sábado, 25 de mayo de 2019

End Time (parte 7): Todo acaba en Caos...

Todo acaba en Caos. A fin de cuentas el caos es el estado al que todo acaba por derivar, aunque los físicos digan que hay un orden subyacente. Pero la entropía es el fin último, el estado final, hacia lo que todo deriva. Es por ello que Nyarlathotep confía en que su victoria final sea ineludible, inevitable, incondicional. A fin de cuentas, es el Caos Reptante, la esencia última de la entropía, mensajero de los dioses y servidor de Azathoth, el Caos Nuclear. Por ello, el hecho de que la guerra en Arkham se hubiera estancado no suponía una especial preocupación para él. A fin de cuentas, esto era sólo un interludio en el avance de la entropía. Así pues, mientras los dioses combatían a los robots reggaetoneros y las demás fuerzas luchaban en el campus universitario contra las amebas caribeñas, Nyarlathotep todavía tenía algún as en la manga.

Al mismo tiempo, en la vecina Kingsport, Harvey, viajando a través de Byakhee Express para reunirse allí con la Cabra Blanca de Tres Cabezas y Tiamat. La primera era un avatar de Shub-Niggurath a la que rendían culto (más o menos) Welcome y las welclones. Era una enorme cabra del tamaño de un caballo, de un blanco inmaculado, con la mitad anterior de su cuerpo cubierta de un gruesa y larga melena y una amplia caja torácica. Las patas acababan en grandes pezuñas de las que surgían tentáculos vestigiales que pisaban la hierba de un parque mientras espantaba alguna mosca con sus largas y delgadas colas. Las tres cabezas, una con una mancha negra en forma de rombo en la frente, otra con cuernos negros y la tercera con manchas negras en los ojos, miraban con atención a Harvey. A su lado, Tiamat, una escultural y voluptuosa mujer de rasgos sumerios y piel reptiliana negra, con dos grandes alas con plumas de los colores del arco iris, rumiaba sobre lo sucedido hasta el momento. Lo que trataba de conseguir Harvey era el apoyo de la diosa y el avatar de Shub-Niggurath. Juntas podían ser la clave para hacerse con la victoria en Arkham.

Pero en la ciudad universitaria la situación no iba a tardar en empeorar. Entre el frente universitario y el edificio de La Llave y la Puerta comenzaron a abrirse nuevos portales. De los mismos comenzaron a surgir ejércitos de tcho-tchos gigantes de 2 metros de altura (recordemos que este pueblo está formado por pigmeos con una estatura de 1,20 como máximo) armados con una especie de pistolas de agua y porras. Ante la aparición de este nuevo frente, Lady Tcho-Tcho, la welclon surgida de la hibridación del material genético de Welcome con el de este pueblo pigmeo, encabezó una parte de las tropas para hacer frente a los invasores. Y es que, su peculiar herencia genética la hacía no sólo más rápida y ágil, sino que, además, le daba una gran capacidad mágica y potencia para poder comprender mejor a estos adversarios en concreto. Sin embargo, no estaba preparada para lo que iban a hacer. Las pistolas de agua disparaban chorros de detergente que hacían que el suelo se volviera sumamente resbaladizo, por lo que dificultaban el avance de las tropas para combatir en cuerpo a cuerpo. Esto hizo que la pelea resultara un tanto estrambótica, con resbalones caídas, y una ridícula música de fondo para ambientar el absurdo resultado.

Lamentablemente, el resbaladizo combate contra los tcho-tchos gigantes no estaba yendo demasiado bien, además de lo ridículo que estaba resultando. Esto hacía que se perdiera impulso bélico en el frente contra las amebas caribeñas al estar las fuerzas divididas. Pero aun quedaban actores por entrar en escena. Y fue en medio de la deslizante pelea cuando hicieron su llegada los tres grupos que aún no habían aparecido: los Reptilianos Nazis del Lado Oscuro (RNLO), Zeta-Reticulanos Nazis (ZRN) y el Equipo Tiamat de GodHunters de la empresa Omicron Scorpions. No habían podido unirse antes a la batalla debido a que Nyarlathotep había abierto de forma subreticia más portales en otras zonas de Arkham, en concreto en los túneles bajo la ciudad cerca de la principal base reptiliana y en los almacenes de Omicron Scorpions en las afueras, donde se guardaban las armaduras de combate y se les hacía el mantenimiento. Los RNLO y los ZRN se habían tenido que enfrentar a un nuevo ataque de los RALO (Reptilianos Anarcocapitalistas del Lado Oscuro). De esta manera, se había llevado a cabo una cruel y terrible lucha escamosa y alienigena bajo la ciudad sin que otros fueran testigos de las heroicas acciones para defender Arkham bajo el subsuelo. Por ello, una vez superado este obstáculo, los lacertonazis y los grises se encaminaro hacia la superficie. A fin de cuentas, si alguien tenía que conquistar Arkham tenían que ser ellos y no se lo iban a poner fácil a unos advenedizos extradimensionales.

Por otro lado, las mujeres del Equipo Tiamat, con Ashley Johnson a la cabeza, se habían tenido que enfrentar a robots de diseño manga transformables pintados de diferentes colores y que hacían poses absurdas. Estos adversarios venían de la misma dimensión que los robots reggaetoneros, pero no hacían uso de la antimúsica para atacar. Debido a que el ataque inicial fue por sorpresa, no estaban preparadas, y tuvieron que atrincherarse y defender sus posiciones con armamento personal. Pero una vez que lograron detener la embestida inicial, pudieron montarse en las armaduras de combate GodHunter, lo que, decididamente, inclinó la balanza a su favor. Por ello, tras derrotar a sus adversarios, se dirigieron hacia lo más encarnizado del combate: el campus de la Universidad Miskatonic y el edificio de La Llave y la Puerta.

No hace falta decir que la llegada de refuerzos ayudó a rebajar la presión sobre los defensores, aunque los portales no dejaban de vomitar nuevas tropas, tanto tcho-tchos como amebas caribeñas. Sin embargo, esto no impedía que las tropas aguantaran lo mejor posible. Y es que el contar con el apoyo de las tropas reptilianas, que incluían infantería de élite, armaduras de combate, mini tanques y un robot gigante era un apoyo muy considerable al esfuerzo bélico. Por otro lado, el Equipo Tiamat contaba con la mejor tecnología de exoesqueletos potenciados que tenía disponible Omicron Scorpions y que había sido desarollada en base a las armaduras reptilianas. Además, las de clase GodHunter estaban diseñadas para enfrentarse a dioses, por lo que sus capacidades y especificaciones eran algo muy superior a lo que podían desplegar los propios RNLO. Así pues, a medida que las fuerzas recién llegadas para apoyar a los defensores lograban ocupar posiciones estratégicas, lograban hacer retroceder a los atacantes. Tan sólo el interminable flujo de estos últimos parecía ser capaz de impedir una victoria completa. Si tan sólo pudieran lograr cerrar los portales, los defensores de Arkham podrían alzarse definitivamente con la victoria. Mientras tanto sólo podían aguantar y mantener el ritmo en esa guerra de desgaste.

Por ello, la llegada de Harvey Pickman con un byakhee supuso un alivio y una súbida de ánimo para los defensores. Como sacerdote de Yog-Shototh sabía cerrar portales, aunque lo complicado era que pudiera acercarse lo suficiente para hacerlo. Pero su aparición también significaba que había logrado finalmente su objetivo. Y es que, un poco más tarde, mientras Harvey se ponía al día sobre la situación de la guerra, se oyó un clamor y un estruendo, como el producido por un millar de cabras a la carga encabezadas por una cabra gigante de tres cabezas.

Desde Garrison Street llegó el caprino ejército de la Cabra Blanca de Tres Cabezas: mil cabras a la carga encabezadas por el avatar de Shub-Niggurath que entraron en tropel en el campo de batalla y comenzaron a embestir, morder y patear a toda ameba caribeña y tcho-tcho gigante que se encontraban. Muchas se quedaron allí, pero aproximadamente la mitad del ejército caprino se dirigió hacia el frente de batalla donde los dioses y morlocks combatían a los robots reggaetoneros, aportándoles unos bien recibidos refuerzos.

Fue entonces cuando Nyarlathotep se manifestó en uno de sus avatares monstruosos: el dios de la lengua ensangrentada, un coloso enorme con tres patas y cuya cabeza era un gigantesco y largo tentáculo rojo bajo el cual se abría una boca aullante. El Caos Reptante, furioso por como se estaba desarrollando la situación, había decidido entrar en acción directamente y sembar el caos, la muerte y la destrucción a su paso. Pero la Cabra Blanca de Tres Cabezas no le iba a dejar actuar libremente y cargó contra él. ¿Un avatar de Shub-Niggurath y un avatar de Nyarlathotep? Eso era sin duda alguna una lucha épica que valía la pena contemplar. Lamentablemente, el resto estaban demasiado ocupados combatiendo para poder prestar atención a la pelea de dioses.

