y, los que estaban parados, parecían estar en medio de una sesión de fotos muy sobreactuada, cambiando de postura continuamente, combinando lo ridículo con lo innecesario tratando de adoptar las poses más llamativas. Así pues, ya que el abogado no sabía nada al respecto y también le había pasado algo similar en los juzgados, con un ayudante del fiscal del distrito que lo hacía todo de la manera más dramática, espectacular y forzada posible, como si estuviera en una mala película de juicios, le recomendó que fueran a ver a Harvey.

Harvey admitía ser aficionado al trabajo de N’kari, pues había que reconocer que las películas que salían de su productora, tanto las orientadas al público humano como las que iban para el público divino y sobrenatural, eran de gran calidad en todos los sentidos y suponían una agradable diferencia con respecto al resto del cine para adultos. Y es que la diosa también hacía porno para dioses, entidades paranormales y seres interdimensionales. Obviamente este último sólo estaba disponible en determinados canales de distribución. Harvey estaba extrañado lo que le había contado N’kari. Ella establecía unos estándares para sus películas tratando de que todo fuera lo más natural posible, huyendo de las poses innecesarias y evitando las actitudes denigrantes y machistas. De manera que la tendencia de sus actores y actrices a esos aspavientos innecesarios era extraña. Y si además era algo que parecía estar extendiéndose es que alguien estaba tratando de montar algún problema en Arkham. Así pues, no dudó en aceptar el caso e iniciar de inmediato las investigaciones.

El primer paso era descartar a los sospechosos habituales: Vinnie West, tras los desmanes de la semana anterior, estaba bastante tranquilo y algo vapuleado. Además, lo de provocar poses absurdas no entraba en su modus operandi. Otra cosa habría sido ver una coreografía de muertos vivientes. Marty Eye Gore, demostrando un optimismo excesivo y una moral a prueba de bombas, seguía fuera de la ciudad participando en un concurso de belleza de villanos. Una de dos: o los demás participantes eran todos más feos que un mi-go atropellado o el pobre iba a hacer un ridículo espantoso. El curso académico estaba prácticamente recién empezado por lo que los estudiantes no habían tenido muchas oportunidades de meterse en líos, y lo que habían hecho entraba más en la categoría de fiestas universitarias fuera de control, con pocas molestias sobrenaturales o derivadas. Nyarlathotep llevaba un tiempo sin dejarse ver por la ciudad, al menos con sus avatares conocidos. Esto no quería decir nada, podría haber regresado con cualquier apariencia que no tuvieran catalogada, por lo que era mejor dejarlo como posible. Tan sólo quedaba por comprobar los Reptilianos Nazis del Lado Oscuro. Por ello, para poder descartarlos, fueron primero a visitar a su eternos adversarios: los morlocks comunistas, por lo que se encaminaron hacia los túneles bajo la ciudad.

En algún lugar del subsuelo de Arkham el Equipo Exile de la Unión de Tribus Socialistas Morlocks tenía su base. La verdad es que, pese al fracaso de los regímenes comunistas de la Tierra, el régimen político y económico de los posthumanos venidos del lejano futuro funcionaba bastante bien. El hecho de que cuando les hablaran de los miembros del partido comunista de Arkham reaccionaran como si les hubieras hablado de una obscenidad poco grata era una pista clara: Aunque teóricamente habían leído la obra de Marx y conocían el Manifiesto Comunista, todos esos grupos y partidos políticos no habían acabado de entender las complejidades del asunto y acababan derivando en situaciones confusas y que era mejor olvidar. Por su parte, los morlocks habían logrado desarrollar un socialismo que funcionaba bastante bien precisamente porque habían captado la situación mucho mejor y habían dado con la forma más apropiada para desarrollar un régimen que funcionaba sin necesidad de todos los aditamentos totalitarios. A fin de cuentas, como ellos decían, eran posthumanos. Habían aprendido de los errores de sus predecesores. Por ello, pese a que no les hacía gracia el capitalismo, prescindían del proselitismo y se dedicaban a sus asuntos, tratando con la gente de este tiempo con una actitud pragmática. A fin de cuentas, su objetivo era frustrar los planes de sus adversarios natos, los Reptilianos Nazis del Lado Oscuro y su Reich escamoso. Pero, con el paso del tiempo, ya que ninguna de las dos facciones lograba imponerse definitivamente, acabaron por establecer un equilibrio de fuerzas y una vigilancia mutua que hacía que los morlocks lograran frustrar muchos de los intentos de los reptilianos. El resto habitualmente fallaba por incompetencia pura y dura o por la intervención de otros agentes, como Delta Wave Welcome, Alfa Strike o los Pickman. Así que, si Harvey, N’kari y El que Legisla querían encontrar información sobre los reptilianos sin acudir directamente a estos, optaron por ir a hablar con los morlocks.

En la base morlock fueron recibidos por Konstantin, con quien ya habían tratado en diversas ocasiones. El mecánico morlock estaba algo molesto, ya que ellos y otros habitantes de los túneles también se habían visto afectados por la epidemia de poses absurdas y forzadas. Y la verdad era que no era algo que les había hecho mucha gracia. Por supuesto, en primer lugar sospecharon de los reptilianos, pero ellos tampoco se habían librado de este problema. Era extraño, porque, aunque a veces sus planes eran absurdos, propios de una película de serie B o incluso Z o parecían sacados de algunas de las más peculiares historias pulp, no era normal que les estallara en la cara de esa forma. Una vez trataron de derrotar a los morlocks usando ondas hipnóticas para sugestionarlos a bailar sin parar mientras escucharan polcas y marchas militares reptilianas, pero algo les salió mal y habían sido ellos los que estuvieron bailando hasta el agotamiento para diversión de sus enemigos que habían disfrutado del espectáculo. Pero esto era diferente. De hecho, al comparar y cotejar información entre ellos, Harvey comenzó a tener una idea. Era algo que comenzaba a asomar levemente en los límites de su pensamiento, sin acabar de tener una forma definida, pero ahí estaba. Aquello le resultaba levemente familiar pero no sabía a que atribuirlo. Fue un comentario realizado de pasada por Konstantin lo que comenzó a dar forma más definida a la idea. Y es que el mecánico morlock había dicho: “Esto no parece demasiado lacertonazi, me recuerda más a los locos aquellos del incidente Pánico en los Túneles, los de Majestic 13, que parecían una mezcla de estereotipos entre agencias de seguridad paranoicas de los años 50 y héroes de acción de películas de los 80”. Rápidamente, Harvey sacó su móvil, se conectó a la red Wi-Fi morlock e hizo una serie de búsquedas en Internet. Finalmente dio con lo que estaba buscando y se lo enseñó a los demás: portadas y viñetas de comics americanos de los años 90 con personajes ataviados con uniformes que, en ocasiones, rozaban lo absurdo y, sobre todo, poses, muchas poses absurdas, innecesarias, forzadas y poco naturales. Igual que lo que estaba pasando en Arkham. Pero, ¿quién había sido el culpable de ese extraño fenómeno? En ese aspecto estaban todos desconcertados. Fue entonces, mientras pensaban sobre el asunto cuando N’kari dio con la posible solución:

-¿No podría ser alguno de esos extraños e inefables planes de Nyarlathotep?

Lo cierto es que el Caos Reptante llevaba un tiempo desaparecido de la ciudad, o al menos sin mostrarse con un avatar conocido, pero como estos no le faltaban precisamente, si que podía ser que hubiera regresado en secreto para poner en marcha algún extraño plan. Nyarlathotep habitualmente se dejaba ver como Faraón Negro o El que Comenta en la Oscuridad, aunque en ocasiones había adoptado otras formas. Así que tenía muchas posibilidades de ser ese el origen del problema. Ahora sólo restaba encontrarlo. Pero ¿cómo localizar a un dios primigenio y exterior capaz de adoptar un millar de formas cuándo ni siquiera sabían que estaban buscando? Entonces El que Legisla tuvo una idea. Rápidamente, el grupo integrado por el abogado, Harvey, N’kari y Konstantin se encaminó al despacho del letrado. El morlock se había unido a ellos porque también tenía interés en conocer la causa de todo aquel asunto y, de paso, enterarse de primera mano cuando se solucionara.

Ya de vuelta en la residencia universitaria, donde El que Legisla tenía su oficina, éste se puso a trabajar rápidamente con su ordenador. Entró en ElderGodBook, la red social de dioses, seres primigenios, sobrenaturales, extradimensionales y demás y comenzó a buscar. Una ventaja de esa red era que allí había una cantidad ingente de usuarios y, tarde o temprano se podía localizar a alguien de forma directa o indirecta. Además, Nyarlathotep tenía perfiles para una gran mayoría de sus avatares, aunque se rumoreaba que los tenía a todos. Pero como nadie conocía el censo exacto de estos, era difícil asegurarlo. Pero, poco a poco, indagando y buscando, El que Legisla dio con lo que estaba buscando: un sujeto obsesionado con el mundo del cómic, particularmente los superhéroes de los años 90 en el cómic americano, que parecía haber tenido mucha influencia durante ese tiempo. Se hacía llamar Jim ROB! Lee Field. Ya tenían a su objetivo. Ahora quedaba localizarlo. Era obvio que estaba en Arkham, o, al menos, había pasado por allí, ya que su biografía estaba llena de fotos que había tomado de gente adoptando poses durante todo el día. Pero tenían que saber donde se encontraba exactamente.

Si había que localizar a alguien, Harvey era el más apropiado. No sólo por los contactos que tenía a lo largo y ancho de la ciudad, en la policía, ayuntamiento y la universidad, que había cultivado por motivos de su trabajo y por su posición como vástago de la adinerada familia Pickman, y es que también contaba con otro tipo de recursos. Entre estos se podía contar con un hechizo de localización muy útil y rápido de usar que le había enseñado su prima Anna y que había demostrado su eficacia en diversas ocasiones. Por ello, tras pronunciar una sarta de palabras en un idioma extraño y poco grato, apareció un rastro verde flotante que se movía directo hacia su objetivo. Ellos sólo tenían que seguirlo.

Un poco más tarde, pues no tuvieron que ir muy lejos, ya que, por una de esas leyes de la causalidad y la narración derivadas del Factor Arkham, o simplemente porque era un lugar popular, económico y que se comía bien para lo que era un restaurante de su categoría pues la materia prima era de buena calidad traída directamente de Innsmouth, su objetivo estaba en el EldritchBurguer. Era un avatar de Nyarlahtotep, estaba claro, pues podía pasar por un humano convencional. Pero, claro, el haz luminoso verde llevaba directamente hasta él. El sujeto, que estaba acabando su bocadillo de pescado, hizo caso omiso de ellos. Sin embargo, cuando acabó de comer, les preguntó que querían. La verdad es que fueron bastante directos, y, el tal Jim ROB! Lee Field no dudó en identificarse como tal y reconocer que era el causante de todo aquello. La verdad es que como avatar de Nyarlathotep no parecía de los más listos. El hechizo lo identificaba como el sujeto al que buscaban, pero, de todas formas, reconocer que eras el causante del caos organizado por las poses absurdas e innecesarias (aunque hay que reconocer que salvo por casos puntuales tampoco era tan grave) ante una diosa muy cabreada y sus acompañantes no era una muestra de gran inteligencia. N’kari fue firme y directa: les iba a acompañar a tratar el asunto en un lugar más privado. No aceptaría una negativa por respuesta. Por ello, el tal Jim ROB! Lee Field fue con ellos amistosamente. Harvey les condujo hasta una de las dependencias del sótano de la residencia universitaria La Llave y la Puerta. A fin de cuentas, allí abajo había bastante espacio y diversas habitaciones y almacenes para usos diversos. Entraron el avatar y N’kari y se cerró la puerta. Harvey, El que Legisla y Konstantin se fueron a tomar algo mientras tanto. Fue mientras disfrutaban de un café cuando el morlock hizo la pregunta:

-¿Qué le estará haciendo N’kari allí abajo?

Pickman y abogado intercambiaron una mirada y fue éste último el que habló:

-Cuando se trata de N’kari lo mejor es no preguntar. Si hubiera sido un humano que le hubiera gastado una mala pasada, se había llevado un simple escarmiento, nada muy grave. Pero al ser un avatar de Nyarlathotep, y encima le ha afectado en su trabajo… bueno, es algo más personal. Seguramente se entregará a fondo. En cualquier caso, es mejor no preguntar. Y ten por seguro que es muy poco probable que volvamos a ver a Jim ROB! Lee Field.

Un par de horas más tarde, una N’kari más cansada pero satisfecha se reunió con ellos para comer y celebrar con gran regocijo y mucho sexo que aquel asunto había acabado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario