domingo, 23 de diciembre de 2018

Weird Christmas V: El ceremonial (parte 2)

BIENVENIDOS A KINGSPORT.

Las Kates dejaron atrás el cartel que invitaba a la ciudad mientras Yekaterina le hacía una foto con su cámara. Los morlocks no viajaban mucho por el mundo del exterior, así que, cuando alguno lo hacía, le gustaba volver con recuerdos fotográficos. Iban en un coche alquilado que conducía Kate Ashford, guiadas por el GPS después de que se hubieran perdido por el camino dos veces, ambas culpa de Kate la roja, que había insistido en que el camino era el que ella decía. No hay ninguna explicación de por qué habían decidido seguir el consejo de una mujer que vivía en la edad media y no conocía Nueva Inglaterra. Afortunadamente, seguir al GPS había sido una decisión más coherente y no les había costado mucho llegar hasta la ciudad de las oníricas brumas. Ahora sólo tenían que encontrarse con la rama familiar de los Ashford que vivían allí.

-¿Tenemos la dirección? -preguntó Bogatyr. La Kingsport de su futuro era muy diferente de la que tenía ante sus ojos.

-Sí -respondió Kate-, en la carta venía la dirección de mi... nuestra familia.

Iban pasando por calles muy modernas, llenas de iluminación navideña. La gente paseaba por la  ciudad bien abrigados, pues, aunque no hacía mucho frío, la humedad de una ciudad costera hacía que la sensación térmica disminuyera. Kingsport también tenía su zona antigua  que existía desde los tiempos coloniales, pero era una ciudad que había crecido mucho en el siglo XX y los comienzos del XXI, por lo que veían una localidad de la América moderna como cualquier otra.

Kate dio la dirección de su familia al GPS y fueron recorriendo las calles mientras Yekaterina hacía fotos. Parece que la dirección estaba en la zona antigua de la ciudad, a donde se dirigieron las Kates. Allí, las calles recordaban más a las conocidas de Arkham, con sus edificios de aspecto decimonónico, aunque el estilo era particular de esa ciudad.

-Ahí es -dijo Kate. Aparcó el coche cerca de la dirección de su familia y el grupo se dispuso a conocer a sus desconocidos parientes.

Una vez llegaron al edificio donde residía su familia, una casa con tejado a la holandesa, se aseguraron de estar presentables y, visto que iban perfectamente, Kate tocó al timbre. En un breve intervalo de tiempo, la puerta se abrió.

-Buenas tardes ¿quién es? -preguntó una entrañable anciana que recordaba a la dueña de Piolín en los dibujos animados de la Warner.

-Soy Kate Ashford, y estas son mis... eh... unas amigas -dijo Kate.

-Aaaah, has venido -dijo la entrañable ancianita-. Pasad, pasad, estoy haciendo galletas.

Las Kates entraron dentro de la casa. Kate, mientras miraba la morada de sus familiares, se preguntaba por qué sus padres y su rama de la familia habían dejado de lado a estos parientes. Parecían gente normal y corriente. Se preguntó qué tipo de ceremonias realizarían para el solsticio y cómo serían para que su rama conservadora los hubiera apartado como apestados. Llegadas al salón, las Kates se sentaron en el mullido sofá mientras Kate seguía a la ancianita.

-¡Qué bonito lugar! -dijo Kate la roja echándole un trago a una botella de whiskey.

-¿De dónde has sacado eso? -preguntó Bogatyr.

-No quieras saberlo...

-¿Sabes que estás perpetuando el estereotipo de los irlandeses borrachos? -le dijo yaketerina.

-Alguien tendrá que hacerlo -respondió Kate la roja.

La ancianita volvió con Kate en pocos minutos con una bandeja de galletas caseras que dejó en la mesita que había delante del sofá.

-No sabéis lo que me alegra ver que unas jovencitas tan agradables tienen interés en un rito tradicional tan antiguo -dijo la anciana.

Bogatyr torció el gesto al escuchar la palabra "jovencitas", pero comparada con la anciana, ella era tan joven como las otras Kates.

