miércoles, 4 de julio de 2018

Independence Day: El ataque de las palomas mutantes

Era 4 de julio y Arkham estaba celebrando el Día de la Independencia por todo lo grande. Las calles estaban engalanadas y los colores blanco, azul y rojo eran, prácticamente, omnipresentes. Una vez más, en la Universidad Miskatonic habían contado con Summanus para que preparara un espectáculo de fuegos artificiales y el alcalde Rice también había hecho lo propio para la ciudad. Debido a ello, el dios estaba bastante atareado organizándolo todo. Tenía a sus empleados trabajando duro para que todo estuviera preparado para la noche mientras él lo supervisaba todo. Por su parte, Summanus, el dinosauroide administrador de La Llave y la Puerta, había optado por mandar a Araknek y Pequeña T’Auin a Dunwich. Las welclones estarían encantadas de tenerlas por allí y así se evitaban los riesgos de que alguien con más buena intención que gusto tratara de “decorar” de nuevo a la tortuga con aditamentos propios de esa celebración. Brontes, ataviado con una vestimenta de Tío Sam adaptada a su envergadura se dedicaba a patrullar por el campus para asegurarse que los estudiantes no montaran ningún lío demasiado grande.

El 4 de julio, como fiesta grande nacional, como el mayor festejo de todo el país, era la fecha idónea para que alguien tratara de organizar el caos. Y en Arkham las fechas destacadas y fiestas eran como imanes para los científicos locos, villanos recurrentes, estudiantes buscaproblemas y todo aquel que tuviera la capacidad de convertir un alegre día de festejos en un intento de apocalipsis local. Welcome y Kate seguían en Dunwich, donde las clones estaban aprovechando la presencia de las dos jovenes y, con el verano recién empezado, estaban dedicándose a algunos ritos de la adoración de la Cabra Blanca de Tres Cabezas, ese peculiar avatar de Shub-Niggurath. Los Pickman habían optado por pasar esos días fuera. Seabury por fin se había librado de los últimos asuntos relacionados con el cierre del curso universitario y aprovechó que Harvey y Anna querían pasar unos días fuera de la ciudad para irse juntos. Por supuesto, se llevaron a Robert para no dejarlo suelto en Arkham. Así, para defender la ciudad, quedaban Brontes, los dos Summanus y El que Legisla tras el Umbral, que estaba atrincherado en su despacho con una demanda que habían interpuesto unos satánicos bastante pasados de rosca contra el culto de la Cabra Blanca de Tres Cabezas, es decir, Welcome y sus welclones. Ni que decir tiene que a Evangeline esto le traía sin cuidado. El asunto era una soberana tontería. Los satánicos acusaban de plagio e intrusismo a las chicas por usar como símbolo tres cabezas de cabra. Era tan absurdo como un naturópata acusando de intrusismo a un médico. Pero El que Legisla se lo había tomado bastante en serio y se iba a divertir si el asunto acababa en un tribunal. Y si lograban llegar a un pacto antes, bueno, les iba a exprimir a base de bien, por memos. Así pues, se podría contar con él, pero tendría que ser para algo realmente importante.

Tras librarse de Marty Eye Gore y su absurdo intento de atacar la ciudad la semana anterior, quedaban pocos adversarios que pudieran resultar molestos. Siempre estaba el Factor Arkham, que podía hacer surgir un problema o una amenaza del lugar más insospechado. De hecho, hacía tiempo que Vinnie West estaba muy tranquilo, pero todavía quedaban sospechosos habituales. Y, por el momento, Brontes no había detectado ninguna amenaza. Pero, una media hora antes de comenzar el desfile del Día de la Independencia, algo extraño pasó: poco a poco comenzaron a surgir de todas partes palomas. Pero no eran las típicas palomas de la ciudad, que no eran particularmente espabiladas y que habrían tenido la esperanza de vida de un copo de nieve en una fogata si acabaran en Ulthar. Estas palomas eran extrañas. Se agrupaban en bandadas y se situaron estrategicamente a lo largo de la calle por la que iba a pasar el desfile. Aquello no parecía demasiado normal, sobretodo cuando cada vez se reunían más y más palomas. Por ello, al percatarse Brontes de lo que estaba pasando, optó por buscar ayuda antes de hacer algo demasiado expeditivo. Así pues, se fue a por Summanus, el dinosauroide, porque Summanus, el dios etrusco romano de las tormentas nocturnas, estaba liado con el espectáculo pirotécnico. El griego sólo esperaba que si las palomas provocaban problemas, estos no afectaran a los fuegos artificiales. Entonces si que se podría montar un buen follón. Y es que Summanus, el dios, aunque era uno de los más tranquilos entre los dioses de la tormenta y del trueno, también podía enfadarse hasta niveles estratosféricos. Y cuando más tranquilo era el dios, más poderosa podría ser su furia. Por eso nadie le tocaba demasiado las narices a Pkaurodlos. Además de que era complicado enfadarle demasiado. Pero disquisiciones aparte, Brontes fue a por Summanus, el dinosauroide, al que encontró en la recepción revisando estadísticas de ocupación y reservas. Y es que durante el verano, La Llave y la Puerta pasaba de residencia universitaria a hotel de temporada.

El administrador, al ver llegar al enorme cíclope con expresión de preocupación en el rostro, se le torció el gesto. Ese día había optado por un disfraz básico. No se había maquillado, vestía con camisa blanca y pantalón oscuro y lucía una abundante peluca y un bigote falso de dimensiones dignas del mostacho de Poirot. Su aspecto no es que fuera muy edificante, principalmente porque ese día parecía haber sido extraído de los años 70 en cuanto a peinado y vello facial, pero, cuestiones estéticas aparte, era muy bueno en su trabajo y se implicaba a todos los niveles de la organización empresarial. Dejando lo que tenía entre manos aguardó la explicación de Brontes. Éste, sin saber bien como empezar, acabó por lograr contarle lo que estaba sucediendo: unas extrañas palomas, venidas de a saber donde, estaban situándose en gran número, en posiciones estratégicas a lo largo de las calles por donde iba a pasar el desfile. ¿Y si se montaba un remake de Los pájaros de Hitchcock o las palomas se ponían de acuerdo para defecar sobre el público y las carrozas? El resultado sería un desastre y podía sumir la ciudad en el caos. Y si no, sólo había que recordar aquel follón de Mad Arkham of Battlecraft que se organizó por culpa de unos explosivos mal colocados de la Fundación Wilmarth. Arkham era una ciudad a un incidente tonto del desastre. Se movía en una delgadísima cuerda floja al borde de la completa y devastadora anarquía y la última vez que la balanza se desequilibró hacia el lado incorrecto… bueno, tuvieron Mad Arkham. Por ello, Summanus, viendo que tendría que intervenir ayudando a Brontes, fue con el cíclope a investigar. En primer lugar, descendió a los sótanos, a un cuarto donde guardaba su equipo especial para estas situaciones. Una vez allí, extrajo un arma, un aparato de extraño diseño, un rifle que disparaba descargas eléctricas, basado en tecnología yithiana y diseños de Tesla. Era su arma predilecta, aunque la usaba poco. Pero si había que cazar palomas, podría ir muy bien. Ya equipado, se dirigió con Brontes hacia el exterior. Había que estudiar la situación.

Una vez fuera, no tardaron en ver lo que estaba ocurriendo: las palomas, que se podían contar ya por centenares, eran bastante extrañas y mantenían la posición que habían tomado sin alterarla. Summanus preparó su arma y apuntó al pájaro más próximo. Graduó la potencia de la descarga, pues prefería aturdir al animal, y disparó. La paloma, electrocutada y aturdida, cayó, siendo interceptada por Brontes antes de que se estampara contra el suelo. Entonces aprovecharon ambos para estudiarla. Era más grande que la típica paloma urbana y el plumaje era completamente gris. Pero lo raro no era eso. Lo que era muy extraño era que en las alas tenía unas pequeñas garras y el pico estaba dotado de dientecitos. Era una paloma mutante que parecía un cruce entre uno de estas aves y un archaeopteryx. Pero había algo más: iba ataviada con un pequeño uniforme adaptado a su anatomía, un uniforme de color gris con símbolos en miniatura de serpientes. Era un uniforme de los Reptilianos Nazis del Lado Oscuro. Estos, que llevaban un tiempo sin causar muchas molestias salvo sus intervenciones en aquel asunto de la Crisis of Infinity Kates. Al parecer habían dedicado parte de sus esfuerzos a desarrollar esas palomas mutantes y soltarlas el Día de la Independencia para sabotear la fiesta. Pero, ¿qué podían hacer? Las palomas eran bastantes y por derribar a una no habían reaccionado, pero no se sabía como podrían actuar si comenzaban a atacarlas una tras otra. Tal vez podrían recurrir a los morlocks comunistas, enemigos acérrimos de los reptilianos, que, pese a la poca simpatía por las fiestas capitalistas, seguramente querrían intervenir para frustrar un plan de sus adversarios. Pero el problema volvía a ser el mismo: ¿Cómo podrían eliminar rápidamente a todas las palomas sin que estas causaran demasiados estragos en la ciudad?.

Fue entonces cuando a Brontes se le ocurrió una idea. Era complicado, era arriesgado, pero podía salir bien. O al menos podían lograr evitar que las palomas mutantes arruinaran el desfile del Día de  la Independencia. Así pues, le explicó a Summanus lo que iban a hacer: el plan consistía en comenzar a atacar a las palomas, tanto con el rifle eléctrico como utilizando el poder divino de Brontes para las tormentas. De esta manera podrían comenzar a mermar el número de adversarios. Pero los pájaros eran centenares y eso sólo iba a funcionar si seguían en su sitio. Por eso, el griego contaba con que les atacaran. En ese caso, podrían huir haciendo que las palomas les persiguieran. De esta forma se agruparían para perseguirles y así sería más fácil acabar con ellas. Y, para finalizar, deberían dirigirse durante la huida hacia Summanus, el dios, ya que si llegaban hasta él, podría echarles una mano. Particularmente si le decían que las palomas pretendían arruinar los festejos y, seguramente, acabarían por entrometerse en el espectáculo de fuegos artificiales. No es que estuvieran seguros de eso, no era más que una conjetura, pero a saber cuales eran las ideas concretas de los reptilianos.

