domingo, 29 de julio de 2018

Noches de cine de verano Arkham Style


Seabury Q. Pickman observaba atentamente al morlock que tenía delante. Le había explicado un plan que habían desarrollado sus compañeros y todavía estaba sopesando si era una genialidad o era una absurdez de grandes proporciones. Mientras pensaba en ello, agitó el café que le habían servido en la cafetería de la residencia estudiantil.

-A ver si lo entiendo. Queréis hacer eso porque estamos en verano.

-Sí -le respondió Konstantin, el enlace entre los morlocks y los Pickman.

-Y queréis iros de vacaciones. Algo que es un derecho inalienable para los trabajadores, y como morlocks comunistas, debéis apoyar a la clase obrera.

-Eso es.

-¿Y no sería más fácil iros simplemente de vacaciones sin llevar a cabo un plan tan digno de alguien como Eye Gore o cualquiera de los villanejos que pululan por aquí?

-No podemos dejar los túneles morlock así como así, los RNLO son un gran peligro.

-Pero en Arkham tenemos a una superheroína, un grupo de dioses superpoderosos, uno de los más poderosos sacerdotes de Yog-Sothoth y tenemos a Anna ¿de verdad crees que los RNLO podrían hacer algo?

-Por si acaso -concluyó el morlock.

Era un plan absurdo, seguía pensando Seabury, pero parecían convencidos de llevarlo a cabo. El plan en cuestión involucraba un cine de verano al aire libre y un ciclo de películas de terror de serie B de zombies nazis. Se suponía que los reptilianos eran fanáticos de las películas de nazis en las que estos llevan a cabo experimentos locos, y los morlocks querían aprovechar esto para librarse durante un tiempo de los RNLO. En el cine de verano, se realizaría un ciclo de películas con zombies nazis -que hay a puñados- y esto llamaría la atención de los enemigos de los morlocks. Estos querrían ver las películas, así que asistirían a las proyecciones, momento que aprovecharían los morlocks para hacer su movimiento, consistente en sabotear las palomitas y las bebidas, que consumirían los reptilianos y caerían presa de una toxina que los convertiría durante un mes en el equivalente de los analistas económicos que aparecían en las tertulias de televisión. Lo dicho, un plan absurdo.

-Yo no lo veo tan absurdo -dijo Brontes asomando la cabeza entre Konstantin y Seabury. Estos estaban sentados ante una mesa de la cafetería, tomando el desayuno matutino.

-¿Y quién ha pedido tu opinión? Tu traje de baño hace avergonzarse hasta a los diseñadores de moda más excéntricos.

-Nimiedades -sentenció el cíclope mientras se sentaba con ellos-. ¡Camarero, un zumo de ambrosía!

-Ese producto no existe, señor -le respondió el camarero.

-¡Ah! Pues debería... ponme un granizado de limón, entonces.

-¿Y este es el tipo de gente que ve lógico vuestro plan, Konstantin? -dijo Seabury señalando descaradamente al cíclope.

-A ver, yo sólo te lo he explicado por si queríais ayudarnos. El plan se va a realizar sí o sí. No me importa si nos ayudan los Pickman o los dioses, para nosotros viene a ser lo mismo.

-¿Nos consideráis dioses? -preguntó Seabury extrañado.

-No, os tenemos al mismo nivel de utilidad.

Seabury torció el gesto.

-No pongas esa cara, hombre -intervino Brontes-, al menos ha dicho que eres de utilidad.

-Bieeen, vaaale os ayudaremos en vuestro absurdo plan. Seguro que hemos hecho cosas más tontas...

Una vez terminado el desayuno, Konstantin se dirigió al cine de verano para entrevistarse con el dueño e informarle del plan de los morlocks. Seabury fue como enlace, y Brontes les acompañó porque ese día no tenía nada que hacer, y al menos eso le mantendría entretenido. El dueño del cine al principio tampoco pareció muy entusiasmado con el plan de los morlocks, pero después de que Konstantin le dijera que los RNLO irían en masa y eso conllevaría una venta de entradas desorbitada, se lo pensó mejor.

-Bien, todo está preparado -dijo Konstantin-. Esta noche nos libraremos de los RNLO y podremos disfrutar de nuestras vacaciones.

Se fijaron carteles por toda la ciudad informando del ciclo de películas de zombies nazis. Seabury se había preguntado qué necesidad había de llenar las calles de publicidad si los RNLO estaban en los túneles, a lo que Konstantin le respondió que esto haría más creíble todo. Por supuesto, también habían llevado carteles a los túneles, dejados de manera estratégica para que los reptilianos se encontraran con ellos. Todo parecía estar yendo sobre ruedas.

La hora de apertura del cine llegó y allí se dirigió Konstantin junto a Seabury, para comprobar cómo iba el plan. Cuando llegaron se encontraron el aparcamiento junto al cine repleto de coches, cosa que les llamó la atención. Cuando miraron al recinto del cine lo comprendieron todo.

-¡¿Pero qué hace toda esta gente aquí?! -exclamó el morlock al ver el cine atestado de espectadores humanos.

-Parece que los reptilianos no son los únicos fans de las películas de zombies nazis -dijo Seabury aguantándose la risa.

-Pues hay que desalojarlos. Si los reptilianos ven esto, se irán, y aunque no lo hicieran ¡no hay sitio para ellos!

