lunes, 4 de abril de 2016

Weird Bio-Hazard (parte 7): Dunwich Total Warfare

16:30 h. Campamento Morlock / Alfa Strike

Tras la comida, los morlocks y los dioses pudieron tomar un merecido descanso. Pero en el campamento se respiraba una atmósfera de tensión. Aquello era la calma que precedía a la tormenta, y, en cualquier momento la violencia podía estallar en toda su furia. Con el sistema de defensa contra incursiones dimensionales destruido y los defensores en el exterior derrotados, la siguiente tentativa por parte de BioGen había sido usar a la progenie blasfemia y oscura de Shub-Niggurath, pero eso también había fallado. Como consecuencia de esto, el campo de batalla resultante no era un lugar grato para estómagos sensibles. Los restos de los minitanques de los Reptilianos Nazis del Lado Oscuro poblaban la zona, destruidos, irónicamente, por las tácticas de blitzkrieg usadas por los morlocks comunistas. Los cadáveres de los retoños oscuros caídos supuraban el indescriptible y bituminoso icor que hacía el papel de sangre en estos seres, mezclándose con el aceite de motor, el combustible y la sangre. Aunque los morlocks habían sufrido bajas, la mayor parte de los cadáveres correspondían a los reptilianos y sus aliados humanos, los mercenarios de Omicron Scorpions. Pero los soldados de fortuna encargados de la seguridad de las instalaciones no habían podido resistir la embestida de los dioses de Alfa Strike. Pero, aunque las batallas de la mañana se habían saldado con la victoria de los atacantes, la guerra de Dunwich aún no había finalizado.

Summanus fue el primero en advertirlo. El dios etrusco de las tormentas nocturnas se alzó y contempló el horizonte cual atento vigía. Aunque si hubiera sido Ares, Set o Thor, el efecto habría sido más impresionante. A fin de cuentas, Summanus es muy delgado y pálido, por lo que parece el primo guapo de Nosferatu. Pero la cosa no mejoró, ya que, tras él, se alzó El que Legisla tras el Umbral, el primigenio abogado, que era más alto, más delgado, y tenía cuatro brazos escasamente musculosos. No tardaron en seguirles Brontes, N'kari, Thor y todos los demás. Enseguida los morlocks y los demonios voladores comunistas, los cacodemonios, se contagiaron de la actitud expectante de las deidades. Algo se acercaba.

No tardaron mucho en llegar por el horizonte un grupo numeroso de helicópteros de transporte de tropas con el logo de Omicron Scorpions: un escorpión inscrito dentro de un círculo. A medida que se aproximaban, los dioses sabían que había llegado el momento de la confrontación final. De hecho, Ares, que se había hecho con unos prismáticos, los estudiaba con particular interés. Aquellos eran unidades del CH-47D Chinook, por lo que esperaban un importante despliegue de tropas pesadas. Consciente de la gravedad de la situación, se dirigió ha hablar con Loki, Perun y Harvey. Los cuatro estuvieron discutiendo rápidamente la estrategia a adoptar. Tras el intercambio de ideas, llamaron a los demás dioses y a los oficiales morlocks y cacodemonios para transmitir las nuevas órdenes. Poco después, con la misma eficiencia con la que ejecutaban las maniobras de combate, cacodemonios y morlocks se retiraron y adoptaron una formación defensiva. Por su parte, los dioses del trueno se situaron en una línea y comenzaron a convocar a la tormenta. Las nubes comenzaron a arremolinarse y cubrir el cielo, oscureciendolo y dejando el Valle en una semipenumbra sólo iluminada por los relámpagos que se movían por el interior de la creciente tempestad.

Cuando los helicópteros entraron en el área cubierta por las nubes, se desató la furia de los cielos. Durante los primeros minutos llegaron a caer 15 rayos por segundo. Los pilotos se vieron forzados a tratar de maniobrar entre la brutal tormenta, pero muchos aparatos resultaron dañados, estrellándose o realizando aterrizajes forzosos. Los morlocks contemplaban atónitos el despliegue de poder de Alfa Strike mientras los Chinook iban cayendo, bien con los pilotos luchando por lograr tomar tierra, bien con daños tan graves que cualquier intento de evitar la colisión era fútil.

