31 de octubre. Dunwich.
El autobús fue cruzando la apartada y, antiguamente, aislada comunidad del valle del Miskatonic. Algunos habitantes de la localidad se asomaron a las ventanas de sus casas por mera curiosidad. Ahora era más habitual la llegada de forasteros a Dunwich, y ahora no venían sólo para erradicar plagas de seres exteriores, expulsar a semidioses descendientes de Yog-Sothoth, o a luchar guerras de un sólo día. La razón por la que ahora había más visitas a la localidad era precisamente el destino del autobús, los alojamientos rurales de La Llave y La Puerta.
Las welclones observaban con atención la llegada del autobús. En su interior venían las brujas adoradoras de Nyarlathotep, que venían de todas las partes del país. Inicialmente iban a venir mediante una jugarreta espaciotemporal que tenía que ver con ángulos extraños y matemáticas muy avanzadas, pero la noche de Halloween no era la más recomendable para ese tipo de cosas. Un año, varias brujas intentaron ir a un aquelarre mediante ese procedimiento y acabaron en una fiesta rave alemana.
-¡Welcome, strangers! -les iba diciendo Buhonera según iban bajando del transporte.
Las brujas saludaban a la welclon. Había una gran variedad, había ancianas con capas, brujas de mediana edad, alguna jovencita. Lo que las igualaba a todas era una mirada siniestra y una sonrisa que te hacía preguntarte qué cosas horripilantes se les estaría pasando por la cabeza. Algunas de ellas venían con su demonio familiar, todos ellos con formas de pequeños animales con la excepcional característica de un rostro semihumano que miraba a su alrededor con inteligencia.
Junto a Buhonera estaba Lady Tcho-Tcho, que había venido para informar sobre los avances en el interrogatorio a sus prisioneros lacertonazis.
-Estos parece que han sido bien entrenados. No abren la boca, sólo recitan alguna especie de trabalenguas en lengua reptiliana que parece un ritual de cortejo de serpientes. Es bastante desagradable.
-Pues no me gusta nada eso. El ataque de los reptilianos no ha podido ser una casualidad. Todos los años alguien la lía esta noche.
-¿Puede que sea el mismo Nyarlathotep, ya que están por aquí su siervas? -preguntó Lady Tcho-Tcho.
-Nah, ¿para qué iba a hacer algo así? Los planes del Caos Reptante suelen ser más sutiles y elaborados que manipular a unos reptilianos nazis.
Canina iba marcando el camino a las recién llegadas hacia la carpa donde se realizaría la WitchCon, donde esperaban el resto de las welclones, excepto Vampirella y Reina Serpiente, que seguían con los prisioneros. En la carpa había un estrado, una gran cantidad de sillas, puestos con comida y una pequeña tienda que había montado Buhonera para vender sus cosas. También había una barra de bar en la que Kate La Roja ya se había pimplado media botella de whiskey. En la WitchCon iba a haber una mesa redonda, un debate y un partido de balón prisionero, después habría una pequeña fiesta de celebración de la noche de las brujas por antonomasia.
Las siervas de Nyarlathotep se encontraron con que las brujas de Shub-Niggurath ya habían llegado. A diferencia de ellas, que vestían de un modo más recatado, las servidoras de La Cabra Negra llevaban vestidos de noche que no serían los mas indicados para el octubre de Nueva Inglaterra. Hubo varios murmullos y algunos familiares mascullaron algunas palabras, cosa que dejaba en evidencia que había un poco de tensión entre los dos tipos de brujas.
Una vez estuvieron reunidas todas las brujas, las welclones las fueron colocando en sus respectivos sitios y se prepararon para el comienzo de las actividades. Hubo saludos tímidos entre los dos grupos de brujas, pero todo parecía ir yendo bien. Aunque las welclones no estaban tranquilas. Estaban preparadas para cualquier eventualidad.
La primera actividad dio comienzo. El tema a tratar en la mesa redonda era el día a día de ser bruja en el siglo XXI. El objetivo era que las brujas fueran hablando de sus actividades para que vieran que no había tantas diferencias entre ellas y, poco a poco, ir limando asperezas. Comenzó hablando una sierva de Nyarlathotep, que estuvo explicando cómo era su vida en la gran ciudad y cómo tenía que enfrentarse a los tópicos y a las creencias erróneas de sus vecinos. Durante todo el rato hubo un par de brujas de Shub-Niggurath que no paraban de farfullar, cosa que no gustó nada a sus colegas de El Hombre Negro, pues lo veían como una falta de respeto. Hablaron un par más de brujas, y cuando tomó la palabra una adoradora de Shub-Niggurath, una de las de Nyarlathotep no hizo más que interrumpirla dando a entender que todo lo que decía no era verdad. El ambiente comenzó a caldearse, por lo que las welclones tuvieron que interceder. Dieron por finalizada la mesa redonda y dejaron que las brujas echaran un vistazo a los puestos de comida y el pequeño bar de Kate la Roja. En un momento dado, esta última se acercó a las welclones con un enfado considerable.