Así, mientras el caos se desataba por la ciudad y la guerra parecía no tener fin, llegó el último recurso que había preparado Harvey. Un gran dragón negro con un robusto cuerpo como el de un oso y de piel escamosa, con pico de pájaro y grandes alas de plumas con los colores del arcoiris llegó al campus universitario. Tiamat, diosa madre del Caos, había hecho su entrada en su forma monstruosa. Era extremadamente raro verla con esa apariencia. Normalmente se manifestaba como una voluptuosa y escultural mujer con o sin alas y las plumas repartidas por su cuerpo en este último caso. Su aspecto bestial como dragón del caos sólo lo adoptaba en situaciones muy concretas, normalmente para liberar su furia. Y estaba realmente furiosa. Como deidad caótica, se nutria del Caos, cuanto más puro y extenso mejor, y aquella guerra era una fuente de caos, pero extraña, anormal, llena de fluctuaciones causadas por los flujos de energía interdimensionales debido a las injerencias en el continuum provocadas por los múltiples portales. Así pues, siguiendo las instrucciones de Harvey, había estado aguardando. Ella era el último recurso, el arma de destrucción masiva que iban a utilizar si no había otro remedio. Y se había llegado a esa situación en la que no había otra opción que liberar a Tiamat.

Así pues, Tiamat, diosa madre primigenia del Caos, entró como un elefante en una cacharrería, arrasando todo lo que se encontraba en su camino, pero con una precision envidiable, pues con su embestida y ataques sólo golpeaba a los adversarios de los defensores de Arkham. Al mismo tiempo, su presencia, combinada con la saturación de Caos que había en la ciudad, comenzó a provocar una serie de efectos aleatorios a pequeña escala. Al principio eran cosas insignificantes, bolígrafos que salían volando para caer al instante, monedas que intercambiaban la cara y la cruz, esas cosas. Pero se fueron retroalimentando y amplificando por la presencia de la diosa. De manera que pronto las maracas de las amebas estallaban o les salían ramas, o se convertían en cosas absurdas, como un juego de té. Las porras de los tcho-tchos gigantes se volvían de goma, o soltaban nubes de perfume cuando golpeaban. Los robots reggaetoneros sufrían repentinos cambios de sexo, cortocircuitos y cambios aleatorios en su programación que les quitaban la inmunidad a su antimúsica, por lo que se autodestruían. Así, cada fenómeno caótico incrementaba el caos presente, lo que hacía que Tiamat fuera más poderosa, lo que provocaba que el caos presente se ampliara y los fenómenos caóticos aumentaran en número y efecto, lo que incrementaba el caos presente, etc.

Finalmente, cuando el nivel de aleatoriedad y entropía alcanzó una masa crítica, Tiamat absorbió todo ese poder hacia sí misma, lo que hizo que su cuerpo resplandeciera como si tuviera una bombilla en su interior. Esto provocó una ausencia de cambio, por lo que todo empezó a estropearse y dejar de funcionar o romperse. Una vez que la diosa había absorbido todo el poder de Caos, lo canalizó en forma de un chorro de llamas tornasoladas que escupió hacia Nyarlathotep. Éste, al recibir aquella condensación de poder, no pudo hacer otra cosa que tratar de resistir, inútilmente, y su cuerpo fue total y completamente destruido, reducido a cenizas. Pero ese no era el final del Caos Reptante, pues sólo habían destruido un avatar. Sin embargo, iba a tardar en volver a la Tierra a preparar nuevas maquinaciones y, al menos, eso haría que tuvieran un tiempo de tranquilidad. Por otro lado, con Nyarlathotep fuera de la ecuación, algunos de los portales comenzaron a colapsar por sí mismos, debido a que era el dios el que los mantenía abiertos. Esto provocó que los atacantes, desprovistos del apoyo de su deidad, sumidos en la confusión y con menos portales abiertos, se vieran incapaces de mantener el esfuerzo bélico. Ante esta situación, los defensores de Arkham en todos los frentes empezaron a lanzar una contraofensiva.

No les resultó difícil imponerse contra los atacantes y obligarles a replegarse hacia los portales que quedaban activos. Aun así, las bajas fueron cuantiosas, pues había núcleos de resistencia que se negaban a claudicar. Pero eso no les importaba a los defensores. Tan sólo querían despejar la ciudad y acabar con la amenaza que suponían estos invasores extradimensionales. Por ello, no se detuvieron hasta que todos los atacantes habían huído o habían caído. Y así, tras lograr expulsarlos definitivamente, pudieron cerrar los portales.

Tras un intenso esfuerzo bélico, los defensores de la ciudad habían logrado salvar Arkham del Fin del Tiempo preparado por Nyarlathotep. Y es que si ellos hubieran caído, se habrían convertido en el primer paso para que el Caos Reptante se alzara triunfante sobre el mundo para así provocar el anticipado regreso de los Primigenios. Pero con su derrota, tal vez Arkham pudiera retornar a algo parecido a la normalidad. Al menos, hasta que surgiera una nueva amenaza que convocara a sus defensores a luchar por la ciudad.

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