miércoles, 21 de diciembre de 2016

Weird Christmas III: La Navidad de Vinnie West (parte 1)

El solsticio de invierno era una ocasión especial en Arkham. No sólo por la celebración de la Navidad, ya que las festividades solares asociadas a esa fecha eran muy diversas y afectaban de diferentes maneras a profundos, gules, morlocks comunistas, reptilianos nazis, extrañas y olvidadas sectas de Kingsport, etc. Por ello, eran unas fechas en las que no era raro que pasaran cosas más raras de lo habitual en Arkham. Por eso, las fuerzas vivas de la ciudad habían tomado medidas: los Pickman se habían ido a pasar unos días a Kingsport; Kate y Welcome habían optado por pasar las fiestas con las Welclones en Dunwich, por lo que iban a estar bien acompañadas; El que Legisla tras el Umbral había intentado librarse, pero le tocaba quedarse de guardia para asesorar al alcalde; el máximo mandatario de la ciudad se había parapetado con su mujer, su amante y los hijos en el edificio de la alcaldía por lo que pudiera pasar. La última vez había estado fuera de la ciudad y, aunque le habían mantenido ignorante de lo sucedido, acabó por enterarse. Si se iba a producir un nuevo Mad Arkham of Battlecraft quería saberlo y estar preparado. Por lo tanto, la Universidad y La Llave y la Puerta quedaban en las ¿expertas? manos del primigenio abogado, junto con Brontes, Unglaublich, Araknek y Pequeña T'auin. ¿Qué podía salir mal? Bueno, claro que algo podía salir mal. Aunque técnicamente estaba disfrutando de unos días de vacaciones que se le debían, Summanus se había quedado en la ciudad haciendo compañía a Vinnie West. El fracasado aprendiz de reanimador estaba bajo de ánimos desde que Marty Eye Gore regresó a la ciudad y no había querido volver a trabajar con él. Además, desde lo de Dunwich, a veces pasaban cosas más raras de lo normal con no-muertos. Y Summanus se temía que tal vez Vinnie estaba haciendo algo bien aunque fuera por casualidad.

Por ello, en La Llave y la Puerta, el campus universitario y la alcaldía, se iba produciendo curiosas estampas navideñas. En la alcaldía, el gobierno de la ciudad estaba disfrutando de las vacaciones propias de la estación. Por su parte, el alcalde Rice, parapetado en el interior del edificio, escudriñaba con atención las calles de la ciudad. Todo parecía normal, es decir, normal para lo que sería una ciudad universitaria mediana que no fuera Arkham. Pero sabía que podía ser la calma que precede a la tormenta. Por ello, mientras sus hijos se distraían con los videojuegos (había instalado una consola con conexión a red en uno de los salones del edificio, incluso desde su despacho se oían algunos gritos ocasionales mientras reventaban demonios en DOOM y masacraban jugadores online), y su mujer y su amante se llevaban sorprendentemente bien (empezaba a sospechar que tal vez no había sido tan buena idea usar a Welcome para que ambas aceptaran participar en ese encierro navideño. La joven Evangeline podía ser persuasiva, pero también tenía una visión bastante peculiar del mundo), el alcade aguardaba el informe de El que Legisla tras el Umbral. El abogado, que había cambiado su habitual traje negro por un disfraz de Santa Claus, se había hecho acompañar por Pequeña T'auin. La enorme galápago, con sus cuatro damanes y su disco rodeado por una serpiente que se muerde la cola y el árbol del mundo bonsai había aceptado ponerse a su servicio temporalmente para cambiar un poco de aires. Lamentablemente, no se había librado del "ambiente navideño": tanto la tortuga como los damanes llevaban gorritos rojos de Santa Claus, la serpiente tenía enrrollada una guirnalda de espumillón y el árbol del mundo parecía una versión mini del tradicional árbol de navidad. Pero por lo que la tortuga no estaba dispuesta a pasar era por los altavoces con villancicos. En su lugar, y ya que tenía que ayudar a pacificar cualquier situación que se saliera de control, aceptó ponerse el arnés con dos cañones que le habían fabricado y que, para no variar, también habían decorado con espumillón. Para esa ocasión, puestos a elegir que munición cargar, habían optado finalmente por usar munición no letal. Para ello, El que Legisla tenía a su disposición dos depósitos de proyectiles: granadas de adhesivo y pelotas de gomaespuma con un núcleo de plástico.