-Unas siervas de El Hombre Negro han venido a pedir una copa y se han pasado todo el rato insultando a La Cabra Blanca, y no paraban de insinuar que todas las brujas de Shub-Niggurath son unas putas.
-Llevan toda la noche comportándose un poco como adolescentes, se interrumpen las unas a las otras, cuchichean, no están haciendo nada por acercar posiciones -dijo Hada.
-Lo peor es que no sólo lo están haciendo las de Nyarlathotep. También están habiendo malos comportamientos entre las sieras de La Cabra Negra (o Blanca) -indicó Canina.
-No lo entiendo, cuando propusimos esto, todas parecían estar de acuerdo ¿por qué están actuando de una forma tan tonta? -se preguntó Hada.
De repente les llegó a los oídos lo que parecía ser una reyerta. Se dirigieron al lugar donde estaba sucediendo y se encontraron a varias brujas de ambos bandos diciéndose de todo. Una de las de Shub-Niggurath tenía el vestido rasgado y una de Nyarlathotep estaba cubierta por un refresco que había sido lanzado desde el otro bando.
-¡Calma, calma! -intentó interceder Antorcha, pero un perrito caliente salió disparado de algún lugar y le dio directo en la cara. -¡A ver! ¡¿Quién ha sido?! ¡Parecéis niñas!
-Sí, pero algunas visten como pilinguis -dijo una de las brujas de El Hombre Negro.
-Al menos no llevamos un pokemon en el hombro para saber que somos brujas -le respondió una de La Cabra Negra (o Blanca).
Las brujas de ambos bandos se iban acercando al lugar de la discusión y se iban poniendo del lado de sus compañeras, formándose dos facciones claras que, en cualquier momento, podían entrar en enfrentamiento directo. Las acusaciones pasaron directamente a insultos y otra vez volaron refrescos y comida en ambas direcciones. Las welclones intentaban poner orden, pero cada vez la cosa se ponía peor, hasta que una bruja de Shub-Niggurath soltó algo que las de Nyarlathotep consideraron una gravísima blasfemia contra su señor y fue cuando las cosas pasaron de insultos y acusaciones a enfrentamiento directo. Las brujas se lanzaron las unas contra las otras como dos ejércitos que hubieran estado esperando el aviso de sus generales y comenzaron a darse garrotazos de todo tipo y a activar hechizos de acción instantánea. Se veía a familiares salir disparados por patadas y a otros lanzándose al cuello de las rivales. La cosa estaba totalmente fuera de control y las welclones intentaban detener la batalla, pero eran recibidas por algún hechizo -como el que convirtió a los perritos calientes en criaturas que cantaban electrolatino- o algún guantazo. Kate la Roja perdió la paciencia y se metió de lleno en la reyerta atacando a las brujas de Nyarlathotep sin ningun contemplación y, finalmente, debido a los golpes y los rayos lanzados, la carpa terminó por caer al suelo y cubrir a las combatientes.
Las welclones consiguieron salir de la zona de batalla -o lo que es lo mismo, la carpa caída- y se miraron las unas a las otras incrédulas, preguntando qué podían hacer para detener esa locura. Y en esto estaban cuando apareció corriendo Vampirella.
-Hemos conseguido hacer hablar a los prisioneros. El ataque de el otro día fue una pantomima. Lo hicieron para que estuviéramos pendientes de posibles incursiones de RNLO pero su verdadero plan no era ese. Su plan era infiltrar a reptilianos en ambas facciones de brujas y provocar una batalla para que se destruyeran entre ellas -explicó la welclon.
-¡Diantres! Todas hemos sido manipuladas por esos malditos lagartos. Debemos parar como sea esta locura -dijo Blindada.
Buhonera y Ruiseñor se dieron por aludidas, y después de que las brujas salieran de debajo de la carpa, cogieron aire y gritaron al unísono:
-¡¡¡DETENED EL COMBATE!!! ¡NOS HAN MANIPULADO! ¡¡¡PARAD TODAS!!!