Cuando por fin la tormenta comenzó a amainar, con todos los helicópteros ya caídos, los dioses, los posthumanos y Harvey contuvieron el aliento expectantes. Aun era demasiado pronto para cantar victoria. De enter el humo y los destrozados vehículos caídos surgieronlas tropas supervivientes. Demasiadas para la violenta tempestad y la brutal caída de muchos de los Chinook. Algo no iba como esperaban. A medida que las tropas enemigas se reagrupaban y posicionaban, se iban dibujando unas figuras que eran demasiado voluminosas para ser simples humanos. Finalmente Omicron Scorpions había comenzado a desplegar sus unidades de tropas pesadas equipadas con armaduras potenciadas, unos exoesqueletos blindados que aumentaban las capacidades naturales de los soldados y les permitían cargar armamento más pesado junto con una mayor protección. El resultado iba a ser puesto a prueba contra Alfa Strike y los incursores morlock, al mismo tiempo que un destacamento de las mismas estaba desplegado en los niveles inferiores de los laboratorios de BioGen. Aunque estos se iban a encontrar con una ofensiva que no esperaban y para la que no estaban preparados para luchar.

A medida que se desplegaban los Acorazados, designación que recibían estas tropas con sus armaduras potenciadas, surgía tras ellos una nueva oleada de soldados que salían de algunos de los helicopteros siniestrados, aunque en número mucho menor. Estos últimos iban equipados con exoesqueletos de mayor envergadura, lo que les hacía destacar por encima de los ya de por sí voluminosos acorazados de Omicron Scorpions. El esquema de color grisáceo, las insignias de serpientes y las esvásticas indicaban su afiliación al ejército de los Reptilianos Nazis del Lado Oscuro. Mientras que los soldados humanos iban armados con fusiles de asalto pesados, lanzacohetes, ametralladoras y espadas para el combate cuerpo a cuerpo, los enormes caminantes de los RNLO, que serían conocidos como los Ritter (Caballeros), estaban equipados con grandes ametralladoras, pesados cañones automáticos y garras mecánicas. Aquel despliegue tecnológico y armamentístico demostraba hasta donde habían sido capaces de llegar los reptilianos. Sin embargo, no habían desplegado ningún robot gigante, como hicieron durante aquel desafortunado ataque anfibio a la playa de Martini Beach.

A medida que el suelo temblaba por el acercamiento de las tropas enemigas, los morlocks se encaminaron a sus vehículos y los motores no tardaron mucho en comenzar a rugir. En sus afustes, las armas eran revisadas y preparadas, en los puestos de conducción, los pilotos se aseguraban de que todo estuviera en orden. A una señal dada por Loki, los dioses cargaron, con los flancos cubiertos por las tropas morlocks. Perun, montado en su fiel y acorazado Misha, guiaba la carga, lanza en ristre. Junto a él, en sus motos roja y azul, lanzaban gritos de guerra Raijin y Fujin enarbolando sus katanas. Thor invocaba al trueno y la tormenta, que comenzaba de nuevo a descargar su furia elemental ante la ira de los dioses, mientras el nórdico guiaba el carro tirado por sus cabras y, a su lado, El que Legisla tras el Umbral apuntaba sus armas, dispuesto a abrir fuego en cuanto sus adversarios estuvieran a tiro. Como en la primera carga, N'kari y Summanus montaban un descomunal rinoceronte, con una lanza  él y ella con su escopeta épica de acero de dioses. Por su parte, Ares volvía a cabalgar el destrero negro, con un AK-74 en una mano y la espada desenvainada en la otra. Y, por último, Odín y Zeus, montados en Geri y Freki, enarbolaban sendas lanzas. Tan sólo Shubbi quedó atras, aguardando y contemplando el comienzo de la batalla.

Harvey y Brontes optaron por montar en el Shantak, que, pese al sobrepeso de la masa del dios, logró alzarlos para sobrevolar el campo de batalla y guiar a los cacodemonios en un primer ataque. Bajo las instrucciones del miembro de los Pickman, las fuerzas aéreas de los morlocks iniciaron un brutal ataque lanzando múltiples pasadas sobre las tropas acorazadas, tratando de esquivar los disparos y causar los mayores daños posibles.

