viernes, 29 de septiembre de 2017

Alfa Strike: El fin del mundo y la madre que los parió

Todos los años se predice un Fin del Mundo, días de oscuridad, Raptos cristianos y todo tipo de catástrofes que nunca llegan a ocurrir al tratarse de bulos inventados por iluminados, conspiranoicos y gente con ganas de llamar la atención, entre otros. El pasado 23 de septiembre estaba prevista, una vez más la llegada de Nibiru, el Planeta X, que traería la destrucción y acabaría con el mundo tal y como lo conocemos. Ese día no sucedió nada, pero en las Tierras del Sueño fue muy diferente. Esta es la verdadera historia de lo que sucedió ese fatídico día y que nadie se ha atrevido a desvelar hasta ahora. El siguiente relato está basado en los archivos del grupo de operaciones especiales de dioses superhéroes Alfa Strike.

Sala de reuniones de Alfa Strike, hogar de Loki en las Tierras del Sueño
La situación era grave, el destino de las Tierras del Sueño estaba en juego. No era la primera vez que las destruían, o al menos que se había narrado su destrucción. Gary Myers la había descrito en su relato "El hocico en la alcoba", Alberto Lopez Aroca había puesto su versión del apocalipsis zombi en las Tierras del Sueño en Necronomicon Z, y José María Quinto había puesto en palabras como fue destruida en "La Esfinge de los Sueños", una historia corta en la antología "Los que susurran a través de los eones". Pero el mundo onírico siempre había logrado recuperarse. Sin embargo, su destrucción siempre tenía consecuencias en el mundo de la vigília y había que evitarlo en la medida de lo posible. Por ello, Loki había reunido a la alienación completa de Alfa Strike para impedir este funesto acontecimiento y, además, había convocado también a Tiamat.

Las Tierras del Sueño se ven afectadas por las mentes de los soñadores más expertos y por el subconsciente colectivo de la humanidad. Aunque esto es un proceso mucho más lento y laborioso, ya que requiere años para que las mentes de los seres humanos produzcan un cambio permanente en el mundo onírico. Esto es debido a que un soñador experto conoce esta dimensión paralela y ha aprendido a alterarla con la aplicación de su voluntad, y aun así, un cambio importante, como crear la ciudad de Celephais, puede llevar años. Por otro lado, el subconsciente colectivo incluye a la totalidad de la población humana, que, en general, desconoce las Tierras del Sueño y no sabe como influir en ellas. Por ello, para inducir un cambio permanente, es necesario un pulso de pensamiento muy potente en un breve lapso de tiempo o una corriente de menor fuerza durante un largo período. Nyarlathotep ya había utilizado la primera forma de influir durante el incidente de las Big Culo Wars. Pero, en este caso, se trataba de algo diferente. A lo largo del siglo XX se había especulado con la existencia de un Planeta X más allá de la órbita de Neptuno, debido a las anomalías en la órbita de este mundo. Cuando se descubrió Plutón se pensó que podría ser este el causante, pero debido a la escasa masa del sistema Plutón - Caronte, se rechazó. Así que la hipótesis de un planeta desconocido más allá sigue existiendo. Lamentablemente, esto se acabó por confundir con las teorías de la conspiración y la idea de que las antiguas civilizaciones habían sido fundadas por alienígenas. Con este batiburrillo surgió la idea de que existía un noveno planeta desconocido que, con una órbita muy excéntrica, acabaría por acercarse al sol cada varios miles de años, y esto provocaría el fin del mundo. De ahí nacieron Nibiru, sacado de la mitología babilonia, y Hercólubus, surgido de la mente de un iluminado. El auge de las conspiraciones y las pseudociencias a través de Internet y las redes sociales había provocado que muchas mentes se concentraran en esta idea, la de un planeta desconocido que acabaría con la humanidad, potenciado todo esto con los vendedores de humo que se dedican a dar pábulo a estas ideas para vender libros y sacar beneficios.

Como consecuencia de todo esto, había aparecido en las Tierras del Sueño un enorme planeta que se aproximaba con rumbo de colisión. Al principio fue sólo un punto rojo en el cielo estrellado de la dimensión onírica, pero, poco a poco, fue agrandándose. Cuando los astrónomos se dieron cuenta de lo que era, estuvo a punto de cundir el pánico: era un mundo rojo cuyo rumbo lo llevaría directo hacia las Tierras del Sueño. La colisión parecía inevitable. De inmediato, se comunico a los soberanos de todos los países y se celebró consejo en Celephais mientras los sacerdotes realizaban sacrificios y elevaban plegarias a los Grandes Dioses de las Tierras del Sueño. Pero los Grandes permanecían mudos, el Planeta Rojo se acercaba y los gobernantes no sabían a quien acudir. Nyarlathotep, bajo la forma de El que Comenta en la Oscuridad, había sido visto tomando apuestas sobre el resultado final y comentando los disturbios y accesos de pánico. Fue entonces cuando, desesperados, acudieron a Loki, el dios nórdico del engaño, el Herrero Mentiroso, quien, tras investigar acabó por reunir a Alfa Strike. ¿Y dónde estaban los Grandes, los dioses de las Tierras del Sueño de la Tierra y que debían protegerla? Bueno, Loki había indagado sobre el asunto. No estaban en Kadath ni en ningún otro de sus sitios habituales. Finalmente los localizó en las Tierras del Sueño de Marte, que combinaban el paisaje onírico de los aihais con el Barsoom de Edgar Rice Burroughs. Así que, allí estaban, rodeados de hermosas y casi desnudas marcianas rojas y dedicados a la fiesta y, en todo caso, ya volverían cuando se solucionara todo. A fin de cuentas, si las Tierras del Sueño de la Tierra se destruían, se volverían a recrear.

Por ello, tras hacer la puesta al día al equipo, Loki comenzó a distribuir las tareas: Bastet, Set, Odin, Zeus, Pkaurodlos y Summanus se ocuparían del control de multitudes y de mantener el orden. Debían acudir a las ciudades a ayudar a mantener la calma y enviar un mensaje de tranquilidad. A fin de cuentas eran dioses, y aunque no fueran los Grandes, si que serían escuchados por la gente, particularmente si hacían alguna demostración de poder en caso necesario. Por otro lado, Thor, Brontes, Ares, Raijin, Fujin, Perun, Misha, N'kari y Tiamat formarían el equipo de ataque. Se trataba de los dioses más poderosos en cuanto a poder en bruto, además de que Ares y Perun tenían atribuciones bélicas. Por ello, tendrían que ocuparse de detener o desviar el Planeta Rojo. Junto a ellos estaría Tiamat, que con su poder para generar Caos podría resultar de mucha ayuda. Finalmente, Loki y Delta Wave Welcome se ocuparían de dirigir las operaciones y trasladar efectivos según fuera necesario.

Palacio real, Celephais
El caos de las calles se había controlado al correr la noticia de la llegada de los dioses. Allí se habían congregado el equipo de ataque junto con Loki y Welcome. Les había resultado fácil conseguir audiencia, y allí, congregados, estaban los soberanos y emisarios de las Tierras del Sueño, tratando de hallar una solución a esta terrible crisis. Allí, dirigidos por Randolph Carter y Kuranes, se discutía, peleaba, debatía, gritaba, etc... vamos, que no se diferenciaban demasiado de los gobernantes del mundo de la vigilía, pues todos querían que su país, ciudad-estado o dominio se salvara el primero y que recibiera más recursos para ello. Por suerte, la presencia de Tiamat no pareció exaltar más los ánimos, pues su capacidad de generar entropía podía resultar bastante desconcertante y manifestarse en los momentos más inesperados. El trabajo diplomático corría de cuenta del Herrero Mentiroso, mientras los demás se ocupaban de estudiar las posibilidades de ataque contra el Planeta Rojo. El objetivo parecía acercarse cada vez a mayor velocidad, por lo que era importante conocer todo lo que se hubiera averiguado sobre aquel mundo errante e identificar algún punto débil, algo que les permitiera desviarlo de su rumbo o destruirlo de la forma más inocua posible para las Tierras del Sueño. A fin de cuentas, si lo hacían explotar y provocaban una letal lluvia de fragmentos de planeta, harían el ridículo.

Una de las primeras propuestas que se hicieron fue utilizar Ouroboros, la espada mágica de Delta Wave Welcome. Esta había sido forjada para cortar la realidad y crear rasgaduras en el espacio-tiempo a modo de portales. Resultaba muy útil, aunque el tamaño del Planeta Rojo dificultaba la logística de la operación. Para empezar, debían llevar a Welcome hasta las proximidades del mundo, y ayudarla a desplazarse para crear una rotura lo bastante grande por donde entrara ese cuerpo celeste. Esto era bastante complicado de conseguir, por lo que se desechó rápidamente. Los poderes de Caos de Tiamat eran una baza importante a tener en cuenta. Sin embargo, tenía que afectar a un planeta entero, aunque no fuera grande para las medidas cósmicas de estos. Por ello, este plan también estaba considerado poco factible, ya que, en caso de lograr afectar a semejante masa, los efectos serían impredecibles. Pero el tiempo corría en su contra.

Por su parte, el equipo de control hacía lo que podía. Bastet había reclutado a los gatos de las Tierras del Sueño, y, usándolos como elementos tranquilizantes, hacía que se apiñaran en torno a la gente para ronronear y frotarse contra ellos. Así, lograban calmar a las masas que se dedicaban a acariciar a los felinos. Zeus había optado por un enfoque más interesado, dedicándose a reunir mujeres jovenes de gran atractivo y seducirlas ya que, si el mundo se iba a acabar, al menos podrían dedicar a divertirse mientras tanto. Era muy propio del mujeriego dios griego, y, al menos, servía para ayudar a calmar las cosas entre un sector de la población. Set, Odin, Pkaurodlos y Summanus optaban por usar su presencia divina para imponerse y así ganar la atención de las masas. Y, de paso, se hacían con algunos creyentes extras, lo cual no era cuestión de desechar.

Mientras tanto, de vuelta en Celephais, Loki trataba de mediar entre los políticos y representantes de los mismos sin demasiado éxito, aparentemente. En realidad, lo que estaba haciendo era dirigir sutilmente las discusiones para que se fueran centrando en la cuestión que les competía, a saber, resolver la crisis del Planeta Rojo. Y es que, como era habitual, las discusiones se estaban enconando en temas absurdos, menos importantes y sacados a relucir por una mera cuestión de ego. Así, por lo menos, conseguía que se centraran en el tema en cuestión. Pero el problema seguía existiendo y estaba claro que caía en manos de Alfa Strike resolverlo.

Si tenían que llegar hasta ese mundo o, por lo menos, acercarse lo suficiente a él, debían hacerse con un medio de transporte que les permitiera moverse a través del espacio. Para ello, la mejor opción era hacerse con una de las galeras de las bestias lunares, esas criaturas que habitaban el satélite de las Tierras del Sueño y parecían una especie de ranas agoriladas de formas fluidas y con un manojo de tentáculos rosados en el hocico. Por ello, el primer paso era hacerse con una de estas galeras. El lugar más obvio para hacerlo era el puerto de Dylath-Leen, donde estas embarcaciones atracan y sus tripulaciones desembarcan para comerciar con enormes rubíes. Así que el equipo de ataque se dirigió hacia allí. Gracias a la maestría de Delta Wave Welcome con su espada Ouroboros, llegaron en un instante, ya que creó un portal para ello.

La ciudad, formada por edificios de basalto negro, era un tanto lúgubre, y poco recomendable para los soñadores en general, pero a los dioses eso les daba igual. Si algún habitante de la misma era tan estúpido como para atacarles, no saldría bien parado. Así lograron encontrar fácilmente una galera, que llevaba unos días atracada en espera de poder completar los negocios que la habían llevado hasta allí. Sin embargo, con la llegada del Planeta Rojo, la ciudad estaba completamente paralizada, y los hombres de Leng que formaban la tripulación de la galera estaban arrinconados en una de las posadas aguardando a que se calmaran las cosas. La cosa había ido así: Ellos habían llegado cuando la amenaza planetaria era sólo un punto rojo en el cielo, y se habían dedicado a cambiar rubíes por esclavos negros. Al principio todo iba bien, pero, a medida que crecía la amenaza en el firmamento, la gente se iba poniendo cada vez más nerviosa. Los hombres de Leng, que parecían sátiros con mal talante, iban disfrazados, pero era un truco transparente. Hacía tiempo que en el puerto se sabía su auténtica identidad. Pero los rubíes que traían eran demasiado valiosos y no se podían permitir perder esa fuente de ingresos. Sin embargo, aunque eran meramente tolerados, la tensión creciente provocada por la llegada del Planeta Rojo provocó diversos estallidos de pánico y violencia, que, por una razón u otra, acabaron por dirigirse hacia los mercaderes de rubíes. Estos, al navegar en sus barcos hasta la Luna, podían escapar de la destrucción, y por ello, los habitantes de la ciudad querían hacerse con el control de las galeras para salvarse. Finalmente, cuando la situación logró controlarse, los hombres de Leng se quedaron atrapados en una de las posadas.

Con la llegada del grupo de dioses, la situación estuvo a punto de desbordarse de nuevo, ya que estos fueron a buscar a los tripulantes del barco procedente de la Luna. Por ello, la gente comenzó a reunirse frente a la posada en donde los hombres de Leng aguardaban. Ante aquella concentración que amenazaba con convertirse en turba, N'kari decidió intervenir para evitar más problemas. Ella era una diosa de la tormenta y de la pasión violenta. Esto, a menudo, se traducía en que era una especie de patrona del sexo salvaje y muy intenso, pero, otra atribución menos conocida, era que podía afectar a las emociones intensas que afectaban a individuos o multitudes. Así, ante aquella turba se plantó la diosa, y, haciendo uso de sus poderes, optó por redirigir la intensidad de sus sentimientos y encaminarlos hacia otra dirección. Como calmarlos no iba a ser fácil, se decantó por algo en lo que acabarían ellos mismos calmados por estar demasiado cansados para hacer cualquier otra cosa. Así que convirtió su odio y furia en apetito sexual, por lo que la calle pasó de ser el lugar donde se concentraba un futura turba para ser el sitio donde había comenzado a desarrollarse una orgía masiva.

Una vez solucionado el problema frente a la posada, los dioses entraron en la misma y no tardaron en sacar a rastras a los reacios e involuntarios hombres de Leng, que no estaban muy dispuestos a ayudar. A fin de cuentas, ellos esperaban salvarse refugiándose en la Luna, y no eran un pueblo demasiado compasivo. A causa de esto, los de Alfa Strike no dudaron en arrastrarlos a la fuerza para que colaboraran. De esta manera los llevaron hasta el puerto, subiendo a la galera. Una vez a bordo, los tripulantes trataron de pasarse de listos, abriendo de repente las escotillas que daban a las bancadas de remeros, para que las bestias lunares los arrasaran con su número y masa. Y habría salido bien de no ser por que se trataba de dioses. La pelea, por llamarla de alguna forma, fue más bien breve. Thor, Brontes, Ares, Raijin, Fujin, Perun, Tiamat y N'kari no tuvieron demasiada dificultad en derrotar a los alienígenas lunares, incluso Misha, el oso que hacía de compañero y montura de Perun, tuvo su parte en la victoria sin demasiados problemas. Así, los dioses, tras imponerse a sus adversarios, los mandaron de nuevo a las bancadas de remos, pues no había que perder más tiempo. Tan sólo uno fue relevado de su puesto, pues N'kari había decidido usarlo como escarmiento para los demás y, inspirada por la orgía que había organizado antes en las calles, se lo llevó a un camarote de la tripulación para usarlo como juguete sexual durante el trayecto.

El viaje a través del mar fue tranquilo, sin incidentes, salvo por los ocasionales gemidos, crujidos y demás sonidos provocados por la apasionada actividad sexual de la diosa. Así, la galera se encaminó hacia los Pilares de Basalto del Oeste, que marcaban el límite de la tierra y la catarata del borde. Al llegar a este punto, los barcos, si no cambiaban de rumbo, acababan por caer al espacio, pero las galeras de los hombres de Leng estaban preparadas para navegar por este. Así, viajaron por el espacio y tomaron rumbo hacia el Planeta Rojo. Aun no tenían claro que hacer, pero al examinar con más atención el cuerpo celeste esperaban por dar con la solución más acertada. Y, como último recurso, podían concentrar todos sus poderes para destruirlo.

Cuando finalmente alcanzaron su objetivo, situarse en las proximidades del Planeta Rojo, se dedicaron a estudiarlo con detenimiento. N'kari, que ya se había quedado satisfecha con la, en ese momento, maltrecha y agotada bestia lunar, comentó algo interesante: la forma en que se disponían las cordilleras. Se trataba, en particular de un sistema montañoso descomunal, monstruoso, con unos picos de alturas extremas y cuya longitud era desmesurada, de categoría continental. Ciertamente era una formación muy peculiar, Además, se percató de que sentía algo. No era pasión violenta, pero si era algún tipo de emoción a una escala que no había visto hasta ese momento. Pero, lo más peculiar era que se trataba de sueño, un sueño planetario. Al comentar esto con los demás, a Tiamat se le ocurrió una idea. Tras explicar a los dioses lo que pensaba que estaba sucediendo, les indicó lo que debían hacer. Si ella estaba en lo cierto, podían solucionar el problema de una vez sin poner en peligro las Tierras del Sueño. Así que, al no tener ninguna otra alternativa, pusieron en marcha el plan de la diosa.

Thor, Brontes, Raijin, Fujin, Perun y N'kari, concentraron su poder y lanzaron una andanada de relámpagos y truenos contra el planeta. Ares, como dios de la guerra, utilizó sus capacidades para provocarles un mayor sentimiento combativo y enardecerlos para que así sus ataques fueran más potentes. Misha se limitó a mirar y darles apoyo moral, a fin de cuentas, no dejaba de ser un oso, aunque fuera una encarnación patriótica de la nación rusa. Finalmente, Tiamat concentró sus capacidades de generación de caos y entropía y las canalizó hacia el Planeta Rojo.

Esta concentración de poder divino descargada de golpe tuvo su efecto. A lo largo de la inmensa cordillera que tanto había llamado la atención de N'kari se produjo un descomunal terremoto que la partió por la mitad, abriéndose para revelar un mar que fue creciendo paulatinamente mientras la brecha se ensanchaba hasta convertirse en un gran océano. Entonces, la grieta se cerró rápidamente y se volvió a abrir. Volvió a repetirse el mismo proceso. Y fue cuando los dioses se dieron cuenta de que Tiamat estaba en lo cierto, sobretodo cuando el planeta se despertó del todo y desapareció para volver al mundo de la vigilia. Y es que se trataba de Groth, el planeta viviente, un primigenio poco conocido que vaga por el cosmos alterando las órbitas y posiciones de estrellas y planetas para provocar el despertar de los primigenios encerrados en sus prisiones o simplemente porque su hobby es provocar fines del mundo. Nadie se lo ha preguntado y, a fin de cuentas, es un planeta, ¿a quién le haría caso un planeta? Así pues, lo que había sucedido es que Groth, al quedarse dormido durante su tránsito eterno por el universo, su yo onírico había entrado en las Tierras del Sueño, atraído por las creencias sin base alguna en la existencia de Nibiru.

Y así, con la amenaza eliminada, los dioses regresaron a Celephais, donde se reunieron con los demás miembros de Alfa Strike y lo celebraron con gran regocijo, pues habían salvado las Tierras del Sueño.

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