sábado, 11 de mayo de 2019

End Time (parte 5): Robocalypse antimusical

Los grandes éxitos de Metallica, Iron Maiden, AC/DC y Black Sabbath servían como banda sonora para la brutal, épica y extraña batalla que se estaba desarrollando en las calles de Arkham. Tras lograr parar la invasión de kaijus de peluche, y tras el anterior fracaso de los Reptilianos Anarcocapitalistas del Lado Oscuro, Nyarlathotep había cambiado de táctica. Había dejado atrás el ataque relámpago y el despliegue de colosales tropas de gran poder destructivo individual. Así pues, había dado paso a la siguiente etapa de su plan: la guerra de desgaste mediante un ataque masivo y continuado. Para ello, los portales que se habían abierto simultáneamente en diversos puntos de la ciudad se habían convertido en el acceso de un, en apariencia, interminable flujo de entrada de robots que parecían diseñados por un mangaka loco. Estos seres mecánicos, que parecían un cruce entre los más disparatados diseños de robots jamas creados en un manga y con un esquema de colores agresivamente llamativo, tenían dos peculiaridades que los hacían especialmente notables, además de su aspecto: antes de atacar, gritaban lo que iban a hacer como si les fuera la vida en ello y, además, tenían altavoces por los que se oía de forma inmisericorde y a un alto volumen reggaeton y trap. De esta manera lograban aunar el atentado contra el buen gusto y el sentido común de su estética con un pandemonio antimusical capaz de enloquecer a cualquiera.

Para contraatacar y defender la ciudad, los dioses de Alfa Strike y las demás deidades que se habían apuntado a la lucha (a las que se había sumado la diosa Kali, que a ser capaz de hacer kebab de robot con cada uno de sus brazos simultáneamente era de mucha ayuda) utilizaban todas sus destrezas marciales y, además, habían invocado el poder del rock. Se habían planteado llamar a los Dioses Arquetípicos, pero la idea era que la ciudad siguiera en pie tras la victoria. Así pues, con ayuda de los morlocks comunistas habían logrado montar un improvisado sistema de sonido móvil sobre varios vehículos que circulaban por la ciudad combatiendo la antimúsica de los robots.

Pero si había algo que caracterizara aquella batalla era que resultaba bastante peculiar en cuanto a su desarrollo. Y es que los combatientes, al menos los dioses y morlocks, habían decidido minimizar los daños colaterales. De manera que se estaba desarrollando una modalidad de lucha muy poco usual, en la que una melé en la que participaban Thor y Perun se desplazaba hasta que encontraba un semáforo en rojo y se esperaba a que cambiara de nuevo para poder seguir avanzando o cruzar la calle. De esta manera, la vida normal, o lo que en Arkham pasa por la misma se producía en torno a los combates. Se trataba, quizá, de la más peculiar batalla urbana que se había visto.

Así, en las inmediaciones de la Universidad Miskatonic, N'kari, junto con Bastet, Pkaurodlos y Perun, dirigía las defensas coordinando a los dioses con las tropas morlock. El despliegue de artillería de los morlocks comunistas lograba mantener a distancia a los robots al tiempo que la música rock lograba compensar la influencia nefasta de la antimúsica. Al mismo tiempo, en el barrio conocido como French Hill, Zeus, Ares y Brontes encabezaban el esfuerzo bélico apoyados por algunos escuadrones morlocks y varios pelotones de ninfas y dríadas, que, acudiendo a la llamada de los dioses griegos, habían acudido a combatir la amenaza robótica reggaetonera. Y es que una cosa era tener que aguantar lo que algunos habitantes de la ciudad entendían por música, pero aquello era una aberración acústica que sólo servía para contaminar el ambiente. Por su parte, Odín, Thor y Loki ponían su grano de arena en la batalla, a la que incluso el Herrero Mentiroso se había unido empuñando la Lanza de Lug y combatían en la orilla norte del Miskatonic apoyados por una combinación de tropas morlock, la diosa Hela (que no estaba dispuesta a que triunfaran unos energúmenos mecánicos con tan mal gusto musical), Atenea y Niqtakik, diosa de los vientos de los esquimales lideraban las defensas a las que, por motivos puramente pragmáticos, se habían unido los Zeta-Reticulanos Korporativos. Así pues, los dioses se veían apoyados por Hombres de Negro grises con sus armas de rayos. Y es que, en momentos de necesidad, había que dejar atrás las diferencias y luchas por una causa común. Por su parte, las Kate Rangers colaboraban con Delta Wave Welcome y las valquirias, prestando apoyo móvil donde más se las necesitara y tratando a los heridos.

Mientras tanto, con las fuerzas combinadas de dioses, criaturas de la naturaleza, morlocks, valquirias, Kate Rangers y Zeta-Reticulanos, es posible que alguien se pregunte que ha pasado con la Fundación Albert N. Wilmarth. Bien, obviamente, todo el caos montado no iba a pasar desapercibido para ellos. Pero estamos hablando de una serie de gente cuya idea de combatir amenazas paranormales y extradimensionales es arrojarles piedras estrella aunque esto no tenga ninguna efectividad o ponerles bombas que, según el caso, va a tener un efecto variable.

Por otro lado, en las profundidades de la base morlock, Pum'muki y Konstantin supervisaban los trabajos que estaban realizando los morlocks sobre los tres robots Constructo Social que tenían disponibles. Los mecánicos trabajaban a toda velocidad, tratando de acabar cuanto antes. Y es que de su labor podía depender el futuro de la contienda. Lo que estaban haciendo era modificar los dos robots gigantes para instalarles un equipo de sonido muy potente y altavoces distribuidos por todo el cuerpo de manera que produjeran un efecto envolvente para reproducir música a todo volumen y acabar de contrarrestar los efectos neurológicos degenerativos provocados por la antimúsica de los robots invasores.

Cuando, finalmente, los mecánicos morlocks lograron dar por finalizados sus trabajos, lo dispusieron todo para inicializar los Constructos Sociales modificados. Konstantin, el veterano mecánico; Pum'muki, la morlock cafeinómana y Sojat, líder expedicionario de los morlocks comunistas, habían sido designados como pilotos de los tres robots. Dos de ellos mantenían el diseño estandar de Constructo Social, pero el tercero, el pilotado por Pum'muki, había sido creado con una forma más femenina. Con los pilotos en las cabinas inicializando los robots, el techo del gigantesco hangar comenzó a abrirse y la plataforma los elevó para sacarlos a la superficie en las afueras de Arkham. Al activar los sistemas de sonido, comenzó a sonar el tema principal de Mazinger Z cantado en ruso por algún motivo. Una vez los robots estuvieron en la superficie, se encaminaron hacia los portales y las zonas donde la batalla se presentaba más difícil. Mientras, durante el trayecto, cambiaron la música y se empezó a escuchar La Internacional en ruso.

De esta manera tres robots gigantes con su propia banda sonora en ruso se adentraron en la ciudad. Aunque La Internacional no era lo que se esperaba como respuesta a la terrible antimúsica de los robots, si que parecía tener efecto sobre estos. Luego ya, cuando empezaron a escucharse los primeros compases del Himno nacional soviético, muchos robots cortocircuitaron y sufrieron graves daños internos. Pero como lo que se había demostrado que mejor funcionaba era el rock duro y el heavy metal, los morlocks comunistas tuvieron que ser pragmáticos y cambiar los temas de la banda sonora.

Con este nuevo apoyo, los ejercitos combinados de los defensores lograron empezar a imponerse. La potente música surgida de los Constructos Sociales que se complementaba con los equipos de sonido de las tropas a pie servía como potente barrera sónica. Esto hacía que los robots invasores fueran menos efectivos en la lucha y que la balanza se fuera decantando poco a poco hacia los arkhamitas. Sin embargo, Nyarlathotep no iba a dejar que todo acabar así. Con la invasión contenida, aunque no detenida, comenzaron a abrirse nuevos portales. Una nueva amenaza se estaba gestando.

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