-Teniendo en cuenta que la mayoría de la población celebra unas fiestas bastardizadas y sincretizadas de varias religiones, nunca está de más ver algo original -dijo Yekaterina mientras cogía una galleta-. Al menos estas celebraciones no se habrán convertido en una orgía capitalista y consumista.

-Sólo un morlock utilizaría la palabra orgía para referirse a las fiestas navideñas -dijo Kate la roja entre risas.

Kate miró a la ancianita, colorada como un tomate, esperando que aquello no hubiera alterado a la mujer, pero los comentarios de las Kates no parecían haberla afectado de ninguna manera.

-Bueno ¿y en qué consiste esta celebración? -preguntó Kate para evitar que la cosa derivara en un debate sobre el consumismo en las navidades.

-En pocas palabras, es una procesión o peregrinación a una iglesia muy antigua de la región. Se encuentra en lo que es el centro del casco antiguo. Una vez allí realizamos una gran fiesta -respondió la anciana.

-Uuuuh, una fiesta, me va gustando cómo suena -dijo Kate la roja echándose una galleta en la boca.

-Si no os importa, he de ir a preparar la celebración. Quedaos aquí tomando las galletas -dijo la anciana.

Las Kates se quedaron comiendo las galletas mientras la anciana subía a la planta superior. Kate se acercó a una gran estantería que parecía ser una biblioteca familiar y se quedó mirando los libros. Había volúmenes de Historia y Geografía de Nueva Inglaterra, y algunas novelas ligeras, pero cuando llegó a una sección particular, Kate dio un respingo.

-¡Diantres! -exclamó -. Aquí hay una pequeña colección de libros de ocultismo y algún que otro grimorio.

-Parece que los primos de Kingsport son unos brujos -comentó jovialmente Kate la roja.

-Pues ya que hablas de "los primos" me pregunto por qué sólo hemos visto a la ancianita ¿y el resto de la familia? -preguntó Bogatyr.

-No estaréis sospechando que aquí está pasando algo extraño -dijo Kate.

-Si esto fuera Arkham o Dunwich ya creería que todos son reptilianos, sectarios degenerados o algo peor, pero esta ciudad parece muy tranquila... al menos no tienen manifestaciones de profundos. Y la ancianita parece muy simpática -dijo Yekaterina.

Las Kates dieron cuenta de las  galletas mientras esperaban a la mujer y siguieron dándole vueltas al tema, a su vez Kate la roja se acabó la botella de whiskey. Justo cuando se terminaron las galletas, la anciana apareció vestida con una capa con capucha y acompañada por varias personas encapuchadas.

-Mira, ahí están los primos brujos... o sectarios -musitó Kate la roja.

La anciana dejó caer sobre la mesa cuatro capas con capucha.

-Debéis poneros estos para la celebración. Daos prisa, que tenemos que irnos -dijo la anciana.

El resto de familiares contemplaron en silencio cómo las Kates se ponían las capas y se cubrían con ellas. Una vez hecho esto, la anciana les guió hacia la puerta que daba al exterior.

-Ahora seguidnos.

-Espero que la fiesta merezca la pena -dijo Kate la roja sacando otra botella de whiskey a saber de dónde.

Las Kates siguieron por las calles a la familia Ashford de Kingsport. La anciana llevaba un candil que daba luz en la noche, pues mientras habían estado comiendo las galletas había llegado el crepúsculo. Las calles de Kingsport, al menos de esa zona de Kingsport, el barrio antiguo, estaban silenciosas y a oscuras. La iluminación navideña había sido apagada en esa zona de la ciudad, aunque las Kates recordaban que habían estado encendidas cuando llegaron. Poco a poco fueron viendo cómo, de las casas, salían más personas embozadas en las capas y con candiles, todas en la misma dirección, hasta formar una gran procesión nocturna silenciosa.

-¿Y no nos van a presentar a la familia? -preguntó Bogatyr mientras avanzaban por las calles de Kingsport.

-No sé -le respondió Kate -, igual cuando lleguemos a la iglesia nos conozcamos todos.

