sábado, 4 de mayo de 2019

End Time (parte 4): El ataque de los kaijus de peluche

El tráfico era el normal a esa hora de la mañana en el centro de Arkham. Los coches avanzaban lentamente con sus conductores dirigiéndose a sus trabajos con rostros de poca emoción, excepto para los cuatro workoholicos que estaban deseando llegar a su puesto. Aunque era una ciudad preparada para todo tipo de eventualidades, nadie se esperaba lo que sucedió sin previo aviso. A unos cinco metros por encima del tráfico, un portal dimensional apareció en la nada y comenzó a crecer a la vista de todo el mundo. Los conductores miraron con una mezcla de emociones al recién aparecido portal. Aquello podría conllevar atascos, o daños materiales, o todo a la vez.  Todo esto pensaban mientras una pata gigantesca salió del portal y pisó el asfalto haciendo que el suelo temblara ligeramente. El dueño de la pata surgió lentamente, provocando en los que lo veían cosas peores que temblores.

Mientras una criatura gigantesca aterrorizaba a los ciudadanos de la ciudad de Arkham, un grupo de dioses tomaban algo en el local El Divino. Desde que habían recibido el aviso de los planes de Narlathotep para provocar el caos, todos los días se veía un grupo más o menos numeroso por allí, cosa que alegraba al dueño del bar, que veía sus ganancias incrementadas... bueno, excepto cuando Perun y Thor se emborrachaban demasiado, que solían romper jarras y sillas en pleno fervor alcohólico. Ese día, el grupo no era muy numeroso, aunque ellos solos podrían acabar con un pequeño ejército.

-Hace un par de días del ataque de los reptilianos anarcocapitalistas y todo parece estar en el ámbito de la normalidad en Arkham -decía Brontes al grupo-. ¿Alguien cree que el maléfico plan de El Caos Reptante era simplemente soltar un ejército de lagartos interdimensionales?

-A Nyarlathotep le gusta jugar como a un niño junto a un hormiguero. Dudo mucho que eso fuera todo -contestó Atenea. Desde el día de la reunión inicial, esta diosa griega se había quedado en la ciudad, ya que sus competencias en estrategia militar serían muy útiles en caso de batalla.
-Pues si su intención es atacar con lagartos de otra dimensión, no sabe lo que se hace -dijo Perun mientras acariciaba a Misha-. Con nuestros músculos podemos golpear a cientos... ¡no! ¡Miles de esos lagartos!

-¡¡¡Sí!!! -exclamó Thor, que estaba junto al dios eslavo, al que estrechó la mano, mostrando ambos sus poderosos bíceps.

-¿De verdad es necesaria esas exhibición de testosterona digna del cine estadounidense de los años '80? -preguntó Niqtakik, diosa de los vientos de los esquimales y ferviente feminista.

-Para ellos sí, es indispensable -bromeó Brontes.

De repente comenzó a sonar una alarma sobre la barra del bar. El dueño del local dio un respingo y miró perplejo allí. En efecto, había un aparato que hacía sonar un estridente ruido.

-¿Pero esto qué es? -se preguntó el hombre.

-Lo lamento, encantador barman, decidí instalar una alarma en el local conectada a la radio de la policía de Arkham en caso de emergencia -le explicó Atenea.

-Pero... pero... ¿cuando? ¿Sin avisarme? 

-Son asuntos divinos -dijo Atenea mostrándole al barman una placa similar a la de un cuerpo de policía -. Muchachos, vamos a ver qué requiere de nuestra atención.

-¡¡¡Síííí!!! -exclamó Perun bebiéndose de un trago la jarra de cerveza que había pedido.

-¿No es muy pronto para emborra...? eh... da igual. -Brontes prefirió dejarlo ahí al darse cuenta de que hablaba con el dios eslavo. Bebía alcohol a todas horas del día.

Los dioses salieron a la calle y vieron cómo una patrulla de policía pasaba a toda velocidad delante de sus narices. Miraron la dirección hacia la que iba y Atenea les hizo un gesto para que la siguieran.

Tras la estela del vehículo, los dioses cruzaron las calles de Arkham  que separaban el bar El Divino del lugar de la acción. Cuando llegaron allí, vieron al coche patrulla detenerse con un derrape. Estaban en la zona céntrica de la ciudad, pero no en la parte histórica, sino la de edificios de moderna construcción. Allí vieron todo un destacamento militar, con soldados yendo de aquí para allá y oficiales lanzando berridos.

-¿Quién ha llamado al ejército? -preguntó Brontes.

Los soldados iban y venían o apuntaban sus armas hacia una zona en la que se veía una gran polvareda que llegaba a la altura de varios pisos. Tras la nube de polvo se podía adivinar una figura gigantesca caminando torpemente. La polvareda comenzó a disiparse y los dioses pudieron ver de qué se trataba. Era una criatura descomunal, del tamaño de un edificio, con la forma de un oso, un oso de peluche, de los del tipo Teddy Bear. El monstruo caminaba torpemente con un tanque en la mano, cogido del cañón y lanzaba terroríficos rugidos.

-¿Un oso de peluche gigante? Esto sólo puede pasar en Arkham -dijo el cíclope.

Una vez a la vista, el oso gigantesco lanzó el tanque contra una pared e hizo que la gente corriera de aquí para allá despavorida. Los soldados seguían yendo de aquí para allá, pero no hacían más que eso.

Atenea se acercó a uno de los oficiantes militares y le llamó la atención.

-Oiga ¿Ya que están aquí, por qué no atacan al monstruo gigante?

-Lo intentamos, pero es que es tan mono... -fue la respuesta del militar.

Atenea torció el gesto y vio cómo en los rostros de los soldados había una expresión de ternura al mirar al gigantesco oso. En efecto les parecía demasiado mono para dispararle.

-Bien -dijo dirigiéndose a los dioses-, esta gente no va a hacer su trabajo, así que tendremos que detener nosotros a la criatura, lo primero que haremos es...

-¡¡¡A LA CARGA!!! -exclamó Perun cabalgando a los lomos de Misha , seguido de cerca por Thor, que salió volando en dirección al oso gigante.

-¿Ese par sabe seguir órdenes? -preguntó molesta la diosa.

-Cuando están sobrios, a veces sí -respondió Brontes.

La carga de los dioses de la tormenta alcanzó al oso de peluche gigante. Mientras Perun atacaba las piernas del monstruo, Thor le lanzó un garrotazo con el mjolnir a la testa de la criatura. El gigantesco oso se tambaleó hacia los lados mientras intentaba atrapar al dios que volaba a su alrededor lanzando golpes de martillo. Abajo, Misha le estaba mordiendo las patas y sacándole el relleno como un animal furioso mientras Perun le asestaba golpes que se hundían en su blando cuerpo. El ataque combinado finalmente hizo efecto y el peluche gigante cayó al suelo con tremendo ruido y volviendo a alzar el polvo que se había asentado. Este fue el momento que Perun aprovechó para sacar su lanza y clavarla en el torso del oso gigante, lugar al que fue Misha para rajar las costuras y seguir sacando el relleno del interior.

-Ya está, amenaza derrotada -dijo Thor subido a la cabeza del monstruo caído. A su alrededor, la calle estaba llena de relleno de oso de peluche.

De repente, otro rugido surgió de detrás del edificio por el que había aparecido el oso de peluche y los dioses vieron aparecer una nueva amenaza. Esta vez se trataba de dos criaturas gigantescas, una parecía ser un tiranosaurio de peluche del tamaño de un edificio, el rugido no podía ser suyo, porque su boca de peluche era muy tosca y no podía ni moverse, lo peligroso en él eran las gigantescas patas traseras y la cola que zarandeaba lanzando coches y golpeando paredes. El otro ser era un tigre antropomorfo de peluche con un chaleco azul y una corbata al cuello. Igual que su compañero, era de tamaño descomunal, y avanzaba torpemente lanzando rugidos.