La tortuga se dedicaba a patrullar en torno a las dependencias que ocupaban el alcalde y su familia. Mientras tanto, El que Legisla tras el Umbral se dirigía al despacho donde le aguardaba Rice. Al entrar, el veterano político se giró y le lanzó una mirada severa. Estaba preocupado. Llevaba bastante en la ciudad como para saber que la calma siempre precede a la tormenta. Y, aunque el único dios del trueno en la ciudad era Brontes, el caos podía proceder de muchas fuentes. El delgado y extraño abogado se cuadró casi de forma militar y procedió a poner al día al alcalde Rice. Desde que R'lyeh se había alzado y vuelto a sumergir y tras el desafortunado incidente con los reptilianos en La Llave y la Puerta, no se había producido ningún otro suceso de gran importancia. Como era habitual, una pequeña cábala de estudiantes que no acababan de comprender que la Miskatonic no era una versión rara de Hogwarts, trataron de invocar a un primigenio, con tan mala suerte que no fallaron, sino que invocaron a Nyarlathotep. Este, por supuesto, no dejo pasar la oportunidad. No se sabe exactamente que les hizo, pero aparecieron más tarde en diferentes lugares de la ciudad vestidos con un estilismo propio de los yithianos y canturreando en aklo. Por suerte no tardaron mucho en recuperarse. Los profundos de Innsmouth habían celebrado la cena de empresa de navidad en el EldritchBurguer, reservando el restaurante al completo y agotando las reservas de comida del mismo, por lo que, durante unos días, este cerró mientras volvían a adecentar el local y recibían a los proveedores. Mientras tanto, Shubbi, el retoño oscuro de Shub-Niggurath que trabajaba como árbol y personal de seguridad en el sitio, aprovechó para pasar unos días en Dunwich. Esto fue recibido con gran regocijo por parte del sector más vándalo de la juventud, que tenía al retoño como un enemigo directo. Las pintadas y demás actos de gamberrismo se multiplicaron durante esos días. Al regresar este, no tardaron mucho en arreglarse los daños y en suceder una serie de extraños fenómenos que acabaron con los gamberros más conocidos seriamente escarmentados. Y así, sucedieron una serie de pequeños eventos que conformaban la rutina de Arkham. Pero Rice no se sentía del todo tranquilo. Por el momento, no podía hacer otra cosa que esperar y observar el desarrollo de los acontecimientos.

Mientras tanto, en La Llave y la Puerta, Brontes, Unglaublich y Araknek recorrían los pasillos de la residencia haciendo una ronda rutinaria. Con las vacaciones de navidad, el grueso de los estudiantes y otros huespedes se habían ausentado, por lo que la ocupación era muy baja y era de agradecer. Siempre estaban los típicos que aprovechaban para organizar alguna que otra fiesta navideña, pero era la actividad universitaria normal de jolgorio. Luego estaban los que trataban de montar algún asunto ocultista, la mayoría con escaso resultado, y los pocos que tenían algo de éxito se las tenían que ver con Brontes, Araknek y Unglaublich. Por otro lado, estaban los pesados de la secta del Gran y Poderoso E. Ataviados con sus túnicas de color rojo oscuro, se reunían en sus habitaciones y en la que tenían para el trono en donde supuestamente estaba su dios. Lo bueno que tenían es que no generaban molestias de carácter sobrenatural o interdimensional, aunque eso no quitaba que fueran unos pesados. De vez en cuando se los veía solos, en pareja o en pequeños grupos rondando por la residencia, el campus y la ciudad. Al contrario que otros grupos religiosos, no eran particularmente proselitistas, Aunque su costumbre de organizar pequeñas reuniones en las que se ponían a cantar las loas de su deidad, consistentes principalmente en repetir como un mantra salmodiado la letra E resultaban molestas al final. Eso sí, cuando querían montaban unas buenas fiestas. Pero seguían siendo una incógnita para todos. ¿Realmente existía El Gran y Poderoso E o era todo una locura de un grupo de sectarios? Mientras reflexionaban sobre esto, Brontes, Unglaublich y Araknek se cruzaron con un par de los adoradores del dios vocal que llevaban una caja de cartón de la que sobresalían diversos adornos navideños. Intrigados, los siguieron y se ofrecieron a ayudarles. Poco más tarde, los tres, rebozados en guirnaldas de luces, espumillón y con gorros navideños, estaban colaborando en la decoración de la habitación del trono del Gran y Poderoso E. Se sentían un poco ridículos, pero al menos no estaba sucediendo nada sobrenatural.