Lo que parecía ser un ataque frontal suicida pronto se convirtió en una pesadilla para los confiados soldados de Omicron Scorpions y RNLO. Utilizando nuevamente las tácticas de movilidad, los morlocks y los dioses se conviertieron en un enjambre de elementos independientes que se lanzaban a hostigar a sus adversarios. Esto, combinado con el bombardeo de bolas de plasma de los cacodemonios y la renovada tormenta, convirtió el campo de batalla en una pesadilla.

Mientras, Brontes, desde lo alto, guió al Shantak entre las nubes y desviaba los rayos para evitar que fuera dañado o los guiaba hacia los poderosos ritter. Por su parte, Harvey, aprovechando sus conocimientos arcanos, lograba invocar nuevamente a los retoños oscuros, que no dudaron en acudir a la llamada del aliado de Shubbi y darse un manjar de carne enlatada. La batalla se iba desarrollando en un nivel muy equilibrado de poder. Los morlocks eran expertos combatientes y las artilleras tenían una excelente puntería, pero el blindaje de sus vehículos no era tan fuerte, y muchos quedaron destrozados. Pero esto no impedía que la lucha se siguiera desarrollando por los ahora soldados de infantería, dispuestos a seguir combatiendo pese a la inferioridad en cuanto a protecciones. Los dioses de Alfa Strike, aunque numéricamente inferiores, eran capaces de plantar cara a estas tropas blindadas y potenciadas. Los cacodemonios, con su gruesa piel y su habilidad de vuelo, eran una pesadilla aérea, capaz de lanzar una descarga de plasma tras otra en un picado para, a continuación, alejarse a toda velocidad, acompañados por el shantak, y Harvey, que con su maza también lograba causar daños. Los retoños, liderados por Shubbi, eran una fuerza a tener en cuenta, aunque estaban en menor número que durante su primera intervención.

Por su parte, los acorazados de Omicron Scorpions, pese a su grueso blindaje y la calidad y poder de sus armas, se veían limitados ante el poder en bruto de sus rivales divinos. Pese a todo, lograban mantener el tipo, y sólo su entrenamiento de combate y la potencia de sus armaduras les permitían aguantar. Los reptilianos, llenos de odio hacia sus rivales naturales, los morlocks, se las veían para lograr detener a esos molestos y extremadamente móviles adversarios. Por ello, la batalla era sumamente dura, con un equilibrio difícil de romper entre las partes.

Con la situación tan difícil, donde un movimiento que cogiera al rival por sorpresa decantaría la victoria, Brontes hizo su jugada. Dejando a Harvey al mando del Shantak y enarbolando sus dos martillos, saltó al vacío para aterrizar con toda su mole en medio del campo de batalla.

Se desencadenó la furia divina del griego en un torbellino de golpes letales. Brontes era una montaña de músculos que se movía con una velocidad y agilidad sorprendentes para su tamaño, un juggernaut que atacaba a sus adversarios con una fuerza titánica e invocaba el rayo y el trueno con espantosa facilidad. Además, como dios de la forja y hacedor, era un experto ingeniero, que sabía identificar los puntos débiles de aquellos exoesqueletos. 

La entrada en acción del coloso griego había supuesto la rotura del equilibrio. Tras un largo, casi interminable combate que había puesto a prueba el aguante de las máquinas y sus tripulantes, durante una exasperante y caótica hora, el fiel de la balanza comenzaba a inclinarse a favor de Alfa Strike.

Pero aquella lucha en la que los dioses y morlocks comenzaban claramente a imponerse, se vio de repente truncada por un acontecimiento inesperado: los dioses sintieron una poderosa perturbación, un poder liberado y multiplicado por la rabia, y un grito que sólo ellos pudieron escuchar: ¡"YO SOY DELTA WAVE WELCOME! ¡YO TENGO EL PODER!".

A continuación, un fuerte temblor de tierra logró detener el combate, ya que, desde las profundidades de la tierra, algo se estaba abriendo paso. Tras una explosión que levantó el suelo, una enorme cabra blanca de tres cabezas, tan grande como un retoño oscuro, surgía, con Delta Wave Welcome montada sobre ella. Tras esa extraña aparición, surgieron serpenteantes una masa de tentáculos. La batalla final había comenzado.

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