domingo, 30 de noviembre de 2014

Presentando a Araknek

Tenía que ser fuerte, resistir al miedo y avanzar, avanzar y seguir avanzando. Su misión era importante, confiaban en él, y no podía fracasar. Muchos, al verlo, pensarían que sólo era un becario, alguien sin importancia, pero él era mucho más que eso. Formaba parte de la Fundación Wilmarth, una importantísima (y secreta) organización de La Universidad Miskatonic, dedicada a enfrentar aquellos horrores que se esconden entre los rincones oscuros de la normalidad. La Fundación estaba formada por aguerridos héroes que no dudaban a la hora de plantar cara a las monstruosidades que pudieran encontrarse (su mayor éxito había sido detectar a la hija de un dios primigenio y tirarle una bomba atómica encima... cosa que sólo sirvió para cabrear un montón a su papi... al que otro incauto miembro del claustro de la Universidad Miskatonic también había tirado una bomba atómica. Parece que, en esta universidad, eso de tirarle bombas atómicas a las cosas es algo normal).

Su misión no era tan complicada ni tan peligrosa como rastrear a unos gigantescos monstruos subterráneos por todo el planeta, pero no estaba exenta de riesgo. Los miembros de la Fundación Wilmarth habían detectado la presencia de una criatura que podría formar parte de los secuaces de los terribles dioses primigenios que aguardan su momento para volver a gobernar sobre La Tierra. Esta criatura parecía estar escondida a los ojos de las personas decentes en un lugar sospechoso de presencias extrañas, una residencia universitaria llamada La Llave y La Puerta (con semejante nombre, a los miembros de la Fundación no les costó nada deducir que allí se escondía el temible monstruo). Su misión era sencilla, encontrar a la criatura y expulsarla con ayuda de un arma infalible que servía tanto para un roto como para un descosido, algo que podía  detener cualquier cosa y vencer incluso a los peores horrores. No, no era una bomba atómica (aunque fue lo primero que pensaron algunos miembros de la Fundación). Se trataba de una poderosa piedra con poderes arcanos con la forma de una estrella de cinco puntas y, en el centro, un símbolo que parecía un ojo abierto. La Fundación había usado esta piedra anteriormente para expulsar a criaturas tan temibles como comerciales de telefonía, y su efectividad era harto conocida. No debería haber ningún problema a la hora de vencer al ser monstruoso de la residencia universitaria.

Así, el becario de la Fundacion Wilmarth había conseguido entrar en la residencia gracias a sus dotes de espía que había aprendido en un curso por correspondencia. Iba vestido de forma casual, para que nadie notara su objetivo real, y de manera que nadie pudiera sospechar de él (con una gabardina que le venía grande, un traje de espía que había comprado en una tienda de disfraces, un bigote postizo, cejas falsas y un sombrero de detective de película de los años '40). Una vez dentro del edificio, vio algo que sólo podía ser un rastro de légamo del monstruo que se dirigía hacia unas escaleras que descendían hacia un oscuro abismo. Siguió el rastro de la terrible criatura, con el corazón acelerado ante la inmediatez de su enfrentamiento, y fue bajando los escalones lentamente, intentando no hacer ruido. Las escaleras terminaban en lo que debían ser los śotanos de la residencia, y allí podía escuchar horribles sonidos líquidos que se deslizaban por el suelo, dejando entender al becario que se trataba del obsceno y blasfemo movimiento de la cosa. Estaba allí, no había duda. 

El becario llegó al último escalón, tragó saliva y, con toda su fuerza de voluntad, se giró para encontrarse con su enemigo. Lo que vio es algo que ninguna mente humana debería vislumbrar jamás. El horror se trataba de una gigantesca araña que le sacaba una cabeza al becario en altura, de un horroroso color violáceo y textura quitinosa, con tres detestables pares de grotescas patas y un par que, en una horrible parodia, parecían un par de manos. El horror tenía algo en sus manos, algo que parecía una fregona, pero claramente tenía que ser algún objeto maligno. Al ver al becario, alzó la cabeza de múltiples ojos y poderosa mandibula, y de ella surgió una voz que haría enloquecer al hombre de nervios más fuertes.

-¡¡¡¡Me voy a cagar en tó como me pises lo fregao!!!

El becario sintió todo su cuerpo temblar, pero al ver que la criatura avanzaba hacia él con el objeto (que debía ser un arma) en sus manos, sacó de su bolsillo la piedra arcana y la alzó gritando:

-¡Detente, ser del averno, ante la poderosa piedra de los Arquetípicos! ¡Retrocede y huye de este lugar!

La criatura se detuvo (¡la piedra tenía efecto!) y soltó el arma. Con un rápido movimiento alargó uno de sus blasfemos brazos y le arrebató la piedra al becario.

-Uuuuuh, me has traído un regalo, qué bonito es, me lo quedaré para mi colección.

¡El ser le había arrebatado la piedra con sus manos desnudas! Sintiéndose derrotado, y sabiendo lo que le esperaba si se quedaba, el becario salió corriendo con un grito que hizo estremecer a todo el que lo escuchó.

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Araknek se quedó mirando al lugar donde hace un momento había estado el estudiante y enarcó una ceja. Había bajado allí, le había entregado esa extraña piedra (además de pisarle lo fregao), y había salido corriendo como un loco. No tenía ningún sentido.

-Están locos estos estudiantes...

Cogió la fregona y siguió con su trabajo tranquilamente, sabiendo que tenía una nueva adquisición para su colección de objetos arcanos, y deseando que los estudiantes de esa universidad fueran un poquito más normales.

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