domingo, 1 de julio de 2018

Orgullo de Arkham: El desfile de los hombres pantera

Aquel traje no era lo que parecía. Si alguien lo veía, podría tomarlo por un simple disfraz, pero lo que Summanus estaba sosteniendo con sus manos era una obra de arte de la ciencia. Lo había conseguido a través de Brontes, que había estado trabajando en él en el departamento de ciencias de la Universidad Miskatonic. No sabía cómo había convencido a nadie para aquello, pero de alguna manera lo había conseguido, el primer traje de moléculas inestables de la historia. Las moléculas inestables hacían que el traje se adaptara al cuerpo de aquel que lo portara, así que se podía decir que era de talla universal. Si vendieran la patente, seguramente se harían ricos. El problema es que el prototipo, que era el que tenía Summanus, era de unos diseños y colores estrafalarios, típicos del gusto extravagante de Brontes y los otros dioses a la hora de vestir. Le había convencido de que fuera el conejillo de indias para probar el traje, y no había otro momento mejor para llevar un traje que se ajusta a tu cuerpo y lo marca todo, que el día del desfile del orgullo gay de Arkham.

-Estás fabuloso -dijo el cíclope cuando Summanus salió del probador.

Sí, en efecto, como habían previsto, el traje se ajustaba perfectamente a la anatomía del dinosauroide, que había sido previsor y se había puesto ropa interior que no marcara demasiado pero los músculos del torso y de los brazos eran realzados por el traje, aunque el diseño fuera ridículo y los colores chillones.

-¿Desde cuando tienes esos musculazos? -preguntó Brontes.

-Desde que nos atacan día sí y día también. Decidí que era el momento de ir al gimnasio y hacer algo de ejercicio, que la agilidad y la lengua no me van a sacar de todos los apuros.

-¿Y desde cuando tienes un probador en el despacho?

-Desde que me gusta vestir con estilo -fue la respuesta de Summanus.

Salieron del despacho del dinosauroide y pasaron por recepción de la residencia estudiantil. Varios huéspedes que estaban por allí se quedaron mirando el llamativo traje de Summanus, y este maldijo por dentro el gusto de los dioses a la hora de vestir, aunque él había accedido a aquello sabiendo que Brontes no tenía ojo para la moda. Después de hablar varias cosas con el recepcionista, salieron a la calle y el calor del verano les golpeó sin concesiones. Afortunadamente, las moléculas inestables del traje no hacían que Summanus se acalorara o la ropa se le pegara asquerosamente.

-Esto es todo un descubrimiento -dijo el dinosauroide.

-¿A que sí? Y ya verás cómo les mola a los del desfile, con todos esos músculos, si no fuera por tu color enfermizo y por el bigote de plástico, seguro que ligabas y todo.

-A ver -le dijo Summanus-, esto no es un color enfermizo, es mi color natural. Hoy no tenía ganas de maquillarme de humano normal ¿y desde cuando los bigotes no son atractivos? Freddy Mercury llevaba bigote y estaba rebueno.

El cíclope se detuvo y miró fijamente a Summanus.

-¿Y desde cuando te fijas tú en si un hombre está rebueno o no?

-Pero bueno ¿es que alguien heterosexual no puede admitir que otro tío está bueno? Eso no implica atracción, es simplemente constatación de lo obvio.

-Mirándolo así...

Siguieron caminando por la ciudad en dirección a la música del desfile. Cruzaron varias calles por las que la gente no pudo evitar fijarse en las pintas de Summanus, cosa que hizo que el dinosauroide deseara haber llevado un traje diseñado por cualquiera de los otros científicos que trabajaban en el proyecto del traje de moléculas inestables. 
En pocos minutos, el desfile y ellos se cruzaron y se hicieron uno. La música reinaba y todos bailaban a su ritmo mientras las carrozas iban pasando. El ambiente festivo era contagioso y mucha gente se reunía para mirar el desfile, incluso había algunos asomados desde sus ventanas. Summanus pensó que su traje pasaría desapercibido comparado con el de las drag-queens de las carrozas, pero el mal gusto de los dioses iba más allá y la atención se volvió inmediatamente hacia él. Inevitablemente deseó que cualquiera de los habituales hiciera su intervención y hubiera que luchar contra algo para olvidarse de las pintas que llevaba.