A falta de una idea mejor, optaron por poner en práctica la idea de Brontes. A fin de cuentas, las cosas no podían empeorar demasiado. Y eso era mejor que dejar que se cargaran el desfile y cualquier otra cosa que se les ocurriera.. Por ello, con el rifle eléctrico a potencia letal , y con Brontes preparado, comenzaron a abrir fuego contra los pájaros. De las manos del dios griego y del arma de Summanus comenzaron a salir rayos que iban friendo a las palomas mutantes. Estas no tardaron mucho en comprender que las estaban atacando con saña, recibiendo un fuego continuo, así, en perfecta formación, alzaron el vuelo organizadas en escuadrones y lanzaron un ataque por alas contra Brontes y Summanus. Estos, al verse objetivo de la ofensiva, mantuvieron la posición y dispararon sin cesar, abatiendo palomas con cada disparo. Pero a medida que se aproximaban hacia ellos, las aves comenzaron a ejecutar su plan de ataque: Empezaron a disparar salvas de excrementos que, pese a no ser letales, si que era algo antihigiénico, molesto y bastante asqueroso. Pero es que encima, eran más ácidos de lo normal, lo que suponía un problema adicional. Por ello, con el riesgo de verse cubiertos de mierda de paloma que encima les podría causar algunas quemaduras de primer grado y dejarles la ropa hecha un asco, lo único que les faltaba.

Entonces pusieron en marcha la siguiente fase de su plan: correr, correr como si la vida les fuera en ello, o, al menos la factura de la tintorería y la de la farmacia en cremas para quemaduras. Mientras huían por las calles de la ciudad, se dedicaban a disparar hacia las palomas que, pese a mantener la formación, tenían que volar más apretadas, ya que Brontes y Summanus trataban de meterse por calles más estrechas. Corriendo, se introdujeron en una cafetería, adonde les siguieron las palomas. Al salir, Brontes apuraba un café con leche para llevar y un cruasán mientras Summanus se las apañaba con un café solo, no tardaron en ser perseguidos por la horda de palomas que también llevaban consigo diferentes bebidas y piezas de bollería que aprovecharon para ir consumiendo por el camino.

Siguieron corriendo y disparando rayos, pero las palomas mutantes no parecían disminuir de número. O al menos estaban demasiado juntas para que se apreciara, pues las que caían rápidamente eran reemplazadas. En un giro rápido, sin percatarse bien de por donde estaban, los dos perseguidos se introdujeron en un sex shop al que no tardaron en seguirles las furiosas aves. Tras escucharse bastante alboroto en el interior de la tienda, la puerta se abrió para dejar escapar a una pequeña horda plumífera perseguida por Summanus y Brontes, que, mientras disparaba rayos con la derecha, con la izquierda sostenía un enorme consolador que juraría no saber de donde había salido y como había acabado en sus manos. Pero esa era otra historia.

Mientras perseguían a las palomas, estas se percataron de que tenían bastante superioridad numérica, por lo que no tardaron en invertirse las tornas y se convirtieron, nuevamente, en perseguidoras. Entonces, por fin, el dinosauroide y el dios lograron llegar al parque donde Summanus, el dios, estaba revisando la instalación de todo el equipo para los fuegos artificiales. Aprovechando que ya llegaban a su destino y que la calle había obligado a reunirse a las palomas, los dos perseguidos decidieron lanzar una última ofensiva contra sus adversarios. Concentrando el fuego, lanzaron una serie de ráfagas de electricidad que fueron acabando con todas las palomas que quedaban hasta achicharrar hasta la última de ellas.

Finalmente, agotados y hartos, llegaron hasta Summanus que los recibió con una mirada de curiosidad al ver las manchas de mierda de paloma y el consolador que aun llevaba Brontes. Pero como aquello era Arkham, el dios decidió prescindir de la curiosidad y centrarse en su trabajo. Esa noche debía salir todo perfecto. Mientras tanto, a sus espaldas, el griego y el dinosauroide se dejaron caer sobre el cesped y pudieron respirar tranquilos al fin. Al menos habían logrado frustrar los planes reptilianos.

Más tarde, el desfile se pudo realizar sin problemas y se condujo por el recorrido establecido llevando alegría y orgullo patrio a grandes y pequeños. Esa misma noche, los fuegos artificiales de Summanus fueron un gran éxito y recibieron muchas aclamaciones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario