viernes, 27 de enero de 2017

Fronze... digooooo... Frozen!

Aquello era lo más parecido a una ventisca que había visto Seabury Q. Pickman. El helado viento congelaba hasta las fuentes de la ciudad de Arkham y el frío se le metía a uno en lugares a los que un insecto de Shaggai jamás podría llegar. El camino desde la residencia La Llave y La Puerta hasta la universidad había sido un suplicio. Calles cortadas, coches atascados en la nieve, máquinas quitahielos con el motor congelado... aquello era, necesariamente, fuera de lo normal. En la universidad le habían dicho que las clases se habían suspendido porque las entradas estaban atascadas por nieve de más de un metro de altura, cosa que le había cabreado, ya que le había hecho realizar todo ese camino para nada. Ahora estaba ante las puertas de la residencia estudiantil, después de cruzar el horror nevado de nuevo, con las sospechas de que aquello no era una tormenta natural.

Cuando cruzó las puertas, la calefacción le dio la bienvenida agradablemente, pero él no hizo mucho caso de ello y fue directamente al despacho de alguien que podría saber algo más de lo que estaba pasando.

La puerta del despacho de Harvey Z. Pickman se abrió de golpe dejando ver a Seabury cubierto de nieve como si se hubiera tirado al suelo intentando hacer un ángel. Harvey tenía un libro entre sus manos y alzó la mirada con poco interés. Hacía mucho frío y quería estar aquí calentito mientras leía.

-Harvey, aquí está pasando algo extraño -dijo Seabury después de quitarse la nieve de encima como se quitaría el agua un perro.

-Sí, que te has escaqueado de la universidad y estás en mi despacho. Como se entere el decano... -le respondió Harvey.

-No, me refiero a la ciudad ¿o no te has asomado por la ventana? Arkham está sufriendo una tormenta de hielo y nieve que no es normal en esta latitud.

-Venga, Seabury, es invierno. En invierno nieva, hace frío, las reposiciones de series de televisión ponen capítulos que suceden en verano por algún plan maligno de las directivas...

-Harvey, de camino de la universidad a la residencia me he encontrado con dos equipos profesionales de pingüinos emperador jugando un partido de hockey sobre hielo...

-¿Y cual iba ganando?

-¡Por los dioses de Hiperbórea, deja de hacerte el tonto! Aquí está sucediendo algo extraño. Alguien ha traído un frío fuera de la normal a la ciudad. Nos va a congelar a todos. Yo no suelo tener experiencia en estos asuntos, pero tú sí, así que ya estás levantando el culo de ese sillón y ayudándome a descubrir qué está pasando.

Harvey lanzó un largo suspiro y dejó el libro sobre la mesa sabiendo que no había forma de librarse de aquello.

-Bien... hielo y nieve... este verano tuvimos una situación parecida con una ola de calor fuera de lo normal que fue provocada por Cthugha. Si usamos la lógica, si aquello fue provocado por un primigenio relacionado con el fuego, esto puede estar siendo provocado por uno que tenga que ver con el frío y el hielo.

-¿Ithaqua? Estamos muy al sur de su zona habitual, pero con estas cosas uno no puede estar seguro -dijo Seabury.

Harvey se giró hacia su ordenador y estuvo consultando durante unos momentos.

-Nah, no es El Que Camina Sobre El Viento. Según su ultima actualización en ElderGodBook está en una entrega de premios al dios más guay en el planeta Borea.

-¿Algún otro dios primigenio que tenga que ver con estas cosas? -preguntó Seabury.

-Bueno... -dijo Harvey haciendo girar su sillón - Rlim Shaikorth es una entidad que trae el hielo con él, pero lleva milenios sin dar señales de vida desde que un individuo le hizo una jugada de las buenas en los tiempos de Commorion. Algunos lo dan por fuera de juego, por lo que no creo que se trate de él. Las entidades conocidas como wendigos también están relacionadas con el frío, pero no suelen traer tormentas con ellos, más bien actúan en zonas donde el frío y la naturaleza reina. Creo que eso también los descarta. Quizás estemos ante otra cosa.

-No me lo digas... alguien ha invocado, tocado o leído algo que no debía. Deberíamos poner un cartel en la entrada de la ciudad... o qué diantres, que hubiera una ley que prohibiera directamente hacer esas cosas.

-No te voy a mentir, estoy bastante perdido, Seabury, pero si aquí hay alguien mejor que yo para estos temas, es Anna. Ella quizás sepa qué está sucediendo.

La puerta de la habitación de Anna Pickman sonó con los golpetazos de Seabury y Harvey. Ella abrió la puerta y se encontraron ante la imagen de una mujer cubierta por veinte capas de ropa.

-¿Se puede saber por qué hace tanto frío en esta ciudad? -preguntó.

-¡Mira qué casualidad! Eso íbamos a preguntarte a ti -le dijo Harvey.