Y mientras el dinosauroide pensaba esto, uno de los habituales observaba el desfile desde su escondrijo secreto. En efecto había planeado algo para sabotear la celebración y provocar el caos. Era el momento de que Arkham temiera los maléficos planes de Eye Gore.

El villano llevaba un par de mes preparando este golpe. Se había metido al diseño genético de monstruos, que aunque acabó en estrepitoso fracaso en el incidente de Dunwich, él no se rindió en ello. Ahora había decidido montar su propio laboratorio (con casinos, y fur... euh... perdón) en un sótano alquilado en el centro de la ciudad. Allí se había dedicado a la creación de híbridos al más puro estilo Dr. Moreau, de hecho, estuvo intercambiando e-mails con el famoso científico -o alguien que decía ser él, Eye Gore nunca terminó de estar seguro- y consiguió ideas fascinantes para sus monstruosos planes. Atacaría Arkham en el Día del Orgullo Gay aprovechando que habría un desfile y la fiesta que le acompañaría, atacaría por medio de hombres... ¡Hombres pantera! Había conseguido una buena cantidad  de hombres de poderosos músculos, pelo cubriendo su cuerpo, y garras, garras horribles y gigantescas con las que podrían desgarrar a sus presas, además de horrendos rostros de felino. Tenían la agilidad de la pantera y la inteligencia del ser humano, y lo mejor  de todo ¡le obedecían a él! Así que, cuando llegó el día señalado, abrió las puertas de su guarida y salió dramáticamente.

-¡Adelante, mis hombres pantera! ¡Extended el caos! ¡Haced que Arkham conozca la furia de Eye Gore! ¡¡¡Bwa Ha Ha Ha Ha!!! -Eye Gore se volvió hacia un par de chavales que pasaban por allí.- ¿Cómo me ha quedado la risa de villano?

-Bien -dijo uno de ellos.

-Sí, a mi me ha parecido muy villanesca.

-Excelente -musitó Eye Gore mientras su manada de hombres pantera salían gruñendo y lanzando rugidos.

Mientras tanto, el desfile seguía con su recorrido por las calles de la ciudad. Había salido ya la carroza de los profundos gays, una de las más populares de todos los años. Esta vez habían conseguido que el mismísimo Dagon bailara contoneando su corpulento cuerpo con movimientos sensuales que dejaban sin palabras a sus servidores y adoradores. Brontes y Summanus estaban entre los que disfrutaban de la fiesta viendo pasar las carrozas y bailando y tomando alguna copa. Hacía una rato habían pasado a saludar Welcome y Kate, que tenían trabajo en Dunwich, pero no pensaban perderse aunque fuera un ratito del desfile. Ahora, la música que sonaba era el muy tópico "I will survive", pero a la gente no parecía preocuparle que fuera un topicazo, bailaban y disfrutaban como si fuera la primera vez que a alguien se le ocurre ponerla en un desfile del orgullo gay. Una vez pasada la carroza de los profundos, se acercaba la de la Universidad Miskatonic, pero había algo raro en ella. En vez de los típicos profesores y científicos sexy de todos los años, había una especie de hombres peludos que daban zarpazos a diestro y siniestro.

-¡Qué raro! Se suponía que este año irían con batas de laboratorio y bañadores al estilo italiano, de esos tan ajustados que es como si no llevaran nada, llevaran nada, llevaran nadaaaaa... -dijo el cíclope.

-No sólo eso, parece que están atacando al público -añadió Summanus. -Creo que esos tipos no son los que deberían ir en la carroza de la Miskatonic.

La carroza llegó hasta ellos. El conductor tenía la pinta de un hombre al que le han amenazado con que no parara el vehículo, y en la parte donde tendrían que estar los científicos sexy, en su lugar, había un grupo de horribles híbridos de hombre con felino, peludos, con largos y puntiagudos dientes, y garras con las que atacaban a la gente mientras lanzaban rugidos.

-¿Son hombres pantera? -preguntó Summanus.