La procesión siguió caminando por las calles, siguiendo un camino ascendente. El centro histórico de la ciudad formaba estaba construido en lo que antiguamente sería una pequeña elevación del terreno, por lo que toda la zona estaba en cuestas, de manera que todo culminaba en lo que parecía una loma que sobresalía del resto, en la cual había una iglesia antiquísima, de tiempos inmemoriales.

Según avanzaban, las Kates se dieron cuenta de que las calles de la ciudad parecían difuminarse más allá de la luz de los faroles que llevaban los habitantes de Kingsport. Kate se extrañó por esto, vale que Kate la roja llevaba ya dos botellas de whiskey bebidas, pero el resto estaban bien. Lo fueron comentando de camino a la ancestral iglesia, aunque habían leído sobre algunas particularidades ciertamente oníricas de Kingsport, aquello era muy extraño.

La procesión llegó finalmente a la ancestral iglesia, de la cual, afortunadamente, no salió Sutter Cane, pensó Kate. Las puertas del templo se abrieron a los feligreses y todos fueron entrando al interior, iluminado por un centenar de velas candentes.

-Pues no sé qué ven de malo tus padres y compañía de esto -comentó Yekaterina -, parece un ritual cristiano extraño, pero tampoco tan raro como para dar de lado a sus practicantes.

El feligrés que capitaneaba el grupo, una persona de sexo indeterminado bajo la capa oscura, les guió hasta una puerta que daba a lo que parecían los sótanos de la iglesia.

-Igual lo raro viene ahora -musitó Bogatyr.

La procesión fue bajando las escaleras hacia lo que resultó que no era un sótano, sino un complejo de escaleras que descendían y descendían por paredes cada vez menos trabajadas, hasta que llegaron a una zona que, directamente, estaba tallada en tierra. Los escalones, igualmente, pasaron a ser practicados en la roca, de manera cada vez menos profesional. Finalmente, el grupo llegó a un complejo de  túneles oscuros, que seguramente estaban mucho más abajo que la ciudad de Kingsport.

-Pero ¿dónde diantres estamos? -preguntó Kate la roja, con la tercera botella de whiskey ya en la mano, y con las eses vacilando antes de salir por su boca.

-Parece que Kingsport tiene su propia red de túneles bajo la ciudad, igual que Arkham -respondió Yekaterina.

-¿Sabías algo de esto? -preguntó Kate.

-No, pero igual están comunicadas con las nuestras. Las redes de túneles de Arkham se diseminan por toda el valle del Miskatonic.

Siguieron a la procesión, que continuaba descendiendo en la red de cavernas. Esta vez iban pasando por oscuras cuevas, siguiendo al guía. Las Kates no podían evitar echar un vistazo por los otros túneles, aunque la iluminación apenas les permitía ver nada.

- Yoyoyoyo yoyo yoyoyo yoyóóóó hohohohohooooo -se escuchó por uno de los túneles.

-Definitivamente las cavernas están conectadas, ese es el gusano Trolololo cantando -explicó Yekaterina.

Kate se maravilló al imaginar toda clase de cosas misteriosas que había en esas cuevas mientras seguía a la procesión, que finalmente llegó a una caverna grande y abierta, con un techo abovedado, y en cuyo centro había lo que parecía una inmensa hoguera de un fuego de extraño color, que resplandecía en tonos de verde y que, de alguna manera extraña, no hacía sombra.

-¡Haaaala! Es Tulzscha, el Dios Exterior! -exclamó Kate la roja, que ya iba perdiendo un poco el equilibrio.

-¡¿Qué va a ser Tulzscha?! Es una hoguera rara. Ya me dirás tú qué haría un Dios Exterior aquí debajo en una cueva... -le dijo Yekaterina.

-¿Y qué vasss a saber tú de dioses exteriooooores? -replicó Kate la roja.

-Haced el favor de guardar silencio, parece que van a hablar -les interrumpió Kate.

El encapuchado que había dirigido la procesión comenzó a hablar, desafortunadamente para Kate, en un lenguaje antiguo y perdido, de esos que parecía que llevas un polvorón en la boca. Alguien estaba tocando una flauta, y el resto de feligreses respondían algo en el idioma extraño al que hablaba.

