lunes, 17 de noviembre de 2014

Summanus y Welcome presentan: Thanskgiving of the Dead (parte 1)

Se aproximaba la fecha del Día de Acción de Gracias y Summanus comenzaba a subirse por las paredes hasta el punto en que la productividad entre los recepcionistas y personal de limpieza de la residencia alcanzaba valores de record histórico. Como administrador y supervisor de todos esos pequeños trabajos que hacían que La Llave y la Puerta siguiera en marcha como un reloj (pese a los frustrados intentos de los estudiantes en sabotearle con sus fiestas, novatadas y demás follones que organizaban), su importancia en la estructura organizativa se hallaba justo por debajo de los Pickman, aunque no dejaba que eso se le subiera a la cabeza. Habitualmente era un líder justo, que buscaba el orden en el trabajo y el bienestar de los empleados, aunque en ocasiones, su flema y calma habituales, su paciencia jurásica, se quebraban, habitualmente por culpa de alguna “extralimitación” de origen estudiantil. En esos momentos se convertía en el terror de los becarios, en el hombre del saco con el que los trabajadores asustaban a los novatos en sus primeras semanas de trabajo. Pero no era normal que esta crispación se acentuara tanto por el Día de Acción de Gracias, fecha en la que muchos estudiantes volvían a sus hogares y la residencia se convertía en un entorno casi monástico por su tranquilidad. Sin embargo, algo había cambiado ese año y Summanus lo sentía...

Todo había empezado unos días antes, cuando, mientras daba un paseo nocturno por los terrenos de la Universidad, una costumbre que tenía, un grueso y cebado pavo surgió tras un arbusto, le miró fijamente y, de improviso, salió corriendo hasta desaparecer tras la esquina de un edificio. Desde el lugar del cual había surgido el ave se deslizó una culebra rayada, serpiente por completo inofensiva, pero que portaba en la cabeza una mancha en forma de media luna blanca. Summanus torció el gesto al comprender lo que significaba. Era un ofidio sagrado de Yig. El Padre de las Serpientes le estaba enviando un aviso, y la presencia del pago, así como la proximidad de la festividad en la que esta ave era consumida con fruición, le indicaban que algo gordo iba a formarse y que él tendría que meterse en el asunto. Desde ese día, había comenzado a ponerse de los nervios.

Aunque aun faltaba para la celebración, el mayordomo de la residencia estaba comenzando a prepararse, viendo como algo inminente lo que fuera a pasar. Por ello, había bajado a los sotanos, donde tenía un pequeño trastero en donde guardaba sus cosas, así como la parafernalia del culto a Yig, dios del que era sacerdote. Sabía que el lugar era seguro, pues, además de las protecciones meramente físicas (la gruesa puerta cerrada con llave, los sistemas de alarma que había por toda la residencia y el hecho de que los estudiantes rara vez bajaban al sótano y los empleados sólo lo hacían cuando era necesario), contaba con algunas protecciones místicas de cosecha propia, así como un pacto de no agresión entre las arañas del sótano y las serpientes que ocasionalmente se dejaban caer por allí, ya que ambos colectivos actuaban como centinelas tanto para Summanus como para Araknek. A causa de todo esto, no sintió preocupación alguna cuando se abrió la puerta mientras él rebuscaba en una caja llena de amuletos, libros y otros objetos de naturaleza mística, de los que tenía una buena colección, la mayoría de ellos mera decoración. El intruso se acercó a él despacio hasta que, de improviso, Summanus pudo notar unos brazos que rodeaban su cuerpo, unos pechos generosos que se aplastaban contra su espalda y una voz melosa que le susurraba al oído:

-Welcome stranger, ¿te alegras de verme o es que tienes un plátano en el bolsillo?

Con un breve suspiro, Summanus se desprendió del abrazo y sacó un platano del bolsillo del pantalón.

-Hola Welcome, como puedes ver es mi almuerzo.