-¿Y yo cómo voy a saber por qué hace frío? Ni que fuera la chica del tiempo de la tele -respondió Anna.

-Este no un frío natural, Anna -le dijo Seabury poniendo cara de misterio.

-Ya hemos descartado a primigenios y otras entidades conocidas, quizás tú puedas detectar el origen de esta tormenta y cómo pararla -dijo Harvey.

Anna se les quedó mirando fijamente.

-¿Eso quiere decir que me vais a hacer salir a la calle?

-Eh... no tiene por qué. Tú nos dices quién es el culpable y nosotros nos encargamos ¿no, Harvey?

-Claro, Seabury...

-Más os vale. Entrad.

Todos entraron en la habitación de la joven y se sentaron en los sillones para visitas que tenía Anna. Ella estuvo buscando entre sus libros de hechizos, cotejó la información de varios de ellos y escribió una serie de palabras en un papel. Después de esto, Anna se sentó en el centro de la habitación con las piernas cruzadas y cerró los ojos.

-Voy a saltar al plano astral, así que requiero un poco de concentración. Agradecería silencio.

Anna volvió a cerrar los ojos y comenzó a respirar con profundidad... ¡Y de repente sonó estridentemente la melodía de la serie Salvados por la Campana! Anna alzó la cabeza con furia y se encontró con Seabury silenciando como podía su teléfono móvil.
-Lo siento, lo siento... ya está en silencio, no hace falta que te enfades -dijo este después de guardar el aparato en el bolsillo.

Anna había estado a punto de entrar en modo supersaiyan, pero consiguió mantener la calma y volvió a relajarse. Harvey miró a Seabury con reproche y éste le hizo un gesto que quería decir que cómo iba a saber él que le iban a llamar en ese momento en concreto. Volvió a escucharse la respiración profunda de Anna y durante unos minutos todo fue silencio en la habitación, hasta que ella abrió los ojos de repente.

-Tenéis razón, esto no es una tormenta normal. En el centro de la ciudad hay un elemental de hielo y es él el que ha traído esta tormenta. -dijo Anna.

-¿Un elemental de hielo? Eso ha tenido que ser invocado por alguien -musitó Seabury.

-Necesitamos sí o sí ese dichoso cartel en la entrada de la ciudad -dijo Harvey. -Pero antes tenemos que enfrentarnos a ese ser.

-No... TENÉIS que enfrentaros a ese ser -dijo Anna con un énfasis superlativo mientras iba llevando poco a poco a los otros dos fuera de su habitación.

-Pero ¿cómo quieres que me enfrente yo sólo a un elemental de hielo? -le preguntó Harvey.

-Eres un sacerdote de Yog-Sothoth, no me jodas, arréglatelas con eso.

Y cerró la puerta en su cara. Seabury suspiró.

-Bueno... podía haber sido peor.

Los dos Pickman fueron bajando las escaleras hasta la entrada de la residencia. Por allí había algunos estudiantes helados de frío tomando chocolates, cafés y otras bebidas calientes. Aunque la calefacción estaba hasta los topes, el frío del exterior conseguía entrar dentro de las paredes.

 -¿Qué vamos a hacer? ¿Se te ocurre cómo detener a ese ser? -preguntó Seabury.

-Los elementales son seres muy poderosos mientras estén en su ambiente, y por mucho que diga Brian Danforth, lo de invocar a un primigenio rival raramente funciona, a menos que quieras arrasar la zona sin usar armamento nuclear. Siempre podemos usar un hechizo de expulsión, pero hay que saber como de poderoso es el elemental. Sin ser un primigeno no vamos a necesitar la ayuda  de alguien para vencer a este enemigo. Pero no me fío... será mejor que busquemos ayuda por si la cosa se va de las manos. Además, la magia no es tan fácil de hacer cuando pareces el capitán Scott. Necesitamos a alguien que se atreva a salir a la calle, no como Anna.

-Alguien que no tema enfrentarse a una tormenta de nieve...

-¡Eso es! -exclamó Harvey chasqueando los dedos. -Alguien que no le tema a una tormenta ¿no conocemos a unos cuantos dioses de la tormenta? Cualquiera de ellos puede ocuparse de esta amenaza.

-Brontes está en Dunwich ayudando a las welclones a arreglar un pequeño problema con unas termitas atómicas gigantes que estaban intentando devorar los alojamientos rurales, así que no está disponible ¿Quién más hay por aquí?

-¿Algún dios del trueno o de la tormenta por aquí? Hay uno que suele estar siempre por las tabernas de la ciudad. Quizás él sea la respuesta.


La puerta de The Milky Bar se abrió de golpe dejando entrar una oleada de copos de nieve y de aire frío que hizo que los camareros se escondieran debajo de la barra. En el local, que hasta hacía unos momentos había un agradable ambiente, sólo había un cliente... o más bien dos. Se trataba de un individuo de grandes dimensiones sentado en un apartado junto a un oso y con un montón de botellas de vodka vacías esparcidas por la mesa. Harvey y Seabury Pickman entraron en el bar, después de cerrar la puerta y se dirigieron al musculado individuo.

-¿Quienes sois vosotrrros? -preguntó el individuo.

-¿Pero no te acuerdas de nosotros? Somos Harvey  y Seabury Pickman -dijo Seabury.

-¿Y qué querrrreis de Perrrun? -preguntó

-¿Por qué habla de él en tercera persona? -le preguntó Seabury a Harvey en el oído.

-Porque ya está borracho como una cuba.

Seabury vio normal la respuesta y volvió a dirigirse al dios.

-Necesitamos tu ayuda, poderoso Perun. Hay un elemental de hielo haciendo estragos en la ciudad-dijo Seabury.

Misha, el oso que acompaña a Perun constantemente olisqueó a Seabury con curiosidad y después dirigió su atención a Perun.

-¿Y porrr qué iba Perrrun a querrrerrr ayudarrros -preguntó el dios.

-Porque te estamos ofreciendo un combate contra una criatura elemental en toda la potencia que ha conseguido de la oleada de frío. Una batalla digna de un dios como tú.

-¡Una batalla! ¡Habéis convencido a Perrrrun!

El dios eslavo se levantó de golpe, tirando la silla al suelo y comenzó a caminar hacia el exterior del local.

-¿Y quien va a pagar todas esas botellas? -preguntó uno de los camareros.

-Ya hablaremos de eso en otro momento -le dijo Seabury.


Un rato después, dos individuos vestidos como extras de Kurt Russell en La Cosa y otro musculoso y vestido con manga corta iban caminando hacia el centro de la ciudad de Arkham acompañados de un oso. Cuando llegaron al lugar, se encontraron ante el origen de la tormenta. El viento allí bailaba y hacía que la nieve danzara en formas extrañas y, en el centro del todo, había algo que parecía un conglomerado de hielo y nieve con vientos que pretendía tener forma antropomorfa. Harvey avanzó lentamente hacia la entidad y se apartó la cobertura de la boca.

-¡¿Quién te ha convocado aquí?! -exclamó.

-¿Convocar? -dijo una voz que surgía de todos los vientos de la zona. -He venido aquí porque me daba la gana.

Harvey volvió con los demás. Este no había sido invocado por ningún inútil de la ciudad. Putada, el ritual de expulsión tenía especificado en la letra pequeña con asterisco que sólo funciona con seres invocados. Al menos no tendrían que echarle la bronca a nadie. Bueno, al menos podía dejar el asunto en manos del dios y lavarse las manos de los posibles daños colaterales.

-Bueno, Perun ¿cual es tu estrategia para derrotar a este ser? -preguntó.

Cuando Harvey se giró al lugar donde hacía un momento estaba el dios de los truenos y la guerra, allí ya no había nadie. Perun estaba cabalgando como un trueno a los lomos de Misha en dirección al elemental de hielo, alzando el puño y lanzando gritos de batalla y, cuando llegó al centro de la tormenta, le dio un soberano sopapo que lanzó disparado al elemental de hielo, que se perdió por el horizonte. Una vez el ser desapareció de la ciudad, la tormenta se calmó en cuestión de segundos. Perun se volvió hacia ellos, todavía montado sobre Misha.

-A tomarrr porrr culo -dijo. -Esperrraba un combate en condiciones. Vamos a celebrrrrarrr nuestrrra victorrrria ¡Vamos Misha!

El oso se alzó sobre sus cuartos traseros y salió corriendo, seguramente hacia otro de los numerosos bares de la ciudad. Harvey y Seabury se quedaron estupefactos un buen rato.

-Ha sido más rápido de lo que esperaba -dijo finalmente Harvey.

-Eh, a caballo regalado no le mires el diente -respondió Seabury.

Fueron caminando hacia la residencia estudiantil de nuevo, dejando la nieve derritiéndose como si no hubiera habido ninguna nevada.

-Eso sí... me pregunto dónde habrá ido a parar el elemental.


Mientras tanto, en el bosque de N'Gai, el gran señor de los fuegos, Cthugha iba y venía buscando a su archienemigo, El Que Aúlla En La Oscuridad. Alguien le había vuelto a decir que estaba por allí, y pensaba aprovechar la ocasión. De repente, una especie de meteoro o bólido cruzó el cielo y se estrelló cerca de él. Parecía un montón de hielo, nieve, y furiosos vientos que comenzaba a tomar la forma de un ser difícilmente descriptible. Cuando el ser terminó de formarse se quedó mirando a Cthugha con sus varios ojos. Lo que vieron le dejaron, valga la redundancia, helado.

-Mierda -dijo el elemental de hielo.

Y ese día, Cthugha no encontró a El Que Aúlla En La Oscuridad, pero al menos se tomó un refresco bastante rico.

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