Por otro lado, Summanus se estaba encargado de vigilar a Vinnie West. El aprendiz de reanimador llevaba un año bastante raro. Primero con los acontecimientos de Mad Arkham of Battlecraft, donde acabó no demasiado bien. Posteriormente, pareció seguir la rutina habitual de pequeños desastres y fracasos sin que ninguno de sus experimentos saliera bien. Y encima Marty Eye Gore se había largado y le había dejado sólo. Luego ya, cuando le dio por irse de acampada a la zona de Dunwich, acabó bañado por una especie de sustancia líquida blancuzca que le produjo un pequeño episodio de amnesia. Y desde entonces no había levantado cabeza. Por lo menos llevar la carnicería le ayudaba a mantenerse ocupado, ya que no progresaba mucho con sus estudios de medicina. Le resultaba extrañamente satisfactorio dedicarse a la venta de productos cárnicos, y la verdad es que no le iba nada mal. Ocasionalmente tenía algún que otro episodio de pérdida de memoria, cosa que achacaba al incidente de Dunwich, pero no parecía demasiado habitual y siempre eran breves.

Sin embargo, parecía que, por una vez, las cosas le iban saliendo mejor. Summanus le había invitado a pasar las fiestas con él, por lo que, al menos, iba a tener una compañía amistosa para las comidas y cenas más festivas. Por ello, mientras preparaba todo para cerrar durante unos días, estaba ya pensando en que parecía que por fin le podían salir las cosas bien. Al salir de la carnicería y echar el cierre, aprovechó para acercarse al campus. Le apetecía tomarse un descanso de tanto fracaso con los experimentos de reanimación. Por ello, simplemente quería caminar un poco. Al llegar al edificio de la Biblioteca, se planteó el entrar en ella por el mero placer de hacerlo. Pero decidió cambiar de idea. Ya volvería tras las fiestas, y lo haría para seguir con sus investigaciones. Por ello, siguió adelante. Sin tener claro el rumbo que tomaba, acabó llegando a uno de los cementerios de la ciudad, una de esas viejas reliquias que formaban parte del paisaje urbano en la zona sur de Arkham y que eran recuerdos de tiempos pretéritos. Su antepasado, Herbert West, había caminado por entre aquellas losas, tras la pista de cadáveres recién muertos para sus experimentos. Y él, Vinnie, no lograba reproducir los éxitos obtenidos por su antecesor. Sin embargo, pese a los continuos desastres, al hecho de que carecía de todo talento científico y era un fracaso como estudiante de medicina, era persistente. Ignorando por completo de sus defectos, estaba obsesionado por el objetivo de repetir los éxitos de Herbert West y convertirse en un auténtico reanimador que triunfara allá donde otros fracasaron. Por ello, y ya que Summanus en esos momentos estaba en la Biblioteca de la Miskatonic repasando unos libros de la Sección Especial, Vinnie se reafirmó en su empeño. Para ello, y dispuesto a lanzar su desafío al mundo, consideró que sería más dramático y espectacular si lo hacía subido a una tumba. Fiel a su estilo, optó por un monumento funerario bastante interesante, al cual, con más o menos destreza, logró subirse. Desde allí, proclamó su compromiso de convertirse en el nuevo reanimador, el heredero digno de los descubrimientos de su antepasado. Sin embargo, tuvo tan mala pata que, al bajar del mismo, tropezó con un gato que rondaba por la zona y que en esos momentos pasaba al lado de la tumba. Tras dar varios traspiés, acabó por caer al suelo y golpearse la cabeza. Cuando recuperó la conciencia, algo había cambiado. Su personalidad alternativa, el Vinnie oscuro, había despertado una vez más. Con una carcajada malvada anunció al mundo el regreso del terror de los no-muertos. Estaba preparado, y esta Navidad sería recordada como aquella en la que el auténtico Reanimador se alzaría para dominar la ciudad.

En esos momentos, en la Biblioteca de la Miskatonic, Summanus levantó la vista del libro que estaba leyendo y se estremeció. Algo estaba pasando. Sin apenas detenerse, cerró el libro, lo dejó sobre la mesa para que el bibliotecario lo guardara y salió corriendo, alertado y extrañado. Se temía que hubiera pasado cualquier cosa. A la salida de la Biblioteca, se encontró con Nyarlathotep en su aspecto de El que Comenta en la Oscuridad, una forma del Mensajero de los Dioses que enloquece a quienes escuchan sus retransmisiones y comentarios de todo tipo de eventos, sobretodo los deportivos. Summanus se detuvo de golpe, resbalando por la inercia que llevaba y cayendo de forma más bien ridícula al suelo. El comentarista de más allá de las esferas le ayudó a levantarse.

-Pero... pero... ¿Qué haces tú aquí? -dijo Summanus temiendo la respuesta.

-Oh, nada, simplemente estaba por la ciudad y me apetecía ver los resultados de lo que está empezando en estos momentos. Puede ser divertido.

-¿Eso quiere decir que tú no tienes nada que ver?

-No, tan sólo vengo a observar... y tal vez comentar. Me gusta divertirme como a cualquier otro.

Summanus se dió cuenta de que realmente iba a ser una extraña Navidad.

En el Ayuntamiento, Pequeña T'auin se detuvo frente a las puertas del edificio, que permanecían abiertas y miró con fijeza el horizonte urbano. No es fácil mirar con tanta fijeza como lo puede hacer una tortuga, y las tortugas galápagos del mundo con sus discos, damanes y demás son especialmente buenas en esto. Fuera lo que fuera lo que estaba pasando, comenzaba en esos momentos. Con paciencia y sin prisa, cerró las puertas del edificio. Mientras, en el despacho del alcalde, Rice y El que Legisla tuvieron un oscuro presentimiento simultáneamente. Había llegado el momento, el factor Arkham, esa tendencia de la ciudad a volverse desconcertante y sorprendente y a verse poblada por extraños fenónmenos, había entrado en acción. Fuera lo que fuera lo que iba a suceder el abogado y el alcalde estaban preparados. O eso esperaban.

En La Llave y la Puerta, tras acabar de ayudar con la decoración a los sectarios del Gran y Poderoso E, forrados de espumillón, guirnaldas de luces y otros adornos navideños, Araknek, Unglaublich y Brontes, se dirigían hacia el vestíbulo de la residencia cuando sintieron ese cambio en el aire, la entrada de una atmósfera diferente que indicaba que algo había sucedido. Rápidamente se dirigieron hacia sus posiciones previamente establecidas, es decir, salieron corriendo como alma que lleva el diablo para preparar las defensas del edificio y tratar de averiguar que iba a pasar.

Del cementerio en donde se encontraba Vinnie West surgió una horda felina formada por los gatos que vivían allí. Esta comenzó a extenderse por la ciudad, provocando que la diferentes colonias de gatos se unieran a ella. Los gatos estaban en marcha y corrían como locos de un lado a otro por las calles, sembrando las calles de pequeños cuerpos peludos móviles haciendo parkour. La extraña Navidad había llegado a Arkham.

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