Se dio la vuelta para saludar a la recién llegada, Evangeline Parker, más conocida por Welcome, debido a su habitual manera de saludar. La chica era de estatura media, por lo que, Summanus, que era más bien bajito, la igualaba en altura, rubia, con el cabello corto, ojos azules, guapa y con un cuerpo bonito y bien dotado, vestida con un pantalón vaquero y una sudadera de la universidad. Parecía la típica WASP triunfadora que había sido líder de animadoras en el instituto y reina del baile, y que estaba destinada a convertirse en una Barbie universitaria y casarse con un Ken de Harvard para seguir la tradición familiar de hacer una buena boda de alta sociedad. Por eso Summanus se sorprendía de que fuera siempre tan amistosa y cariñosa con él, que para los cánones humanos era más bien feo. Medía en torno a 1,65 de altura, delgado y algo desgarbado, con ojos enormes y una piel escamosa que oscilaba entre el cobrizo y el pardo y que él aseguraba era por culpa de la ictiosis. Habitualmente su atuendo consistía en ropas amplias y severas para no atraer la atención sobre sí mismo, así como gafas de sol, bufandas, barbas postizas y demás elementos que le cubrieran la cabeza y el rostro. Los rumores decían que, además de la ictiosis era bastante feo, lampiño y calvo (cosa que era cierto), que era un fenómeno de feria al que el Viejo Patriarca Pickman había contratado por lástima, pero que hacía bien su trabajo. La verdad era bien distinta y sólo los Pickman y unos pocos más, entre los que se encontraba Welcome (aunque esta lo averiguó a base de insistir y espiarle), la conocían. Summanus era en realidad un Grith, miembro de una raza antropomórfica descendiente de los pequeños dinosaurios terópodos de finales del Cretácico, un dinosauroide. Su especie se había desarrollado mucho antes de que el hombre apareciera en la Tierra, y tomaron otros caminos diferentes al seguido por la humanidad, entre ellos, el culto a Yig, el Padre de las Serpientes. Sólo el sabía porque había decidido vivir con los Pickman.

-Bueno, imagino que no has venido aquí simplemente para comerte mi plátano, ¿verdad? -la interrogó Summanus con sorna.
-No, he venido a verte porque estos últimos días estas muy raro, o, por lo menos, más que de costumbre. ¿Qué sucede?

El dinosauroide reculó un paso y miró con inquietante atención a la chica. Ella normalmente habría hecho algún comentario subido de tono con doble sentido, ya que, además de guapa y muy inteligente, tenía la líbido de un adolescente en una maratón de cine porno, además de ser abiertamente bisexual. Eso y el que se fuera a estudiar a una universidad “de provincias” para estudiar psicología fueron la razón por la que sus padres, una acaudalada estirpe de la clase alta bostoniana, prácticamente la habían desheredado como oveja negra de la familia. De hecho, en la universidad, además de por su particular saludo, Welcome era conocida por sus numerosos escarceos sexuales con estudiantes de ambos sexos. Pero Summanus siempre se le resistía. “Cuestión de especies” decía él. Pero eso no había impedido que la chica entablara una entrañable amistad con el parco y reptiliano mayordomo.

-Algo se está cociendo. Yig me mandó un aviso de que algo relacionado con el Día de Acción de Gracias se está preparando, y últimamente Vinnie West ha pasado más tiempo de lo habitual en el laboratorio que tiene montado en su habitación. Además, se han realizado últimamente un mayor pedido de pavos de lo habitual para las celebraciones que se realizan en la universidad. Así que creo que será mejor que nos vayamos preparando para lo peor.

Welcome le miró sorprendida y no tardó en sonreir. En su cabeza habían comenzado a formarse planes sobre lo que podría pasar y, puesto que iba a pasar las fiestas en la residencia (ni hablar de ir a ver a los estirados de sus padres), prefería hacer algo divertido y con mucha acción. Cogió el platano que Summanus aun tenía en la mano, lo peló y comenzó a introducirlo en su boca con un ademán lascivo para, de improviso darle un soberbio mordisco. Tras masticar y tragar, exclamó:

-¡Let's Rock!

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