-¡No! ¡Son hombres gato! ¡Gatoooooos! -exclamó Brontes mientras brincaba de manera bastante vergonzosa.

-¡Calma! No son gatos, son algún tipo de híbrido entre hombres y grandes felinos, parecen agresivos, así que tendremos que detenerlos antes de que se coman a alguien del público. ¡¡¡Eh, hombres bestia, miradme!!!

Summanus comenzó a danzar y a bailar con su estrafalario traje, cosa que llamó poderosamente la atención de los hombres pantera, que dejaron de lanzar zarpazos a la gente. Durante unos instantes estuvieron mirando al dinosauroide con curiosidad en sus ojos felinos, pero repentinamente dieron un salto sobre él y comenzaron a atacarlo como si Summanus hubiera ofendido a sus santas madres. El dinosauroide utilizó su agilidad para quitárselos de encima, pero parecía que había llamado demasiado su atención, y seguían intentando saltar sobre él. Cuando pensó que el ataque sería definitivo, los hombres pantera giraron la cabeza hacia un punto de la calzada. Allí había un punto rojo que era señalado por un puntero láser y los hombres pantera fueron inmediatamente allí intentando cogerlo. Summanus siguió el haz del láser y vio que el que lo portaba era el mismísimo Brontes.

-¡Te lo he dicho! Serán todo lo hombres pantera que quieras, pero siguen siendo gatos. Y desde hace tiempo llevo siempre un puntero láser para quitarme de encima a esas horribles fieras.

-¡Perfecto, ahora haz algo para detenerlos! -exclamó Summanus.

Los hombres pantera intentaban capturar infructuosamente el punto rojo, mientras se enfadaban entre ellos y se gruñían, momento que aprovechó Brontes para sacar otra de sus armas del arsenal anti-gatos con el que iba a todas partes ¡Una caja! Los hombres pantera vieron la caja de cartón y no pudieron evitarlo, saltaron a su interior y allí dentro siguieron gruñéndose y dándose zarpazos los unos a los otros.

-Ahora cierra la caja y se acabó el problema, acabo de llamar a un Byakhee Exprés para que se la lleve -dijo Brontes.

Ni había terminado la frase y el citado byakhee pasó sobre ellos, cogió la caja y se la llevó. Eran más de diez hombres pantera los que había dentro, pero la criatura era lo suficientemente poderosa para poder cargar con ellos.

-Uy ¡qué pronto hemos acabado hoy con la amenaza! -dijo Brontes metiéndose las manos en los bolsillos.

Y un nuevo estrépito apareció, esta vez entre el público. Era un gigantesco robot con forma de hombre pantera, pilotado por un enloquecido Eye Gore.

-Por hablar -dijo Summanus.

-¿Es que no podemos tener ni un año un desfile sin que venga un robot gigante a estropearlo todo? -preguntó Brontes.

-Bueno, al menos nos ha ahorrado buscar al que ha soltado a esas criaturas de antes. Es Eye Gore.

-¡¡¡Soy el señor de los Hombre Pantera!!! -exclamó el villano desde los controles del robot, que para variar se encontraban en su cabeza.

-¿Y qué hacemos para detener a este intento de robot de los Power Rangers? -preguntó Summanus.

-Pues mira, yo he venido hoy aquí a pasármelo bien, no a pegarme con villanos, así que...

El fibroso cuerpo de Brontes comenzó a chisporrotear y a soltar pequeñas descargas, tras lo que sonó un tremendo trueno en los cielos. El robot gigante alzó la cabeza con curiosidad... y como se suele decir, la curiosidad mató al gato, pues del nubarrón que había convocado Brontes cayó un rayo que hizo estallar los controles del robot y este cayó al suelo totalmente inutilizado.

-A veces me das miedo -musitó Summanus.

-¿Qué miedo ni qué leches! ¡Estamos en una fiestaaaaa!

 Brontes comenzó a bailar al ritmo de la música y la gente pasó olímpicamente del robot y miró al gigante de dos por dos que movía el cuerpo de forma tan rítmica, y eso les llevó otra vez al traje ridículo de Summanus.

-Aaaay, prefería cuando estaban los hombres pantera -dijo el dinosauroide resignado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario