sábado, 5 de mayo de 2018

Crisis of Infinity Kates (Parte 5): Escape de la base reptiliana

España. Finales de 1968

La base de los Reptilianos Nazis del Lado Oscuro en la España franquista era un edificio en las afueras de la localidad de Sitges. Se trataba de un edificio abandonado que ellos habían acondicionado para sus perversos objetivos, o lo que era lo mismo, habían ocupado el lugar y lo habían llenado de artilugios tecnológicos, todo tapado por un holograma que hacía  ver a los humanos que el edificio era un bloque de viviendas normal y corriente. El holograma a veces fallaba, pero en estos años el maguferío todavía no estaba extendido en la población española, por lo que, si alguien veía algo raro, se extrañaría, pero no se pondría a difundirlo por ahí.

Yekaterina, Kate la roja y Ka-Neferu habían ido a parar a la sección de la base que habían reservado a "cualquier entrometido", una gran sala en el último piso del edificio de cuatro plantas. Habían convertido aquella zona en una especie de calabozo, con celdas con barrotes láser y un lagarto degenerado creado mediante ingeniería genética como carcelero. El bicho en cuestión medía unos buenos cinco metros de largo y parecía tener algo de hambre, pues miraba a las Kates con ojos hambrientos. Los reptilianos dejaron allí al trío y no volvieron a aparecer, por lo que parecía que su plan era más importante que hacerse cargo de ellas.

Con lo que no habían contado los reptilianos, era con el ingenio que pudieran tener las tres mujeres. Yekaterina había comenzado a llamar la atención del lagarto degenerado, haciendo aspavientos y gritándole cosas en alemán -supuso que los reptilianos hablarían en alemán a la criatura-. El animal mutante miraba con interés a la morlock, realizando movimientos que parecían indicar un ataque inminente... pero entre la criatura a su merienda había unos barrotes láser con los que el bicho no había contado, y esto es lo que aprovechó Yekaterina. Cuando el lagarto gigante se lanzó sobre ella, se encontró con los barrotes láser en el camino, por lo que acabó convertido en lagarto a la brasa que se quedó enganchado echando humo y pestazo... y además volviendo loca a la tecnología láser, pues la continua interrupción de los barrotes por parte del cuerpo del animal, estaba haciendo que estos fallaran en un intervalo de tiempo regular. Y en uno de los intervalos, la morlock dio un salto desde el interior de la celda y salió al exterior antes de que el láser volviera a aparecer. Una vez fuera de la celda, sacó un reproductor de música de un bolsillo y comenzó a sonar All Along the Watchtower versión de Jimmi Hendrix.

-Eso que has hecho es fantástico ¿cómo sabías que sucedería eso? -dijo Kate la roja desde el interior de su celda.

-Porque llevo muchos años luchando contra estas lagartijas. Conozco su tecnología lo suficiente como para poder sabotearla en un santiamén.

La morlock se acercó al sistema de control de las celdas y apagó los barrotes láser de todas, liberando a las otras Kates y a un individuo con pintas de hippie que no tenía ni idea de que estaba allí.

-Flipaaante, tííííííío  -dijo el tipo extraño.

-¿Y éste  quien es? -preguntó Ka-Neferu.

Yekaterina lo miró con atención. El hombre de pelo largo y pintas de hippie miraba a todo con los ojos abiertos como ventanas que mostraban una pupila dilatada.

-Creo que este tipo está drogado. Debe ser un hippie alucinando, lo capturarían los reptilianos y se olvidaron de que lo tenían aquí. Lo que no sé qué hace un hippie drogado en la España de los años '60.

Las Kates miraron a su alrededor, no parecía haber cámaras de seguridad, y no habían ningún reptiliano vigilando. Estaban solas y libres.

-¿En serio pensaban que los rayos láser y el lagarto sería suficiente para detenernos? Por esto todavía no han conseguido nunca ninguna victoria importante. Estos tíos son idiotas.

-Yaaaa te diiiigo -le dijo el hippie.

-¿Qué hacemos con este? -preguntó Kate la roja, mientras el hippie la seguía con la mirada.

-Yo me ocupo de él -dijo Yekaterina -. Ey, fíjate en tus manos, tus dedos son como salchichas de Frankfurt que se mueven al ritmo de la música. Tú míralos fijamente a ver si hacen algo más.

-Sí... os avisaré si las salchichas hacen otra cosa. Se mueven totaaaaaal.

-Sí, eso, total y todo eso. Paz y amor -dijo la morlock apartándose de él.

-¿Qué hacemos ahora? -preguntó Ka-Neferu.

-Ahora nos cargamos este lugar y los lagartijos que lo han construido.

Las tres Kates salieron de la zona de calabozos y, al llegar a las escaleras que daban a los pisos inferiores, comenzaron a escuchar una alarma avisando de su fuga. Esto no las detuvo y bajaron hasta la tercera planta, que resultó ser la planta donde los reptilianos tenían los suministros, la armería y todo tipo de cosas. Allí aparecieron varios guardias de seguridad, con armaduras corporales y armas láser que intentaron detener a las Kates. Se oían exclamaciones en alemán e insultos en el idioma natal reptiliano.

-Si no conseguimos armas, va a ser difícil seguir adelante -dijo Yekaterina.

-En esta planta están todas las armas, los muy idiotas han puesto en la pared un plano del edificio con todo lo que hay en cada planta, hasta hay un punto rojo que dice "Usted está aquí". -Kate la roja señaló el cartel, de colores llamativos.

-¿Quién necesita armas cuando tiene gatos? -les dijo Ka-Neferu. Comenzó a musitar palabras en un idioma desconocido mientras realizaba unos gestos característicos de un hechizo.

Los reptilianos seguían disparando como enemigos idiotizados de un juego FPS. Se movían, proferían insultos, y llamaban a otros compañeros, que llegaban y hacían lo mismo. De pronto, los cristales de las ventanas estallaron en mil pedazos y una legión de pequeñas bolas de pelo se lanzó sobre los reptilianos. Esto les pilló por sorpresa, por lo que no pudieron defenderse, y cuando todos estuvieron por los suelos hechos polvo, pudo verse que los atacantes eran una gran cantidad de gatos callejeros, curtidos en mil batallas. Los gatos se acercaron a las Kates después de haber terminado con toda resistencia.

-Esto sí que es un ejército. Los soldados de Bastet -dijo Ka-Neferu señalando a los gatos, que ahora estaban lamiéndose las garras y haciendo otras cosas de gato.

-Seguramente estén a punto de venir otros soldados, deberíamos coger las armas de los caídos y descender al segundo piso -dijo Yekaterina corriendo hacia los reptilianos caídos. Cogió un arma láser y les lanzó una a cada Kate.

Así, armadas y acompañados por el ejército de gatos, llegaron hasta la segunda planta del edificio, que resultó ser, para su sorpresa, un videoclub. Pero en los años '60 no existían los videoclubs. Pero eso es lo que rezaba el cartel con el plano del segundo piso.

-Vayamos a ver qué hay en esta planta y descubriremos el misterio que se esconde detrás de ese "videoclub" -dijo Yekaterina.

Las Kates fueron recorriendo las habitaciones, tras los gatos, que se lanzaban contra los reptilianos que aparecían. Apenas les costó acabar con los guardias de esa planta, así que pudieron investigar con tranquilidad. La planta estaba llena de películas para ser proyectadas en cine. Había toda clase de títulos, pero todos tenían varias cosas en común.

-Vale... estos idiotas no saben lo que es una videoteca y lo han llamado videoclub -dijo Yekaterina-. ¿Os habéis fijado en los títulos? Está El Acorazado Potemkin y otros filmes de propaganda rusa acompañados de películas porno de los años '20. Creo que hemos encontrado lo que tenían pensado usar para sabotear el festival de Sitges. Si en pleno franquismo se les ocurría proyectar estas películas, el festival se iría al garete.

-Pues sería una pena que esta planta sufriera un incendio ¿no? -dijo Kate la roja, que ya tenía un mechero y una de las películas en la mano.

-El olor a celuloide quemado es asqueroso, pero no me quejaré -comentó la morlock con una sonrisa.

A la alarma por fuga de la prisión se sumó a alarma antiincendios cuando la segunda planta comenzó a arder en llamas. Los reptilianos iban de aquí para allá en la primera planta sin saber muy bien qué hacer. Parecía que la disciplina germánica de la que solían presumir se había esfumado. No fue muy difícil, entre las armas láser y los gatos, acabar con la poca resistencia que quedaba, por lo que las Kates consiguieron llegar a la planta baja y salir al exterior... donde se encontraron con lo que no esperaban. Allí había todo un escuadrón de reptilianos con exoesqueletos y armamento pesado. Las armas láser de las Kates estaban sin energía y los gatos no serían suficiente para acabar con aquellos reptilianos.

-Mierda -dijo Yekaterina volviendo al interior del edificio-. Tenemos que acabar con esos.

-Bueno... tienen exoarmaduras y parecen bien armados... pero eso no les ayudará contra una buena cornada -dijo Kate la roja con expresión meditabunda.

-Vale que estamos en España, pero el mito de que hay toros en todas partes es falso ¿quién va a cornear a los reptilianos? -preguntó Yekaterina.

-Soy una sacerditosa de Shub-Niggurath ¿tú qué crees?

El líder del escuadrón de reptilianos estaba pidiendo a gritos que las Kates salieran al exterior para recibir su merecido cuando comenzó a sonar un estruendo que se dirigía hacia ellos. Los reptilianos miraron de un lado para otro, preguntándose que era eso que parecían una tormenta acercándose, si el cielo estaba despejadon, cuando vieron que, de todas las calles que confluían allí, aparecían cabras pirenaicas con sus buenas cornamentas y con cara de pocos amigos. Los reptilianos comenzaron a disparar, pero la legión de cabras cayó sobre ellos y los cornearon con todas sus fuerzas, por no hablar de las patadas y bocados. Los gatos que estaban con las Kates vieron aquello y no quisieron quedarse sin su parte de la fiesta, así que se lanzaron contra el escuadrón, añadiendo arañazos y mordiscos a las cornadas, pisotones y bocados. Las Kates salieron al exterior caminando lentamente, como heroínas de una película de acción, mientras el edificio explotaba tras ellas. Alguien había dejado explosivos en el "videoclub".

-Vale, creo que hemos cumplido con nuestros dos objetivos: Escapar de la base reptiliana y acabar con el intento de sabotaje del Festival de Sitges -dijo Yekaterina-. Podemos volver a Arkham y celebrar nuestra victoria.

Las cabras y los gatos -animales que no sabían que en el futuro serían los amos y señores de internet- siguieron pateando, arañando, mordiendo y jugando con los reptilianos caídos mientras las Kates usaban su dispositivo de viaje en el tiempo. Aún quedaba una buena noche de fiesta para ellos, y al día siguiente, Sitges amanecería como si no hubiera habido un escuadrón de lagartos del futuro y con un incendio en un edificio abandonado. Tampoco sería nada por lo que preocuparse, y todo continuaría con normalidad. Aunque quedaba la duda ¿para qué habían atacado los reptilianos el festival de cine? quizás fuera un misterio sin resolver.

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