Entonces Seabury se percató de algo más preocupante que aquello. Casi todo el mundo se había pedido una ración de palomitas y refrescos, si los consumían correrían la suerte reservada a los lacertonazis.

-¡La gente se está inflando a palomitas de las vuestras, tenemos que evitar que se conviertan en expertos en economía soporífera.

-Oooooh... demasiado tarde -musitó el morlock.

Los espectadores habían comenzado varias tertulias sobre economía con un tono de voz neutro y profundamente adormecedor, los temas que trataban tampoco es que fueran el epítome del entretenimiento, cosa que estaba haciendo que los que no habían consumido los alimentos adulterados empezaran a  sentir los efectos de un profundo aburrimiento.

-¡Konstantin! Por culpa de vuestro absurdo plan, media ciudad se ha quedado agilipollada ¿ahora qué vamos a hacer con todos esos tertulianos aburridos?

-El efecto es temporal, no te preocupes. Pero si tanto te interesa el bienestar de esa gente, desaloja el cine de una vez.

Seabury y Konstantin fueron al despacho del dueño del cine para informarle del grave error que se había cometido. Éste se negó a desalojar el local, pues toda esa gente había pagado generosamente por ver las películas, pero el morlock le convenció de que no le pedirían la devolución del dinero, pues se encontrarían enfrascados en apasionantes debates sobre el efecto de la economía en el ciclo reproductivo del gusano del esparto. Esto pareció convencer al dueño, que utilizó los megáfonos para informar a la gente de que debía abandonar el recinto del cine por unos desperfectos que debían ser arreglados. Los acomodadores fueron acompañando a la gente fuera del cine, mientras seguían debatiendo sobre economían. Más de un acomodador estuvo a punto de caer bajo el sopor, pero consiguieron vaciar el cine satisfactoriamente.

-¡Cómo son estos capitalistas, en cuanto les dices que ganarán mucho dinero o que no lo perderán te hacen caso a la primera! -comentó Konstantin mientras se vaciaba el cine.

-Sí... ahora me vas a tener que decir qué hacemos con toda esa gente que está aburriendo a las paredes.

-Pueeees se pasarán un mes así, y la gente con la que interactúen caerán aburridas ante el sopor del debate. Míralo así, el mes de agosto va a ser muy tranquilo en la ciudad...

Seabury se guardó las ganas de decir lo que pensaba al morlock, sobre todo cuando vio que apareció un grupo de vehículos que parecían versiones de ciencia ficción retro de los coches de la Alemania de los años '30. Se trataba de los transportes civiles de los reptilianos. Pocas veces los utilizaban, porque normalmente estaban centrados en su misión de encontrar el paso a la Tierra Hueca y enfrentar a los comunistas del futuro, así como el intento de conquista del exterior, que normalmente acababa en fracaso. Los reptilianos aparcaron y fueron saliendo de los vehículos convenientemente disfrazados de habitantes del exterior, vamos lo que viene siendo humanos. Como utilizaban hologramas y otra tecnología futurista, el efecto era casi perfecto, sólo hacía sospechar cuando habrían la boca y siseaban con acento alemán. Con suerte para todo el mundo, los trabajadores del cine estaban informados de lo que estaba pasando, aunque siendo habitantes de Arkham no se extrañarían por una nimiedad como gente que habla como una serpiente alemana. Como era de esperar por los morlocks, también se pidieron palomitas y refrescos, tras lo que fueron tomando sus asientos.

-¡Sí! ¡Eso es! -exclamó Konstantin.

-No me puedo creer que semejante esperpento de plan esté funcionando...

La proyección de la primera película comenzó y los reptilianos quedaron embelesados por el espectáculo mientras comían los alimentos adulterados. Su interés por las películas de zombies nazis era tan grande que tardaron mucho más en sucumbir a los efectos de la toxina de la economía aburrida, pero poco a poco se fueron convirtiendo sin que los demás lo notaran, tan enfrascados estaban en la película. El ciclo constaba de cuatro películas, y los reptilianos se comieron las cuatro aunque había varios debates activos en distintas partes del cine. Cuando terminó la última película, los reptilianos se levantaron y salieron ordenadamente del cine mientras debatían sobre el crecimiento de precios en el comercio de los huevos de reptil. Se dirigieron a sus respectivos vehículos y salieron de allí.

-¡Sííííí! ¡Todo ha salido perfecto! -exclamó Konstantin.

-¿Perfecto? -preguntó Seabury- ¡¿Perfecto?! Mira a tu alrededor, la ciudad está llena de debates sobre economia. Mira a ese bar, no están teniendo conversaciones de cuñados, están hablando de economía, y el camarero está a punto de dormirse ¡¿eso lo ves como perfecto?

-Aaaah, daños colaterales -dijo Konstantin-, y ahora, si me disculpas, he de preparar mis vacaciones.

-¿Tus vacaciones? ¡Me cago en tus vac...

Pero Seabury no terminó su exabrupto, pues el morlock ya se había metido por uno de los agujeros que llevaban a los túneles bajo la ciudad. Sería mejor que se lo tomara con filosofía, con los RNLO fuera de juego durante unas semanas, sólo tendrían que preocuparse de los intentos de villano habituales y de las confusiones espaciotemporales normales de Arkham. Había que verle el lado bueno a todo... aunque estuviera rodeado de tertulianos que debatían sobre los aspectos más innombrables de la economía.

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