-Puesss qué divertido, oyessss ¿esto esss la fiesta? -preguntó Kate la roja.

Cuando el flautista terminó su extraña melodía, las Kates escucharon un sonido que venía de uno de los túneles. Era como si un grupo de criaturas vinieran a trompicones hacia ellos. Cuando los desconocidos seres llegaron a la caverna iluminada, pudieron ver que se trataba de byakhees, algunos incluso eran trabajadores de Byakhee Express, pues iban con el logo de la empresa.

Los feligreses fueron acercándose a los byakhees y montaron sobre ellos, mientras las criaturas saludaban afablemente con las manos. Todos fueron montando en los seres exteriores, mientras las Kates miraban.

-¿Nosotros también vamos a montar en byakhee? -preguntó Bogatyr.

-¡Yo quiero montar en byakhee! ¡Yo quiero montar en byakhee! ¡Yo quiero montar en byakheeeeeeee! -exclamó Kate la roja, a la que la tercera botella de whiskey ya estaba comenzando a perjudicar.

-Que sí, que vamos a montar en los dichosos byakhees.

Dos criaturas habían quedado libres, así que tuvieron que subir por parejas. Kate y Yekaterina en uno, y Bogatyr y Kate la roja en el otro.

-¡¡¡Arre, caballo!!! -exclamó Kate la roja alzando el puño.

Su byakhee respondió a la orden y abrió las alas, alzando el vuelo y dando vueltas por la caverna. La criatura iba haciendo eses y dando tumbos, provocando que sus ocupantes se deslizaran y casi cayeran de nuevo al suelo. Kate intentó guiar a su byakhee para ayudar al que montaba Kate la roja, pero esto fue peor, pues se sumó al caos de este. Las dos criaturas, totalmente fuera de control, fueron dando tumbos por las cavernas mientras Kate la roja berreaba algún tipo de canción ancestral de Irlanda. Por mucho que Kate intentara arreglar el caos, los dos byakhees parecían tan borrachos como la irlandesa, así que fueron yendo de aquí para allá por las cavernas, en total oscuridad, salvo por el candil que, inteligentemente, había cogido Bogatyr.

No se sabe cómo, las Kates fueron a dar a un río subterráneo, en el que se zambulleron las aladas criaturas con sus ocupantes. El río fue creciendo según avanzaban y, en medio del caos, la corriente les llevó al exterior del sistema de cuevas, pasando del agua dulce a la salada del mar. Los byakhees sacaron la cabeza del agua y gorjearon alegremente. Las Kates salieron del agua poco después.

-¿Por qué has dejado que condujera la borracha? -preguntó Kate.

-¿Te crees que me ha dado tiempo a hacer algo? -fue la respuesta de la pobre Bogatyr.

Cuando acabaron de discutir en medio del mar, el sol ya estaba saliendo por el este, y la noche había acabado.

-Pues vaya, nos hemos perdido la fiesta... -dijo Kate la roja, a la que ya se le iba pasando la borrachera.

-Sí, me pregunto de quién habrá sido la culpa -comentó Yekaterina.

Las Kates volvieron a la orilla, acompañadas de los dos byakhees, que estaban tan contentos que parecía que querían otra vuelta en la montaña rusa.

-¿Y ahora qué hacemos? No sé ni dónde estamos -preguntó Bogatyr.

-Pues mejor montemos a los byakhees y volvamos a Kingsport -respondió Kate.

Y eso hicieron. Cuando llegaron a la ciudad y bajaron a la casa de la familia Ashford, Kate hizo todo lo posible por disculparse ante sus parientes por el desastre de Kate la roja, pero estos parecieron comprender que era la primera vez que iban a una celebración como aquella. Se lo tomaron mucho mejor de lo que ella habría esperado y pasaron el resto del día tranquilamente en familia (y con Kate la roja con resaca). Las Kates no supieron cómo era la fiesta al final de la procesión, ni cuales eran las maravillas o los horrores que se habían perdido, pero bueno... si era necesario repetirían el año siguiente.

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