-Esto tiene que ser una broma ¿de dónde salen esos peluches gigantescos? -preguntó Atenea. Antes de que Perun y Thor pudieran lanzarse a un ataque descerebrado, los hizo llamar y se reunieron todos a su alrededor-. A ver, Thor y Perun, encargaos del tigre, utilizad la misma estrategia que con el oso. Brontes y yo atacaremos al tiranosaurio. Mientras nosotros nos encargamos de ellos, quiero que Niqtakik haga un vuelo de reconocimiento y encuentre alguna pista de dónde vienen estos bichos ¿de acuerdo?

-¡¡¡Sí, señora!!! -exclamaron Perun y Thor al unísono.

-Bien, mostrémosles la ira de los dioses ¡¡¡A por ellos!!!

Mientras los cuatro dioses salían en dirección a sus objetivos, Niqtakik llamó al viento invernal, que la levantó en los aires. Subió más allá de la altura de los edificios de la zona, lugar desde el que podía tener una vista general de todo. Podía ver cómo Perun y Thor se encargaban del tigre de peluche. El nórdico estaba cogido de la corbata y, con la otra mano, lanzaba enormes golpes con el martillo mágico. Abajo, Perun, cabalgando a Misha, se encargaba de los cuartos traseros del tigre, que sufrían los golpes de la lanza y los zarpazos de Misha. A una distancia corta de este combate, podía ver a Brontes y Atenea encargándose del tiranosaurio de peluche. El cíclope había invocado a los rayos, que caían en torrente sobre la cabeza del monstruo, mientras la diosa griega lanzaba su escudo de batalla para desestabilizar al dinosaurio. Niqtakik apartó su atención del combate y miró a su alrededor. Entre edificios derruidos y otros daños a la propiedad pudo ver algo que no debería estar allí. Un portal gigantesco, que parpadeaba y vibraba en el aire y a través del que se podía adivinar otro lugar, quizás otra dimensión. La diosa esquimal se acercó discretamente al portal y lo observó con atención desde más cerca. Pudo ver lo que había al otro lado, y esto la perturbó.

El tiranosaurio de peluche cayó con la cabeza gravemente dañada, llena de agujeros de los que salía relleno chamuscado y arrugado que olía fatal. El tigre no duró mucho más, afectado seriamente por los golpes de los poderosos dioses. Perun y Thor ya estaban celebrando la victoria, pero la llegada de Niqtakik acabó con la alegría.

-Ya sé de dónde vienen estos monstruos -explicó la diosa-. Hay un inmenso portal dimensional a un par de calles de aquí. He podido ver lo que hay al otro lado. Es otro mundo, un mundo lleno de gigantes, monstruos de peluche gigantescos, algunos más grandes de lo que podéis imaginar. Mientras ese portal esté allí, los monstruos podrán seguir cruzando y destrozando la ciudad.

-¿Un portal a otra dimensión? -dijo Brontes pensativo-. Esta forma de atacar es demasiado similar a la de los RALO del otro día. Claramente esto forma parte del plan de Nyarlathotep.

-¿Su plan es una invasión de peluches gigantes? -preguntó extrañada Niqtakik.

-No, es su forma de extender el caos -le dijo Brontes.

-Pues será mejor que acabemos con ese portal antes de que crucen más cosas como estas -dijo Atenea.

Los dioses avanzaron a través de los restos de los monstruos caídos y caminaron hasta el lugar donde el portal brillaba en el aire. Vieron lo que había al otro lado y su horror fue inmenso.

-¡Hay que cerrarlo! ¡¡¡Ahora!!! -exclamó Atenea.

-Pero ¿cómo? ¡¿Cómo?! -decía Brontes mientras gesticulaba azorado.

-Sea lo que sea, se nos tiene que ocurrir cuanto antes, mirad al portal -dijo Niqtakik.

Los dioses volvieron la mirada al agujero interdimensional y vieron lo que se acercaba inexorablemente hacia la puerta a otro mundo. Un rebaño de ovejas de peluche trotaban hacia ellos, en cuestión de momentos habrían cruzado al otro lado. Pero eso no era lo peor, detrás del rebaño de peluches había algo mucho más grande, algo que caminaba abotargado y amenazante, un peluche de Chibi Cthulhu de tamaño al natural.

-¡Rápido! Tenemos que evitar que ese rebaño cruce y destroce todo en una estampida de peluches. Brontes, Thor y Perun, lanzad rayos al portal para desestabilizarlo. Niqtakik, quiero que convoques a los vientos para dispersar o detener a las ovejas. Necesitamos cerrar el portal antes de que llegue ese chibi Cthulhu.

-¡Adelante, compañeros! ¡Traigamos la furia de los rayos! -exclamó Brontes alzando el puño.

Las nubes de tormenta se agolparon sobre el barrio central de Arkham y comenzaron a escucharse truenos acompañados de relámpagos.  De las nubes comenzó a caer una fría lluvia concentrada en esa zona, y en breves instantes, los rayos hicieron aparición, zigzagueando en los cielos y cayendo sobre el portal dimensional.

Mientras la tormenta hacía su trabajo, Niqtakik llamó a los vientos del norte, que vinieron a velocidades huracanadas y cruzaron al otro lado del portal. El rebaño de ovejas de peluche, que corrían enloquecidas hacia el portal, recibieron el impacto del huracanado viento, haciendo que las primeras ovejas cayeran al suelo. Esto provocó que las que veían detrás tropezaran y se amontonaran, dispersando a las que les seguían, que ya no sabían si seguir en la misma dirección. El problema del rebaño de ovejas de peluche gigantes parecía resuelto, pero el chibi Cthulhu seguía acercándose como una montaña que caminaba.

-¡El primigenio de peluche sigue viniendo! -exclamó Niqtakik entre la furia del viento.

-Tenemos que hacer algo cuanto antes -dijo Atenea mientras pensaba y pensaba en alguna forma de cerrar el portal.

-¡Ya sé cómo solucionarlo! ¡Crucemos los rayos! -exclamó Brontes-. Con esto invertiremos la polaridad del portal y este se cerrará.

-¿En serio pretendes cerrar el portal con un plan extraído de una película de los años '80? -le preguntó la diosa griega.

-¡Eh, a ellos les funcionó! -fue la respuesta del cíclope.

Atenea se encogió de hombros, con lo que los demás entendieron que tenían vía libre. Así, los rayos que caían del cielo se concentraron en uno solo, poderoso y brillante como un sol, que alcanzó el portal en el momento justo en el que el chibi Cthulhu estiraba el brazo para cruzar al otro lado. Una explosión destruyó el portal justo a tiempo, con un estampido que hizo tronar y una onda expansiva que rompió los cristales de todos los edificios cercanos. El portal había desaparecido, y el primigenio de peluche no había alcanzado la puerta a tiempo.

-Ufff, eso ha sido estresante -dijo Brontes mientras resoplaba.

-No entiendo cómo ha funcionado esto... lo que utilizaban en la película no eran rayos de electricidad, eran de...

-Nah, lo importante es que ha funcionado -dijo el cíclope interrumpiendo a Atenea.

-¡¡¡Esto es una victoria!!! -exclamó Thor!!!

-¡¡¡Sí!! -le acompañó Perun, que comenzó a saltar y a chocar con su compañero.

-Oh, no... comienza la exhibición de testosterona -masculló Niqtakik.

Pero el sonido de un teléfono móvil les interrumpió. Se trataba del de Brontes, que el cíclope llevaba guardado en el bolsillo de su gabardina. Sacó el móvil y vio que era una llamada de Harvey Z. Pickman. Descolgó y escuchó lo que tenía que decirle. Los otros dioses pudieron ver expresiones de preocupación en su cara, y cuando colgó se volvió hacia ellos.

-Ha aparecido otro portal en otro punto de la ciudad... creo que es hora de reunir a Alfa Strike.

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