Las brujas pararon de luchar. Los vestidos de noche y las ropas recatadas eran ahora jirones y deshechos del vestuario de una película de cavernícolas. Los puestos de comida y bebida estaban todos destruidos y los perritos calientes electrolatinos estaban pisoteados (pero seguían cantando, los muy...).
-¡Escuchad! -exclamó Buhonera -Los reptilianos Nazis del Lado Oscuro se han infiltrado entre vosotras y son los que han pasado toda la noche metiendo cizaña y chinchando para aprovechar vuestras diferencias y provocar una batalla. Entre vosotras hay lagartos haciéndose pasar por compañeras.
-¡¿Qué pruebas tienes de eso?! -exclamó una sierva de El Hombre Negro.
-Mmmm quizás esta -dijo Kate la Roja, que lanzó un sencillo hechizo de Visión Verdadera, que hizo que los hologramas de los reptilianos fallaran y se vieran descubiertos ante ellas.
-Mierda -dijo uno de los lacertonazis-. Misión fallida ¡¡¡preparen los vehículos de combate!!!
Y de la campiña de Dunwich comenzaron a llegar los sonidos de maquinaria de guerra. En breves instantes, las welclones y las brujas se encontraron con la llegada de varios PanzerUFOs de los Zeta Reticulanos acompañados por armaduras de batalla de los RNLO y dos tanques.
-¡¡¡Essssstaisss acabadassss, sssuciasss brujassss!!! -exclamó uno de los reptilianos que habían estado infiltrados, pero fue silenciado por la patada de una de las brujas de Nyarlathotep y un puñetazo de una de Shub-Niggurath. Estas se miraron y después dirigieron la mirada contra los vehículos de batalla. Estaba claro lo que había que hacer.
-¡¡¡Hermanas, todas unidas, contra los reptilianos!!! -exclamó Kate la Roja.
Las brujas, tanto de El Hombre Negro como de La Cabra Negra (o Blanca) se lanzaron como una manada de carnívoros sobre una indefensa presa y, antes de que pudieran defenderse, ya estaban sobre los vehículos reptilianos y aliens. Las welclones se iban a unir a la batalla, pero se dieron cuenta de que no hacía falta. Las brujas se bastaban y se sobraban.
-Tanto pensar en cómo haríamos para unirlas y nunca se nos ocurrió algo tan simple -dijo Hada.
-Nada une tanto como un enemigo común -dijo Blindada.
Y allí quedaron las welclones, a la luz del fuego de las explosiones, disfrutando de un trabajo bien hecho.
-Unas siervas de El Hombre Negro han venido a pedir una copa y se han pasado todo el rato insultando a La Cabra Blanca, y no paraban de insinuar que todas las brujas de Shub-Niggurath son unas putas.
-Llevan toda la noche comportándose un poco como adolescentes, se interrumpen las unas a las otras, cuchichean, no están haciendo nada por acercar posiciones -dijo Hada.
-Lo peor es que no sólo lo están haciendo las de Nyarlathotep. También están habiendo malos comportamientos entre las sieras de La Cabra Negra (o Blanca) -indicó Canina.
-No lo entiendo, cuando propusimos esto, todas parecían estar de acuerdo ¿por qué están actuando de una forma tan tonta? -se preguntó Hada.
De repente les llegó a los oídos lo que parecía ser una reyerta. Se dirigieron al lugar donde estaba sucediendo y se encontraron a varias brujas de ambos bandos diciéndose de todo. Una de las de Shub-Niggurath tenía el vestido rasgado y una de Nyarlathotep estaba cubierta por un refresco que había sido lanzado desde el otro bando.
-¡Calma, calma! -intentó interceder Antorcha, pero un perrito caliente salió disparado de algún lugar y le dio directo en la cara. -¡A ver! ¡¿Quién ha sido?! ¡Parecéis niñas!
-Sí, pero algunas visten como pilinguis -dijo una de las brujas de El Hombre Negro.
-Al menos no llevamos un pokemon en el hombro para saber que somos brujas -le respondió una de La Cabra Negra (o Blanca).
Las brujas de ambos bandos se iban acercando al lugar de la discusión y se iban poniendo del lado de sus compañeras, formándose dos facciones claras que, en cualquier momento, podían entrar en enfrentamiento directo. Las acusaciones pasaron directamente a insultos y otra vez volaron refrescos y comida en ambas direcciones. Las welclones intentaban poner orden, pero cada vez la cosa se ponía peor, hasta que una bruja de Shub-Niggurath soltó algo que las de Nyarlathotep consideraron una gravísima blasfemia contra su señor y fue cuando las cosas pasaron de insultos y acusaciones a enfrentamiento directo. Las brujas se lanzaron las unas contra las otras como dos ejércitos que hubieran estado esperando el aviso de sus generales y comenzaron a darse garrotazos de todo tipo y a activar hechizos de acción instantánea. Se veía a familiares salir disparados por patadas y a otros lanzándose al cuello de las rivales. La cosa estaba totalmente fuera de control y las welclones intentaban detener la batalla, pero eran recibidas por algún hechizo -como el que convirtió a los perritos calientes en criaturas que cantaban electrolatino- o algún guantazo. Kate la Roja perdió la paciencia y se metió de lleno en la reyerta atacando a las brujas de Nyarlathotep sin ningun contemplación y, finalmente, debido a los golpes y los rayos lanzados, la carpa terminó por caer al suelo y cubrir a las combatientes.
Las welclones consiguieron salir de la zona de batalla -o lo que es lo mismo, la carpa caída- y se miraron las unas a las otras incrédulas, preguntando qué podían hacer para detener esa locura. Y en esto estaban cuando apareció corriendo Vampirella.
-Hemos conseguido hacer hablar a los prisioneros. El ataque de el otro día fue una pantomima. Lo hicieron para que estuviéramos pendientes de posibles incursiones de RNLO pero su verdadero plan no era ese. Su plan era infiltrar a reptilianos en ambas facciones de brujas y provocar una batalla para que se destruyeran entre ellas -explicó la welclon.
-¡Diantres! Todas hemos sido manipuladas por esos malditos lagartos. Debemos parar como sea esta locura -dijo Blindada.
Buhonera y Ruiseñor se dieron por aludidas, y después de que las brujas salieran de debajo de la carpa, cogieron aire y gritaron al unísono:
-¡¡¡DETENED EL COMBATE!!! ¡NOS HAN MANIPULADO! ¡¡¡PARAD TODAS!!!
Las brujas pararon de luchar. Los vestidos de noche y las ropas recatadas eran ahora jirones y deshechos del vestuario de una película de cavernícolas. Los puestos de comida y bebida estaban todos destruidos y los perritos calientes electrolatinos estaban pisoteados (pero seguían cantando, los muy...).
-¡Escuchad! -exclamó Buhonera -Los reptilianos Nazis del Lado Oscuro se han infiltrado entre vosotras y son los que han pasado toda la noche metiendo cizaña y chinchando para aprovechar vuestras diferencias y provocar una batalla. Entre vosotras hay lagartos haciéndose pasar por compañeras.
-¡¿Qué pruebas tienes de eso?! -exclamó una sierva de El Hombre Negro.
-Mmmm quizás esta -dijo Kate la Roja, que lanzó un sencillo hechizo de Visión Verdadera, que hizo que los hologramas de los reptilianos fallaran y se vieran descubiertos ante ellas.
-Mierda -dijo uno de los lacertonazis-. Misión fallida ¡¡¡preparen los vehículos de combate!!!
Y de la campiña de Dunwich comenzaron a llegar los sonidos de maquinaria de guerra. En breves instantes, las welclones y las brujas se encontraron con la llegada de varios PanzerUFOs de los Zeta Reticulanos acompañados por armaduras de batalla de los RNLO y dos tanques.
-¡¡¡Essssstaisss acabadassss, sssuciasss brujassss!!! -exclamó uno de los reptilianos que habían estado infiltrados, pero fue silenciado por la patada de una de las brujas de Nyarlathotep y un puñetazo de una de Shub-Niggurath. Estas se miraron y después dirigieron la mirada contra los vehículos de batalla. Estaba claro lo que había que hacer.
-¡¡¡Hermanas, todas unidas, contra los reptilianos!!! -exclamó Kate la Roja.
Las brujas, tanto de El Hombre Negro como de La Cabra Negra (o Blanca) se lanzaron como una manada de carnívoros sobre una indefensa presa y, antes de que pudieran defenderse, ya estaban sobre los vehículos reptilianos y aliens. Las welclones se iban a unir a la batalla, pero se dieron cuenta de que no hacía falta. Las brujas se bastaban y se sobraban.
-Tanto pensar en cómo haríamos para unirlas y nunca se nos ocurrió algo tan simple -dijo Hada.
-Nada une tanto como un enemigo común -dijo Blindada.
Y allí quedaron las welclones, a la luz del fuego de las explosiones, disfrutando de un trabajo bien hecho.
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